“Me infravaloran”, dice alguien nominado a los Latin Grammy, varias veces número uno y campeón estatal de boxeo. Suena raro, ¿no? ¿Quién podría hacer de menos a alguien con esta descripción? Y es que lo complicado de las figuras públicas (publiquísimas) es que pocos se permiten conocerles de verdad; pero demasiados se conceden el lujo de juzgarles. Quien no haya opinado sobre Omar Montes que tire la primera piedra.
No os preocupéis, él lo sabe. Tantos años bajo los focos y miradas le han enseñado a ser él mismo hasta las últimas consecuencias. La naturalidad de Omar puede parecer la clave de su éxito, y quien piense esto no irá desencaminado. Pero tras el vacileo, las bromitas, los directos de Instagram y los memes existe una capa de disciplina y consciencia que en pocas ocasiones le permiten enseñar. Por eso me enorgullece traeros a un Omar más reflexivo, que admira a sus grandes compositores, y que entiende perfectamente no solo cómo le ven, sino quién es.
Pues hola, Omar. ¿Cómo estás?
Bien. ¿Y tú?
Bien, bien. Aquí estamos. ¿Sabes que somos vecinos?
¿En serio?
Sí, tío. Estamos en Metro Iglesia haciendo esta entrevista pero podríamos estar en una mesa del Parque de las Palmeras. Vivo al lado del Vedruna. Sí, sí.
¡Qué dices! Mi hijo va al Vedruna.
Pues mi portal está a cien metros.
Hostia. ¡Pues cuando no pueda ir a recogerle ya te llamaré a ti! (Risas).
Y quizá te preguntes cómo sé dónde vives. Pero es que la gente igual no sabe que durante años has tenido un graffiti en tu portal que ponía en letras mayúsculas ‘Omar Montes’. Primera pregunta, ¿quién y por qué hizo ese graffiti?
¡Fíjate que yo siempre he creído que era cosa del Kaydy!
¿Sí? Buena teoría (risas). Es vecino también. Aunque Dani pinta mejor, creo yo. Oye, ¿cómo convencerías de venir a Carabanchel a alguien que no haya pisado nunca el barrio? ¿A qué sitio le mandarías?
Hmm, buena pregunta. ¿Sabes qué creo? Que le mandaría a la churrería esa tan rica que está en la salida del metro, ¿la conoces?
Sí, claro. Justo ayer mi amiga pidió doce churros allí, te lo prometo. Buena elección.
Sí, pues esa. Los churros de ahí son muy ricos y el chocolate también.
Has comentado alguna vez que en tu barrio hay gente con más talento que tú para la música, pero que igual no tienen tanta disciplina. Cuéntame, ¿quiénes son esos amigos?
Pues en mi barrio está el Marko Italia, Kaydy, Nikone… Hay un montón. Ahora se ha venido a vivir también, no a Carabanchel pero cerca, Quevedo. Mi barro está lleno de talentos.
También el Recycled, ¿no? En San Isidro. Él lleva toda la vida con la música.
Justo, justo. Te lo iba a decir el siguiente. ¡Fuimos al colegio juntos!
Qué guapa tiene que ser la orla del cole. Marqués también es de cerca, ¿no?
Sí, de Orcasitas, pero viene mucho por el barrio.
Cuando pienso en ti colaborando con marcas como JD en este caso, me viene a la cabeza el vídeo ese de la historia tuya anunciando un móvil. ¿Sabes qué vídeo es? (Risas).
¡Sí, sí, sí! Me llevé un buen dinero por ese vídeo, ¡y lo hice superorgánico! A veces haces las cosas así que uno piensa que quizás no… Pero fíjate. Creo que es la mejor campaña que se ha hecho en la historia. Lo petaron.
¿Cómo ha cambiado tu relación con las marcas desde entonces? ¿Cómo ha cambiado tu vida incluso?
Pues bueno, a raíz de ahí he hecho un montón de movidas con marcas porque les encanta mi forma de trabajar, que así es todo muy casual. Yo hago lo que me sale un poco de los huevecillos y a la gente  le gusta porque se me ve un tío cercano, humilde y un chaval de barrio. ¿Me entiendes? No hace falta subirte a la Plaza Mayor y ponerte un traje ahí, o subirte a unas escaleras. Se puede hacer en tu casa un vídeo tranquilamente orgánico y puede salir igual de bien, fenomenal.
