Imagina una conferencia en una nave abandonada. Los conferenciantes, con sede algunos en Berlín o en Ámsterdam, se encuentran rodeados de azulejos tradicionales de escenas campestres. La charla aborda cómo la cultura de club es un espacio de resistencia, y la mesa redonda teoriza sobre la filosofía y las prácticas correctas. Esto ocurre después de almorzar en una taquería vegana, donde DJ Maboku ameniza el almuerzo. Pero tendrías otras mil charlas para elegir, otros tantos DJ sets y conciertos. Por no mencionar que a tu alrededor, todos los compañeros con los que coexistes son bookers, managers, directores de festivales, o artistas. Eso es el MIL. Una invitación a descubrir todos los horizontes que guarda la escena portuguesa, que, créenos, son muchos más de lo que crees.
Es más, en el MIL hay cosas sucediendo incluso cuando no se ven. Ejemplo de ello son las residencias artísticas, como la de Alai junto a Sonia Trópicos. Estas se organizan los días previos al festival para poder mostrar después el trabajo logrado de las artistas. En el caso de ellas, el resultado pudo ser admirado el mismo primer día, en la sala Titanic Sur Mer.
Nuestro itinerario del primer día recorrió Agressive Girls en Roterdao, Rezmorah, Sistema de Entretenimiento, Cabezadenego, Hadren y algo del DJ set de MonkeyWeek en Lisa. No todo, porque al día siguiente la jornada continuaba. Un conglomerado muy diverso de artistas, donde predominaba lo experimental y el sonido electrónico, y el punk. Los conciertos abarcan varias salas de la ciudad y son de una duración menos extensa, para posibilitar ir a un mayor volumen de conciertos.
La jornada del 27 de septiembre la comenzamos con una mesa redonda de promotores en torno a los programadores culturales y las prácticas. El MIL cuenta con varios tipos de entrada posible, por lo que era habitual encontrar a futuros profesionales, estudiantes, o sencillamente entusiastas de la música escuchando a ponentes con gran curiosidad. Y no solo escuchando, sino participando en workshops, en Forums o en el Laboratorio. Music for Spain orquestó los conciertos del mediodía, y fue increíble cómo Emilia y Pablo o Candeleros lograron conquistar al cien por cien la energía de los asistentes con sus sonidos instrumentales y orgánicos.
Destacamos de ese día también la entrevista que Aïda Camprubí hizo a Diego El Gavi e Israel Fernández, en la que se trataron temas en torno a la etnia, el sentimiento, y la presencia del flamenco en el territorio Portugués. “Camarón es mi GPS”, llegó incluso a decir Diego.
La ronda de conciertos vespertinos la arrancó Vatocholo, que si bien se trata de un artista madrileño, su música se inspira directamente de sus raíces mexicanas. Tras él, Dianka, adelantando el que será su próximo disco, Tombolera. Pero nuestro corazón lo robó Irmãs de Pau, al que desde aquí le otorgamos el corazón de nuestro concierto favorito. La dupla brasileña es lo más gangster, salvaje y revolucionario que hemos visto en tiempo sobre un escenario; mezclando cultura voguing, hip-hop, funk y pura rebeldía.
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