Antes de que aprendiera a hablar, Naiara Moreno Aznar ya sabía cantar. En Zaragoza había nacido una estrella, y pronto se dieron cuenta en casa. Después lo haríamos nosotros en Cántame Una Canción. Y más tarde, el director de Nueva Alaska, la orquesta en la que Naiara ponía la voz, la sal y el son antes de entrar en Operación Triunfo 2023. Apenas tres meses después, salía por las puertas de la academia convertida en la nueva ganadora del talent show musical y en la chonija de España. Hoy, envuelta en una vorágine de proyectos, mete quinta hacia el éxito sin intención de frenar en las curvas.
Entrevista extraída de ACERO vol. 7, publicada en abril de 2024. Hazte con tu copia aquí.
Naiara ha roto con el perfil de triunfito que veníamos viendo desde que esta fiebre empezara. Ya es todo un símbolo del salto generacional que inició en su día, podríamos decir, Chenoa. Pero esta Bratz mañica jura y perjura que su única fórmula es mostrarse tal y como es. Así, natural como la vida y desde la terracita de su casa en Pastriz, nos recibe por Facetime en compañía de una amiga y del espontáneo gato del vecino. Luce más choni que pija, pero habla dulcemente y con seguridad. Sorprende que de esa voz frágil haya salido un Sobreviviré, una Traviata o un Highway to Hell. En Todo sobre mi madre, La Agrado decía que una es más auténtica cuanto más se parece a lo que ha soñado de sí misma. Naiara de OT (Naiara a secas, nunca bajo la lluvia) lleva soñando con ser lo que hoy es toda su vida: una artista. Sin miedo al cambio, ella acelera, y el resto decimos: tómanos y no nos dejes.
¿Qué tal se duerme después de ganar la última edición de Operación Triunfo?
Los primeros días lo pasé mal, porque sentía todo el rato que me estaban grabando mientras dormía. Estaba muy desubicada y me costaba dormir bastante. Pero ahora ya bien, porque yo de normal duermo como un bebé.
Aunque realmente todo empezó hace quince años en Cántame Una Canción, donde también estaban Amaia, Sergio Rivero, Noemí Galera y Pilar Rubio.Todo tan multiverso OT que parece algo casi premonitorio.
Ya. Mucha coincidencia todo.
¿Destino o casualidad?
Yo siento que las cosas cuando pasan, pasan por algo. Si algo está destinado a que te ocurra, a que sea para ti, te va a suceder. Así que, si eso me pasó es porque estaba destinado para mí. Llevo mucho tiempo poniendo el foco en esto: en la música, en mi proyecto, en ser una artista. Soy muy de energías. Lo que proyectas, lo atraes. Si colocas el foco, al final con trabajo consigues las cosas.
¿Te veías de pequeña donde estás ahora?
Desde pequeña he tenido una conexión muy guay con todo el ámbito artístico. Yo siempre he escuchado de la boca de mi abuelo decir: “Esta niña tiene algo, tiene duende. Esta niña va a ser artista”. Empecé a cantar antes que a hablar. De bebé pedía el agua cantando.
¿La música era un antecedente en tu familia?
No como tal. Mis abuelos sí que cantaban muchas jotas y les encantaban. En mi casa siempre se ha escuchado mucha música, mucha rumba. Siempre había alegría.
En el casting final hiciste un vídeo de presentación para que los espectadores pudieran conocer mejor a esa futura concursante que aún no sabía que ganaría. Ahora que (casi) todo el mundo sabe quién es Naiara, ¿cómo te presentas?
Me presento igual. Siento que soy la misma Naiara, pero evolucionada en muchas cosas y con más ambición y ganas de hacer música. Nunca me he sentido tan focalizada como ahora. Tan plena. Siento que lo que ha podido cambiar es eso. En la entrevista de ese primer casting era una Naiara para la que la música era su sueño, pero quizá no se había encontrado del todo. Ahora, gracias a todo lo que he vivido, sí siento que me he encontrado a muerte. Sé a dónde quiero llegar, lo que quiero transmitir y me he encontrado como artista al cien por cien.