¿Qué tal la colaboración con JD? ¿Y qué tal ser embajador de España?
Pues de puta madre, ¿no? Más que nada porque me gusta mucho JD y poder ser embajador de esta marca, voy a su tienda y  me puedo llevar lo que me dé la gana y eso es precioso. Porque siempre puedo ir empiquetado a cualquier sitio. Y encima, como cada poco van cambiando los piquetes y a mí me gusta ir cambiando, puedo ir cambiando. Tienen muchas marcas. No es como que yo firme con una y ya tenga que llevar solo esa, sino que puedo llevar lo que me dé la gana. Es que tienen todas, pero todas literal: adidas, Nike, Jordan… Entonces me la gozo.
Mucha gente sueña con triunfar, pero tu acumulas éxitos en varias industrias. ¿Cómo fue aterrizar en la tele siendo campeón de boxeo, y de ahí, pasar a la música?
Pues es mucho más difícil el boxeo, la verdad. ¿Tú sabes lo que es levantarse con el frío antes de ir al colegio? Yo entraba al colegio a las nueve, así que me levantaba a las ocho para ir a correr. Corría cuarenta minutos, me quedaban quince para ducharme y andar al colegio, que tardaba unos cinco minutos andando desde mi casa.
¿Y no te dormías luego en el colegio con tanto esfuerzo? A mí me pasaría.
No, no me dormía, pero yo qué sé. Estás ahí seis o siete horas amargado, tienes que sacar fuerzas de donde no las tienes. Luego terminas y te tienes que ir a entrenar. Toda la tarde entrenaba en Vallecas, me chupaba una hora de metro.
Está fatal conectado.
Así que, como te digo, pues mucha dedicación y mucho esfuerzo, mucho más que ahora. El deporte era muy difícil.
¿Entonces prefieres la tele y la música por ser más fácil?
Por eso, y porque me sale del alma. En el deporte, aunque yo pueda ser muy talentoso, si no entrenas… Uno que entrena mucho gana al talentoso que no entrena. ¿Por qué? Porque en el boxeo yo puedo hacerte una serie de golpes o meterte alguna combinación, algún contragolpeo que no necesite mucho fondo físico, pero tienes que aguantar luego los cuatro asaltos. Entonces, cuando estoy explotado y reventado, si tú estás entrenando, aunque tengas una mierda de talento, me vas a acabar ganando. Si no trabajas, la resistencia se va.
Pues mira, no me esperaba la respuesta. Oye, Nyno Vargas dijo que le invitaste a una olla de macarrones y que te la comiste entera. No te pega lo de comerte la comida de tus invitados, ¿no?
¡Es que lo ha contado mal! Él estaba ahí porque le encanta contar sus batallitas de sus pisos. Él estaba comprando y vendiendo pisos y me estaba contando una paranoia, y estaba la olla puesta en la mesa y yo me estaba echando, me estaba echando, ¡y cuando me quise dar cuenta me había comido la olla! Pero no por nada, porque tampoco había hecho mucho. Había como para dos o tres platos justos. Y él estaba hablando, hablando y hablando; y el que habla mucho come poco. Entonces, pues se jodió (risas).
¿Cuál es tu plato estrella? ¿Macarrones? (Risas).
Pues sí, los macarrones (risas). Los hago con atún y quesito. ¡Les echo varios quesitos y todo! Pero si no te los comes rápido se queda duro y ya luego no están tan ricos. Entonces, claro.
Quien se fue a Sevilla perdió su silla, tal. Y hablando de la ciudad… Has actuado en los Latin Grammy y también estabas nominado por Disco Flamenco del año. ¡Felicidades! ¿Estabas nervioso por ir?
No, no. Porque en verdad he estado en Sálvame. Y después del Sálvame ya nada me puede poner nervioso (risas).
Esa humildad y esa naturaleza tuya que has dicho antes es la que hace que tengas tan buena relación con personajes tipo CeciArmy. ¿Por qué conectas tanto con él?
