¿Y si hubiera alternativas menos catastróficas para plantearnos el futuro? Es evidente que las predicciones no son precisamente positivas, que tenemos que hacer muchísimos cambios y aprender a relacionarnos más respetuosamente con nuestro entorno, pero, ¿y si el fin no fuera el fin sino un nuevo comienzo?
Entrevista extraída ACERO Vol. 1. Adaptada a la versión online. Hazte con tu copia aquí.
Maria Arnal, cantante del dúo que forma junto a Marcel Bagés (aunque lo podríamos llamar trío si contamos con la participación en todos los procesos del productor y guitarrista David Soler), canta a la vida, canta al fin, canta al futuro, canta en coro a mil y un entes que le devuelven su grito clamoroso con historias viejas, nuevas, reinterpretadas o nunca escuchadas, historias que nos traen esperanza y que nos permiten imaginar un futuro distinto. Todas ellas son las que conforman Clamor, el último álbum publicado en marzo del año pasado y uno de los grandes discos de 2021 sin duda, en el que a lo largo de once canciones demuestran, una vez más, que son capaces de hipnotizar al público aunque sea de forma muy distinta a cómo lo hicieron con 45 cerebros y 1 corazón. “Si tienes que hacer cosas pensando en si vas a gustar a un público que no sabes ni siquiera cuál es, lo más probable es que te pierdas a ti”, sentencia Maria. Y es que han pasado de estar encima de un escenario con poco más que una sola voz, una guitarra y los arreglos de David, a dar voz a cabras, ballenas, ríos, bosques o a Spwan, nombre que recibe la inteligencia artificial de Holly Herndon, y que participa en la reinterpretación del Cant de la Sibil·la
Si 45 cerebros y 1 corazón trata la memoria y la importancia de recordar, Clamor pone esa historia en voz extraña pero conocida, en un lugar totalmente descontextualizado, creando una tensión que sale en forma de chillido, de grito. “Clamor es ese coro que aparece en un momento de incertidumbre en los que hay quienes son capaces de soñar muy alto y muy brillante y quienes ven la pesadilla y lo más oscuro.”
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Hola Maria, antes de nada, ¿podrías presentarte para aquellos que no te conozcan?
Soy Maria Arnal, y digamos que mi medio es la música. Lo que más me apasiona es cantar y la voz, la voz humana especialmente. Mi trabajo consiste en crear canciones y trabajar ideas a través de la música para conseguir emocionar, provocar, cuestionar y sobre todo para inspirar.
Hace ya casi un año que salió vuestro segundo álbum, Clamor, habéis hecho diferentes directos y de todo tipo, luego entraremos un poco en esa puesta en escena, pero, cuéntanos, ¿en qué punto te encuentras ahora mismo? ¿Ya estás en el próximo trabajo o te estás tomando un tiempo de descanso?
Estoy contentísima, muy agradecida a la vida por poder dedicarme en cuerpo y alma a lo que más me gusta del mundo. Hace un año que empezamos a presentar el directo de Clamor sin haber salido el disco, el disco salió en marzo pasado, pero a mí me parece muchísimo más. Ahora me encuentro en una situación de mucha actividad porque tengo varios proyectos que aún no puedo desvelar. Pero también me encuentro trabajando ya en el siguiente álbum, claro que sí, porque eso es al final lo que más me gusta, inventarme historias. Y básicamente estoy aprendiendo muchísimo, estudiando para ser cada vez mejor musico y mejor cantante.
¿Aún quedan directos de Clamor por delante, verdad?
Sí, sí, aún quedan. Los estoy disfrutando mucho. Ahora que el disco ya está presentado, la gente se sabe las canciones, viene a tope. En este año será la última etapa de la gira, y ofreceremos más novedades en el espectáculo, principalmente para no aburrirme yo a mí misma (risas), pero también porque tenemos un público que le gusta mucho repetir, así que podrán disfrutar de conciertos distintos. Aunque cada concierto es diferente realmente, pero, bueno, poder añadir diferentes versiones, nuevos arreglos y esas cosas siempre es guay. Me encuentro en un momento genial, rodeada de gente que admiro muchísimo, que son grandísimos profesionales, que trascienden el entorno musical. Y súper agradecida por el recibimiento que ha tenido el disco, y por lo que está pasando en los conciertos que es realmente muy especial.
