Todo empezaba con un grito puntual a las nueve de la noche, como mandaba la entrada. Exactamente a en punto, el público reclamaba a viva voz la salida de Quevedo antes de que al técnico de iluminación le diera tiempo a preparar el ambiente, aunque poco tardó en actuar por reflejo. Había muchas ganas de verle en una cita importante después de su parón, y Madrid no tuvo que ser una decisión aleatoria. Toda la ciudad se paró por un momento el 17 de febrero para la primera fecha de tres en el Movistar Arena, y ninguna parte del espectáculo defraudó.
En una composición de escenario antes vista pero poco utilizada, Quevedo se plantaba en medio de la pista. Él no quería un escenario injusto, en el que unos están muy lejos y otros pueden aspirar a que se les lean las pancartas. Él quería estar en el centro y, con una pasarela más larga que ancha, simuló una alfombra roja por la que desfilaría toda la noche para intentar estar lo más cerca posible de todo el mundo. Toda la escenografía estaba pensada para la presentación en vivo de su disco, Buenas noches, y con las mismas palabras saludó cuando el foco le apuntó por primera vez.
Kassandra abría el tour sin mediar mucha más palabra que lo anterior. Uno de los temas que más ha sonado de su última referencia encajaba perfecto para el momento, con su ambiente de nocturnidad y brillo. De esa manera, de oscuro y con detalles de pedrería, estaba vestido Pedro, encajando su traje de gala dentro del imaginario que se había montado en el antiguo Wizink Center. Presentándose al acto en solitario, no sería hasta la siguiente canción, Duro, cuando saldrían los bailarines que le acompañarían durante toda la gala.
Una tras otra, esta primera parte de un concierto que se dividió en tres actos, casi todas las canciones de Buenas noches sonaron. Chapiodora.com, 14 febreros o La 125 se fueron sucediendo para deleite de los presentes. De momento solo, no fue hasta Amaneció cuando aparecieron las primeras sorpresas. Primero De La Rose y luego De La Ghetto, eran los primeros invitados en persona que aparecían en el escenario. Cada canción, desde que salieron los bailarines, tenía una coreografía específica y dedicada, pero en este momento se prefirió que los protagonistas vistieran la canción con sus interacciones. Abrazos y choques de manos entre los tres que se quedaron en nada cuando le tocó a la segunda aparición.
La Pantera no podía dejar de estar en una cita tan importante. Más que un amigo para Quevedo, el otro artista oriundo de las Islas Canarias vino para dar la exclamación sentimental del concierto y acabar el primer acto de la obra. Fueron dos canciones las que cantaron juntos, dejando en último lugar que encogió más los corazones del público. Halo dejaba paso a Piel de cordero, un clásico de estos dos, que por si fuera poco, cantaron en un micro de pie en cada uno de los extremos de la pasarela. Todos los móviles de las gradas estaban encendidos, nadie necesitó que se lo pidieran.
En el apagado de las luces tras Piel de cordero, Quevedo se desvaneció por un segundo. La entrada y salida del escenario siempre coincidiría con un momento de oscuridad para no desvelar el truco. En un segundo de pausa, se montó un pequeño escenario en el extremo sur del Movistar Arena. Al encenderse, Pedro, ahora con tirantes, estaba sentado en un sofá observando una serie de televisores que mostraban imágenes suyas del pasado. Sonidos en off de locutores de radio canarios hablaban de él y, tras la tensión, empiezan las trompetas. Ahora y siempre estrenaba el nuevo acto.
Tras la primera canción, con el público revolucionado, se explicaba en directo el leitmotiv de esta nueva fase. El artista ha cambiado de etapa, pero nunca se puede olvidar de dónde venimos. Empezaba así la parte de los clásicos, la parte que más disfrutó el público y cuando más chillidos precedieron a las canciones. Playa del inglés, Punto G, Sin señal y muchos otros himnos del de Las Palmas se sucedían unos a otros. Este fue, sin duda, el momento más personal, y aparte de aparecer Lola Índigo para cantar El tonto, hubo tiempo para subir a un fan a corearle Wanda. El segundo acto acabó con su versión de La flaca, cuando Pedro quiso hacer un pequeño homenaje a Jarabe de Palo.
Tocaba el último descanso, break o cambio de vestuario de la noche. Los marcadores presentaban vídeos de su vida actual, con las alfombras rojas, las galas y demás. Entrábamos en el desenlace de la noche, y era momento de sacar la chaqueta de cuero. Como no puede ser de otra manera, el final del concierto estaría dedicado a la juerga, y fue en este momento cuando la performance llegó a su máximo nivel.
Con una retahíla de micrófonos simulando la portada de su último disco, Quevedo cantó Ahora que para inaugurar la fase. Aquí salió Sech, salió Aitana en contra del pronóstico que los cuchicheos del público auguraban y se le tiró un shout-out a un tal Peter Lewis. No hubo un segundo de descanso, y para cuando el protagonista anunció que ya era el final, no quedaban muchas gargantas vivas. Vino bien en ese momento una explicación del concepto de Buenas noches y su cambio de etapa vital, que dio algo de descanso y sirvió para coger fuerzas y encarar el último tema.
Al empezar a cantar Mr Moondial se pensó que iba a aparecer Pitbull, pero por desgracia no fue el caso. Después de todos los invitados estelares, este hubiera sido sin duda el gran colofón de la noche. Pero bueno, a pesar de la ausencia, también hubo sorpresa. Después del breve speech sobre el cambio vital que está viviendo y las ganas de avanzar que se le intuyen, nadie esperaba que su Bizarrap session hubiera encontrado un hueco en la tracklist, pero delicadamente se colocó en una mezcla con la canción del rey del electrolatino. Una pequeña concesión fan service para que nadie diga que le faltó alguna canción.
Y todo hecho. Tras la despedida, los bises se pedían al grito de “otra, otra”, pero en el fondo todo el mundo sabía que se había acabado. Era lo normal, después de todo, solo era el primer día de tres conciertos seguidos en Madrid acogidos por el Movistar Arena, y hay que reservarse. Sobre el segundo y el tercero de la serie no puedo decir mucho, pero espero que aquellos chicos que estaban haciendo cola para los siguientes días pudieran estar lo más cerca posible de su artista favorito.
Eso es lo que levanta Quevedo, pasiones por donde va, y tras una temporada en la que los conciertos que ha dado no han abundado, la gente tenía muchas ganas de verle. De verdad que espero que aquellos fans cogieran buen sitio. Han esperado demasiado y no me refiero a la noche en la calle haciendo cola sobre cartones para no quedarse fríos.
