Con Rojuu no hay proyectos a medias ni banalidades. Cada verso, cada referencia, cada textura forma parte de una narrativa cuidada al detalle, un universo del que te invita a ser parte, donde todo tiene un porqué y nada se deja al azar. En iNUiNUiNU, el príncipe de las tinieblas se pasea por Kabukichō, bebe Craft Boss y se abriga con un Yasuyuki Ishii mientras suelta a sus perros (o lo que queda de ellos). Desde el título ‘inu’, perro en japonés (犬), hasta la portada, todo se confunde en este callejón mental en el que el artista deja que corran sus bestias antes de que lo devoren por dentro.
Rojuu, que lleva casi un año coleccionando fotos de perros en una de sus historias destacadas de Instagram, abre el álbum con quien ama mi alma: un tema de trap saturado que salta de la codicia a la morriña y de diamantes a inviernos eternos, mezclando símbolos de riqueza con un pozo emocional que tira hacia el averno. “Sana a los perros por mí, mientras los saco a jugar”, declara.
Y por si aún piensas que el álbum empieza flojo, en tus ojos olvidaron llorar, el artista se adentra aún más en esa niebla que envuelve todo el proyecto. El single, que ya adelantó en septiembre, está lleno de referencias personales: invoca a Neblisa (esa figura que gobierna su mente y forma parte de su biblia personal); viste “pantakas” Skool para vestirse de armadura, una prenda que le regaló su amiga Pili (hermana de Rosalía) a sus diecisiete años; y bebe Mogu Mogu en el bosque Hoia (un paraje de Rumanía famoso por su niebla y leyendas paranormales).
Y aunque halloween pide un pogo a gritos, en 1beso Rojuu baja las revoluciones. Hay tuning, monzones y una Switch. El guiño al Mii de la Nintendo lo baja todo a un plano mucho más cotidiano donde Rojuu sigue siendo ese chaval que hace avatares en Twitch. Entre los cuervos que llenan la ciudad, se cuela un rayo de esperanza: el beso como antídoto a la paranoia.
Seguimos con San Roku, otro de los singles de iNUiNUiNU publicado en enero y quizá el tema más confesional y existencialista del álbum. Este tema revela una mente en constante lucha, con imágenes como “se fueron las heridas, pero quedaron las costras”, que hablan de cicatrices que no desaparecen.
Entre referencias como la marca japonesa Evisu y la comida rápida de Febo, la letra va más allá de lo autobiográfico para convertirse en un manifiesto sobre la imperfección humana, la culpa que persiste aunque no haya testigos y la necesidad de dejar que las cosas pasen. También pide paz para su madre, su perra y hasta para su padre aunque “le mole la guerra”.
Por otra parte, Lucky es uno de los temas más juguetones y coreables de iNUiNUiNU, y también de los que mejor han conectado con su público desde la salida del álbum. Con una base divertida y letras llenas de guiños pop (de Kokoro en Dead or Alive a Waluigi, pasando por PSP, Nintendo o bebidas japonesas), Rojuu mezcla humor, confesiones y referencias personales. “No mires a los perros de la gente”, declara, retomando aquel clásico de Golpes Bajos y su propia versión años atrás en Mixdemencia 3.
En el interludio descansa, el autor de Umi se convierte en una voz interior que rompe el ruido para clavar la aguja de la autocrítica. Habla de “suponer” como veneno mental, de la multitud de voces que todos cargamos dentro: el juez, la víctima, el autoengaño, y de lo fácil que es quedarse atrapado en un bucle de culpa. “Llora, descansa”, susurra Rojuu, convirtiendo la catarsis en alivio. Es un respiro dentro del parque mental de iNUiNUiNU, un pequeño jardín soleado para darle tregua a los demonios antes de volver a soltarlos en una lluvia más, el octavo track.
En la misma línea, Iual refleja la ansiedad por consumirlo todo mientras la sensación de vacío se multiplica. Es su forma de recordarte que detrás de las referencias brillantes (adidas, FamilyMart, Platero y yo) y la imagen de rapstar, siempre hay una mirada crítica: lo material es humo, lo único real es aceptar el caos y aprender a observarlo.
Ese “todo da igual” no es resignación, sino un paso previo para llegar a curo L cora, donde el artista se atreve a sostener algo de esperanza. Después de aceptar que la ambición devora, se coloca como ese Kirby emocional (absorbe tristezas, las hace suyas) mientras se rodea de crew, exnovias y referencias de la cultura pop. Es el momento más luminoso del álbum, pero no por eso es superficial.
Y así desemboca en No me des otro motivo por el que rendirme, que funciona como despedida. El título ya es toda una súplica donde el juez interior, ese del interludio, parece callarse por fin. El autor de Los sueños de nube cierra la puerta de Kabukichō, pasea a sus perros imaginarios por última vez y deja que nieve sobre sus demonios.
Este final encaja con lo que Rojuu siempre demuestra cuando lanza un proyecto. Amor, culpa, muerte, marcas japonesas, videojuegos, fantasmas de familia; todo forma parte de un universo vivo que te deja dentro. Para que tú también cargues con algo de sus tormentas. Para que salgas de ahí con tus propias cicatrices. Y, tal vez, con un poco más de coraje para soltar la correa.
Track favorito: Lucky.