Muchas veces hace falta llorarle a la alegría y reírle (un poco más) a la pena. Y eso María Villar lo practica religiosamente desde hace unos años. Tiene treinta y tres, justo el tiempo que la Villar y la Escarmiento llevan conviviendo en esta pasión de hacer música. Pero fue con ventiséis que su nombre se coló en la décima edición de Operación Triunfo. Fue entonces cuando España conoció a la artista inclasificable de lo esotérico, lo mágico, lo makinero, lo dosmilero, lo rosa, lo negro, lo políticamente incorrecto. Y a la que, sin saber muy bien cómo, no podemos dejar de rezarle.
Entrevista extraída de ACERO vol. 9, publicada en noviembre de 2024. Hazte con tu copia aquí.
Son las doce y media de la mañana y en Córdoba es San Rafael. Al otro lado, María Escarmiento nos saluda desde Madrid. “Ah, no, pero me ha venido genial que me lo mandaras porque no lo tenía localizado”. Se refiere al link de la videollamada enviado a modo de friendly reminder una hora antes. Es la segunda vez, y la definitiva, que intentamos quedar, pantallas mediante. Y es que a veces lo bueno (lo bueno de verdad, lo que merece la pena y la fatiga) tarda un poco más en llegar. Recién empieza su gira de salas y lleva una semana de puro descontrol entre bolo y bolo. En todo ella se nota. El agotamiento, y también la ilusión por lo cosechado últimamente.
Es curioso, tres años antes de que el concepto tomara forma con Bad Gyal, María dio a luz a un Chulo, el primigenio, en aquel distópico 2020. Hoy, nuestra Lizzie McGuire española, se presenta a cara lavada y cuesta no fijar la vista en la estantería repleta de libros que hay tras ella, en su camiseta blanca con letras negras y en su melena rubísima algo despeinada. Da la sensación de ser esa amiga a la que llamas el domingo para rememorar la noche anterior. Un poco lo que es iCandy, su último trabajo en solitario. En él y en esta entrevista, en la que aparece luciendo algunas prendas de Zalando, rememora buena parte de aquellas adolescencias, y nos obliga a pensar que una estupidez sería no quedarnos en Madrid, con ella.
Hola, María, ¿qué tal todo?
Bien, aquí. Estoy bastante agotada, pero bueno, ayer y hoy me los estoy tomando con más tranquilidad. Haciendo cosas en casa y tal.
Conviene parar de vez en cuando. Más ahora que te pillamos casi en la recta final de tu frenético Tour iCandy. ¿Cómo lo estás experimentando?
Está siendo genial. En realidad, ahora estoy en el principio de la gira de salas, porque lo que había hecho eran solo festivales. Así que muy ilusionada. El inicio fue épico, empezamos en Madrid con los dos sold out, y luego también en Valencia. Para mí ha sido entrar por la puerta grande. Se disfruta mucho un bolo en salas, es la recompensa de todo el trabajo.
Antes de que comenzara a gestarse la gira, ¿cuáles eran las expectativas?
Vender entradas. Este es un mundo difícil, y es complicado vender. Quería hacer un tour que tuviera buenas salas y posibilidades técnicas, que pudiera llevar el show como a mí me gusta llevarlo. Hicimos bastante trabajo con la selección de los sitios. En las ciudades grandes tienes más variedad de salas, pero en las pequeñas es complicado, entonces hay mucho curro. Para mí también era importante que el show de Madrid marcara un precedente y que a la gente le apeteciera venir luego a ver el resto. Es un trabajo de fe el que haces cuando estás preparando la gira, porque nunca sabes cómo va a ir. Tienes tu propuesta, pero no sabes si la gente se va a montar o no. De momento va bien, o sea que muy contenta.
¿Hay alguna sala que se haya quedado en el tintero?
No, la verdad es que ha sido bastante bueno lo que hemos decidido. Hombre, lógicamente de aquí a unos años me gustaría llenar salas más grandes, pero para el punto en el que estoy ahora, estoy muy contenta. Tengo muchas ganas de hacer Apolo, en Barcelona, y me han dicho que va a ser genial. Y sí, me guardo algún as en la manga para el futuro.
Después de un verano marcado por los festivales, ahora de pronto llega Halloween, noviembre y también las salas. Menudo contraste. En ese sentido, ¿has notado el cambio en el sentir del público entre un contexto y otro?
