Influencer, artista plástica, amante de la moda e icono de Internet, María Bottle sabe lo que es la puta vibra, y no solo porque ella sea la creadora de aquel audio que a finales del año pasado se hizo superviral. ¿Os acordáis? “Me cuesta trabajo entender cómo de verdad hay gente que no entiende la puta vibra, güey”, dijo entonces. Está claro que ella lo entiende, y marcas como Gucci, Miu Miu o Prada también, no en vano han hecho colaboraciones con ella o la han invitado a sus desfiles. En este número, nos sentamos con María para reflexionar acerca de muchas cosas: del cringe, de Internet, de su arte o del síndrome del impostor. Todo para tratar de conocerla mejor y entender cómo ha conseguido crear esa especie de refugio online donde se convierte en nuestra mejor amiga.
Entrevista extraída de ACERO vol. 11, publicada en julio de 2025. Hazte con tu copia aquí
Como buena cáncer, María Bottle tiene una sensibilidad innata por el arte, la moda y, en general, por todo aquello que la rodea. Empezó en esto de las redes por pura diversión, y porque en pandemia, la mejor forma de matar el aburrimiento era precisamente subiendo vídeos a Internet. Ahora, cinco años después, acumula más de cuatro millones de seguidores en TikTok y más de un millón en Instagram. Y es que María es de esas creadoras de contenido que una vez le has dado al follow no te quitarás de la cabeza.
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Chaqueta TERNURX, gafas PRADA.
First things first. Para todo el que no te conozca, es decir, para toda esa gente que no viva crónicamente online, ¿cómo te presentarías?
Pues… como persona, ¿no? (risas) Soy María Bottle, mexicana, creadora de contenido, me encanta el arte y soy una persona amorosa. Eso es todo. 
¿Cómo dirías que se te percibe a través de la pantalla? ¿Es intencionado?
Por lo que me han dicho y, bueno, también por lo que intento reflejar, alguien que está para ti, como una hermana mayor. 
Empezaste subiendo vídeos con tus amigos, de hecho, casi todos ahora os dedicáis al mundo de las redes o tenéis una fuerte presencia en ellas. Para ti, Internet ha sido una ventana al mundo, has crecido gracias a ella, pero también te has autodescubierto frente a nosotros. ¿Cómo ves ahora cinco años después a esa versión de María que empezaba tan solo grabando con intuición para, simplemente, matar el tiempo y divertirse?
Con mucha ternura, la verdad, con mucha emoción. Me da sentimiento porque creo que, si algo he podido mantener hasta hoy, es el hecho de que me sigan gustando las cosas que hago. Eso me da paz. Nunca imaginé que algún día podría hacer algo con las redes. Literalmente empecé solo por diversión. 
En YouTube tienes un vídeo de hace tres años donde precisamente reaccionas a tus primeros TikToks. En él te pasa una cosa que nos pasa a muchos al mirar atrás, y es que te das cringe a ti misma. ¿Qué opinas del cringe?
Algo de lo que me he dado cuenta del cringe, es que te da de los momentos del pasado más cercano. Quiero decir, siento que de dos años para acá siempre te va a dar cringe tu persona, pero más allá, como que lo vas aceptando y lo vas amando. Ahorita, por ejemplo, ya no siento cringe de la época sobre la que hice ese video, ahora siento cringe de cuando hice ese otro de hace menos. Siento que es un rechazo natural. Tampoco es fácil para mí, quiero decir, yo subía como cinco TikToks al día, tengo para recordar todo lo que he vivido. 
¿Te da miedo o respeto tu huella digital?
Tengo tantas cosas... A veces intento meterme a borrar, pero no puedo. Es imposible. Tampoco soy como esa gente que piensa, ay, mis hijos cuando lo vean. Simplemente me da cringe. Tampoco hice nada malo, ni nada que me preocupe que lo vea alguien.  Es parte de lo que soy. Un amigo me dijo un día: “Tienes que agradecerle a esa Meri, porque gracias a ella estás aquí, no te confundas”.
