Para que exista luz debe haber oscuridad. El bien y el mal se entrelazan en las obras de grandes artistas desde que tenemos registro, y Rosalía no quiere quedarse atrás. Su evento de presentación en Madrid la pasada semana pausó el circo de la cultura y nos ha invitado a debatir sobre la presencia de la simbología católica en el arte contemporáneo. ¿Va más allá de un recurso estético? ¿Está la agenda eclesiástica infiltrándose en las referentes más transgresoras? ¿Rosalía es una trad wife? ¿Nos estamos volviendo locos?
Calma, por favor. Dios lleva inspirando las partituras de Rosalía desde que la conocimos en Los ángeles, un nombre oportuno que ya nos da indicios de que esto no es ningún gimmick. Si bien el golpe en la mesa de Motomami fue definitorio, el público español ya le había tendido la mano a su galardonado TFG, El mal querer. Su íntimo relato sobre la feminidad y la reimaginación de la fe a través de referencias locales y actuales fueron suficiente para levantar de la butaca a todo el país. Con Motomami, en vez de repetir la fórmula, volvió a nacer. Las cruces fueron sustituidas por motos, grafitis y ruido de motores. Como si se tratase de un homenaje al mundo sónico de Arca y una carta de amor a sus raíces, nos regaló un LP que la puso en la mira internacional. Pero, ¿por qué contamos esto? Además de para dar contexto, para comprender cómo, en un intervalo de cuatro años, Rosalía se había convertido en un icono del feminismo mundial. No solo la música canalizaba su mensaje, sino también la ropa, la publicidad, o su presencia en redes. Todo funcionaba como un mecanismo natural que hacía que la gente de a pie como nosotros se identificase con ella.
Entonces, cuando todo el mundo se torna a ver tu siguiente movimiento, ¿realmente tienes opción de salir airoso? Como una paloma blanca, Rosalía viste con hábito y velo en la portada de Lux, su nuevo álbum, que sale el 7 de noviembre. Al publicarse la portada, el público intentó encontrar su mente colmena: o es el mayor prodigio de esta generación o se ha vendido a las fauces católicas. X (Twitter) se llenó de opiniones de todo tipo y el debate del conservadurismo se reavivó. Sabrina Carpenter y Bb Trickz ya han vivido estas críticas en sus pieles y no parece que hayan hecho suficiente mella. ¿Hasta qué punto es una crítica al concepto trad wife o están aprovechándose de ello como un producto estético?
Para nosotros, lo de Rosalía va más allá. La iconografía en la que basa Lux es un retrato de ella y lo que representa. Rosalía es un rosario colgado en el retrovisor de un coche deportivo, es vestir como un ángel pero con sonidos experimentales que se acercan al noise. Llamar Berghain a su último single refiriéndose al famoso club de Berlín cuando viste como una monja en su portada, eso es Rosalía. La fusión de elementos que se contradicen originalmente pero que ella logra hilar a través de la música. No contenta a todos pero, ¿acaso algo o alguien lo logra? El ojo público está pasando por alto que la ropa que viste en la portada rompe con el concepto del catolicismo, llevando prendas de alta costura de diseñadores experimentales y vanguardistas.
Lo que está viviendo Rosalía va más allá de un debate: la sociedad la está supervisando con una mira tradicional mientras la tachan de ser eso mismo. Está jugando y expandiendo el concepto de la feminidad partiendo de raíces tradicionalistas. Con tan solo un anuncio, una portada y un par de pistas sobre lo que vendrá, muchos ‘críticos’ han decidido poner punto final al disco, pero no podemos evitar pensar que solo estamos rascando la superficie. El público está decidiendo qué concepto e idea trata de plasmar Rosalía en Lux sin ni siquiera escuchar una canción. ¿Por qué estamos normalizando que el espectador se adelante al arte sin antes darle una oportunidad?
La inmediatez y la fugacidad a la que nos tienen acostumbradas las redes y los nuevos medios de información han hecho que, aún refiriéndonos a una artista tan sobresaliente como Rosalía, tengamos el ademán de decidir cuál es su propósito con este proyecto sin ni siquiera haberlo escuchado. No podemos evitar pensar que esta crítica surge de una mentalidad patriarcal, de una necesidad de que los artistas tomen decisiones creativas pensando en el público y no en su intención de expresarse. Es por ello que ver a una artista como Rosalía, quien es plenamente consciente del recibimiento que tendrá usar cruces y velos, anteponga su visión y su arte a contentar al público, nos emociona.
El debate siempre es bienvenido y eso aviva la llama de la música. Que nos haga hablar de su disco sin ni siquiera haberlo publicado significa que algo está logrando, que nos está removiendo por dentro. Lo que sí que tenemos claro es que Rosalía sabe cargar con el peso de la opinión pública (como ya ha demostrado previamente), y que deja que la música hable por sí sola.
Berghain, de la mano de Yves Tumor y Björk, ha sacudido el mundo tal y como esperábamos. Rosalía se transforma a lo largo de la canción, guiándonos por un viaje sónico a través de violines, bajos saturados y voces angelicales. De nuevo, la luz y la oscuridad se entremezclan. En escasos dos minutos, el videoclip pasa de iconografía católica (el Sagrado Corazón enmarcado en el cabecero de la cama) al body horror (ciervos transformándose en humanos y llorando alquitrán). Los violines dan ritmo a un relato pesadillesco en el que se encuentran el amor y la ilusión. En sus tres minutos y medio de duración es imposible apartar la mirada. Rosalía siente la llamada de Dios pero no trata de romantizarlo.
“The only way to save us is through divine intervention”, canta una majestuosa Björk que sigue hipnotizándonos todavía hoy. La canción toma un volantazo hacia la oscuridad con Yves Tumor, quien repite como un mantra la frase “I’ll fuck you till you love me”. Es el momento más impactante de la canción, ya que logra una transición elegante y aun así se siente como un bofetón.
Creemos que Rosalía nunca se había puesto entre la espada y la pared de esta manera, va más allá de una reinvención de su sonido. Berghain se siente algo distinto. Muchos de los rumores y críticas sobre la portada y la decisión estética, que ya vemos que no se queda ahí, se han ido disipando conforme pasaban los días, y esta canción los ha volatilizado. ¿Dónde quedaron las acusaciones de trad wife? Como siempre, las redes hablarán, pero Lux sonará más alto.