Ceci se ha convertido en estos años en uno de mis mejores amigos. Nos llamamos casi a diario: me cuenta sus películas, yo le cuento las mías… Quedamos mucho, vamos al cine. Es más, ¡le invito mucho al cine!
He visto que se quejaba de que le invitaras (risas).
Le llevo a ver la cartelera entera, todas las películas. Y sí, se queja porque dice que cada vez que quedo con él le llevo al cine. ¡Pero es que es un plan bueno! Te pones atrás, nos metemos en pelis raras que no conoce nadie, casi no suele haber nadie en el cine. Y ahí podemos hablar, comer y echamos la tarde. ¿Sí o no?
¿Vais al Islazul?
Al Islazul o a Kinépolis. Depende (risas).
Te quería preguntar también por Pucho, porque vi el otro día el documental. Sales durante un minutillo ahí.
¡Aparición estelar!
¿Te moló el docu? ¿Lo viste?
Sí, sí, claro. Pucho es un buen amigo. De hecho, él no es mucho de colaborar con la gente, y yo siempre que le llamo me hace caso. Entonces se la debía. Siempre que me llame para una cosa le voy a hacer caso.
¿O sea que tú fuiste el que primero le buscó a él en su momento para colaborar? ¿O cómo fue?
No, no. Me llamó él. Él quería. De hecho, fue para su disco. La canción se llamaba La culpa.
La conozco, es muy buena.
Y yo en todo momento siempre estuve positivo con eso. A mí cuando Pucho me llama, yo estoy activo. Aparte que es un chaval muy talentoso y está claro que todo lo que hace lo hace superbien. También tiene muy buena mente para los negocios, y aparte es colega.
¿Quién te gusta más, el Pucho de El madrileño o el rapero?
A mí, el de El madrileño.
No te voy a mentir, me lo esperaba (risas). Pero si me hubieras dicho el rapero habría sido increíble.
Ya, ya. Lo que pasa es que el Marqués seguro que te diría el Pucho rapero, pero yo no.
Yo también estoy en el bando rap, la verdad.
Yo también si lo miro desde el plano de lo que me gusta, pero como colega no me gusta que mi hermano se vaya a hacer un concierto y vayan a verle veinte personas, o que no tenga para comer y tenga que currar en el Pans, puteado ahí, y lo estén jodiendo. En cambio ahora tiene su dinero, puede hacer lo que le dé la gana. Va a un concierto y lo revienta con miles de personas. Entonces yo, mirando el propio bien de él, te digo que El madrileño. Pero sí, mirando la música que me gusta, yo también te diría que prefiero al Crema. ¡O cuando hacía Agorazein!
Bueno, en el documental dice que se ha arruinado con la gira y todo.
Sí, se habrá arruinado, pero porque ha invertido mucho y ha creado un sello. Es más, ha creado una leyenda. Esto que ha hecho él no lo hace todo el mundo. Hay que invertirle un dinero. ¿Qué quieres, hacerte millonario con tu gira? ¿O buscas un respeto y un reconocimiento? Creo que él no buscaba hacerse millonario con la gira, estaba buscando otra cosa. Y creo que lo que él buscaba lo ha conseguido.
¿También sois los dos únicos artistas españoles que habéis hecho Tinydesk, no?
Sí. ¡Es difícil hacer el Tiny Desk, eh!
¿Sí? ¿Cómo es eso? Es muy bueno el tuyo, muy original. Me llamó mucho la atención. El look y todo.
Pues el look lo elegí yo. ¡Tengo mucha creatividad aquí donde me ves! (Risas).
¡Oye, que yo nunca te infravaloraría! (Risas).
Mucha gente ha intentado hacer TinyDesk en España y nunca les aceptan. Pienso que me aceptaron porque soy muy raro, muy friki, y dirían, a ver este qué nos trae. Cuando llegué allí me dijeron, a ver, aquí no hay ni autotune ni nada y encima solo tienes dos oportunidades de hacerlo. Si a la segunda oportunidad no te sale no podemos repetirlo. Y además había público. ¡Qué presión!
