Una referencia a Salomé atrapa mi mirada cuando me enfrento a El periplo del héroe. “Ojalá ver la portada en vinilo”, pienso. Y me figuro colocando la aguja, dándole la entrada al piano de jazz que inicia el disco. “Me creo el mejor de todos, no puedo evitarlo”, pronuncia Nico. Y en mitad de este clima, sosegado y melancólico, el sample de EA Sports irrumpe segundos después de que el artista hable de entrar en el juego. Exquisito.
Ese contraste entre sonidos orgánicos y digitales es una de las constantes sonoras del proyecto. Autotune y sintetizadores en armonía con flautas, tambores y palmas. Y pienso en que son instrumentos arcaicos, que típicamente aparecen en las ánforas clásicas, y dudo que sea casualidad (¿quién usa flautas en la música urbana?). También el género de los temas oscila entre el folklore tradicional de Flow del pueblo o Bulería de los Llanos; y la producción más moderna de Enrique (junto a Alan Parrish) o El sentido de la vida. El muy bestia termina una bulería y luego samplea a John Cena. ¿Se te ocurre algo más disruptivo?
Mientras todo esto decora el ambiente, la voz ocupa un lugar central. Y ni siquiera es siempre la suya, porque Nico cede el paso a Alicia Casado o a La Bulale cuando quiere una buena demostración vocal. Es decir, él no canta, cantan ellas. En cambio, Miseria se pavonea con una lírica arrolladora (ej: “En los primeros niveles solo hay color y placeres, todas las flores huelen bien, hasta las que se mueren”, en El rapto de Perséfone).
Su estilo de rap se asemeja al de un poeta, menos agresivo que sus compañeros de género, aunque trate las mismas temáticas (drogas, ego y amor). No es casual que incluya un fragmento de Jose Luis Borges (quién, por cierto, también estaba bien de obsesionadito con los griegos) recitando su poema Ajedrez al comienzo de Lázaro.
El relato de El periplo del héroe es la narración de una epopeya, la suya. Nico Miseria describe el camino que debe recorrer el héroe que abandona su hogar en busca de la gloria, y dedica una canción a cada uno de las fases del juego: desafíos, enemigos, renacimiento; entre otros. Por sacarle una pega al álbum, quizás echo en falta lo mismo que le diferencia: estructuras algo más sencillas, con estribillos (ausencia de la cual hasta se jacta en una letra), tarereables.
Pero en cualquier caso, discazo. La mezcla del jazz con el rap nos traslada a grandes hitos del hip hop, como To Pimp a Butterfly (Kendrick Lamar), Donde duele inspira (Rafael Lechowski) y Jazz Magnetism (Kase. O); si bien es cierto que, al menos en los discos españoles se trabajó el género de forma más purista, y la virtud de El periplo del héroe está en la integración de elementos y recursos contemporáneos. Innovador sonando atemporal. Bravo, Nico.
Track favorito: El rapto de Perséfone.
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