En ese mismo vídeo decías que este iba a ser tu año y, de momento, parece estar cumpliéndose.
Pues sí. La verdad es que soy muy intuitiva. Este año me daba muy buena sensación. Tenía muy buen presentimiento de que me iban a pasar muchas cosas muy guais.
¿También eres intuitiva para lo malo?
Cuando siento que es bueno, lo siento. Si no, no siento nada.
¿Antes de entrar en la academia eras seguidora de OT? ¿Recuerdas la primera edición?
Yo nunca he sido seguidora del programa como tal, pero de aquella primera edición de Bisbal y Chenoa me acuerdo. Era muy pequeña pero sí recuerdo muchas galas.
Y viéndolo con perspectiva, y después de vivir en primera persona la experiencia, ¿qué dirías que ha cambiado de aquel primer OT con respecto a este último? ¿Qué es lo que más destacarías de este salto generacional?
Que hay mucha gente muy pequeña con mucho nivel. En mi edición había gente muy jovencita, que para no haber pisado nunca un escenario, lo hacían muy bien. Llega gente muy nutrida de esto desde bien pequeños. Es lo que más noto desde mi experiencia.
Tú llegaste sin saber demasiado bien lo que te esperaba ahí dentro. Ni clases, ni profesores, ni jurado... Algo que incluso tuvo que ser incluso beneficioso para ti, porque lo viviste todo de manera orgánica y sin condicionantes de ningún tipo.
Claro. Siento que mi paso por el concurso ha sigo algo supernatural. He sido yo misma todo el rato, y allí he ido encontrándome y sabiéndome gestionar. Ir de nuevas me ha venido muy bien. No sabía a qué me exponía (risas).
¿Qué cambiarías de tu paso por OT?
Yo no cambiaría nada. Todo lo que he vivido, tanto bueno como malo, me ha enseñado algo. No me arrepiento de nada. Lo malo me ha servido para que lo bueno sea mejor.
¿Si en un futuro te ofrecieran la oportunidad de ser profesora o jurado, aceptarías?
Pues no lo sé, la verdad. Ahora mismo no sé ni lo que voy a hacer mañana, te quiero decir... (risas). No sé qué me deparará la vida, ni qué haré, ni qué no haré. Yo estoy abierta a todo.
Tú eres la mayor de seis hermanos. Debe suponer una gran responsabilidad para ti.
Sí. Al final ser la mayor conlleva que te tengan de referente, que quieran seguir un poco tus pasos. Tengo una hermanita de ocho años a la que le encanta bailar y está todo el día con mis vídeos para arriba y para abajo. Para mí eso es un orgullo, que mi hermanita pequeña se esté aprendiendo una de las coreografías que hice en una de las galas. Me hace mucha ilusión.
Y al haber sido tantos en casa, la convivencia en la academia tuvo que ser un paseo. ¿O fue complicada?
Partimos de la base de que yo llevo viviendo sola desde los diecisiete años. Estaba ya acostumbrada a vivir sola, pero a la hora de convivir nunca ha habido ningún problema y he sabido adaptarme a todo. La primera semana sí me costó un poco, porque, joder, de repente verte allí con dieciséis personas es complicado. Cada uno somos de nuestra casa. Pero poco a poco fui adaptándome a la gente, al ruido (risas). Al final son muchos días y te acostumbras a todo.
Ahora que dices lo del ruido, no me quiero ni imaginar cómo debe ser dormir dieciséis personas en una habitación.
Ya... Pero al final es eso: adaptarse. No había más. Al final estamos ahí todos durmiendo y si de repente había gente hablando, pues educadamente les dices, oye, por favor, que quiero dormir (risas). Y así hemos sido todos. Diciéndonos las cosas y hablando nos hemos sabido entender muy bien.
En estos tiempos de conexión constante con todo y todos a través de las redes sociales, ¿cómo se vive tres meses completamente incomunicada y ajena al exterior?