Supongo que hacer de tu mayor afición, de lo que más te gusta, tu trabajo, ya lleva un poco a esto de no parar, ¿no?
¡Claro, es que es una suerte! Mi trabajo es como un alivio, porque si no pudiera cantar sería una tortura. Mi madre siempre me recuerda que yo cantaba antes de hablar, y si no empecé antes a dedicarme a la música fue porque no creía que fuera capaz. Era más una cuestión de confianza que de talento. Y me he dado cuenta de que hay mucho talento que viene de la capacidad de confiar, porque el talento al final es un proceso, es un potencial que tú alimentas o desalimentas. Ahora siento que este es mi lugar y que no tengo que hacer nada, no tengo ni que luchar por tenerlo, ni que rendirme, nada, solo tengo que hacer. Hay ciertas presiones, claro, porque es un tipo de trabajo que siempre se completa con un público, y a veces también temes que ese público un día desaparezca, o que no crezca lo suficiente o lo que sea. Pero creo que tienes que seguir haciendo, haciendo, haciendo y confiar.
¿Tienes un proceso de trabajo, de creación, único o cambia según el álbum o según el proyecto?
Me gusta trabajar con cosas que no haya hecho antes, siento mucho rechazo por lo que ya he hecho, necesito esa sensación de novedad. Lo que también provoca que a veces las cosas no salgan muy bien, porque es la primera vez que las haces, pero tienes que seguir ahí y aprender. Por otro lado, intento tener una disciplina de aprendizaje basada sobre todo en mi instrumento, que es la voz. Y por último, aprender mucho de mis compañeros, David y Marcel, todo lo que tiene que ver con hacer arreglos, con componer. Soy como una niña pequeña que quiere saberlo todo (risas). Realmente, si estas en la práctica artística y más o menos tienes una disciplina constante, el nivel de aprendizaje es rápido y es alto, y entonces es brutal. No por llegar a un lugar en el que se supone que tendrías que estar, sino por diversión, por libertad de aprender a tener otras cosas que no he hecho. Y como he empezado tarde a cantar siento que tengo mucho recorrido aún. Por eso también me encanta tener proyectos que sean más experimentales, o más periféricos, o incluso que no estén dentro de la estructura de la música que se basa en un tipo de canciones y tal, sino que sean alternativas para poder aprender de esas técnicas que luego seguro que voy a llevarme a las canciones.
Entonces, ¿cuál sería la gran diferencia entre 45 cerebros y 1 corazón y Clamor a nivel creativo?
Con 45 cerebros mi intención era que la voz estuviera muy bien y que el repertorio molara y el concepto estuviera ahí. Con Clamor quería que todo lo visual tomara mucho más protagonismo, porque el disco está situado en un ambiente que no es el presente, es un espacio muy imaginativo, muy fantasioso, entonces quería jugar visualmente a ese juego yo también. Siempre había ido con un estilo muy de calle en el escenario, y aquí quería realmente decir: me estoy divirtiendo disfrazándome. Ya no hago de Maria tal cual, hago de Maria hablando desde otras voces. Cuando terminó la gira de 45 cerebros tenía claro que quería hacer algo totalmente distinto, no para negar lo que habíamos hecho sino para ir hacia otros lugares.
En Clamor ha habido cierta dificultad añadida porque, como ha dicho Marcel en algunas entrevistas, habéis hecho el álbum casi a la distancia, ¿verdad?
Sí, casi todo a distancia. Durante la pandemia yo pasé casi todo el confinamiento en Antenas, porque estuve viajando muchísimo y era una de las cosas que más me interesaba; poder decir, ¿por qué tenemos que seguir haciendo canciones como hemos hecho hasta ahora? Tengo que venir yo a tu casa a grabar, ¿por qué no puedes venir tu a la mía? ¿Por qué no puedo estar yo donde sea con mi ordenador y pasarte mis ideas? Y así lo hicimos, y la verdad es que ha sido brutal porque creo que es muy importante cambiar los procesos artísticos, y sobre todo cuando compartes con otra gente. No creo que tenga sentido pensar en hacer cosas distintas si los procesos son los mismos. Creo que nunca hubiésemos llegado adonde llegamos si yo hubiera estado en Barcelona. Nos comunicábamos como con cartas, de ida y de vuelta, con información distinta, "esto me mola más, esto me mola menos, por qué no pruebas con esto y con esto otro..." Luego para terminar de concretarlo, sí que volví aquí.
