Hola, yo soy Pepo. O sea no me llamo Pepo, me llamo de otra manera, pero nadie me ha llamado nunca de esa manera. Pepo es un apodo de cuando era niño. También tenía otros: maricón, cuatro ojos, marica, floreta, pero Pepo, evidentemente, es el que más me gusta. Ojo, que también he llegado a apreciar los otros.
Artículo extraído de ACERO vol. 3, publicado en octubre 2022. Hazte con tu copia aquí.
Nací en julio de 1985. Tengo 37 años. Me he movido mucho y hace 7 años que vivo en París.
Ahora me siento cómodo definiéndome como artista, pero me parecía una palabra como de persona ebria de sí misma. Hasta hace bien poco trabajaba para marcas pero me quedé sin empleo durante la pandemia. Drama. 10 años de trabajo y ahí estaba. No entendía nada.
Fue un palo, lo admito. Fue un palo porque me veía más viejo que un bosque, con el ánimo por los suelos y con una autoestima inexistente después de años de dar más vueltas que un tiovivo. Pero es que eso nos va a pasar a todos. Y si no te pasa, te estás perdiendo una experiencia chulísima en la vida que es la de, por un momentito ni que sea, caer en el abismo y salir con la cabecita intacta. A mí me ha ido bien pero no quiero decir que le tenga que ir a todo el mundo bien, ojo.
Eso pasó a finales de 2020. A principios del 2021 tuve mi primer show en París. Había pintado tanto durante ese año que mi habitación se había convertido en un mural gigante. Trasladé esa intimidad teenage dirtbag mid-life crisis a una galería en París. Funcionó (creo). Desde entonces he podido continuar haciendo proyectos (para marcas pero también cosas que me gustan porque sí) y he sido bastante feliz.
Hablo mucho de ser yo en las cosas que hago y de ser gay. Estuve mucho tiempo peleado con el mundo, hasta que vi que era súper guay ser quien era y que tenía que estar contento y dejarme de tonterías. De todos modos, los demonios vuelven bastante a menudo y se quedan un rato y luego se van. Hablo de eso pero también me río de eso. Y creo que es lo que hace que la gente conecte con ese aspecto: no me tomo muy en serio. Los demonios están bastante bien y hay que conocerlos y abrazarlos y tomarte algo con ellos si puedes. Cuando eres gay hay muchos demonios y todos te hablan y la verdad es que es un lío a veces.
Ahora mismo estoy escribiendo esto desde Nueva York (ya lo sé, la frase es de un pedante terrible, qué le voy a hacer). Llegué ayer y estoy bastante cansado todavía. Tengo un show pequeñito para Galerie Kitsuné que voy a montar en unos días. Se llamará It’s Ok to Cry. Son personajes que lloran pero que hablan de mí en realidad. Todo se reduce a mí. Es horrible ser artista. Todo pasa por ti y tú intentas no ser tan imbécil y decir que habla de alguien más o de un sentimiento compartido, pero en realidad habla todo de ti.
Siempre quise pintar, pero nunca me atreví antes a hacerlo en serio. No me arrepiento: creo que uno llega de una manera u otra a lo que quiere. A veces uno da muchas vueltas hasta que llega al punto que quiere. También tenemos que normalizar que la vida no se acaba a los 25.
Creo que ya no tengo más que decir. Me voy a comprar ladrillos para mí exposición. Sí, ladrillos.