Sí, lo he notado. Es superdiferente. Un festival es una cosa increíble, porque tienes acceso a una cantidad de público masivo y luego unos escenarios grandísimos. Siempre es guay porque coincides con mucha gente. Yo siempre he sido superfestivalera desde que pude empezar a ir. Pero muchas veces tienes que luchar, porque también hay mucha gente que no te conoce. Tienes que confiar en tus canciones, y no siempre es fácil según la hora o el sitio. Yo he tenido grandes sorpresas en festivales que, para mí, han sido los bolos más guays de mi vida. Muchas veces te sorprenden para bien. Pero es verdad que la sala tiene como ese punto de estar en casa, de estar con tu gente, de sentirte arropada. Es muy acogedor.
Como artista, ¿cuál de todos recuerdas con más cariño?
El más guay fue el BBK. Bueno, y el Riverland, que lo he hecho este año y fue el más impresionante a nivel público. Me sorprendió muchísimo porque el público estaba entregadísimo. Me lo había preparado muy bien y me sentí muy orgullosa del trabajo que hice, y siento que la gente también lo recibió así. El BBK, por su parte, fue una sorpresa muy grande, porque estábamos en un escenario mediano y de repente se llenó al final. Fue muy especial.
¿Y como espectadora?
El BBK también, es de mis festivales favoritos de los que he ido como público. Me parece una gozada. Me encanta el sitio, me encanta la gente, me encanta todo. Y este año también lo pasé genial en otro sitio que canté... ¿Dónde fue que canté? ¿En Murcia? Ay, ¿qué festival es ese?
¿El Warm Up?
Sí, me lo pasé genial. Bueno, hacer cualquier cosa en Murcia siempre es bien, y a nivel público me lo gocé muchísimo. Me lo pasé teta, la verdad.
Ahora que sacas el tema de Murcia, ha llegado a mis oídos que también te encantan las marineras murcianas.
Hombre, claro. A mí y a todo el mundo (risas). Es que es un secreto a voces (reímos las dos).
La cuestión indudable es que todos tus directos están marcados por intensas sesiones de cardio, sea en el lugar que sea.
Sí, desde luego, sobre todo para mí (risas).
¿Y cómo afrontas eso a nivel físico? ¿Te preparas de algún modo previamente?
Me encantaría decirte que sí, pero la realidad es que no (risas). Tiro mucho de adrenalina y de aguante. Es cierto que no hay ningún descanso, pero sí juego con las dinámicas. Tengo muy medido dónde respirar o no. Aprendo a dosificar un poco. Es interesante encontrar ese punto, no siempre tienes que estar brincando al cien por cien para que la gente entienda tu mensaje. También aprecia que haya momentos más interpretativos o más divertidos o más calmados. Al final, cuando rompe una canción, la música te lleva a donde te tiene que llevar. No te voy a negar que quemo muchas calorías y que al día siguiente me levanto hecha palillos (risas), de verdad que es que me quedo en los huesos después de cada concierto, pero es guay. Cada vez lo llevo mejor y tengo más resistencia. Al principio me encontraba mucho más ahogada y ahora no, o sea que bien. Debo estar mejorando físicamente (risas).
Esas dinámicas las vimos en tu concierto de la Sala But en Madrid, por ejemplo, con ese cambio de tercio cuando cantaste Prefiero junto a Natalia Lacunza. El público enloquece siempre que suben otras voces a acompañarte sobre el escenario.
Sí, es bonito. Lógicamente, si sacas a Natalia al escenario, pues ya lo tienes todo hecho. Como cuando salió Delgado o Fran. Me encanta que haya otra gente en el escenario, porque me siento acompañada, no recae sobre mí todo el peso de entretener a toda esta gente. Y con Natalia me encanta cantar, tenemos muy buena energía. Es mágico cuando se cuelan, porque así puedo disfrutar de la performance de mis compañeros, que son gente muy potente en directo. Me encanta darle sorpresas al público, porque responde muy bien. Por eso en el concierto de Madrid quise tener pequeños detalles. Creo que poder disfrutar de esos artistas es un gran regalo para todo el mundo.
En cuanto a esos pequeños regalos que comentas, ¿alguna vez te han hecho alguno los fans en pleno concierto?