Se vive muy bien. Te haces tu burbuja y nada te afecta. Lo único que sabes es que tienes una semana para prepararte tu canción y ya. Viene muy bien, porque estamos enganchados al teléfono, a la información, al estrés... Allí era una vida diferente, era un estrés bonito. Estás agobiada, porque tienes muchas clases, pero estás bien. Es la única preocupación. Terminar los ensayos y fin. Yo he echado de menos el móvil por saber de mi gente. Pero pensaba, mira, bien están, porque si no, te lo van a decir. Al no tener nada con lo que poder estar distraída, aprendes a escuchar a los demás. A mí me ha gustado mucho. No tienes ciertos estímulos y puedes conocerte a ti misma aún más. Es lo que más he sentido, que me he conocido a muerte, y cosas de mí que desconocía por completo.
"Yo siempre hago las cosas
y si me tengo que arrepentir, ya me arrepentiré. Que nadie diga que me he quedado con las ganas".
¿Sientes que eso te ha ayudado a desconectar un poco del móvil?
La verdad es que no. Al final es a lo que me dedico. Ahora ya estoy fuera y esto es la realidad, y el teléfono es una de mis herramientas de trabajo, entonces no puedo tener el móvil apartado y no hacerle caso. El móvil ya es mi tercera mano (risas).
¿Eres de las que responde pronto por WhatsApp o de las que dan señales a las dos semanas? (Risas).
Depende, depende (risas). Si es mi colega que me ha escrito, va a entender perfectamente que le responda en un rato si estoy ocupada. Si es algo importante, no, claro. Es que puedo ser yo perfectamente esa amiga que deja pendientes audios sin escuchar. Bueno, de hecho, los tengo (risas).
¿Habrías alargado tu estancia?
Pues no. La verdad. Los últimos días incluso ya lo comentaba con mis compañeros. Ya le hemos sacado todo el jugo que se le podía sacar a la experiencia. Creo que, si se hubiera alargado, habría cruzado la línea de aborrecerlo. A mí me encanta estar al aire libre, que me dé el sol, pasear... Entonces, tres meses es perfecto.
Ahora que dices lo del sol y lo del aire libre. Te veo que estás ahí ahora mismo en la gloria en manga corta. ¿Estás en tu casa, en Zaragoza?
Sí, ahora mismo estoy en Pastriz, en mi pueblo.
Mucho calor por allí.
Sí, ahora mismo se está genial. Estoy aquí en mi jardincito, y hace nada estaba aquí el sol. Se está superbien. Este es mi lugar de paz. Cuando estoy aquí sé que voy a estar en paz. Desconectar para volver a conectar.
Mientras vosotros estabais dentro, fuera, en la vida real, ocurrían muchas cosas. ¿Cuál fue la noticia que descubriste al salir de la academia que más te impactó?
Por ejemplo, me impactó y me hizo muchísima ilusión que de las canciones que canté allí dentro Tómame o déjame tenía no sé cuántas visualizaciones, una barbaridad. Para mí eso fue como, wow, ¿en serio esa canción? Muy fuerte.
Entonces podemos olernos que de todas las canciones de la academia esa es con la que te quedas. Pero, ¿con cuál no?
No te sabría decir. Al final todas me han aportado algo chulo y me daría pena si te dijera alguna. Con todas me lo he pasado bien, he disfrutado y no le diría que no a ninguna.
¿Te has quedado con ganas de cantar alguna en concreto?
Sí, sí. Pedí algunas de Whitney Houston, I Have Nothing, I Will Always Love You... Pero por temas de derechos y cosas no fue posible.
Ya has comentado otras veces que Whitney Houston, Rosalía y Rocío Jurado son tres artistas que tú admiras mucho. De la más grande, ¿qué canción te gustaría interpretar o hacer tuya?
Hay muchas canciones de Rocío Jurado que me encantan. Muchísimas. Pero hay una que para mí es muy especial. Es una colombiana que cantaba en la orquesta, y se llama Quisiera ser jardinera. Esa me encanta, y también Como las alas al viento.
