Desde Lanzarote hasta nuestras pantallas, Marina Speer captura fragmentos de tiempo, paisajes en transformación y emociones que se mueven entre lo cotidiano y lo trascendental. Su obra, que combina la delicadeza de la ilustración con la intensidad de la pintura, desafía las fronteras entre lo bello y lo feo invitándonos a mirar el mundo con una vista renovada.
Con una formación en Bellas Artes y una curiosidad insaciable, Marina ha explorado como el paisaje y la luz de la isla que ahora llama hogar han moldeado su estilo y su manera de entender el arte. En su primera exposición individual, Calima purpurina, nos ofreció una perspectiva inédita de Lanzarote, lejos de la postal turística, reflexionando sobre la memoria, la ruina y el impacto humano sobre el entorno.
Hoy nos adentramos en los contrastes que definen su universo creativo, su relación con el paisaje insular y sus proyectos futuros, explorando cómo combina su amor por lo introspectivo con una necesidad constante de conexión y diálogo.
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Ser artista es algo que a veces surge y otras se busca. En tu caso, ¿qué es lo que te atrajo del arte en primer lugar y cómo llegaste a convertirte en ilustradora y pintora?
Como muchos otros, de pequeña me encantaba dibujar, me encantaba inventarme historias de princesas sirenas y de pokémon, dibujaba lo que me gustaba. De alguna manera siempre estuvo dentro de mi, aunque no fue hasta mucho después que eso tendría sentido. Tampoco siento que haya que romantizar todo ese proceso, en mi caso me gustaba dibujar desde pequeña pero hay otra gente que descubre el dibujo después de haber estudiado otra carrera o muchísimo después y empieza a interesarse por el arte.
Desde adolescente sabía que quería dedicarme a dibujar, no sabía en qué campo ni en qué ámbito, pero sabía que esa era mi manera de relacionarme con el mundo. También tengo que decir que de adolescente no me interesaba tanto ni tenía tan claro que significaba el arte, no fue hasta después de estudiar bellas artes que vi que había un mundo mucho más amplio del que yo conocía y muchas maneras de relacionarse con el arte, y mi visión y perspectiva cambiaron mucho. He aprendido que el dibujo es distinto a la pintura, que la pintura tiene su propia dimensión y el dibujo la suya. Intento buscar un equilibrio entre la ilustración y el arte. No me imagino dedicándome a otra cosa que a esto, siento que aún tengo mucho que aprender y aunque sea un camino que nunca va a acabar lo disfruto mucho.
Has trabajado tanto en ilustración como en pintura. ¿Cómo empezó tu interés por combinar estas dos disciplinas? ¿Las ves como formas complementarias de expresión o tienes alguna preferida?
Empecé a estudiar Bellas Artes un poco perdida, con esa idea en mente de dedicarme al dibujo pero sin una idea clara, tampoco pienso que haya que tenerla. En la carrera empezó a interesarme la ilustración, no tanto por un interés propio sino porque muchos profesores desestimaban mi trabajo calificándolo de ‘demasiado ilustrativo’, lo que hizo que me entra curiosidad por ese mundo. Yo seguí un poco a lo mío, con mis obras ‘demasiado ilustrativas’ y al poco tiempo me llegó mi primer encargo de ilustración, y de ahí en adelante. Lo que pasa es que odio tomar decisiones, también me gusta mucho la pintura, y como parece que me encanta complicarme la vida he seguido indagando en ambas disciplinas. También creo que son complementarias, hay proyectos que por lo emocional o personal quizás son menos ilustrativos que otros y viceversa, pero nunca creo que se deba desestimar nada por el registro gráfico q se use.
¿Hay algún momento específico o lugar que te haya marcado de manera especial durante  proceso creativo?
Yo siempre he sido una chica muy fangirl, desde el anime hasta el Kpop, siempre he dibujado cosas que me gustaban y hacía muchísimo fan-art. Cuando me mudé a Lanzarote mi mundo se dio la vuelta. Siempre estamos sujetos a nuestra vida a la hora de hacer nuestra obra, y a mi no me había interesado especialmente el paisaje, pero cuando me mudé empecé a observar y reflexionar sobre el paisaje, sobre el cambio y la ruina. También estuve una temporada vivien Alemania y estos cambios de lugar supusieron también un cambio en mi forma de pensar y relacionarme. Creo que fue en esta época que cambié muchísimo, la verdad.
Tu arte tiene una relación muy cercana con el paisaje de Lanzarote. ¿Cómo dirías que la isla ha influido en tu estilo?