Sí, a veces me dan regalos. En el último me dieron una especie de Sonny Angel de Lilo y Stitch, que están ahora muy de moda. Me suelen lanzar cosas y es muy gracioso. Yo lo aprecio. Cualquier cosa que hagan los fans a mí me hace ilusión.
Me quiere sonar que fuera del escenario también estuvieron contigo otras de tus amistades de OT, ¿cierto?
Sí, mi amiga África, que también es de OT. Ella me suele hacer el maquillaje y el pelo, y siempre que la engaño viene conmigo a todo. Se sube a bordo de cualquier cosa porque ella es increíble. Fui muy feliz en el camerino de Madrid porque estaban mis amigos. Tengo mucha gente talentosa a mi alrededor y confío en sus habilidades artísticas.
Tú siempre te sueles mostrar agradecida y orgullosa de tu paso por la academia, y eso es de valorar. Parece que siempre ha habido cierta reticencia o reparo hacia el éxito de los extriunfitos. ¿Lo percibes así?
Es complicado. En mis carnes no lo he sentido tanto, porque también entré muy mayor a la academia, con ventiséis años, y tenía bastante seguridad en mis decisiones. Por eso creo que no me desestabilizó. Pero sí, es innegable. Somos muchos y Operación Triunfo es un fenómeno masivo, entonces es lógico. Encuentras cierto rechazo de gente que a lo mejor lleva muchos años intentando dedicarse a la música, o que no le gusta el formato, o lo que sea. Entonces entiendo que hay un estigma. A mí me da bastante igual. Yo estoy superagradecida. Fue una experiencia increíble. Me ha dado personas increíbles y gracias a eso estoy donde estoy. OT es una plataforma bestial, pero luego el trabajo también lo tienes que hacer.
¿Crees que Operación Triunfo abre más puertas de las que cierra?
Sí. Por supuesto.
Una vez que se sale de OT, ¿cuál es el proceso para lograr mantenerse en órbita?
Yo creo que es muy difícil y muy diferente para cada persona. Hay gente que encaja y que tiene mejor relación con lo mainstream, y luego hay gente que necesitamos algo un poco más underground. Hay muchas maneras de enfocarlo. Es una experiencia muy personal. Las cosas cambian, la industria cambia, nada es igual. Esto es una cuestión de hacer canciones, y de que tanto a ti como a la gente le gusten tus canciones, y de que te sientas orgullosa de ellas. Siempre vuelvo a eso porque para mí es lo más interesante, más allá de la fama o de mantener el engagement. Encima tienes miles y miles de personas mirando con lupa cada movimiento, así que no es fácil encontrarte, ni estar segura de lo que haces, ni tomar decisiones sin sentir la presión. Eso es una dificultad añadida y creo que cada persona la navega como mejor puede. Se siente en plan ahora o nunca, pero la carrera es muy larga. Hay que tener paciencia.
¿Influye la suerte?
No lo sé. En todo en esta vida influye la suerte. A mí me cogieron en un casting de dieciséis mil personas. ¿Fue por mí o fue por mi suerte? Seguramente un poco de las dos.
Antes de entrar, estuviste una larga temporada formándote y trabajando de la música en Nueva York. ¿Qué te llevo a querer dejar todo aquello y presentarte al casting?
Yo ya estaba un poco atufada de vivir en Estados Unidos. Nueva York es una ciudad muy complicada, muy intensa, hace mucho frío… Llevaba cinco años allí. Veía a mis amigas en Madrid tomándose unas cañas en marzo, y yo estaba allí a menos diecisiete grados, currando en dos trabajos, y yo decía, bueno, quizás ya ha estado bien. Ya fue (risas). Aprendí muchísimo. Estudié la carrera de música allí y fue un privilegio enorme. Sé que fue una gran oportunidad. Fue increíble, pero cuando se acabó también me alegré. Vine a Madrid y volví con mis amigos, a hacer mis cosas normales, me busqué un trabajo para ir pagando el alquiler, y ahí fue cuando decidí presentarme a OT. Tenía muy claro que quería dedicarme a la música, pero no sabía muy bien cómo. Tampoco lo pensé. No sabía lo que me iba a deparar. Desde luego no pensaba que me fueran a coger, fue una historia mágica desde entonces y hasta el día de hoy.