Es que hay gente a la que le ha salido muy mal el TinyDesk.
¡Mira a Maluma! Le han dado la muerte al pobre por el Tiny.
Yo recuerdo el de Tokischa. Salieron memes de ella ladrando.
Pues tienes que ver el de Maluma, no sé cuál es peor (risas). Te vas a echar unas risas con los comentarios.
Lo de que que no había autotune se veía. Y eso es una de las mejores partes, porque no te había escuchado a ti casi al natural, pero joder: haces segundas voces, armonías, octavas enteras… Superbien, ¿no?
Lo que pasa es que la gente infravalora mucho. Se piensan que uno es tonto y que he llegado a ser número uno de streaming en mi país varios años seguidos por la puta cara, solo porque canto con autotune. Pues no, cuando uno está muy fuerte en lo suyo es porque hacen las cosas bien y punto.
Además, tú sabes lo que es entrenar y practicar, joder. Para eso hay que conocer muy bien lo que es la disciplina y yo creo que es lo que más tienen los deportistas de élite. Pero también te digo, a esta entrevista has llegado tarde (risas). 
Si te digo lo que ha pasado te mueres. Bueno, o mejor no te lo cuento. No debería.
Va, dímelo y no lo pongo.
Pues mira… 
Venga va, cumplo mi palabra. ¿Sabes? Ayer estaba en un videoclip y le preguntaba a la gente qué te preguntarían a ti si te hicieran una entrevista. Y todo el mundo me contestaba que daba igual porque me ibas a vacilar con la respuesta (risas).
¡Qué fama más mala! (Risas).
Pues sí. Y hablando contigo me parece que no tiene mucho fundamento, la verdad.
La verdad es que soy un amor. Yo no entiendo nada. 
Aún así, y volviendo al tema. ¿De dónde salieron los trajes del Tiny? 
Se lo mandé hacer a mi estilista. Le dije, mira, me gustaría esto así, así y así. Y me dijo, pues toma.
¿Y en qué te inspiraste?
¡En Migos! En unos trajes que vi de ellos.
Qué guay, qué chulo. Oye, ¿y Pucho te dio algún consejo antes de ir?
No, no le dije nada. Cuando te llaman para una cosa así es raro llamar a otro artista amigo a preguntarle porque se va a pensar que a lo mejor me quiero copiar o algo. Entonces dije, voy a hacer mi movida y si me sale bien, bien; y si no, pues no. Pero tampoco quiero al otro ponerle en el compromiso de que me tenga que decir, oye, haz esto, esto y esto. ¿Sabes?
Comprensible. Aprovecho para felicitarte por el disco porque, de verdad, me gusta un montón. Ahora que ya ha pasado un año, ¿cómo te sientes hacia el disco?
Pues bueno, hemos hecho un año muy bueno de gira con el disco. A la gente le ha gustado mucho el flamenco. El cambio del reggaetón al flamenco ha sido complicado, pero bueno. Conseguí hacer un concierto un poco mixto, que fusiona el reggaetón con el flamenco sin que se vea raro.
Justo, es que en el Tiny metes Conmigo, que es una de reggaetón con Moncho, ¡y yo pensaba que era otra canción! 
Exacto. Pues eso es un ejemplo de cómo he intentado fusionarlo, quitando un poco de reggeatón. Si te fijas, por ejemplo, en el compás de ‘pun chapun chá pun’ del reggeatón, lo he conseguido meter en la clave de las palmas de la rumba. Y funciona.
Está guay porque además está todo explicado en el disco. Yo me pierdo con los palos de flamenco porque no es mi cultura, pero como los nombras es fácil entenderlos. ¿Por qué decides hacerlo así?
Porque quería hacer algo de música que trascendiera en el tiempo. No quería que sonase cuatro o cinco meses como un tema de reggaetón y luego se muriera. Quería algo que viva para toda la vida, como la música de Camarón, como la música de gente muy potente que saca un disco y aunque pasen diez años lo sigues escuchando. Mira Melendi o Estopa. Pues algo así está guay.