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Camisa IKA.
¿Y a nivel practico cómo fue? ¿Tú escribías las letras, le enviabas a Marcel…?
Sí, todas las letras son mías. Incluso El cant de la Sibil·la que es la única no original, pero que es una adaptación. Soy muy poco generosa en mis procesos, sobre todo con las letras, no sé cómo decirlo, pero yo soy mi criterio. Cuando estoy convencida está acabada, pero si no lo estoy, no lo está, y no hace falta compartirla. Por lo que muy pocas veces cuando entrego la canción cambio algo, la he hecho y ya está. O ya la he compartido con quien quería compartirla; cada canción tiene un poco su historia. Pero en este disco me costó mucho encontrar el tono, encontrar el lugar. De hecho, la primera canción que escribí es una canción que nunca salió en el disco, ni va a salir, porque es una canción en la que no logramos ponernos de acuerdo sobre cómo encontrar el tono, y a mí había unas cosas que me encantaban y otras que no, y para Marcel y David era al revés.
¿Crees que ellos están más en concordancia en la toma de decisiones por venir desde la producción, venir un poco desde un lugar parecido?
En algunas cosas sí, en el sentido de que los dos son guitarristas y tienen trayectorias mucho más largas que la mía, sobre todo David, que ha trabajado con mucha gente. Quizás también en el carácter son dos personas que se parecen bastante, pero son muy diferentes a la vez en la manera de crear y en la manera de ser. Realmente hay una triangulación entre los tres, no hay dos partes. Aunque en Clamor, quería que alguien estuviera ahí dándome feedback, y por eso le pedí a José Luís de Vicente, que es comisario de arte y trabaja en Sónar+D, que me acompañara en la dirección artística y lograr tener ese feedback, su acompañamiento ha sido fundamental.
Clamor lo terminasteis hace mucho tiempo, más de un año, ¿puede ser? Tengo entendido que lo querías presentar para el Sónar del año pasado, ¿cómo ha sido esta espera, este cambio de planes? Entiendo que teníais el programa ya cerrado, directos y presentación del álbum y posterior publicación. ¿Cómo os lo habéis tomado? ¿Ha sido frustrante la espera? ¿Has aprovechado para hacer algún cambio de última hora?
Si hubiera salido cuando tocaba, hubiera sido otro disco sin duda. No es que estuviera en la nevera terminado durante 6 meses, qué va. Como somos unos yonquis, aprovechamos la pandemia para hacer cambios hasta el último momento. Ha sido un momento de mucha incertidumbre, y había mucha más presión de lo normal para que fuera bien. Y si ya es un segundo disco con un primero que ha ido guay, ya era una presión de “vale, este tiene que molar”. Además que con esta situación, mucha gente de nuestro sector lo ha pasado fatal, por lo que queríamos estar muy contentos, tanto si iba mal o iba bien, al menos estábamos contentos de lo que habíamos hecho.
De hecho, antes de que saliera, agotasteis entradas en Barcelona y Madrid y tuvisteis que poner más fechas, e incluso esos tres días seguidos en el Teatro Tivoli. ¿Cómo recibís ese apoyo incondicional del público, que sin haber escuchado ni siquiera el álbum ya corre a veros?
Pues brutal la verdad, son estas cosas con las que dices, ni de coña lo voy a dar por hecho, es brutal. Me siento tan afortunada y agradecida.
Ese incondicionalismo viene dado por el rotundo éxito de 45 cerebros y un corazón, y antes comentabas la presión por las expectativas puestas en este siguiente trabajo, ¿no?
Total, total. No sé, pienso mucho en que los artistas que me gustan son los que me sorprenden, los que se atreven a hacer cosas nuevas y no se quedan en el mismo disco toda la vida, así que es lo que he hecho. También me podría haber salido un disco igual, pero no ha sido el caso.
¿En algún momento te planteabas, joder, espero que guste”?