¿Cuándo nace entonces María Escarmiento tal y como hoy la conocemos?
No tengo ni idea. Supongo que desde 1991, cuando nací. No me siento nada separada de mi personaje. Yo me veo y no pienso, ¿quién es esa tía? Para nada. Lo que ocurre es que, gracias a Dios, cada vez voy creciendo y aprendiendo más, y siento que gano en seguridad y en confianza, y sobre todo en skills. Eso me enorgullece, pero sigo muy ligada a la persona que era.
¿No difiere entonces la Escarmiento de la Villar?
Yo diría que no. Hay un punto más juguetón que cada vez exploto más. A lo mejor en mi día a día no lo tengo tanto, pero me divierte mucho este personaje de burbujas y brillos rosas. En el show enseño diferentes facetas y yo me siento bastante identificada con todas ellas.
Este mundo de fantasía de iCandy del que hablas, nace en mayo de 2024, justo entre Sensación de calor y Sensación de calor 2. ¿Se concibió como una especie de EP transitorio entre ambos? Porque parece que reconecte alguna que otra historia entre ambos universos.
No fue intencionado, pero también lo siento así. Sensación de calor encaja muchísimo en mi imaginario y en la música que hago. Se puede escuchar seguido y guarda coherencia. Para nada fue transitorio, porque iCandy fue una cosa mía y lo otro es con otras personas, pero sí ha resultado una cosa que tiene que ver y a mí me encanta cuando ocurre eso. Me ha pasado varias veces. Al final vas trabajando y las cosas cogen el sentido. Todo se pone en su sitio y da mucho gusto.
Para tus trabajos, tanto en las letras como en los videoclips, o incluso en la puesta en escena, siempre te rodeas de amigas. ¿Sueles acudir a ellas para buscar inspiración?
Sí, claro. Tampoco es algo que haga conscientemente, pero las tengo muy presente y cuando estoy escribiendo, me sale. Al final son las que más me inspiran. Les admiro un montón. Tengo amigas supertalentosas. No solo artistas, sino también del colegio, que también me nutren en sus artes, porque al final todo forma la mujer que soy. Lo he dicho mil veces, pero ellas son un pilar muy básico.
Con Fran Laoren y Delgao también te une un vínculo muy especial. ¿Cómo es trabajar con ellos?
Es increíble. Son mis personas favoritas en el estudio. Nunca me había sentido así con ningún hombre trabajando en un estudio. Están muy deconstruidos, y se lo agradezco mucho porque me escuchan y me respetan mogollón, y yo a ellos. Hay una sensación muy transversal de admiración entre nosotros. Tengo mucha suerte. Para mí son los dos mejores compositores que hay ahora mismo en España.
Me hace mucha gracia lo de la deconstrucción que comentas, porque hace no demasiado se hizo muy viral una entrevista que le hicieron a Bustamante en la que aseguraba que él había inventado la deconstrucción masculina por llorón.
(Risas). Sí, hombre, es que mírale, ahí estaba él llorando en la tele. Al César lo que es del César. Él lloró mucho en prime time en La 1, y seguro que se rieron de él por llorar. Yo no me acuerdo muy bien porque era pequeña, pero seguro que le cayó una.
¿Y no os planteáis hacer una gira conjunta Fran, Delgao y tú con Sensación de calor 2? Sería increíble.
Eso sería increíble, a mí me encantaría. Lo que nos pasa es que acabamos Sensación de calor absolutamente desgastados. Es tan difícil sacarla adelante que no nos hemos puesto a montarla, pero a mí me encantaría. Y sí que lo hemos hablado. Sería un sueño. Si tuviéramos energía este año, molaría hacerlo.
En una entrevista para Vogue hablabas sobre el tema del alcance, que no siempre lo peta el tema más currado o con el que más satisfecha has quedado. ¿Cómo se gestiona ese tipo de resultados?
Es muy complicado. Cada vez estoy más perdida. Veo canciones que funcionan muchísimo y no habría pensado que acabarían siendo tan mainstream. Creo que nadie tiene la fórmula. A mí solo me ha pasado una vez, con Te pedí que me olvidaras. Esa es la única vez que creo que lo he visto tan claro. Para mí el algoritmo es algo completamente inexplicable e indescifrable.
