Quizás Celia no era consciente de que ese proyecto de la universidad iba a convertirse en una firma de guantes. Lo que sí que notó fue una conexión especial con esa prenda, sabía que era lo suyo. Rosita Fernández surgió al azar, al igual que el nombre de la marca, y en esa aleatoriedad reside el encanto. Celia se abre con nosotros y nos cuenta lo necesarios que son los paseos por el parque para aclarar ideas, la importancia de la curiosidad a la hora de crear y el amor-odio que tiene con su alter ego. Toda una masterclass sobre el complemento más elegante y sensual.
Hola, Celia, primero de todo me gustaría que te presentaras y hablaras un poco de tu proyecto, Rosita Fernández. ¿Cómo surge la idea de crear una marca especializada en todo tipo de guantes?
La idea surgió cuando aún estaba en la universidad. Para mi colección final diseñé unas chaquetas con guantes incorporados y me encontré indagando en internet para dar con unos patrones que no fueran simplemente un trazo alrededor de la palma de la mano. Lo único que encontré fue una foto cutrísima en el blog de una señora que hacía unos guantes de invierno. No era precisamente muy profesional, pero aparecían todas las piezas de un guante, así que empecé a hacer pruebas y pruebas en retor hasta que llegué a un tamaño y formas que me convencían.
Yo por aquel entonces estaba metida en un estilo muy retro, planteé para fotografía un bodegón en el que el producto principal fuera una peluca, como si fuera un anuncio de pelucas antiguo. Hice unos guantes cubiertos en perlas para acompañar al bodegón, y me llevó tanto tiempo hacerlos que acabé convirtiéndolos en el foco del proyecto, planteando una marca de guantes con el packaging y todo. Y realmente fue en ese proyecto que surgió la marca, me di cuenta de que los guantes eran algo especial mío, nadie más los hacía. Luego simplemente no pude parar de hacerlos.
¿Tiene algo que ver el nombre de la firma con la cantante mexicana Rosita Fernández? ¿Hay alguna inspiración en su música o en su estilo creativo que te haya empujado a crear esta línea?
Me di cuenta muchísimo más tarde –cuando fui a hacer la página web– de que había una cantante mexicana llamada Rosita Fernández. La verdad es que el nombre lo escogí al tuntún mientras maquetaba aquel proyecto. Fue el primer nombre que se me pasó por la cabeza, y la verdad es que luego nunca lo cambié, lo planteé como si fuera mi alter ego. Ahora siento amor-odio hacia él, pero siento que eso también me ha pasado con mi propio nombre, Celia, es bonito pero a la vez no me gusta.
Hablemos de tu última colección, Lace Armor, un drop de guantes y mitones compuestos por lazos blanquecinos con mucha transparencia. ¿Qué simboliza esta propuesta para ti y qué referentes has tenido para llevarla a cabo?
Esta colección rompió todos mis esquemas y mi forma tradicional de trabajar en un proyecto. La hice en un momento en el que estaba harta de todo, necesitaba romper con lo que me habían enseñado en la universidad, con todo ese proceso tan meticuloso, así que fue mucho más puro en tanto que lo hice con cierta inocencia. Me despojé de la idea de cómo deberían ser las cosas y me permití crear sin plantearme nada, no quise pensar en ninguna narrativa, y al terminarla me di cuenta de que inevitablemente la tenía.Me gustó mucho hacerla porque fue un proceso mucho más libre, simplemente me centré en investigar el guante, en crear nuevas formas y liberar su potencial. Pienso que la moda no es un fin en sí mismo, diseñar no es crear la ropa; para mí es curiosidad, investigación tanto teórica como técnica. La ropa es solamente el producto final pero donde está lo interesante es en esa investigación y descubrimiento de posibilidades.
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Desde los mitones con sisas asimétricas hasta los guantes abullonados con frunces, todos encajan en la línea de la colección, pero los diseños son muy distintos entre sí. ¿Consideras que la gente desconoce la gran variedad que se puede encontrar en este tipo de accesorios?
Creo que no es tanto que la gente desconozca la variedad, sino que para hablar del guante en el imaginario colectivo no se puede pasar por alto su historia. Durante siglos, fueron la clave de la elegancia y la sofisticación en cada look pero también constituían una forma de decoro, una ley impuesta en el vestir. Liberarse de los guantes forma parte de la ruptura con el teatrillo de la feminidad que teníamos montado y traerlos de vuelta supone tomar poder sobre ello, controlar la narrativa.