Ahora que ya han pasado unos meses desde que saliste de la academia, ¿qué es lo que más echas de menos?
Esa rutina de dar clases. Estar todo el tiempo enfocada en ti y en tu canción. También los cambios de clase, que el otro día lo hablaba con ellos. Cuando nos cruzábamos para ir a nuestras clases siempre era como, yo voy aquí, yo voy allá. Para mí era todo nuevo, porque yo no había dado clases de canto en mi vida y de interpretación muchísimo menos. Y me di cuenta de que eran imprescindibles.
Entonces, tú llegaste a la orquesta siendo autodidacta, sin ningún tipo de formación ni experiencia musical.
Todo lo que sé me lo enseñó el jefe de la orquesta cuando entré, que hoy por hoy es como mi padre y lo quiero un montón. Él me lo enseñó todo, desde cómo salir al escenario hasta cómo darles vida a las canciones. Porque cantar no lo es todo. La canción tiene que cobrar vida cantada por ti. No es solo escuchar una voz bonita, porque eso lo hace muchísima gente, sino llegar a transmitir algo más. Todo eso lo he aprendido ahí.
Debió ser toda una aventura.
Yo sabía que iba a ser un reto para mí y me lo curré muchísimo. Para mí fue un sueño. Es una de las mejores orquestas que hay, cuando entré no me lo podía creer. Así que, personalmente, ya había ganado algo muy grande.
Llama mucho la atención que una chavala de diecisiete años decida formar parte de una orquesta y decirle adiós al resto. ¿Cómo acabas en Nueva Alaska?
Yo venía de estar en otra orquesta muy chiquitita en la que estuve poco tiempo. Hice tres bolos. Y no sé cómo, el chofer de aquella orquesta había estado en Nueva Alaska y me dijo que me conseguiría una prueba. Yo no me lo creía, estaba supernerviosa. Al final hice la prueba y ahí empezó todo. Recuerdo que Ángel, el dueño de la orquesta, me decía, yo en ti veo algo, estás verde (risas), pero sé que si trabajas vas a conseguir muchas cosas.
Con ellos has cantado en bodas, bautizos y hasta en funerales, así que seguro que tienes anécdotas y lecciones dignas de contar. ¿Alguna que destacar? (Además de la del calcetín).
(Risas) Pues algo random que me pasaba es que al final de cada temporada siempre hay gente que se queda, otra que se va, que vuelve, y en noviembre, cuando ya íbamos a acabar, nos salió un bolo. Mi compañera era sevillana y se volvió a Sevilla, así que estaba yo sola de cantante. Estaba muy mala, me encontraba fatal, con vómitos. Pero dije, por mis cojones que tengo que hacer ese bolo, no los puedo dejar solos. Así que fui, y mientras cantaba, entre frase y frase, entre canción y canción, me salía, iba a vomitar y seguía cantando (risas).
(Risas) Una potadita y a seguir.
(Risas) Sí, sí. Una potadita y a seguir, guapa.
Totalmente real ese poder de transmitir sobre el escenario del que nos hablabas antes. Esto es algo que, consciente o inconscientemente, haces también en las redes. Te desenvuelves como Pedro por su casa.
Yo es que soy yo. No tengo ningún patrón. Me siento muy agradecida de la gente que me apoya. Siempre trato de pararme un segundo a ver las solicitudes que me mandan y, si puedo, contesto. A mí me han enseñado siempre a ser agradecida en la vida.
Supongo que será algo genético, porque tu madre también se está convirtiendo en toda una reina de las redes con sus recetas magníficas que nos tienen totalmente enganchados.
Sí, ella también es ella misma, con sus cosas (risas). Yo creo que eso es algo que tengo muy parecido a mi madre, que somos nosotras mismas y ya está. La vida al final es eso, ser uno mismo. No hay secreto.
En cuanto a Instagram, una de tus últimas publicaciones ha hecho que en las calles se esté hablando de una posible colaboración con Natos y Waor. ¿Qué puedes decirme sobre esto?