¿Has sentido alguna vez que al profesionalizar tu contenido y poner dinero de por medio grabar vídeos ha perdido parte de esa diversión que sentías al principio?
No. Bueno, quizá alguna vez, pero creo que mi público se da cuenta. Siempre trato de que todo lo que hago me guste. Si no te gusta algo, mejor no hacerlo, porque 100% se percibe del otro lado. 
Bueno, al final tienes un millón de seguidores en Instagram y cuatro en TikTok. ¿Eres consciente de la cantidad de gente que te sigue? ¿Te da respeto? 
No (risas). Siento que nadie ve mis videos de YouTube, quizás solo dos personas. No lo dimensiono para nada. Sé que me sigue gente, pero tampoco siento que la gente me mira. Es extraño. 
Al final, con tanta gente siguiéndote, es muy fácil que tus vídeos sean virales. De hecho, eres la creadora del audio: “Me cuesta trabajo entender cómo de verdad hay gente que no entiende la puta vibra”. ¿Qué es para ti la puta vibra? ¿Cómo nace ese audio? ¿Esperabas que llegase tan lejos?
Siento que, en el momento en que lo hice, era algo muy distinto a lo que terminó convirtiéndose. En ese entonces, yo seguía viviendo en Querétaro y un día pensé, ¿cómo puede ser que haya gente que me siga criticando por cosas que a mí ya se me habían olvidado? Era algo que no podía entender. Eso es la puta vibra: vivir y superar esas mentes tan cerradas. Ahora creo que ha evolucionado hacia una máxima de hacer lo que quieras sin que te importe nada; por ahí va más el trend, y me gustó. Nació como algo que atacaba, cargado de rencor, y al final se ha convertido en algo lindo. Eso está padre.
Hablando de la viralidad, ¿cómo llevas el llegar de repente a personas que no son de tu misma burbuja, es decir, que no entienden la puta vibra?
Depende. Antes me peleaba mucho con la gente, mucho. Pero ya entendí que a todo el mundo se le puede enseñar algo, y que convivir con personas que no te entienden, que no te caen bien y a las que tú tampoco les caes bien, te abre el mundo. Pensar en eso también me recuerda que estos haters existen en la vida real y no solo viven en la pantalla.
¿Cómo ves el hate? ¿Lo ves como algo positivo? Quiero decir, cuantos más comentarios, más engagement, y cuanto más engagement, más te premia el algoritmo.
Durante mucho tiempo sí lo vi así. Pero ahora estoy en un punto donde creo que es doloroso. Lo que me molesta no es tanto lo que me digan, me molesta cómo te deshumanizan, y yo no me puedo defender porque entonces los alimento. Es como si alguien estuviese pegándote todo el tiempo y tú tuvieses que quedarte parada. Está feo. Así que prefiero no tener engagement a tener mucho por el hate. 
¿Mata el algoritmo la creatividad o la impulsa?
Yo amo el algoritmo, en el sentido de, toma mis datos y enséñame lo que quiero ver. Pero creo que si abusas se te cierra el mundo muy cañón. Por ejemplo, yo pensaba que todo el mundo era como yo, y no, solo es que en mi algoritmo todos piensan como yo. Cuando sales y conoces a alguien que no es como tú, te parece algo muy loco, y eso genera una división tan fuerte que se convierte en un problema.
Aparte de creadora de contenido, eres artista. Tengo entendido que en más de una ocasión te has visto sumergida en alguna que otra crisis de identidad artística e incluso has llegado a sentir el síndrome del impostor. ¿Cómo trabajaste en eso?