Nos libramos de los guantes hace ya más de medio siglo, puede que vuestros abuelos tengan algún guante, pero probablemente solo si son de clase alta. Ninguna de mis abuelas tenía, pero conocí a una mujer cuya madre tenía un mueble lleno de cajoncitos que cubría una pared entera, y en cada uno había varios pares de guantes. Me moriría por verlos, la verdad.
El caso es que llevamos mucho tiempo sin usar guantes y prácticamente solo los tenemos en cuenta para disfraces o para invierno. Todos desconocemos la variedad de guantes que existe pero no creo que eso suponga un problema. Como dije antes, lo más interesante es descubrir e investigar las posibilidades de diseño, de uso, etc.
Además de tu propio proyecto, eres asidua a colaborar con firmas emergentes del ámbito de la moda y a hacer debuts en desfiles. En 2022 lo hiciste con Leandro Cano y también con Alejandre Studio. ¿Cómo fue la experiencia?
Con Leandro fue muy intenso porque era mi primera colaboración, me volqué de manera absoluta. Hice muchísimos prototipos y eso me llevó un montón de tiempo porque se tarda mucho en coser un guante. El resultado final no fue muy agradecido para mí porque al final desfilaron sobre todo guantes sencillos. Sin embargo, el proceso me abrió muchísimo los ojos, no sé qué fue exactamente, pero produje tanto y me gustaba tanto lo que se me iba ocurriendo que gané muchísima confianza en mi creatividad. Además hicimos cosas que yo aún no me había planteado, como usar cuero genuino, lo que me obligó a avanzar más rápido, mejorar los patrones…
Con Sandra (Alejandre Studio) fue diferente, para ella no diseñé, solo me encargaba de confeccionar los guantes. Ella siempre confecciona sus colecciones, así que me enseñó varias cosas técnicas muy interesantes. El caso es que Sandra y yo somos más o menos de la misma edad y estamos pasando por el mismo tipo de cosas, para mí fue muy bueno darme cuenta de verdad de que en el mundo de la moda todo reluce pero realmente nada es oro.
Se está hablando cada vez más, pero siempre se ha retratado ese mundo con un glamour brillante y parece lo que no es. La moda es muy costosa porque se espera mucho de ella, se esperan tejidos preciosos, una mano de obra excelente, desfiles, modelos, campañas… Todo eso cuesta mucho dinero y al final todos nos tenemos que buscar la vida para gestionarlo. Los comienzos son duros, pero cuando ves gente como Sandra a la que le va cada vez mejor, y la verdad es que se lo merece, nos da esperanza a todos los que estamos en la industria.
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En relación con la pregunta anterior, y refiriéndome al proceso creativo de firmas totalmente distintas, ¿cómo ha sido el fusionar tu estilo con las propuestas de ambas marcas? ¿Tenían en mente algún diseño tuyo ya creado o empezasteis desde cero?
Pues sorprendentemente fue facilísimo. Me sorprendió que me saliera tan fácil diseñar con Leandro. El primer día fui a su estudio, me contó un poco de qué iba la colección y volví a mi casa supermotivada. En un rato saqué un montón de diseños y me sorprendió porque no pensaba que me fuera a salir tan natural. Al final no usamos muchos de los diseños porque a la hora del estilismo todo eran chaquetas y abrigos que cubrían los guantes.
Háblame del proceso creativo al que te enfrentas, el imaginario que te nutre a la hora de hacer bocetos o a la hora de coser. ¿De qué otros ámbitos de la literatura, música o cine, podemos encontrar inspiración de tu trabajo?
Se supone que no debería hacerlo así, pero yo de momento de lo que más me nutro es de la moda en sí. Para los guantes investigo un montón sobre zapatos, porque al ser una prenda que tiene que erigirse hacia arriba, sujetándose abajo y no como una prenda normal, que se apoyaría sobre hombros o caderas y caería hacia abajo, me puede sugerir formas y soluciones más adaptadas a los guantes.
Y creo que está un poco mal visto también, pero utilizo muchísimo Pinterest porque si sabes buscar encuentras oro. Hay cosas rarísimas por ahí. Además, también hay muchísima foto histórica. Encuentro muy romántico lo de ir a la biblioteca de un museo e investigar en libros de arte y de moda, lo he hecho alguna vez, pero luego me siento fatal porque encuentro poquísimas cosas y es mucho menos productivo que bucear en Pinterest y encontrar las cosas aleatorias que hay. Total, que ir a la biblioteca es más bonito pero al final no quiero hacerme cinco viajes para obtener el mismo resultado que en un par de horas en mi casa. Además, me da angustia porque los libros son limitados, pero internet no.