(Risas) Que tiempo al tiempo. Al final tampoco puedo decir nada con certeza. Yo estoy haciendo música, pruebo estudios, productores, conozco a otros artistas que se han ofrecido a trabajar conmigo. Entonces ahí está (risas). ¡Sorpresa! (risas).
¿Con qué artista te encantaría colaborar?
Pues no sé, me gustan muchos artistas... Yo qué sé. Isabel Pantoja (Risas).
Varias canciones de desamor como Tómame o déjame, Sobreviviré, Me muero o Se fue, y tatuajes de un ángel con una metralleta que apunta a Cupido o un corazón de espinas, me empujan a preguntarte: ¿cómo te ha tratado el amor?
(Risas). Bueno, pues el amor es el amor. Tiene cosas buenas, cosas malas. No siento que me haya tratado mal del todo. He tenido experiencias de todo tipo. El tatuaje de Cupido, por ejemplo, ya no es solo del amor, sino más bien sobre esa lucha entre lo bueno y lo malo. Lo interpreté así. Siempre que me tatúo intento sacarle algún significado.
¿Y actualmente?
El mar está lleno de peces, alguno será para mí (risas). Pero de momento no tengo pez (risas).
(Risas) ¿Pero estás pescando?
No, no, yo fluyo en la vida. Ahora estoy en un punto en el que yo fluyo. Bueno, siempre he fluido, pero ahora más. Yo soy muy mía, de estar sola, de pasar tiempo conmigo misma... Me encanta.
Teniendo en cuenta que vuestra gira está a la vuelta de la esquina, ¿en qué punto os encontráis?
Empezando ensayos, a tope, con muchas ganas... Es algo que nos hace mucha ilusión a todos. Ya iba a estar difícil que estemos los dieciséis en algún momento, prácticamente imposible. La gira va a volvernos a unir y hacer que estemos todos juntos otra vez. Va a ser como revivir OT de nuevo.
¿Y tú como artista?
En un punto muy creativo, con muchas ganas de crear, de experimentar, de juntarme con productores. Con el foco muy puesto en mi proyecto.
Antes de entrar en OT lanzaste un EP: Laéne. Ahora, después de tu formación y aprendizaje en la academia, ¿qué cambiarías de aquel disco?
No cambiaría nada. Ese EP lo hice con mucho amor y cariño, me encanta y no lo cambiaría. Cada canción está a mi gusto. Está todo muy bien.
Y a la Naiara del futuro a la que tanta carrera le espera, ¿qué consejo le darías?
Que siga siendo ella, como siempre. Eso nunca falla. Que se deje guiar por el corazón, por el instinto y por lo que le hagan sentir las cosas. Y, sobre todo, que lo valore, salga bien o salga mal. Darme ese valor, que también es importante valorarse a sí mismo.
¿Sueles castigarte mucho?
Siempre me ha costado valorarme, darme mi premio. He sido muy estricta. Te puedo poner mil ejemplos de vídeos míos cantando en la orquesta en los que siempre me sacaba mil fallos. He estado a punto de subir vídeos a Instagram que nunca compartía al final porque pensaba que estaban mal. Ahora ya me digo, venga, va, valórate que no lo haces tan mal (risas). He aprendido a bajarlo, pero siempre estará ahí hasta el día en que me muera, porque soy muy exigente.
Eso en parte puede ser bueno, el estar en constante evolución.
Sí, yo también lo pienso. Es más, el día que diga esto está perfecto habrá terminado mi carrera (risas).
En el concurso hemos visto que no hay género que se te resista, pero seguro que hay alguno que te resulta más complicado que otros...
Vengo de una orquesta en la que canto de todo, te puedo decir que no estoy muy puesta en el heavy metal, así que ese estilo, por ejemplo, no lo domino (risas). Pero lo que es más general, sí. La orquesta me ha nutrido mucho de cantar palos muy diferentes. Boleros, rancheras, mexicanas, flamenco, copla, reggaetón, rock, pop... De todo.
¿Alguna de rock en particular?