Lanzarote es una isla muy peculiar dentro de Canarias, tiene una historia con el arte muy profunda y a la vez es una isla culturalmente parada en el tiempo. Cuando me mudé, empecé a aprender mucho sobre su cultura, su paisaje y su gente, a conocer las idiosincrasias del territorio y aquí fue cuando tuve un momento de catarsis y la pintura empezó a tener mucho más protagonismo en mi vida y obra. Me interesaba mucho la pintura del natural y la observación pura de mi entorno.
Recuerdo perfectamente el día que hice mi primera pintura de Lanzarote, era una fachada de un edificio abandonado que está en un sitio que es bastante céntrico, por así decirlo. No me resulta muy fácil de explicar en pocas palabras, pero los contrastes de la isla son algo que a día de hoy no dejan de sorprenderme.
Aun así, sigue interesándome dibujar mis personajes y muñecos, así que supongo que yo también estoy llena de contrastes.
¿Cuánto de tus experiencias personales entra en cada obra, sobre todo cuando hablas de memoria o del paso del tiempo?
Cada vez más. A veces siento que tengo que dar un paso atrás para que no sea todo demasiado personal, pero es algo que más en la pintura que en la ilustración no puedo evitar mucho (supongo que es normal). El paso del tiempo es un concepto que me interesa mucho, aunque el concepto se ha ido transformando para mi con el tiempo también. Hace unos años me interesaban mucho las ruinas, el concepto del paso del tiempo en nuestro entorno y en lo que dejamos, los restos. Últimamente me interesa mucho nuestro propio paso del tiempo, el ser un niño y ya no serlo, el seguir siéndolo aunque ya seamos adultos. Durante un tiempo no me interesaba más que la pintura de paisaje, pero últimamente me están volviendo a interesar las personas también.
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En tu primera exposición individual, Calima purpurina, exploraste la transformación y la memoria del paisaje. ¿Cómo se conecta este concepto con las obras que presentaste allí?
Creo que esto es el resultado de mi propia forma de mirar. La mirada se puede entrenar, pero en este caso a mi lo que me llama la atención, de manera visceral, emoción pura, es el paso del tiempo y el obrar humano sobre el paisaje. Me llaman la atención los restos, lo que queda de lo que hemos hecho, y a veces eso resulta en paisajes feos que, siento una isla tan turística, muchas veces intentamos obviar una cosa importante para mi era romper un poco el esquema de exposición tradicional y la representación idílica de la isla. Siempre quiero representar una imagen que no fuera la típica de la isla, menos paradisíaca, fuera de lo turístico, que al final es la isla que vemos y vivimos, que también es bonita con todas sus cosas. Por eso el título de la expo es Calima purpurina, toda la muestra es un contraste de ideas y emociones. Mi comisaria Lana Corujo también me ayudó mucho con los conceptos y los textos para poder transmitir esas ideas.
La luz parece ser un elemento crucial en tu trabajo. ¿Qué significado tiene para ti?  ¿Cómo la utilizas para transmitir tus ideas?
Más que la luz, creo que son los contrastes, de los que hablamos antes pero también en lo formal, lo que más me gusta. Me gusta utilizar eso para generar algo de inquietud, o sino inquietud, algo que te haga querer mirar dos veces. Una casa blanca iluminada por el sol en medio de un paraje oscuro, o una persona iluminada como un fantasma, esas cosas son las que me llaman la atención. Supongo que la luz juega un papel importante en ese sentido, pero creo que en mi caso debe ser más intuitivo que premeditado.
Tu obra mezcla lo que vemos como “bello” con lo “feo”. ¿Qué te atrae de esa dualidad y cómo te permite desafiar las expectativas de la gente?
Muchas veces nos esforzamos por obviar lo feo o lo no tan ideal de lo que vemos en nuestro día a día, y eso es algo que no es solo propio de la isla sino que creo que es algo universal. A mi me interesa mucho la cotidianeidad, y por eso el elemento principal de la expo Calima Purpurina es una cucaracha. Uno se acostumbra a verlas y pasarlas por alto, porque son feas, porque dan asco y no queremos que esa sea la imagen de un sitio tan bonito. Al elevar la cucaracha a un espacio expositivo o pintándola con colores ‘’bonitos’’, te obliga a verlas y pararte a observar algo que siempre queremos olvidar lo antes posible. Creo que en ese sentido, estos elementos generan interés en el espectador al haber una cosa que se sale de lo común o de lo que estamos acostumbrados a ver. Si todo fuese bello todo el rato, no nos haría falta reflexiona.
Cuando ves tus piezas acabadas, ¿qué esperas que sienta el espectador al mirarlas? ¿Hay una emoción o reflexión específica que busques provocar?
