Paul Thomas Anderson es indudablemente uno de los mejores directores de lo que llevamos de siglo. Su filmografía, plagada de obras maestras, nos ha devuelto la esperanza a todos aquellos que desarrollamos nuestra cinefilia en base a las películas del nuevo Hollywood de la década de los 70. Y es que Paul Thomas Anderson es un heredero claro de directores de la talla de Martin Scorsese, Francis Ford Coppola, Sam Peckinpah o Robert Altman, por citar unos cuantos, y sin duda, sus películas representan una de las mayores muestras de rupturismo y libertad que nos ha dado la historia del cine.
Bajo este cóctel de influencias y referencias, Paul Thomas Anderson ha conseguido encontrar un estilo personal, marcado por una cantidad de obras cumbre que, a pesar de parecerse argumentalmente entre sí, mantienen el espíritu de alguien que siente un profundo amor por el séptimo arte. Este viernes se estrena su última película, Una batalla tras otra, que tras su gran acogida en el festival de Toronto por parte de la crítica, se presenta como una de las grandes apuestas en la carrera de los Oscars. Desde la redacción de ACERO nos hemos propuesto hacer un repaso a la filmografía del director californiano al completo, ordenando sus películas en este top para que todos aquellos que aún no conozcáis su cine o tengáis algunos títulos pendientes, os suméis a la devoción indiscutible que todos los cinéfilos confesamos por Paul Thomas Anderson. 
9. Sydney (Hard Eight, 1996)
La carta de presentación de Paul Thomas Anderson en la industria del cine fue un claro ejercicio de estilo. En clave de cine negro, esta historia sobre el poder, la traición y el exceso, nos adentró de lleno en el universo particular del director californiano. La capacidad para tensar las escenas y realizar un montaje frenético empezaron a ser un sello claro de su autor desde su ópera prima; sin embargo, era solo un pequeño entrante de todo lo que vendría en los siguientes años.
8. The Master: Todo hombre necesita un guía (The master, 2012)
Encontrar una película como The Master tan rápido en el top, es un indicador claro de que estamos frente a uno de los mejores directores de este siglo. Este inclasificable viaje para adentrarnos en el mundo de la cienciología tuvo su paso silencioso por todos los festivales. Esta suerte de Taxi Driver nos cuenta la historia de un excombatiente de la Segunda Guerra Mundial, que tras haberlo perdido todo encuentra su sitio dentro de una secta camuflada por una elegante vanidad. Un retrato que desarticula el mito del sueño americano pero sin renunciar a perder la esperanza de cambio. El dúo que forman Joaquin Phoenix y el glorioso Philip Seymour Hoffman es una masterclass interpretativa a todos los niveles.
7. Licorice Pizza (Licorice Pizza, 2021)
La película más reciente en la filmografía de Paul Thomas Anderson, Licorice Pizza, es un retrato sobre lo que significa ser adolescente y la lucha constante por no dejar de serlo. Esta historia de amor teen logra mantener una sonrisa esbozada en el rostro de cualquier espectador durante las poco más de dos horas de metraje que acumula la cinta. Una historia contada a base de escenas aisladas, que parecen no llevar a ninguna parte, pero que sin embargo sirven para construir la relación tan enigmática y especial de sus protagonistas. Una Alana Haim y un Cooper Hoffman que daban su salto al cine de la mano del mejor padrino posible. La escena en la que Cooper Hoffman corre por las calles llenas de coches con los brazos abiertos mientras grita “it’s the end of the world, Greggo” nunca se sintió tan real.
6. Magnolia (Magnolia, 1999)
La película que le concedió a Paul Thomas Anderson el derecho a sentirse uno de los mejores artistas del mundo. Este drama familiar, que contó con un reparto de estrellas en el que destaca Tom Cruise, nos arma un puzzle perfecto sobre la soledad humana. Contado a través de la fragilidad de cada uno de sus personajes, esta película coral encuentra su éxtasis en una de las escenas finales, rozando el realismo mágico más poético. Sin duda, Paul Thomas Anderson nos dejó claro que era capaz de asumir una película de los más altos estándares hollywoodenses y convertirla en una pieza de lo más íntima y personal. Este hombre hace las cosas tan bien que empieza a dar coraje.