Ahora parece que todo es puntuable a través de redes en cuanto a reproducciones, likes, reacciones, followers, ¿te preocupa este tema?
Sí, me preocupa muchísimo. Vivimos esclavizados totalmente, siento que tenemos poco control sobre eso. Una plataforma como Instagram, que en teoría tiene que ser mi herramienta de trabajo, es completamente aleatorio. Subo una publicación que me encanta y no la ve nadie, subo otra que, sin más, y la ve un montón de gente. Así que he dejado de luchar contra eso e intento ir haciendo lo que me nace y no darle tanta importancia, aunque al final es imposible no dársela. Es una comparación constante y los números son completamente salvajes. Te hacen perder la perspectiva de las cosas normales de la vida. No puede ser que a mí se me midan mis números comparándome con un artista que es mundialmente famoso. Es completamente absurdo. Te puedes volver loca muy fácil.
Desde luego, no debe ser nada fácil estar siempre bajo esa presión. Incluso en los últimos meses, muchos artistas han hablado abiertamente sobre el tema de la salud mental dentro de la industria para tratar de desestigmatizarla. Amaia Montero o Dani Martín, sin ir más lejos.
Sí, es un trabajo muy vulnerable. Muchas veces me siento saturada de mí misma. Está todo muy centrado en ti y al final satura. Por eso está bien tener otros ambientes, para desconectar un poco y no entrar en esa dinámica de egos y comparaciones. Pero no es fácil encontrar un equilibrio.
Al final es una exposición constante y de manera involuntaria de la que nadie se suele hacer eco. Acabamos de ver ahora la tragedia con el caso de Liam Payne.
Sí, desde luego. Si no estás completamente estable, y muy poca gente lo está, todo te puede hacer caer en sitios oscuros. Y ya si es una fama masiva... Da miedo ser muy famoso, es muy salvaje. Entonces entiendes que la gente lo pase tan mal y pierda el norte.
¿Crees que es importante tener un ancla que te mantenga con los pies en la tierra?
Sí. Es clave. Para mí, ese ancla son mis amistades, y que sean de fuera de la música. También disfruto de quienes están dentro. Al final somos chavales que estamos navegando cosas grandes, así que es necesario tener amigos en la industria que me expliquen y a quien preguntarles todo. Creo que es la única manera que tenemos de crear un espacio en el que nos sintamos bien.
¿Alguna vez has dudado de ti misma?
Sí, claro, constantemente todos los días.
Asusta un poco que incluso María Escarmiento, siendo una artista tan difícil de comparar, llegue a sentirse así a veces.
Creo que todo el mundo duda. Al final tengo que confiar mucho en mi visión y en mí misma. Pero todo pasa invariablemente por una duda, por decir, ¿la habré cagado? Encima yo soy Libra y me cuesta mucho decidirme. Una vez hecho, no me castigo. Pero en este tipo de industria todo el rato te estás cuestionando, y al final nos nutrimos del feedback, que también es peligroso, porque esa no puede ser tu validación. No tienes que encontrarla en otros sitios. Todo el mundo duda. Es como Bella Hadid cuando se levanta y dice que se ve fea en el espejo.
Dices que eres Libra. ¿Confías mucho en tu signo del horóscopo?
Nada en absoluto (risas). No sé nada del horóscopo, no me entero ni de la misa la mitad, pero sé que la gente dice que los Libra dudamos mucho, y yo dudo de todo. Soy la persona más indecisa de este planeta. Mi madre es Cáncer y yo creo que soy indecisa por ella, y ni siquiera sé si los Cáncer son indecisos.
Lo dices en Pretty Girl Swag: “Young and beautiful, como Lana”. No sé si has tenido oportunidad de ver La sustancia, pero teniendo en cuenta el tema que trata, te pregunto: ¿Nos da miedo envejecer o simplemente perder la belleza?
No la he visto, pero creo que todo va unido, que son las dos cosas. Creo que es lo que más me quema como artista, y a cualquier mujer que se exponga. La lucha constante contra el envejecimiento es una cosa tan absurda como luchar contra que el sol no se ponga por la noche. Es algo inevitable que va a suceder, y creo que no lo estamos gestionando bien. No puede ser que seamos tan jóvenes y sintamos que tenemos arrugas. Tenemos que empezar a darle la vuelta a la narrativa. Envejecer también es ganar cosas buenas. Madurez, estabilidad, sabiduría, confianza. No podemos obviar todo eso porque de repente tengamos un poco de arrugas en la frente. Esta sociedad nos empuja a obsesionarnos con eso. No es nuestra culpa, somos las víctimas.