Contradictoriamente a todo lo que he podido decir, creo que a mi lo que me gusta es buscar la tranquilidad (jajaj). Me gustan las armonías, los colores pastel y lo cotidiano. No se si es la emoción que provoca mi trabajo, pero me gusta explorar sobre lo nostálgico y las cosas que me dan paz.
¿Tienes alguna rutina o ritual previo a empezar una obra, o prefieres dejarte llevar por  inspiración del momento?
Creo que depende un poco del proyecto que vaya a hacer y el momento. Disfruto mucho de la pintura del natural, los bocetos y el momento de ponerme a tomar decisiones sobre algo que estoy viendo me gusta muchísimo. Pero si es para un proyecto más elaborado o más largo me cuesta empezar a trabajar si no es con una idea previa, y cuando voy a empezarlo siento mucho miedo e inseguridad, me cuestiono un montón. Una cosa que es un poco tonta pero me ayuda mucho, es hacerme un café /té /bebida cualquiera y ponerla en la mesa para trabajar, me obliga a sentarme y ponerme a hacer. Casi siempre después de empezar ya se me quita un poco el miedo.
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¿Qué influencia tienen otros artistas o movimientos en tu proceso creativo?
Pienso que las influencias e inspiraciones van cambiando con el tiempo y la madurez también, mi siempre me inspiró mucho el manga y el anime para crear, y con el tiempo aprendí más sobre movimientos artísticos y otros artistas que me generaron mucha curiosidad. Sorolla, los impresionistas y los fauvistas me han inspirado mucho estos últimos años aunque últimamente con lo que estoy más obsesionada es con el trabajo de Yoshitomo Nara. Resueno mucho con su trabajo y descubrirlo ha hecho que quiera indagar más en otros ámbitos de la pintura, y reconectar con mi niña interior y las influencias y gustos que antes rechazaba como una debilidad para convertirlas en mi fortaleza. También artistas como Mila Useche que tienen un estilo que viaja entre la ilustración para películas o videojuegos y superflat me parecen muy interesante.
¿Cómo ves el rol del arte en la actualidad, especialmente en el contexto de la crítica a la industria turística o a lo comercial?
Siempre hay una parte de mi que quiere comunicar, y también hay una parte de mi que necesita que el arte sea democrático, que se pueda entender más allá de que lo entienda una pequeña parte de la población, por lo que en mi caso la combinación de ilustración y pintura es algo con lo que me siento muy cómoda. Creo que tenemos la responsabilidad de que eso se consiga y que, si no es posible cambiar algo, generemos debate y reflexión. También para estas cuestiones como el problema del turismo es muy importante estar en contacto con otros artistas (y no solo artistas), hablar y hacer comunidad, poner ideas en común y ver de alguna manera cómo podemos hacer que aunque sea un poco, algo cambie aunque sea en nuestra forma de pensar. También sobre lo comercial, creo que las redes sociales han hecho mucho daño en nuestra forma de pensar respecto al arte, y a veces se nos olvida que hay más mundo artístico fuera de internet.
En cuanto a tu presencia en redes sociales como Instagram, ¿qué piensas del impacto que tienen sobre la difusión del arte hoy en día? ¿Son una herramienta útil para ti?
Realmente las redes son un arma de doble filo. Han cambiado mucho con el tiempo, y lo que antes era un sitio de conexión y difusión ahora mismo siento que son más un canal de publicidad para conseguir reconocimiento inmediato, y eso no resuena para nada conmigo. Hay gente para la que sí tendrá sentido usarlas así, pero yo intento ser coherente con mi trabajo y manera de ser, y para mi las redes no son eso.
Aun así, soy consciente de que las redes son un canal importante para promocionarse. Siempre hay cierta presión por subir algo que puede no gustar a la gente que te sigue, pero con el tiempo he aprendido a que no puedo obligar a la gente que me siga ni hacer cosas que estén de moda porque van a gustar más, creo que ese no es mi camino.
¿Qué proyectos te gustaría explorar en el futuro? ¿Hay algo que aún no hayas probado y que te intrigue?
Más que me intriguen, creo que hay cosas que me dan mucho miedo y siento que debería forzarme a hacer esas cosas que me aterran. Últimamente pienso mucho en hacer un libro ilustrado y escrito por mi, o un proyecto que englobe la escritura y el dibujo. Siempre me han dado mucho miedo las palabras y expresarme, con el tiempo he empezado a temer dar mi opinión y cuando quiero hacer algo con texto me bloqueo. También me gustaría formar parte de un proyecto colectivo, pero ya ves, tampoco lo tengo muy definido. Mis procesos son un poco caóticos.
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