AC/DC, por ejemplo, Highway to Hell. Es que he cantado de todo, hasta La Traviata vestida de época.
Y en esta línea de ser fiel a una misma, precisamente en estos momentos en los que es tan difícil diferenciarse del resto y alejarse de las tendencias, tú te has convertido en la principal abanderada de lo choni y en nuestra Bratz española. Has unido a toda una generación. ¿Cómo se hace eso?
Te diría que por experiencia propia. En mi grupo de amigas hay de todo. Me junto con chicas más pijas, más chonis, y nos llevamos genial. Parece que siempre tiene que haber bandos. ¿Por qué no ser todos felices juntos? ¿Qué más da que yo sea más choni y tú más pija? Al final seguro que hay algo de mí que te gusta y viceversa. Por eso yo no me considero ni pija ni choni. Soy chonija (risas). Un día puedo ser la persona más elegante del mundo y la más fina, pero al día siguiente me voy a poner unos aros que se me caigan al suelo.
Desde luego ha sido toda una ruptura con el perfil de triunfito que veníamos viendo.
Pues no sé, qué te digo. Al final yo no he hecho nada. He sido yo y he hecho lo que me ha salido hacer sin preocuparme de nada. Ahí dentro también tenía mis movidas, pensando que fuera estaría cayendo supermal. Porque al final soy muy libre y no le doy valor a las cosas que no lo tienen. No te sabría dar una fórmula exacta para saber por qué he ganado. La fórmula es que he sido yo.
¿Te defines como una persona impulsiva?
Sí. Un poco. Intento no serlo mucho, porque estoy un poco loquita (risas). Yo siempre hago las cosas y si me tengo que arrepentir ya me arrepentiré. Que nadie diga que me he quedado con las ganas.
La moda es algo fundamental para ti. ¿Qué te inspira a la hora de escoger look?
Que me lo ponga y me vea bien, que me vea potentorra (risas). Para mí la moda también es un poco chonija. Me gusta ponerme de todo, ir diferente, extravagante. Soy muy atrevida. Lo que soy en la vida, también lo llevo a la ropa. Me gusta llevar cosas no que llamen la atención, sino que me llamen a mí la atención y diga, wow, qué outfit llevo.
Bueno, un tema que tenía que salir sí o sí: ese fabuloso Audi tuyo de 2007. ¿Cómo y cuándo nace esa pasión hacia el mundo del motor y hacia el tunning?
Yo me saqué el carnet hace unos cuatro años o así, y tuve mi primer coche, un Ford Fiesta, chiquitín, para aprender. Y siempre me han llamado los coches que suenan mucho, muy llamativos, muy deportivos. Me giraba a mirarlos, y cuanto más ruido, mejor. Vi ese Audi y me encantó para mí. Y ya le fui poniendo cosas, los corazones, y poco a poco se ha convertido en lo que es ahora (risas). Que de hecho lo tengo en el taller de un colega mío porque le estoy colocando cosas nuevas.
Entonces, si Rosalía es Motomami, Naiara es...
(Risas) Naiara es Naiara. Ella es genial en todo lo que hace, y lo suyo son las motos y lo mío los coches (risas).
¿Dirías que eres un poco gata bajo la lluvia?
¿En qué sentido? Porque si es de desamor, no (risas). A ver, yo soy muy gato, y me considero muy gato, pero bajo la lluvia igual no. Además, no me gusta mucho que me mojen, que se me encrespa el pelo (risas). Mira, hablando de gatos, estoy ahora mismo viendo a un gato.
No será negro...
Es negro y blanco. (Le llama mientras intenta enfocar al gato con el móvil). No sé si se ve. Ay, se ha ido. Es del vecino (risas).
¿Te gustan los animales?
Me encantan, yo también tengo una gata que se llama Whitney, de Whitney Houston.
Pues con la eterna Whitney nos despedimos y te lanzo la última pregunta: de cara a este prometedor 2024 cargado de éxitos que están por llegar, ¿aceleras o frenas?
Acelero, acelero siempre. Para frenar siempre hay tiempo. Acelerando más que nunca.