Mi hermano me mandó un video, ahora no me acuerdo del nombre de la chica que daba el discurso, pero ella decía que el síndrome del impostor se inventó para las mujeres. Me paré a pensarlo y dije, güey, ¡claro! ¿Tú cuándo has visto a un hombre pensar que no es suficiente? A lo mejor uno comparado con las cien mujeres que lo dicen todos los días. Entrar en ese mood ayuda a ver que no eres la única. Tengo frases escritas en mis libretas como ‘yo sí puedo pintar bien’, y todos los días trato de vivir con esa idea. Pero, la verdad, es que todavía no lo he superado (risas). Muchas veces solo pienso que soy un hombre, ¿sabes? Muchas veces me pregunto, ¿cómo me voy a llamar artista si no lo soy? Pero luego veo que ellos lo hacen tan fácil que pienso, pues voy a ser como ellos. Si ellos se atreven, yo también.
Ese tipo de momentos son periodos por los que todo artista pasa. Sin embargo, ¿crees que con el bombardeo constante de información e imágenes que tenemos ahora mismo con las redes, y también esa facilidad de comparación, se intensifican ese tipo de sentimientos?
La comparación es horrible. Yo tengo silenciada a toda la gente que sigo, la verdad, a casi toda. Porque me di cuenta de que me empecé a comparar y dejé de disfrutar de mi proceso. Creo que es bien importante entender que no todos escribimos la historia con la misma pluma. Cada quien tiene su background y consigue sus cosas. La comparación es la muerte del alma. 
A veces ese bombardeo nos abruma, pero yo soy de las que piensa que, en su justa medida, esa facilidad que tenemos ahora para buscar imágenes o referencias es más positiva que negativa. Hace relativamente poco subiste un TikTok hablando de copiar. En él decías: “A veces, copiando, encuentras cosas que nunca se te hubieran ocurrido, que te gustan o no quieres hacer […] Copiar es importante a veces para encontrar tu estilo y decir, de aquí me gustó esto y esto”. ¿Qué te ha enseñado a ti el acto de copiar sobre tu identidad creativa y la forma en la que te construyes día a día?
Como te decía, el silenciar toda esta información que te llega a todas horas es importante, porque mata tu proceso creativo. Creo que para buscar referencias tienes que estar en un momento en el que tú te quieras empapar de ellas, y te metas a buscarlas con intención, con ganas de agarrar cosas, pero no todo el día. Si hay esta intención de buscar información, las redes sí funcionan y es distinto. Y sobre copiar, justo ya leí ese librito que habla de robar como un artista, y me gusta porque dice que lo importante es la curaduría de las cosas, que al final siempre estamos usando referencias de todo. Ahí es donde está el arte de copiar: en hacer una curaduría, no solo copiar por copiar. También es parte de encontrar tu propio estilo.
¿A quién copias o has copiado?
En cuanto a arte, a veces busco obras que me gustan y las hago a mi manera. Nunca salen a la luz, pero me ayudan a decir, me gusta cómo uso este color aquí y nunca lo hubiera pensado, mejor voy a empezar a hacerlo. Empiezas a adaptar cosas de ciertos artistas en tu obra. ¿A quién copio? A los grandes, por ejemplo, Frida, Goya, Diego Rivera...
En cuanto a outfits, trato de meterme en programas de Disney Channel, de cuando se vestían así chistoso. A lo mejor no me lo pondría tal cual pero, por ejemplo, de esta forma descubrí que me gustaban los pantalones capri, copiando un outfit de Disney Channel, de Zack y Cody: gemelos a bordo
En el vídeo Mi inspiración este verano empiezas hablando de lo mucho que te inspiran las señoras mayores que ves por la calle, y dices: “Me gustaría más bien entender de dónde viene su inspiración, ¿ellas de dónde se inspiran? ¿O por qué visten como visten? ¿Por comodidad…? ¿Así se vestían antes y eso era lo cool?” La pregunta es: ¿por qué te vistes como te vistes? ¿Es algo que sueles plantearte a menudo?
