Montar una marca no estaba entre sus planes mientras estudiaba en el IED, pero arrasar en su primer EGO haciéndose con el premio a la mejor colección la condujo inevitablemente a ello. Corría el año 2013 y la diseñadora valenciana, que soñaba con trabajar para otros a la vez que admiraba a Junya Watanabe y sus coetáneos japoneses, no tenía ni idea de todo lo que estaba por venir. Ahora, a punto de celebrar el décimo aniversario de su firma, puede decir con la boca bien grande estar detrás de los looks de artistas como Rosalía o Aitana.
Entrevista extraída de ACERO vol. 3, publicada en octubre 2022. Hazte con tu copia aquí.
Pero lo más importante de todo, puede presumir de haber hecho de su proyecto algo consolidado y rentable. ¿El motivo? Ser consciente de que la moda son subidas y bajadas. Evitando confiarse y sin dejar de aprender, con ella hablamos de la importancia de escuchar a los buyers, condenamos el egocentrismo que fomentan las escuelas y recordamos con cariño a la generación a la que dio forma junto a Palomo Spain, Manémané o Maria ke Fisherman. Tampoco pasamos por alto el estrés que conlleva trabajar en moda, por supuesto.
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Pepa, te pillamos trabajando en tu nueva colección. Una propuesta de la que aún no sabemos nada, y que estoy seguro te tiene absorbida en tu estudio. Cuéntanos, ¿cómo estás y en qué andas?
Pues mira, estamos haciendo la nueva cole mientras ultimamos la producción de lo que va a venta de la anterior. Y bueno, terminando cosas con giras de cantantes.
¿Y dónde vas a presentar esta nueva colección? ¿Qué tienes en mente?
Llevo ya mucho tiempo sin hacer desfile, lo que estoy haciendo es enfocarme más en tiendas. Luego publicamos nosotros las fotos. Lo que hacemos es intentar darle salida mediática de otra manera que no sea a través de desfiles; hacemos muchos customs, giras, etc.
¿Crees que hay una idea un poco confusa sobre la moda y el diseño? Quiero decir, si no hay suficiente conciencia de todo lo que supone tener una marca. Al fin y al cabo no todo es creatividad, también hay una parte muy empresarial y de negocio. ¿Se conoce lo suficiente desde fuera?
No, no se conoce lo suficiente porque, además, muchas veces, al menos por experiencia propia de cuando empecé, no tienes una visión tan enfocada al negocio, a vender. Cuando vas creciendo y vas viendo que tienes que vender, empiezas a pensar en tu propia producción. Cómo voy a desarrollar esto, qué tengo que comprar, cuánto vale este tejido, cuál va a ser el precio de venta al público… Un montón de factores que al final influyen en el diseño. La función del diseñador es crear productos que generen un deseo, que generen ventas. No hacemos exposiciones, la parte de empresa es importante. Y eso, bueno, cuando estás empezando no lo ves tan claro.
El desfile o presentación del tipo que sea entendidos como un medio y no como un fin. Tú no exhibes por exhibir, esto es un negocio y a final de mes a todos nos toca pagar facturas.
Sí, es justo esto. Al final es un medio de comunicación, el fin no es desfilar; el fin es vender. Pero bueno, quizás hay mucha cultura en cuanto a la exposición de uno mismo, y no tanta sobre desarrollar una estética, una sensibilidad o unas ideas. Creo que ahí reside la diferencia del planteamiento. Yo doy clases en algunas escuelas y me pasa mucho con los alumnos, que todos pecamos al principio de lo mismo. Generan las ideas de su propio armario, pero es un ejercicio muy egocéntrico que no tiene ningún sentido.
Para conseguir un buen resultado, hace falta un buen equipo. ¿Sientes que has encontrado a esas personas que hacen que tu marca funcione en todos los aspectos?
Tengo buen equipo. Me gustaría tener más gente con la que poder contar, pero ahora mismo me resulta imposible. Espero que en un futuro sí que pueda (risas).
