Tras varios años haciéndose más y mas grande, no solo en cartel sino también en su recinto, esta edición el Primavera Sound se ha hecho más pequeño, y qué quieren que les diga, ha sido de lo mejor que le podía pasar al festival. Cero dramas de colas en las barras, creo necesidad de llevarte unas compeed para los talones, cero agobio de perderte un concierto por no querer patear media hora entre una punta y otra del festival. ¿Y los conciertos? Porque el festival puede ser todo lo cómodo que quieras, pero aquí venimos por la música. Pues el Primavera Sound 2023 también triunfó.
El pistoletazo de salida lo dieron el miércoles los Pet Shop Boys, ellos estuvieron estupendos y pletóricos como siempre pero, ¿no sonaron demasiado bajo? Lo hicieron, y ese volumen insuficiente se notó también en otras actuaciones de este mismo escenario. Sea como fuese sus canciones son ya himnos, sus visuales una maravilla y la gente coreó cada tema como si no hubiese un mañana. Nos fuimos a casa ansiosos por empezar los tres días de festival.
El jueves comenzamos con Pusha T, con un directo enérgico y rabioso incluso a esas horas de la tarde, perfecto para empezar la jornada de la mejor forma posible.
Si más tarde en New Order te preguntabas, ¿pero ha venido gente de menos de treinta a este festival? Pues sí, estaban pasándoselo de lo lindo con Central Cee, el londinense es uno de los nombres del hip hop que más está pegando entre la chavalada, con dos álbumes ya en su haber y otro en camino para este año. Alisson Goldfrapp también tuvo algún que otro problema con el sonido, pero al llegar Strict Machine la cosa ya estaba resuelta, su presencia en directo siempre es poderosa y esta vez no fue menos. Le Tigre subieron a ese mismo escenario veinte años después de la publicación de su último álbum This Island; por ellas es como si no hubiese pasado el tiempo, su música sigue tan vigente como hace dos décadas pero el sonido, una vez más, les jugó una mala pasada. Y luego, el gran nombre de la noche para quien esto escribe. Lo de Blur fue especial. La última vez que vinieron al festival había mucho viento, llovía y hacía frío, esta vez, de madrugada pero con buen clima, triunfaron a lo grande: Albarn es un tipo que conecta con la gente porque se nota que se entrega, que lo da todo, y sus eternos hits sonaron grandes como siempre. La banda nos regaló uno de los momentos más bellos del festival con el publico coreando Tender.
Sparks nos recibieron el viernes con So May We Start, el tema que abre Annette de Léos Carax, y The Moldy Peaches nos envolvieron en un manto de nostalgia y nos hicieron sentir (muy) mayores. Veinte años atrás, unos jovencísimos Adam Green y Kymia Dawson lo petaban muy fuerte en un concierto histórico en los albores del festival, cuando todavía el PS no se había mudado al Fórum y aquello que se dio en llamar antifolk parecía algo emocionante. Pero de vuelta al presente, esas mismas canciones y esos disfraces solo acabaron constatando lo mal que envejecen ciertas cosas. Aún así, por lo que fueron y lo mucho que nos hicieron disfrutar en su día, love  eterno a los Moldy Peaches. El nombre de la noche, en mayúsculas, con el espacio abarrotado y posiblemente el mejor sonido del festival, fue Depeche Mode. Abrieron su actuación como un torbellino, arrastrándonos a todos en un viaje tan emotivo y emocional como intenso y excitante. Dave Gahan sigue siendo el animal escénico que siempre fue con una voz todavía portentosa, y el ahora duo sigue defendiendo a las mil maravillas unas canciones inapelables y rotundas, ya les caigan encima el peso de mil años. Ya cerca del final, World in My Eyes en recuerdo de Andy Fletcher puso la nota más emotiva del concierto y alguna que otra lagrimita en nuestros ojos. 