¡Claro que sí! Tampoco tal cual, porque hay un punto en el que te puedes perder mucho en eso, pero siempre se piensa eso en esta profesión. Aunque lo importante es que te guste a ti, porque vas a ser tú quien va a tener que comérselo cada concierto, vas a ser tú quien va a estar trabajando en esto dos años, vas a ser tú quien va a tener que defenderlo en las giras; tú tienes que creer en eso. Puede pasar que pierdas una parte del público, si, pero si tienes que hacer cosas pensando en si vas a gustar a un público que no sabes ni siquiera cuál es, lo más probable es que te pierdas a ti misma. ¿A quién le inspira alguien que está haciendo algo para complacer a alguien o a algo que ni siquiera sabe lo que es? Otra historia es si quieres hacer música comercial, entonces dices, vale, voy a hacer esto, con estos ritmos, con estos sonidos, con estos efectos, con tal, pero esta no es mi movida, está claro a estas alturas (risas), aunque me encantaría también. Me encanta la idea de los hits.
Bueno, Tú que vienes a rondarme es un hit indiscutible.
Es un hit, sí. Y pienso, bueno, algún día me saldrá otro. Pero igual no serán todos así. Y está guay porque hay canciones, como La Sibil·la, que para mí es brutal, o Meteorit ferit me encanta, no me las perdería para nada.
A menudo compartes la idea que engendra la obra, expones tus inspiraciones y las pequeñas obsesiones que te llevan a componer. Supongo que te nace solo, pero como seguidora y fan de vuestra música lo agradezco mucho, ya que te da la oportunidad de descubrir los caminos que te han llevado ahí: cosas, gente, proyectos...
Para mí la música es eso, una manera de explicar historias. Y la propia historia de la creación de algo, que antes no existía y ahora existe, también te hace entender cómo puede ser un proceso artístico, y cómo es el mío propio en concreto. Estos procesos muchas veces vienen dados por otras piezas artísticas, películas, libros, versos, por otros autores que me han inspirado, o incluso por las personas que tengo cercanas, mis amores, mis hermanos, mi familia. Me es muy natural compartirlo, pero jamás me había parado a pensarlo.
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Vestido MORLE, corsé de piel PLEIN SUD para Le Swing, pendiente AGUSTINA ROS.
Como decíamos antes, es prácticamente imposible identificar todas las voces que participan en Clamor, pero centrémonos, por ahora, en las voces humanas. Cuéntanos cómo ha sido colaborar con tantos artistas como Holly Herndon, Kronos Quartet, Morphosis Ensemble, Tarta Relena, que también te acompañan el directo…
Ha sido brutal, la verdad. Trabajar con gente de este nivel es muy guay, es algo que enriquece muchísimo el lenguaje pop del disco, lo lleva hacia un lugar que creo que es super interesante.
¿Cómo surgieron las colaboraciones? Con Holly Herndon, por ejemplo.
Con Holly fue brutal, le escribimos un mail en plan a ver qué dice, y se animó a participar enseguida.
¿Os conocías de antes o ese mail fue el primer contacto?
No nos conocíamos, no. Fue a través de José Luís de Vicente, él la había conocido en el Sónar e hizo de intermediario. Luego escribí un mail, una carta muy bonita, él también le escribió otro, explicándole quién era La Sibil·la, qué era, la pieza de Maria del Mar Bonet, y que la idea sería que ella produjese el tema. Y la tía dice que sí, que venga. Entonces le contamos: “La idea es que esta Sibil·la no sea la misma Sibil·la, tiene que ser una de este momento, que pueda resonar con las crisis de este momento, no con las de hace 40 años”. Y entonces ella dijo: “Tiene que salir de la iglesia, esta Sibil·la tiene que estar en el campo”. Y, claro, totalmente. No podía estar a la medida humana, tenía que estar a la medida de todo eso que no es humano necesariamente. Luego Holly: "Tengo la visión de que esté en medio de un campo de cabras". Brutal. Y entonces, ¿dónde están las cabras? Fui a buscar a unas chicas de Badalona que son ganaderas y que tienen un proyecto de silvopastura y nos pusimos a grabar. Todas esas voces las grabamos con videos, con dos cámaras, con móviles, y luego le pasamos todo a Holly, y ella volcó todo ese material en Spawn, que es la inteligencia artificial que ha programado con su compañero y también artista Mathew Dryhurst. Fue increíble poder ver cómo trabaja, poder también estar con mujeres que producen, y hacerlo con un tema como es La Sibil·la que es tan poderoso.
En los directos participan Tarta Relena, ¿no?