Sí. Todo el tiempo. Es en lo único que puedo pensar, es como mi imperio romano. Especialmente de la gente. ¿Por qué escogieron eso? ¿Por qué les gusta eso? ¿Quién les dijo? ¿Quizás fue su mamá que les dijo que era lindo? Por ejemplo, mi color favorito es el rosa porque el color favorito de mi abuela era el rosa, y todo lo suyo era rosa. Entonces es un color que va conmigo por eso. Pero, por la misma razón que el rosa era el favorito de mi abuela, a mamá jamás la vas a ver con algo rosa. También me perforé el ombligo, era algo que quería hacer desde chiquita porque mi prima, que era supercool, tenía el ombligo perforado, y por eso se me hace cool a mí también. Todo te gusta o no te gusta por algo, y eso a mí me apasiona. Siento que eso es lo que me encanta de la moda en general, todas las influencias. 
¿Qué tan consciente eres del impacto que tiene tu estilo en la forma en que los demás te perciben? ¿Cómo te influye esto?
Muchísimo. Cuando quería rentar un piso en México, yo no entendía por qué, pero nadie me quería rentar. Tengo una amiga que es más conservadora, por así decirlo, y de hecho es consultora de imagen, y un día, después de una cita, fui a comer con ella y le conté. Me dijo: “Es que vestida así, ¿cómo crees que te van a rentar?”. Entonces, al día siguiente fui con un trajecito y con cubrebocas, porque aparte traía gemas en los dientes, o sea, imagínate. Y ese fue el departamento que me rentaron. Así que sí, creo que en ciertas cosas hay que tener cuidado; desgraciadamente, a veces tienes que cambiar un poco. Pero ya, solo es saber con quién hacerlo, como en cosas de trámites y así.
Siguiendo en esta línea, mientras preparaba las preguntas me han venido a la cabeza un par de citas del libro Miedo y ropa en América, de Cintra Wilson. Ella dice: “Con frecuencia, lo que vestimos actúa como mecanismo de sobrerrecompensa para un manejo de neurosis, debilidades de carácter, inseguridades sociales, ansiedades sexuales o corporales, y otros miedos y decepciones que uno considera tan vergonzosos y horribles que incluso se los oculta a sí mismo.” ¿Qué papel dirías que juega tu propia vulnerabilidad en tus decisiones a la hora de vestirte? O ha jugado, ya que en varias ocasiones has sacado ropa en vídeos diciendo que te la compraste cuando ibas de hetero.
Mucho. Y no solo en el aspecto físico, también en el sexual, pero sobre todo en los miedos, diría. El miedo a ser juzgado o el miedo a ser acosado, todo este tipo de cosas son superinteresantes. En mi caso hubo mucho tiempo en el que no me gustaban mis rodillas, todavía  a veces me pongo algo y me digo, no, no, no supéralo, supéralo. Por eso también amo los capris, y los uso mucho. También me pasa con los zapatos, que nunca encuentro de mi talla, al menos en mi país. ¿Sabes qué, también? Cuando llevo algo que me hace sentir insegura, como podría ser algo escotado, todo el resto de mi outfit tiene que ser algo que me haga sentir cómoda y tengo que usarlo en un espacio en donde me sienta cómoda, la primera vez al menos, como si fuera terapia de exposición. La ropa forma parte de poder superar cosas que te dan miedo o que no te gustan.
¿Y tu estado de ánimo? ¿Juega un papel importante en eso?
Si me gusta cómo me visto, estoy feliz. Si no me gusta cómo me visto, no estoy feliz. Así es mi vida. Si quiero salir de fiesta y no me gusta mi outfit me voy a querer ir a dormir temprano, y si me gusta mucho voy a hacer de todo para quedarme hasta más tarde. 
¿Cómo dirías que ha evolucionado tu estilo a medida que te has ido conociendo a ti misma?
Mucho. Hace unos dos años estaba en un momento de, por fin puedo vestirme como yo quiero, voy a hacer una locura. Ahora estoy en un punto que digo, qué rico estar más cómoda. Ahora estoy enfocada más en mi comodidad física, y antes un poco más en mi comodidad mental de aquel momento, que era ser mucho más expresiva con mi ropa. Pero ahora estoy más contenta, porque sé lo que me gusta. 