También pertenecen al team Pepa Salazar artistas como Rosalía o Aitana, quienes han decidido lucir tus looks sobre el escenario repetidamente, ¿no es así? ¿Dirías que tu visión de la moda está muy conectada a la música?
Es una muy buena pregunta porque no lo sé. Creo que siempre ha habido shoppings esporádicos. Hemos hecho cosas con Bad Gyal cuando empezó, con Rosalía en sus inicios, pero algo tan en serio como preparar vestuarios ad hoc o diseñar especialmente, creo que hace poco, un año o dos.
Diseñar para un artista no tiene nada que ver con crear pensando en la pasarela o en la calle. Basta con ver a Rosalía para darnos cuenta de que los tejidos tienen que ser súper elásticos y cómodos. Si no, dudo que aguantasen el Motomami World Tour.
Yo he tenido muy buena suerte con las personas con las que he trabajado porque me dejan mucha libertad creativa. Creo que confían bastante y me dejan hacer, pero sí que a la hora de diseñar no es como hacer tu colección. Tienes que tener en cuenta un montón de cosas, para empezar, a quién le estás haciendo el vestuario. No basta con soltar unas ideas y ya está, estás vistiendo a alguien, a una personalidad. Esa persona tiene que sentirse cómoda en el stage, tiene que poder moverse, tiene que estar a gusto. También tienes que tener en cuenta cómo funciona la ropa con la iluminación, con el movimiento, las telas; son muchos factores diferentes. Creo que hay siluetas que no funcionan tanto sobre el escenario y que son más para calle, por ejemplo.
Seamos sinceros, ¿no te estresa a veces el tener tantas cosas en cuenta?
A ver, yo siempre estoy estresada (risas). Pero me gusta, me encanta. Me gusta hacer giras, aprendo un montón.
Y hablando de Rosalía… Son muchos los medios que se han referido a ti como “la diseñadora de cabecera de la catalana” en los últimos meses. Un título consecuencia de haber firmado muchos de los looks que la artista está luciendo en su gira internacional. ¿Mucha gente te ha conocido a partir de esto? ¿Es bueno que tu nombre se asocie a un artista en concreto?
A mí ella me encanta, me gusta mucho. Me encanta lo que hace y la admiro profesionalmente, entonces no te puedo decir nada malo. Para mí es una súper oportunidad. Pueden contar con cualquiera y es un honor que me hayan elegido a mí. Y luego, lo que te digo, me parece que poder crear con una persona cuyo trabajo te gusta, que admiras creativamente, también te sirve como aprendizaje. Creo que esto es súper importante, seguir enriqueciéndote como profesional y como diseñador. Tienes que tener siempre la mirada muy humilde, de tu trabajo y de ti mismo. Y para mí esto son oportunidades, no le puedo sacar nada malo.
Puede que la diferencia con otros diseñadores cuyo nombre va de la mano de un cantante es que, en tu caso, tú ya contabas con una larga trayectoria. A ti no se te ha conocido por ser “la diseñadora de”, y me atrevería a decir que eso te quita muchos riesgos. Si un artista cae, tu proyecto puede continuar, no corre peligro por esa parte.
Claro, llevamos muchos años. Y aparte de llevar mucho tiempo, estamos vendiendo en Ekseption. Para nosotros, una de las cosas primordiales es llegar a tiendas que te posicionen con otras marcas y que tengan buenos clientes. Al final, que el producto llegue a la calle, que es lo que estábamos hablando antes. Entonces, sí, creo que la marca sigue su propio camino. Son ciclos, esto yo lo tengo clarísimo. La moda es la cosa más cíclica que existe y el objetivo no lo puedes perder. No puedes dejarte llevar por los momentos malos ni por los buenos, porque detrás de uno viene otro. Hay que seguir con el foco en lo que son las colecciones y las ventas.
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Viajemos ahora a tu época de estudiante en el IED. ¿Siempre tuviste claro que acabarías montando tu marca?
No, para nada. Yo no quería montar una marca.
¿Y qué querías entonces?