Sí, son geniales. Bueno, también vienen Júlia Colom i Mireia Vilar cuando las Tartar no pueden. Y ahora también haremos la versión a trío, haremos una versión distinta del concierto, con otros arreglos. El elemento de los coros es brutal, a mí me encanta, pero creo que también puede ser muy interesante de la otra forma. Cuando vamos a trío también pasan cosas que son muy interesantes, y es guay poder tener las experiencias distintas, sobre todo en este último tramo de la gira.
 ¿Y la colaboración con Kronos Quartet cómo fue?
Con Kronos fue a partir de la actuación que hicieron en el Teatre Grec. Ellos buscaban una voz para poder cantar un par de temas, les enseñaron unas cuantas opciones y les encanté yo, así que brutal. Hicimos el concierto y fue como un flechazo, incluso me grabaron durante las pruebas de sonido para luego escucharlo e invitarme a participar en su disco, que lo grabamos en las pruebas de sonido, muy loco todo. Y como había ido tan bien tan bien, le dije a mi manager: «Oye, yo siento que si les digo que si quieren participar en el disco me van a decir que sí. ¿se lo pregunto?». Y él: “Si tú lo ves, adelante”. Y efectivamente.
Y aparte de todas estas voces humanas, la polifonía de entes no humanos que componen el álbum es una parte primordial de este trabajo. Tenemos las cabras, tenemos a Spawn (la inteligencia artificial), tenemos ballenas... ¿Qué más entes nos descubres?
Tenemos grillos, insectos varios, distintos pájaros también, un loro, bosque, viento, agua, ballenas en Hiperutopia, campanas. Y no sé si me dejo alguna, pero en los créditos del disco, en la parte de voces, salen todos.
Además de todos los referentes que hay escondiditos por el álbum: Alam Lomaz, Donna Haraway, Björk, que entiendo que siempre está por ahí también.
¡Todos estos y más! Cuando terminé 45 cerebros me di cuenta de que mi vida de repente estaba un poco destruida (risas). Había hecho tantos conciertos y había estado tan fuera de casa, que al volver sentí que necesitaba volver a plantar un jardín, volver a tener mi jardín. Estaba desentrenada de todo, porque había hecho monocultivo, entonces tenía como que volver a sembrar, volver a trabajar la tierra para que pudiera estar fértil, tirar todas las cosas que ya no me servían, plantar nuevas semillas, etc. Empecé a devorar lecturas, películas, todo eso que durante un año prácticamente había dejado totalmente de lado. Y de hecho, era una de las condiciones que no quería que se repitiesen con Clamor: hacer menos conciertos y en mejores condiciones. Porque de lo contrario, solo trabajas por un tiempo, que es 6 meses vista, pero, ¿qué pasa al año vista? Si no tienes nada, ¿qué es eso? Es un esfuerzo de la hostia.
Hablando de esta necesidad y esta urgencia de sembrar conocimiento y referentes para poder recoger creatividad, dinos un libro, canción o película que se muevan en el universo Clamor que nos ayuden a entrar o nos permitan quedarnos.
A ver, libro: Un apartamento en Urano, de Paul B. Preciado. Hay muchas palabras que salen este libro que salen en Clamor. Ah, y hay otro libro que es Canto jo i la muntanya balla, de Irene Solà. Lo leí cuando acabé el disco y fue como, ¡uau, qué heavy!
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Es que yo quería hablarte de este libro, estaba segura que sabias cuál era, pero no sabía si te lo habías leído. Pero ese punto común de dar voces a entes a los que no acostumbramos a escuchar me pareció increíble.
Sí, sí, es brutal. Con Irene hicimos una cosa también para el CCCB, fue genial poder trabajar juntas.
Volvamos a la anterior pregunta, te falta canción y película.
Canción... ¡Es que hay muchas! Bueno, el Cant de la Sibil·la o cualquier canción de Hildegarda de Bingen, mezclada con Björk y algo más, como mucho más industrial y agresivo de base. Y película, Retrato de una mujer en llamas, por ejemplo. No sé si es muy clamorosa pero es una de las películas que vi durante la creación de Clamor que más me gustó. De hecho pillamos un trozo de esa canción increíble que suena en el momento que está en la hoguera, ese sample iba en la canción esta que te he dicho antes que nunca saldrá. Una cosa que me gusta mucho de la película es que la directora, Céline Sciamma, con poco más que un vestuario, ha hecho una película de época, y lo encuentro chulísimo.
