Parecía que estuviéramos en una verbena de verano. Pese a hacer quince grados, solo se veían minifaldas y camisetas de manga corta. Todxs, incluida yo, nos habíamos preparado para un concierto de reggaetón: veníamos a bailar y a sudar. Y la verdad, no nos equivocábamos. El concierto de Myke Towers fue como revivir una noche de fiesta en verano. Sus canciones nos han acompañado durante tantos años que escucharlas en directo nos transportó a nuestras fiestas de pueblo, a los festivales y a las discotecas junto al mar.
Una vez en mi grada, hago un reconocimiento del lugar. No me sorprende que la mayoría de los presentes tenga entre trece y diciocho años. Muchos están acompañados por sus padres, y los que no, forman coros entre ellos mientras esperan. Myke Towers aún no ha salido, pero parece haberse asomado por una puerta y, de repente, el Wizink estalla en gritos.
Poco después, el show empieza y el boricua hace su gran entrada cantando El novato, un tema bastante apropiado para empezar por su actitud agresiva y los coros que lo acompañan. Para esta primera parte del concierto, opta por canciones de su último álbum como Obvio, pero no duda en intercalar clásicos como Los Bo o MIB. Y es que si algo noto en el público es que la reacción al Myke Towers de Easy Money Baby no es la misma que al Towers de LVEU. Canciones como Ronca, Si se da, La playa o Piensan son recibidas con muchísimo más entusiasmo, y ya ni hablar de remixes como La curiosidad o La Jeepeta. Towers es consciente de ello, y por eso en ningún momento escuchamos más de tres canciones nuevas seguidas.
También es interesante darse cuenta de cómo los decibelios aumentan dramáticamente en ciertas partes de las canciones para luego volver a bajar. Entonces caigo en que la mayoría de las personas que han venido hoy forman parte de la generación TikTok y, por lo tanto, no han vivido la era de Myke Towers fuera de la app vertical. Es un poco triste ver cómo hay ciertas canciones que se reducen a un solo par de frases, pero aquí ya me adentro en terreno ‘en mis tiempos…’, y tampoco quiero parecer pretenciosa.
El show es largo, pero la selección de canciones hace que el tiempo pase volando. Estamos en la segunda mitad del concierto y Myke, como muestra de cariño, se ha cambiado a una camiseta del Real Madrid. Es entonces cuando llega la parte en la que, una a una, cinco chicas del público suben al escenario para perrear con el cantante. Unos treinta segundos por chica y luego, next, siguiente. Poco después, es un hombre quien tiene su turno para subir, pero en su caso, se abraza al hombro de Towers y casi pasa una canción entera cantando con él. La verdad, yo no puedo parar de pensar que aburre ver cómo las mujeres son reducidas a un baile de medio minuto, mientras que los hombres son tratados como uno más, como un colega sobre el escenario. Además, delante de un público tan impresionable como lo son niñxs de catorce años.
Ya llegamos al final del concierto, y el puertorriqueño comienza a cantar canciones como Diosa, Girl (de nuevo, de Easy Money Baby) y para cerrar, La falda, que es recibida con muchísimo entusiasmo por el público. En general, y exceptuando algunos detalles, ha sido un buen show. Meto la oreja; aquellos sentados a mi lado comparten opinión.
De camino a casa, mientras reflexiono sobre el concierto, llego a algunas conclusiones. Por una parte, reconozco el fenómeno fan que Myke Towers ha generado y la solidez de su posición en la industria. Álbumes como Easy Money Baby y singles como Experimento son ejemplos de que es un tremendo generador de bangers. Dicho esto, no estoy segura de si sus últimos proyectos han funcionado tan bien como los antiguos. Bastaba solo con mirar al público y sus reacciones para notarlo. A pesar de esto, su espectáculo está bien y su performance y confianza en su proyecto hacen que, a pesar de ser una única persona sobre el escenario, logre mantener la atención durante un show de casi dos horas.
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