En tu caso ya sea crecer, madurar, envejecer, en definitiva, todo ese bagaje tuyo nos ha regalado trabajos muy potentes dentro de la escena hyperpop, haciendo especial hincapié en Cosas de brujas, tu segundo álbum de estudio. Ahora que ya ha reposado un poco, ¿cómo te relacionas con él?
Me encanta ese disco, la verdad. Fue muy importante para mí. Cómo se compuso y cómo lo hice, todas las cosas que me trajo. Es un trabajo del que estoy orgullosa y también me encanta que me haya llevado a hacer iCandy, que es mucho más ligero. Ahí estaban pasando cosas más dramáticas en mi vida, y luego no. Es bonito ver reflejados tus momentos vitales.
Aquel era un imaginario oscuro y esotérico, una especie de carta al desamor. Nada que ver con tus últimos trabajos. ¿Cómo se da esta transformación?
Inevitablemente tu música está marcada por el momento en el que te encuentras, y yo en ese momento estaba pasando por unas cosas que me ponían más triste. Luego, cuando me puse a escribir iCandy, ya no me apetecía escribir nada triste. También influye la habilidad que vayas adquiriendo como compositora. Ahora puedo conseguir que lo que escribo obedezca a mis apetencias. Puedo darle la vuelta a las cosas y escribir temas desde otros sitios, desde la broma o la sátira. En aquel momento, Cosas de brujas era más visceral, porque hacía lo que me salía en el momento. Pum.
El resultado de iCandy es mucha fantasía y letras pegadizas y muy, muy, bailables. ¿Esto es también lo que buscas como oyente?
Sí, al 100%. Los bits que me apetecía escuchar eran esos. Me apetecía broma, diversión, risa. Creo que sigo todavía en ese barco. Ahora voy al estudio y tampoco me apetece ponerme a llorar.
Entonces tu sonido continúa por este rumbo.
Yo creo que sí, pero nunca sabes. Ahora mismo los temas están bastante alineados.
Tanto en Cosas de brujas como en iCandy hay temas como Lloraba tanto, Demasiado callado, Dónde fue nuestro amor o La última vez que hablan de esos ahora tan populares ‘casi algo’. Este es un asunto sobre el que se ha hablado largo y tendido y me encantaría hacerlo también contigo. ¿Crees que se sufre más por ellos que por relaciones ya afianzadas?
Pues no lo sé. Yo no lo he hablado tanto porque no tengo ‘casi algos’, tengo o todo o nada. No suelo ser esa persona, pero se sufre siempre. Se sufre todo el rato (risas).
Pues qué sufrimiento todo (risas).
Se sufre mucho (risas). El amor es un gran sufrimiento. Pero también encuentras mucha felicidad en él. Lo que me gusta es justamente exprimir esas situaciones. Y aunque ahora mismo estoy tranquila y feliz, me encanta satirizar esto, porque al final sufrimos mucho, y resulta hasta gracioso.
Pregunta obligada, y más ahora que está tan reciente el tema que quema con la ruptura entre grupo y Leire: ¿Por qué La Oreja de Van Gogh?
Porque era mi grupo favorito de pequeña. Me encantaban. Es mi elección absoluta en el karaoke. Son canciones perfectas que funcionan en directo de manera perfecta, con letras perfectas y bases perfectas. Era muy fan, así que me parecía un sueño poder tener una canción suya en mi catálogo para cantarla en directo. Y mira (risas).
“El amor es un gran sufrimiento. Pero también encuentras mucha felicidad en él. Lo que me gusta es justamente exprimir esas situaciones”.
Y mira. Tú fíjate (risas). De hecho, hace poco vi por ahí un vídeo tuyo confesando que estuviste a punto de versionar otra canción en lugar de Puedes contar conmigo. ¿Cómo es eso?
Estuve barajando varias. Me gustaban muchas de ellos. En ese momento no tenía tantas canciones como ahora, con tantos BPMs, así que me apetecía mucho hacer una versión electrónica. Creo que las canciones tienen muchas maneras de interpretarlas. Para mí era un sueño cantar cualquiera de La Oreja porque todas sus canciones son oro. Pero al final decidí Puedes contar conmigo. Era de mis favoritas y por eso la escogí.