¿Qué lugar ocupa la intuición a la hora de decidir qué te pones? 
Uy, muchísimo. No tanto a la hora de decidir qué me pongo, sino más a la hora de comprar las cosas. Las compras para mí son un momento í-n-t-i-m-o. A mí me gusta ir sola de compras e ir escaneando. Cuando mi intuición me dice esto, es esto. Pero tienes que estar conectada con lo nuevo y con todo lo que viene en tu vida. 
¿Y las tendencias?
Soy víctima, la verdad. Pero es que aunque no quieras te las meten en la cabeza, no te das cuenta. Con los polka dots dije, ahí es, estoy loca. Y de la nada vi que era una tendencia. Ups, caí. Al final, es una cosa de conciencia e intuición, de pensar, ¿me gusta de verdad o me gusta porque se viene de moda?
En el libro que te mencionaba antes, Cintra también dice: “La gente desarrolla guardarropas que reflejan su paisaje interior y exterior tan bien como los patrones climáticos del lugar donde vive”. El verano pasado te lo pasaste en Londres haciendo un curso de arte en London Art School. ¿Crees que tu estilo cambió? 
Sí. Más que por Londres, fue porque estaba escuchando Brat y me dejé influenciar completamente por todo el trend del brat summer. Ahí andaba yo con el delineador corrido, y ya. Siento que sí influyó. También vivía mucho de noche. Además, caminaba mucho, en México camino, pero salgo a caminar con mis tenis, vuelvo a casa, y me cambio a mis zapatitos. En Londres no, todo el día iba a caminar. Eso sí cambia, el espacio en el que te estás desarrollando. 
¿Qué diferencia había entre la María de México y la María de Londres?
Creo que no hay diferencia, es más que intento encontrar a la María de Londres en México. La María de Londres era más libre. Al final yo estaba haciendo lo que más me gusta, que es pintar, entonces trato de mantenerla viva como si fuera mi niña interior. 
Eres muy fan de la moda que se hace en México. ¿Nos recomiendas algunas de tus marcas mexicanas favoritas?
Hay muchas, por ejemplo, te puedo decir Abl Esstudio, Tanamachi, Valeria Anastasia, Sabrina Ol, Estudio 1999, Almami y Sentimiento.
Hablando de moda, ¿cuál fue tu primer desfile? ¿Cómo fue?
Mi primer desfile en Fashion Week fue Miu Miu, hace como tres años. Fue lo mejor. No hay un sentimiento como el de la primera vez. Los shows te los confirman una semana antes, estaba en México y me mandaron la invitación. Fue muy emocionante. Fue una locura, en la vida me lo imaginé. No porque pensaba que no pudiera, es que ni siquiera lo pensé. Fue mágico, fue hermoso, emocionante. Luego caminé con mi look por París, feliz. 
Las primeras veces siempre son especiales. ¿Recuerdas cuál fue la primera marca con la que trabajaste?
Sí. Un restaurante de jugos detox en Querétaro. Creo que me daban así un jugo al mes y les tenía que hacer un post. 
Desde entonces has trabajado con Gucci, Prada, Valentino, Miu Miu, ¿ha cambiado tu forma de entender el lujo desde que empezaste a colaborar con estas marcas?
Claro. Ha cambiado de muchas formas. Creo que ahora soy más consciente del trabajo y de la historia de las marcas. Antes no conocía todo lo que hay detrás, y cada vez voy aprendiendo más, lo cual se me hace supermágico. También me apasiona cómo, en ciertas marcas en específico, hacen las cosas con tanto cuidado y tantas referencias. Es muy emocionante todo lo que hay alrededor, la historia de cada marca. Creo que ahora las veo más como arte, arte puro.