Clamor habla de deseo, cambios, transformaciones de los cuerpos, dar voz a entes que no nos paramos a escuchar, ¿querías explorar esta mutabilidad porque así os sentís como músicos o es algo más global? ¿Creéis que estamos en un momento de cambio tan potente como al que cantáis?
Me interesa mucho que mis canciones tengan escalas, juegos de escalas, es decir, que resuenen en una escala más íntima, de yo como cantante, como artista, como musico. Y también, cómo esa transformación que se ve en las letras, al final son mías, cosas que he sentido y las puedo explicar en la voz de un meteorito o en la voz de tal, pero me estoy sintiendo así y por eso quiero hacer esa canción. Luego también está la mutación como proyecto, el empezar siendo un dueto con voz y guitarra para pasar a lo que somos ahora con David. Es decir, dar la posibilidad de llegar a lugares que ni nosotros mismos hubiéramos imaginado nunca. Y luego, obviamente, eso resuena también con un cambio profundo. Creo que estamos en un momento de cambio, y que solo es el principio; entender cómo relacionarnos con el mundo, con la vida, y con eso que es mucho más que humano, y que vamos a tener que aprender y desaprender muchísimo en el futuro.
Desaprender es lo más difícil, ¿no?
Probablemente. Si 45 cerebros y 1 corazón era un disco que hablaba sobre la memoria como una manera de crear historias sobre el pasado, Clamor es esa necesidad de imaginar distinto para poder tener futuros que no somos capaces de imaginar aún. Y salir de ese tipo de historias que nos plantean que el futuro es un lugar distópico e imposible de vivir, de habitar, y que a la vez nos llevan casi a deprimirnos. Es un poco la idea de cómo pensar en futuros desde la potencia de las historias, cómo las historias nos pueden permitir imaginar distinto y darnos algo de esperanza, construir esas potencias en vez de restarnos poder.
Por lo tanto, ¿Clamor es el grito de fuerza que provoca la necesidad de mutación o es el grito que surge después del cambio como himno de nueva vida?
Clamor no es solo una voz, son muchas. Entonces están esas dos que dices, y dentro de las dos hay muchas más. Es ese coro que aparece en un momento de incertidumbre en los que hay quienes son capaces de soñar muy alto y muy brillante y quienes ven la pesadilla y lo más oscuro. Y cómo esas voces tratan de darse sentido a sí mismas, y cómo en coro encuentran sonidos que no eran capaces de imaginar en individual, pero también pueden reconocerse como únicas.
El álbum en general y el mensaje en concreto me evoca a la carta del tarot de La Muerte. Es una carta a la que, normalmente, la gente le tiene mucho miedo porque confunde su significado, representa el fin de ciclos y el inicio de otros, la transformación.
La Muerte es una carta de transformación profunda, profundísima. En el Tarot de Marsella, por ejemplo, el esqueleto de la muerte está encima de un suelo acuoso donde también están las cabezas del rey y la reina; la columna vertebral creo que está pintada de color azul, es como la médula que se reactiva, ese primer líquido que sostiene la nueva estructura del porvenir que se está despertando. Es muy interesante porque es como si matas a tus ídolos y por eso mueres tú también. Muere quien quería imitarles porque ya está ahí, entonces necesitas tener otros ídolos, otras cabezas, que dentro de unos años vas a cortar también, y al final del proceso va a ser la tuya. Esas cabezas, esos ídolos, que creíamos que eran necesarios para pasar por ese camino, pero que llega un momento en el que logras liberarte de esa necesidad de ser otro, porque ya has llegado ahí y ya eres eso, para volver a empezar, de nuevo (risas).
La primera frase del álbum, “Volver a empezar de nuevo”, doy por hecho que está ahí a consciencia, pero me gusta mucho que sea lo primero que se escucha. 
(Risas) ¡Sí!, estaba claro que la primera canción tenía que ser Milagro, pero nunca la escribí pensado que sería la primera. Eso lo haces cuando ves todas las cartas, justamente, y las ordenas.