¿Recibiste algún tipo de feedback por parte de ellxs cuando salió la canción?
Creo que me contestaron a un tuit o algo así. Me mensajearon pero no hablé con ellxs.
Entonces no puedo no preguntarte. ¿Tú que piensas de todo lo que está pasando con La Oreja?
No tengo ni idea. Los escuchaba mucho cuando salió Guapa y todos esos discos, pero luego me desenganché un poco y no tengo ni idea. No sé qué pasó, no sé qué ha pasado, no estoy nada, nada al tanto.
Últimamente estamos viendo muchos artistas que beben de esa cultura pop, tendencia que también se ha trasladado a la moda y ha llegado a los gigantes como Zalando, donde por cierto están disponibles todos los looks que llevas en la sesión. ¿Los 2000 están de moda o es que nunca han dejado de estarlo?
Creo que están de moda de nuevo. Ahora ya estamos de hecho en los 2010 más que en los 2000. Duran poco las cosas. Me siento muy contenta, porque mi relación con la música se ha formado en esos años. En Rihanna y The Pussycats Dolls. Lo he vivido en mis carnes. Esas cosas de fan que desarrollas cuando tienes doce o trece años nunca se te olvidan. Es lo que más te forma. Así que mira, al final la edad que tengo, en algunas cosas, me está viniendo bien, y esa es una (risas). Yo viví eso en primera persona y por eso te lo estoy contando.
Sobre este flow 2000 del que hablamos ahora y recuperando un poco el tema de las covers que mencionabas, me llama especialmente la atención que tú ya en 2020 sacaras tu particular Chulo, tres años antes de que se lanzara el icónico tema de Bad Gyal. Pionera, ¿eh?, poco se habla.
(Risas) Sí, la verdad es que lo pienso poco, pero es cierto.
En tus canciones, como dices, hay muchas reminiscencias de esta década. Un poco de Shakira por aquí, un poco de David Civera por allá... Dime algo que, para ti, sea lo que más caracterice esa década. Cualquier cosa.
Para mí sería Rihanna, seguro. Ella estuvo muy activa en ese tiempo y la escuchaba mucho. Se me mezclan muchas cosas, pero te diría Rihanna y la MTV.
Ahora mismo te encuentras en tu pretty girl swag. ¿Pero qué es, una Era a lo Taylor Swift? ¿Cómo lo definirías exactamente?
Pues no tengo ni idea. Es como una sensación. Lo asocio con la madurez creativa y con lograr hacer las canciones que quiero escuchar y ofrecer. Y espero que la actitud con la que me enfrento a la creación y a la música sea una cosa mantenida lo que me queda de carrera. No sé qué movidas se me ocurrirán ahora, pero espero que siempre estén impregnadas de este aire.
¿Y qué canciones son las que te acompañan en la playlist de esta Era?
Tengo bastantes en este momento, pero te diría las de la playlist de la presentación de iCandy, que fue un día mágico. Don't Stop the Music, Work Bitch, Lady Gaga, Caramelldansen de Caramella Girls, que me encanta, Stereo Love, Avril Lavigne, Black Eyed Peas, Kesha, Rihanna, Nelly Furtado, Cascada, cosas así. Luego tengo Bad Gyal, que nunca me puede faltar en ningún evento. Un poco eso. Pop. Puro pop.
Tú también eres puro pop realmente. Así que, ya para despedirnos, te pregunto: ¿eres fiel creyente de María Escarmiento?
Sí, tengo bastante potencial. Espero llegar, porque creo que tengo muchas cosas que aportar.

Top OBEY, shorts LEVI’S, botas PUMA, todo de Zalando.


Camiseta y pantalón CHAMPIONS, todo de Zalando.

Jersey DICKIES, shorts LEVI’S, todo de Zalando.

Chaqueta LEVI’S, pantalón CHAMPION, todo de Zalando.


Top OBEY, shorts LEVI’S, todo de Zalando.

Camiseta NIKE, pantalón CHAMPION, todo de Zalando.

Camiseta NIKE, falda CARHARTT WIP, todo de Zalando.