Problemas técnicos, algún que otro retraso… pero como dice una de las canciones de cierre, ¿qué más da? Así fue el concierto de Margarita Quebrada el pasado 24 de octubre, uno de los muchos shows de esta tercera edición de Radar Joven. Este año, el proyecto conecta talento y público joven en cincuenta y cuatro conciertos en Madrid, con géneros como post-punk, electrónica e indie, en colaboración con Madrid en Vivo y entradas accesibles para los jóvenes.
Tapones preparados (sí, tengo acúfenos) y cerveza fría en mano, estábamos listos. Por supuesto, mi cuenta bancaria no está muy contenta tras mi paso por el puesto de merch; ¿cómo resistirse? Neura, en colaboración con el grupo, fue una de las primeras en aparecer. Con una voz dulce y unos movimientos tranquilos, Neura tiene esa presencia que te atrapa sin esfuerzo. Otro gran descubrimiento para la lista, que es una de las mejores cosas de los conciertos.
Luego, en una entrada potente, se sumó el vocalista de Margarita Quebrada para presentar el último EP, No lo ves. En este primer lanzamiento junto a Neura, ambos grupos han explorado un sonido electrónico, oscuro y melancólico, trayendo algo nuevo a su habitual estilo post-punk. Aunque había problemas con el micro, que dejó la voz del vocalista casi muda, eso no le frenó ni un segundo. The show must go on, ¿no?
Momentos después, el cantante pide que apaguen las luces que lo deslumbran, y la sala se inunda de penumbra mientras suenan los primeros acordes de Gas lágrima, el disco que ha definido el estilo envolvente y melancólico del grupo. La música nos absorbe en una atmósfera densa, de sonidos oscuros y minimalistas. Hombros y cabezas de los asistentes empiezan a balancearse; estamos en pleno trance. La escenografía de sombras y los visuales hipnóticos me capturan, una experiencia casi mística que no sentía hace años en un concierto.
Para el gran final, contra todo pronóstico, Xenia aparece en el escenario para interpretar Qué más da, una de mis favoritas, energética y cruda pero con ese toque dark wave que solo Margarita Quebrada sabe darle. La complicidad entre Xenia y el vocalista es prácticamente mágica. Y así, con un cierre que supera expectativas, el concierto llega a su fin. La noche termina; es hora de volver a casa con una sonrisa y los ecos de Gas lágrima (y un pitido de fondo) aún resonando en mis oídos.