Trabajar para otra gente. Yo me dedicaba todos los veranos a trabajar, trabajar y trabajar. Hacía cosas por mi cuenta, pero nunca las enseñaba. Entonces un amigo me dijo, “tienes creadorexia”. (Risas). Yo le dije que qué era, y me respondió que hacía muchas cosas y que nunca las mostraba. Fue entonces cuando me preguntó que por qué no me presentaba al EGO y dije, ¿en serio? Me presenté y sin querer gané el primer Mercedes-Benz Fashion Talent. Me presenté una segunda vez, y la gané. Entonces supongo que ya fue como una inercia.
Fue un poco por error, no estaba en tus planes.
Correcto, por error.
¿Quiénes eran tus diseñadores de cabecera por aquel entonces?
Cuando estudiaba me encantaban los japoneses, siempre me han gustado mucho. Junya Watanabe era mi diseñador fetiche.
Mientras te formabas, también ibas a cursos de patronaje y sastrería. Y está más que demostrado que estos oficios se están perdiendo.
Tenemos un problemón increíble con esto. Para empezar, porque desde las escuelas, tampoco se enseña a los alumnos que esto es una parte muy importante. Nos estamos quedando sin talleres y los que hay se van a jubilar. Tenemos una sobreproducción de diseñadores y una falta de talleres que de alguna forma propiciamos nosotros mismos al producir fuera de España por querer hacerlo más barato. Y nos ha salido muy caro. Estaría genial que las nuevas generaciones no se centrasen tanto en tener una propia marca, sino en ser muy especialistas en su trabajo. Por ejemplo, en patrón, en confección, modistas. Ahí hace falta muchísima gente.
Tiene bastante que ver con el mundo de las redes sociales, donde todos somos ‘marcas personales’, ¿no crees?
Sí, es un poco como la ‘cultura del yo’ de esta generación. Cuando empezamos las clases, todos los alumnos me dicen lo mismo cuando les pregunto qué es la moda para ellos. Me contestan: “Es una manera de expresarme”. Es una frase muy para uno mismo, como si tuvieses muchas cosas que contar sobre ti y las fueras a expresar. Creo que la moda son ideas, más que expresarte a ti mismo. Eso es un punto de partida que todos los alumnos comparten, todos quieren tener una marca.
Vayamos con uno de los temas de los que parece no hablarse lo suficiente en la moda en nuestro país. O al menos, no de forma honesta y clara. ¿Es posible vivir de la moda en España?
La gran pregunta (risas). Es muy difícil, se pasa mal y es sacrificado, pero entiendo que cada uno encuentra su manera: con colaboraciones, con su propia marca vendiendo, haciendo trabajos de consultoría, estilismo, docencia… Es una profesión difícil que te tiene que gustar mucho.
Formas parte de una hornada de diseñadores que han dado muchas alegrías a la moda española. Manémané, María ke Fisherman, Palomo Spain, etc. Todos vosotros habéis derrumbado muros mientras deconstruíais el género y os replantabais el significado de las cosas. ¿Podemos hablar de vosotros como una generación?
Yo creo que sí podemos decir que somos una generación. Me acuerdo de una temporada muy divertida, cuando María ke Fisherman desfiló en el Parque de Atracciones de Madrid.
¡Con Lindsay Lohan!
¡Sí! (Risas). Palomo no sé si desfiló en el hotel, yo desfilé en el mercado, Miguel en otra localización. Entonces, sí creo que hay una generación más o menos, aunque no seamos todos de la misma edad. Compartíamos cosas, salíamos juntos, teníamos amistad. Fue una época bastante bonita. Era divertido, había un ambiente de pasárselo bien, de disfrutar.
Imposible olvidar tu desfile en el Mercado de Antón Martín en 2018. Un show en el que las modelos avanzaban entre puestos de charcutería vestidas con tus impresionantes looks. ¿Fue este uno de los momentos más divertidos de tu carrera?
Sí, me lo pasé bien. Era guay porque los puestos del mercado los dejamos abiertos, el carnicero salía detrás de las fotos (risas). Fue curioso y muy divertido. Siempre que voy al Yokaloka pienso, este era mi backstage. (Risas).