Yo creo que fue un acierto. Justo también por lo que decías de que te infravaloran. Al final te tienen asociado a la tele, y hacer algo con tanta calidad te pone en otro estatus. También en los créditos del disco se ve que hay mucha gente trabajando.
Todos los número uno del flamenco mundial están ahí.
A la hora de componerlo, ¿con quién te gustó más juntarte?
Con el capullo de Jerez. Es el más maleante de todo el género, de todo el flamenco. Él es el que iba con Camarón para todos lados y la rompían. Poder estar yo con él… Pf, pues imagínate. Ha sido la hostia. Duquende igual.
Duquende fue el cantaor principal de Paco de Lucía durante más de veinte años, ¿no?
Sí. Imagínate. Es el tío que más respeto en el flamenco. Hacía varios años que no sacaba una canción y creo que no va a sacar más. O sea, poder decir que tengo la última canción que ha hecho Duquende… Eso no lo puede decir nadie.
¿Te preocupaba que no pegara? Es muy distinto a lo que tú haces.
Sí, me preocupaba al principio que no llegara al nivel mainstream al que estoy acostumbrado. Pero el que no arriesga no gana. Y si no hago quinientos millones con el disco, pues bueno, qué más me da. Si al final hago una música que a la calle y al barrio sé que les va a gustar, me da igual que no se escuche en Spotify en un momento dado. Luego ya saco el remix de Arena y sal y la reviento, ¿sabes? Pero para un disco no tienes que buscar eso, tienes que buscar más otras cosas: el respeto, el reconocimiento. Mira, me nominaron a los premios Rolling Stone por mejor disco, a los Latin Grammy… Pues eso, un respeto que por un tema de reggaetón no te van a dar.
Toda la razón. Un disco debería ser un golpe sobre la mesa, un statement. Además, has conseguido que Farruko cante rumba, ¿ a quién le importa monetizarlo?
Ya te digo, el Farruko cantando rumbas.
Es que es muy versátil. De todos modos, él hace lo que necesites donde le subas. ¿Fuiste tú a buscarle?
¿Para la colaboración? No, me llamó él.
¡Wow!
Me escribió en Instagram. ¿Quieres las palabras exactas? Me dijo, “sería un sueño para mí poder cantar contigo en el disco que estás haciendo”. Y dije, ¡hostia! Le contesté que para mí el sueño era que él me escribiese, porque yo soy gran fan suyo desde pequeño, de toda la vida. Me he escuchado todas sus canciones. Y él flipó y dijo que sí.
¿Y Farruko vino a Carabanchel?
No, no, ojalá. Fui a Miami y grabamos ahí en el estudio con Sharon, que es un productor ahí, un cubano, y es buen chaval. Nos grabó, hicimos la sesión y luego un videoclip en una cárcel que alquilé ahí en en Miami.
¿Cómo alquilas una cárcel?
Pues pagando ciento cincuenta mil dólares.
Joder, qué guay. Qué gangster (risas). Se nota que es Estados Unidos.
Como todo en la vida, poniendo (risas).
Gracias a ti he sabido quién es Gamito. Y salvando las distancias, creo que es alguien muy 2000s, muy Y2k, que es una tendencia en auge. O sea, realmente es la misma época, ¿no? Las motillos con los infrarrojos en el móvil. ¿Tú te sientes inspirado por esa época a la hora de crear?
Bueno, un poco sí. Al final todo se va repitiendo, pero con diferentes caras y sitios. Pero todo es igual, todo está creado. Al final no te vas a inventar nada nuevo, es todo reciclar. Pero eso sí, en realidad estoy copiando lo de antes, aunque le lave un poco la cara para que parezca otra cosa. Al final todos copiamos.
¿Por qué decidiste meter la canción de El patio de Boadella en el disco?
Pues porque me parecía cool que esté ahí. No hay más (risas).
Genial. ¿Próximos proyectos?
Tengo por ahí un tema con Kimberly Loaiza de México, y una bachata con Abraham Mateo, que la va a sacar también. Está preciosa la bachata, de las mejores que he hecho. Yo creo que Abraham Mateo es muy bueno, es una bestia. Otro que está infravalorado.
¡Muchas gracias, Omar! Estaremos al loro.
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