Jugando con la sorpresa, la favorita del diablo desciende a las profundidades de su universo personal en Metrijeras Viajeras, un docu dirigido por All Nighters y grabado por Scamoso. Con frases que destilan su perfecta filosofía de vida —"La opinión pública me roza la zona púbica" o "Soy divina, impulsiva, mediterránea, lo soy todo"—, desarma cualquier frontera entre personaje y realidad. Qué suerte ser una zorra fiel.
El viaje comienza con un ritual íntimo a las 11:40 de la mañana; cigarro en mano y rodeada de su círculo más cercano — tan icónico como ella—, Metrika nos abre las puertas de su casa en Granada. El documental, dedicado a Lilith, es un viaje sin brújula: desde compras en su Fiat Punto hasta un momento íntimo con su abuela en Castellón, donde rememora una infancia marcada por su estilo "tan folclórico" que incluso provocó llamadas de su colegio.
Su alter ego y su conversión al satanismo no son una pose: conforman su piel. Entre lipcombos impecables, botas de pelo y pestañas postizas, el docu no esquiva lo incómodo: confesiones sobre su próximo álbum, espiritualidad, réplicas por colaborar con artistas funados y machismo, rituales matutinos con pruebas de embarazo porque sí, y barras de amigos que suenan a poesía callejera: "Abres un bote de Popper y hacen fila como si fuera Cáritas". El infierno nunca fue tan tentador.
Metrijeras Viajeras es un espejo de leopardo, Chesterfield y cicatrices. La cámara la sigue en rituales cotidianos: maquillarse en la cocina por ambiente, comprar tangas en Nevada o discutir sobre fidelidad y dickys con sus amigas.
Entre escenas en su estudio con su inseparable D. Basto —donde el secador sustituye a los plugins caros— y días de rodajes largos en los que los vampiros híbridos duermen tres horas, Thais se redefine y nos lo muestra con crudeza. La niña que devoraba Harry Potter, confesada saga favorita, consolida su posición como arquitecta de universos donde las zorras fieles bebemos cócteles de trastornos mentales, dickys tintados de barbitúricos y sexo sucio.
La obra audiovisual deja claro que Metrika escribe su gótica magia negra de manera genuina, con uñas largas, sílabas rotas y beats infernales.