Desde que irrumpió en la escena con Atemporal (2019), MDA ha demostrado que es mucho más que un producto del algoritmo o una voz con autotune flotando entre la marea digital. El berciano ha trazado una trayectoria coherente, radical y emocionalmente cargada dentro de los márgenes más experimentales del trap, el hyperpop y la electrónica urbana. Su obra, en constante mutación, ha pasado de los ritmos sucios y distorsionados del early trap digital a las atmósferas casi melódicas de su etapa más reciente, sin renunciar nunca a una visión singular: la de un artista que no tiene miedo a sonar vulnerable en medio del ruido. Y una vez más, lo sentencia con su nuevo proyecto, Sigues en Molly World.
Sigues en Molly World es la versión extendida de su disco Molly World, estrenado en febrero de este año y que para muchos es serio candidato al AOTY. Representa un nuevo peldaño en esa evolución musical en la que se encuentra Marcos. Lejos de ser una simple reedición con un par de tracks añadidos, esta expansión suena como una relectura emocional y sonora del universo que MDA ha ido construyendo en este proyecto. Un proyecto más Uzi que nunca, al cual él mismo menciona en imlovin’it, diciéndole que esta vez no le va a robar el flow sino el beat. A través de nuevas canciones, con featurings históricos como el clásico junte con Bon Calso en Tu tan… Yo tan… y colabos sorprendentes y frescas como las de Kaydy Cain o El Bugg, el artista expande su relato de aislamiento, amor pixelado y deseo futurista, como si nos invitara a adentrarnos en una rave emocional que ocurre en la intimidad de una mente retroiluminada por pantallas.
También hay una renovación clara en la producción, siempre quirúrgicamente ensamblada. MDA sigue confiando en sus fieles Ambeats, Yung Naik o Iaghost, pero también innova con Danisan47, Blitz y Baby Pantera (ya había colaborado con alguno, aunque no fueran habituales). Todos ofrecen una síntesis perfecta del sonido MDA: beats que respiran entre el trap y el EDM, capas de sintetizadores que remiten al ambient postdigital y una voz que, aunque distorsionada, deja ver nuevos matices. Esos flecos ya se intuían en su previo a Molly World y se consolidan aquí, en un tono muy Carti o Lil Uzi Vert, que transmite fragilidad, deseo y resignación. Es la marca de la casa desde cortes como la intro El club de los 27 o el segundo track Me prefieres a mi.
Me resulta imposible no hablar del run Destino final?, Parthenope y Siesta en el Murakami. Tres piezas fundamentales para entender el estado emocional y sonoro en el que se encuentra ahora MDA. Más narrativos que nunca, incluso los definiría como cinematográficos. Con beats contenidos, casi de fantasía, que explotan el espectacular talento del M: su capacidad para usar lo referencial como anzuelo y girar después hacia algo profundamente personal. Las letras, loquísimas, como siempre, bucean en lo romántico y visceral, y de ahí emergen, de golpe, a una superficie superexplícita y, ¿por qué no?, muy guarra.
En un panorama donde muchos artistas suenan intercambiables, MDA ha logrado algo difícil, superdifícil: generar una firma sonora reconocible sin caer en la repetición. Su legado, aunque aún en construcción, ya se intuye sólido. Ha sido pionero en llevar la estética glitch y las emociones digitales al pop trap urbano, con una sensibilidad que bebe tanto de Bladee como de un estilo más Chief Keef, pero que resuena con un toque profundamente personal.
Sigues en Molly World es, entonces, algo más que una versión deluxe: es una reafirmación de ese trayecto, el del Mundo Molly del M. Un disco que no se contenta con agradar, pues muchos hablan de fiasco en su cambio de sonido, después de clásicos del under como RS4L+Atempor4l, sonido al cual mucha gente le pedía que volviera. Este nuevo M incomoda, envuelve y sugiere. Un viaje emocional por un mundo donde lo artificial no anula lo auténtico, sino que lo potencia. Un mundo donde MDA, sin duda, sigue siendo el arquitecto más ingenioso.
Track favorito: Parthenope.