No solo has colaborado con firmas que lo están petando, también has vestido a artistas como Natalia Lacunza. ¿Qué proyecto, a nivel personal, consideras que ha sido el más importante en el que has participado? Algo con lo que te hayas sentido muy reconfortada.
El mejor proyecto fue hacer las fotos de Lace Armour, obviamente, pero porque estuve allí. Cuando le prestas ropa a estilistas no participas en el proceso. Antes, cuando hacía sesiones para proyectos, yo me encargaba de todo. Monté una tremenda para las fotos de mi trabajo de fin de grado y realmente luego no me gustaron tanto. Preparé estas fotos con mucha sencillez y fui tan feliz mientras las estábamos haciendo… Aprendí que no hay nada como delegar en gente que sabe mucho más que tú y darles espacio para expresarse.
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¿Cómo es un día trabajando en Rosita Fernández? ¿Tienes algún hábito, mantra o manía a la hora de crear?
Todos los días son superdistintos, pero básicamente porque yo me encargo de todo. Realmente lo único común en mis días es ir al parque que hay a lado de mi casa a andar. Para mí es absolutamente lo más porque mientras ando, proceso todo lo que hay en mi cabeza. Últimamente estoy viendo muchos documentales de moda, así que reflexiono bastante sobre ellos cuando salgo y es maravilloso caminar y pensar sobre las cosas de la vida. Obviamente no siempre pienso sobre moda y sobre guantes, también lo utilizo para aclararme sobre cosas que pasan a mi alrededor y dilemas de la vida.
Rosita Fernández es una marca que resalta y brilla por los guantes, ya que es tu creación estrella y tu especialidad. ¿Cómo te ves en el futuro? ¿Arriesgarías con otras prendas o crees que se perdería el sentido total de la marca?
El futuro es un tema heavy, la verdad, sobre todo porque hay muchas opciones, tanto para la marca como para mí como diseñadora. De momento sé que quiero trabajar para otra empresa y que necesito aprender muchísimo. Pero tengo muy claro que no quiero parar con los guantes aunque tampoco voy a ponerle la presión de que tenga que darme de comer. Mi plan es continuar solo con guantes, si meto otras prendas querría hacer colecciones tochas que tirarían por otro camino que no es el de RF.
Creo que la marca podría funcionar con prendas complementarias, y tengo varias cosas en mente. Una cosa que me encantaría sería hacer bikinis de encaje, lo llevo pensando muchísimo tiempo y creo que me gustaría colaborar con una marca de swimwear. Pero el siguiente paso va a ser una colaboración de la que tengo muchas ganas, así que a ver qué tal.
Tu marca innova porque crea una prenda que no es tan habitual (exceptuando en invierno). Aunque en el mundo de la moda siempre están presentes y siempre se recurre a ellos para complementar cualquier colección y aumentar su estética. ¿Qué otro papel consideras que tienen los guantes en la actualidad?
Hay personas a las que se nos queda corto usar la ropa y accesorios que tenemos a nuestro alcance, y no es suficiente porque miras a tu alrededor y todos empezamos a parecernos demasiado. Creo que los guantes son ese siguiente paso para los que nos gusta salirnos de la norma. Siento que cuando llevas guantes, tu look puede ser cualquiera, pero con los guantes estás hablando más bien de un gusto, de una especie de elegancia, una creatividad y un atrevimiento.
Un poco para ir finalizando, me gustaría que nos hablaras de tu primera experiencia con los guantes o alguna anécdota que hayan hecho que tengas esa pasión por este accesorio. ¿Recuerdas la primera vez que llevaste uno?
Los primeros guantes que me puse fueron los míos, y la sensación fue increíble. Ni si quiera eran el par completo, solo hice la mano derecha. Compré una seda salvaje, un tejido muy irregular y tosco pero con un brillo increíble, en un verde esmeralda. Hice unos guantes abullonados, un modelo que hago siempre que tiene como tres bolas fruncidas en la manga. Hice esos guantes absolutamente a mi medida. Cuando me los puse y mi mano se ajustaba perfectamente al patrón, con esa tela tan increíble… Es una experiencia de lujo, como ponerte un vestido que te sienta como un guante (risas) y saber que vas a ir espectacular a donde vayas. Fue un poco como ser consciente de que deslumbras.
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