Y llegamos a la otra actuación obligada de la noche. Las expectativas siempre son una trampa, lo sabemos. Pero ver lo que hizo Kendrick Lamar el año pasado en Glastonbury hizo que nuestro hype se descontrolara por completo. Y es que el autor de DAMN se presentó con un directo potente como sus letras pero comedido en la forma. Ay, esperábamos ver al dios Lamar y nos encontramos al hombre Kendrick, que no es poca cosa. Ahí están sus tremendas canciones para dar fe de ello. Que el suyo es uno de los nombres que más brillan del panorama no se cuestiona y el lleno absoluto así lo demuestra. Momento especial cuando apareció Baby Keem hacia el final, más de unos cuantos chavales seguro que casi se desmayan de la emoción. También esa fue la noche de Trueno, uno de los nombres imprescindibles del rap argentino, que en esta ocasión no tuvo todo el público que se merecía, probablemente porque no es el festival más adecuado para él (pensando por ejemplo cómo de lleno estaba su concierto en Festival B)
Y vamos con el sábado que esto ya se acaba. Judeline, tímida al principio pero con esa voz que enamora abría la tarde de la mejor forma posible. Poco después, en ese mismo escenario, que se le quedó bien pequeño, Villano Antillano nos dejó clarísimo que lo suyo es arte y lo demás tonterías. La Villana es un vendaval, una bestia incontrolable sobre el escenario, que canta y te cuenta historias, con humor pero con toda la mala leche del mundo, no se anda con chiquitas ella, y abajo reímos con complicidad mientras mueves el culo. ¿El concierto más divertido de este PS? Si estuviste allí puedes apostar a que estarás diciendo que sí. Y para baile el que nos marcamos con Sevdaliza. Quería fiesta y vaya si la dio, con aparición de Villano Antillano incluida. Su show fue un mix de lírica y DJ set trallero. BTW, gente de Madrid, id practicando la coreografía que nos enseñó, que vuestros stats de TikTok lo agradecerán. 
St. Vincent tiene una voz dulce pero que puede tornarse salvaje, lo mismo ofrece un brindis hablando en castellano sobre lo enamorada que está de la ciudad, que se vuelve una fiera desatando su furia sobre su guitarra. Es lo que tiene Annie Clark, que siendo Annie te derrite el corazón y que cuando deja salir a St Vincent te atropella con su directo furioso y emocional. Y ya que estamos, a los de la realización, dejad la cámara sobre Annie, la gente lo agradecerá.
Calvin Harris estaba aquí para poner temazos discotequeros y prepararnos para el main event de la noche, y aunque darle al bailoteo a medida que se va haciendo más y más pequeño nuestro espacio vital no es fácil, sin duda hizo la espera más divertida, así que sí, misión cumplida. Y lo dicho, el show de la noche, o del festival podría decirse: Rosalía. Sin duda su concierto es el que más gente atrajo en estos cuatro días. Jugaba en casa y eso siempre se nota. La de Sant Esteve Sesrovires recordó cómo años atrás soñaba con ser cabeza de cartel en este festival y ahí estaba esa noche, todavía en pleno Motomami Tour, con un concierto muy parecido al que pudimos ver en el Palau Sant Jordi el año pasado pero con algunos cambios. Incorporó al set Beso y Vampiros y la versión que hace de Héroe de Enrique Iglesias. Y tengo que confesar que aunque como show fue más especial el vivido en el Palau, el sonido aquí era mejor y algunos temas como Despechá y CUUUUuuuuuute ganaron bastante con unos bajos más potentes. Así que si me preguntas si es mejor ver a Rosalía en festival o en solitario, la respuesta siempre va a ser la misma: es da igual donde veas a Rosalía, es la puta ama, disfruta y da las gracias.
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Blur
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Rosalía
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Le Tigre
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Kendrick Lamar
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Pet Shop Boys
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Judeline
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Sevdaliza
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Sparks
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Villano Antillano
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Trueno