He visto que en la página de tu agencia se dice que eres conocida por humanizar las marcas, el lujo. ¿Cómo dirías que lo haces? ¿Hay alguna clave?
A lo mejor, justo de esa forma: entendiendo el lujo como arte, sin usar guantes para hacer un unboxing. Es importante cómo lo usas, cómo forma parte de ti y de tu vida, cómo cambia con el tiempo. Ver el valor que realmente tiene, no tanto como, miren lo que tengo, sino preguntarte por qué lo tienes y qué significa para ti. 
Si pudieras colaborar con una marca para sacar tu propia colección, ¿con cuál sería?
Ay, no sé, con todas, con la que me quiera (risas).
Has colaborado muchas veces con Bimba y Lola. Lo último que he visto es un vídeo analizando el estilo de tu madre y recreando tres de sus looks, ¿cómo fue para ti trabajar con ella en ese proyecto? 
Increíble. Mi mamá es lo máximo, es mi ídola. Llevarla un día conmigo fue muy divertido. Ella siempre está detrás de mi mente, la tengo ahora aquí contestando conmigo, todo el tiempo. Fue muy divertido. También la llevé el año pasado a un show y fue lo mejor que me pudo pasar. Nada como la paz de tenerla cerca. 
¿Hubo algo que te sorprendiera al redescubrir su forma de vestir?
Sí, que nada es gratis. Mi mamá está loca, mi papá está loco, y tenían que tener una hija así como medio rara. Son tipos extraños y por eso soy como soy, eso me da paz. No solo soy rara, soy rara porque me crearon así, y eso es lindo, soy parte de algo. 
¿Qué es lo que más te gusta de Bimba y Lola?
Es una marca que me encanta desde hace tiempo. Cuando llegó a mi ciudad, era muy emocionante ir a la tienda. Me hizo ver que sí existían cosas más loquillas, justo las que a mí me gustaban. Porque, claro, casi no existía el online shopping. Para mí, eso significó mucho. Ahora, trabajar con la marca, después de haber ido solo a mirar la tienda, es algo parecido a un abrazo al alma. 
¿Quién sería María Bottle sin las redes?
Ay, voy a desarrollar una crisis (risas). No, no es cierto. ¿Quién sería? Esto me lo pregunto todos los días y trato de mantener esa pregunta cerca. Pero no lo sé, no tengo idea, y estoy agradecida porque me ha llevado a sanar muchas cosas y a aventarme a muchas otras que sin las redes quizás me hubiera arrepentido. Supongo que simplemente sería María, con mucho síndrome del impostor. 
¿Piensas en cómo va a evolucionar tu yo actual en el futuro?
Trato de mantenerme en el presente, pero sí, lo pienso. Quiero estar contenta, y lo que me hace feliz es pintar, así que buscaré la forma de lograrlo, aunque no sea mañana ni en una semana, pero sí a largo plazo. Eso es lo que imagino para mi vida.
Y ya para terminar, mirando al futuro, ¿qué tipo de legado te gustaría dejar? ¿Cómo quieres que te recuerden más allá de tu huella digital?
A mí lo único que me importa es haber generado, en algunas de las personas que me siguen —que son millones, no me lo puedo creer (risas)—, un ‘atrévete’, un ‘está bien’, un ‘no tengas síndrome del impostor’. Ser como una hermana mayor y un abrazo para alguien. Eso es algo que a mí me habría gustado tener cuando era más pequeña.
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Chaqueta TERNURX, falda BIMBA Y LOLA, ropa interior MIU MIU, zapatos VALENTINO, gafas PRADA, cinturón JESSICA DESIREE, anillo y pulsera CARTIER.x
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Top y bufanda TERNURX, falda ROBERTO SÁNCHEZ, pulsera CARTIER.
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Bufanda y top TERNURX, anillo CARTIER.
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Full look GUCCI.
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Top, shorts y calcetines FRANCHESKXA, zapatos GUCCI.