5. Puro Vicio (Inherent Vice, 2014)
Para muchos, la gran desconocida de su autor. Esta obra, que es sin duda la más infravalorada de su filmografía, es un auténtico deleite para los amantes del cine stoner. Un policía fumeta de los años 60 que se ve envuelto en una trama de corrupción, engaños y estafas, todo manejado desde las sombras del poder. La capacidad de Paul Thomas Anderson para recoger el sentimiento de desconcierto e incertidumbre de los años hippies, convierte esta película en una imprescindible para los amantes de este momento tan concreto de la historia de Norteamérica. La combinación entre comedia y suspense, con el toque onírico alrededor del personaje de Joaquin Phoenix, hace de esta cinta una epopeya canábica sin precedentes.
4. Boogie Nights: Juegos de placer (Boogie Nights, 1997)
Si Magnolia fue el salto hacia el mayor reconocimiento internacional, Boogie Nights significó el auténtico germen del genio de Paul Thomas Anderson. Si esta película no sirvió para catapultar a su director directamente hacia la cima, fue por el miedo al éxito que tuvo la crítica en su momento. A pesar de ello, fue una sorpresa mayúscula a todos los niveles. Esta historia, nuevamente con un elenco extraordinario, cuenta de una manera desenfrenada que cuanto más alto lleguemos en nuestras aspiraciones, mayor puede ser la caída si todo sale mal. Y en Boogie Nights todo termina por salir mal. El cariño que Paul Thomas Anderson profiere por esta panda de estrellas del porno venidas a menos, se celebra en cada una de las escenas que nos muestran una caída en picado hacia lo más hondo de la desesperación y el ostracismo. Esta montaña rusa sigue siendo a día de hoy un culto auténtico del cine de la década de los 90.
3. Embriagado de amor (Punch-Drunk Love, 2002)
Tras una progresión lógica de exitazos como lo fueron Sydney, Boogie Nights y Magnolia, Paul Thomas Anderson sintió que tocaba techo. Debido a ello, tiró de su gran ingenio y realizó el paso más coherente y brillante en su carrera. Este fue el resultado de la inclasificable Embriagado de amor, un romance con Adam Sandler de protagonista, que es a día de hoy uno de los iconos del cine más indie de este siglo. Todos los defensores de Adam Sandler encuentran aquí su mayor alegato a favor del cómico estadounidense, y es que una de las muchas virtudes de Paul Thomas Anderson es sin duda la dirección de actores, que es completamente plausible en historias corales como las mencionadas anteriormente o en retratos más intimistas como el de esta película. Este ejercicio más experimental, con el fin de alejarse de todo lo que venía haciendo hasta el momento, consiguió un resultado excepcional, convirtiendo esta película en algo único. Un auténtico deleite.
2. Pozos de ambición (There Will Be Blood, 2007)
¿Qué se puede escribir sobre esta película que no se haya dicho todavía? La película más laureada de Paul Thomas Anderson hasta la fecha. Esta historia sobre los delirios de grandeza de un empresario a finales del siglo XIX es una depuración de las formas más clásicas del cine para montar un relato cargado de fuerza y expresionismo. Un relato que acumula tensión in crescendo, todo liderado por un Daniel Day-Lewis que nos regaló una de las mejores interpretaciones masculinas de la historia del cine, la cual le sirvió para ganar el que fue su segundo Oscar. Pozos de ambición es una película que por momentos resulta más grande que la vida. La persecución por el poder se vuelve tan exacerbada que la frase “el hombre es un lobo para el hombre” se torna una premisa imprescindible para entender las acciones despiadadas de su protagonista.
1. El hilo invisible (Phantom Thread, 2017)
No es ningún disparate colocar a esta película no ya sólo como la mejor de su director sino como una de las mejores de este siglo. Podríamos hablar de sus múltiples subtextos; sin embargo, el que mejor recoge el espíritu de la historia es cómo el ego del artista acaba convirtiéndose en su propia condena. Si Pozos de ambición era una película formalmente clásica, El hilo invisible podría ser una pieza completamente atemporal. Todo el lujo que nos llega a través de sus imágenes, oculta un caos en el silencio de sus protagonistas. En esta película es más importante lo que se calla que lo que cuenta, posiblemente sea este elemento lo que la hace tan especial. La rivalidad y el amor entre sus protagonistas nos regala el retrato de un amor imposible, que pasa por las grandes actuaciones del conocidísimo Daniel Day-Lewis y de Vicky Krieps, que se reveló como una de las grandes actrices de su generación. Una película inmortal: cada vez que la vuelves a ver te sorprende con un elemento nuevo, un detalle que antes no estaba, una nueva manera de entender esta historia.