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Yo he de decir que tuve durante unos cuantos meses a la modelo pintada de glitter verde como fondo de pantalla en el móvil (risas).
¡No te creo! ¿En serio? Qué guay, yo también la he tenido mucho tiempo.
Ese mismo año te convertiste en una de las finalistas del premio Who’s On Next de Vogue España. ¿Fue este un impulso a tu proyección internacional, o no fue para tanto?
En internacional, no. Absolutamente nada (risas). Pero EGO sí que me ayudó en su momento. Who’s On Next… al final no lo gané. No es lo mismo ganarlo que quedar finalista, entonces imagino que a algún otro diseñador le habrá dado mucha más visibilidad.
Y a nivel español, ¿tienes que haber ganado algún premio para que la industria te tome en serio? ¿Hace falta desfilar fuera para que se te respete?
Hacer cosas fuera siempre influye mucho aquí, pero la necesidad de ganar premios… no lo creo. Al final somos pocos, siempre te cae alguno (risas). Si no es el Who’s On Next es el de EGO, y si no el premio a mejor colección. A mí me encantaría decirle a los nominados de EGO que no ganen, ¡pero qué tontería!, al final lo que prima es tu trayectoria, no que te den un premio. Esto es una carrera de fondo, es el que más aguante. Tu recorrido no se ve con una colección valorada por el juicio subjetivo de unas personas, tu trayectoria se ve con el paso del tiempo. Cuando eres joven diseñador, tienes toda la vida para evolucionar y encontrar tu lenguaje. Eso creo que es básico para la gente que se frustra por no ganar. No significa nada.
La última vez que hablamos contigo reconocías estar poniendo toda tu energía en saltar a París. Y este año te hemos visto en la capital francesa junto a Abra, ¿cómo ha sido la experiencia?
Ha ido súper bien, la verdad. En una semana de showroom hemos recibido muchísimo feedback. Allí está la industria. Un montón de gente, no solo influencers, sino profesionales del sector.
¿El showroom te ayuda a detectar qué funciona y qué no?
Hablar con los compradores es súper importante, te da un feedback real. Es muy difícil salir de tu propia visión y ver las cosas desde fuera, pero una persona que te está comprando lo ve clarísimo en cinco minutos. Tú a lo mejor tardas toda la vida en verlo. A mí me encanta hablar con los buyers y preguntarles a qué países venden, qué colores y siluetas funcionan mejor… Al final todas las marcas tienen que tener un histórico de venta.
¿Y hay algo que te haya dicho algún comprador que te haya sorprendido, algo que tú misma no supieses sobre tu marca?
Pues sí, sobre todo me dijeron que funcionaban muy bien los colores. Iban a por esas prendas. También me han dado muy buen feedback en cuanto a siluetas, y eso me encanta. Yo soy la persona más crítica con mis prendas (risas). Eso al final se nota, el drapeado cae donde tiene que caer.
¿Eres de las diseñadoras que visten de su propia marca?
Yo soy súper vaga vistiendo (risas). Siempre voy de negro, me encanta ir en chándal y me paso la vida trabajando. Voy hecha una pordiosera en Crocs, ese es mi look. Pero cuando tengo algo, sí me gusta vestir con mis cosas. Es coherente ponerte lo que haces, ¿no? Sino, ¿quién se lo va a poner?
Además de la colección en la que estás volcada, de la que entiendo no nos puedes dar muchas pistas… ¿qué proyectos tienes entre manos? ¿Te volveremos a ver presentar en Madrid?
Nunca digas nunca, pero por el momento no está entre mis planes.
Última pregunta, ¿a quién deberíamos entrevistar en el próximo número de ACERO?
Me gustan todos mis amigos, María, Miguel, Palomo… De todas las marcas siempre se puede sacar algo, y se puede aprender algo. Valoro el esfuerzo y el trabajo de todo el mundo. He dicho estos tres porque les conozco a nivel personal y los quiero mucho, creo que son personas que tienen mucho que decir. ¡Pero seguro que hay muchos más que no conozco!
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