Antes hablabas de ese jardín que tienes que cuidar, que es tu mente, tu corazón y tu creatividad para que vuelva a ser fértil. Hace tiempo que veo múltiples referencias al Jardín de las Delicias del Bosco, en marzo presentasteis Clamor en la sala del Bosco del Museo del Prado en un especial de Radio3, y hace poco publicaste en tus redes que crear este disco ha sido como crear un bello jardín secreto que llenas de cuidados para poder compartirlo y habitar en él para siempre. ¿Qué significado le das a esta obra? ¿Tiene que ver con Clamor o va más allá del propio álbum?
Este cuadro me ha acompañado toda la vida, de pequeña tenía la postal en mi escritorio de casa y durante muchos años me he ido fijando en los pequeños detalles. Es una pieza súper detallista que es abrumadora y está llena de historias, historias absolutamente increíbles y con un poder imaginativo y fantasioso único. Y quería que Clamor resonara con eso, es decir, que las canciones fueran como esas criaturas que ahí habitan, que fueran diálogos que solo pueden existir en la imaginación para iluminar nuestro mundo del día a día.
Siguiendo esta línea, hemos visto múltiples referencias a la Edad Media e, inevitablemente, a aspectos litúrgicos, como el citado canto gregoriano Cant de la Sibil·la o a Hildegarda de Bingen y su lengua ignota. 45 cerebros y 1 corazón era sobre la memoria histórica, la tradición, sobre ritos, ahora habéis reinterpretado y experimentado con todo esto, pero, ¿qué importancia tienen para vosotros estos ritos y el folklore? ¿Para haber innovación es necesaria la tradición?
Clamor también es un disco que habla sobre la necesidad de crear nuevos mitos, y de crearlos fantasiosamente, y La Sibil·la va un poco por eso. También, hay mucho de Grecia, porque estuve haciendo el disco en Atenas, y pensaba mucho en el peso de la mitología griega, ¡es que son miles de años atrás! y aún están esas historias flotando en el ambiente, pero no solo ahí, también en cualquier tienda de souvenirs de Atenas. Clamor habla mucho sobre estas historias que nos contamos en finales, muchas de estas historias se construyen encima de otras historias que vienen de esa herencia mitológica. ¿Cómo sería salir de ahí y crear nuevos mitos? ¿Cómo sería volver a una idea de paganidad? A algo previo a todo eso, mucho más conectados a los eventos cósmicos y a la naturaleza, esa mística que no se relaciona con la medida humana. ¿Qué historias de finales nos ayudan a convivir con nuestro futuro? Es que, ¿qué nos enseña el catolicismo sobre el futuro? Que hay que tener miedo, y que hay que vivir sin pecado, de una manera determinada, bajo las órdenes implacables de la moralidad católica para merecer el cielo ¿no? No sé, no es una historia que a mí me interese mucho.
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Vestido asimétrico MORLE, vestido ERNESTO NARANJO, zapatos AFT-R.
Pero entonces, ¿La Sibil·la?
La Sibil·la tiene origen pagano. Fue acogida por el catolicismo, siendo ella, en su relato como mujer, protagonista absoluta y elevada a profeta bíblica, es súper interesante. Más tarde La Sibil·la se cantaba en las misas, pero después en el Concilio de Trento se expulsó el Canto de la Sibil·la de la misa. Ahora pervive como patrimonio inmaterial de la humanidad en algunas zonas del Mediterráneo, sobre todo en Mallorca. Y se está recuperando en Barcelona la noche de navidad. Es que liturgia significa servicio, es el Sunday Service de Kayne West, pues sería un Sibil·la Service (risas), Solstice Sibil·la Service. Me lo voy a apuntar (risas).
¿Cómo llegas a ella?
Desde mucho antes de saber qué era La Sibil·la. Mis padres estaban obsesionados con Maria del Mar Bonet, así que en verano escuchábamos mucho su música, digo en verano porque mis padres son profesores, bueno eran, ahora están jubilados, pero en verano no trabajaban. Por lo que el Cant de la Sibil·la la había escuchado muchas veces. En Clamor iba a hacer todas las canciones originales, me motivaba mucho, pero también quería que hubiera algo tradicional, me gusta mucho, no quería renunciar a eso. Y me pregunté, ¿en qué canciones tradicionales hablan de finales? Y, claro, pensé en la canción más apocalíptica. En ese momento ya se me ocurrió que la tenía que producir Holly, no podía ser una Sibil·la normal. Entonces me planteé, ¿cómo es una Sibil·la que tiene todos esos tiempos? El peso medieval ya lo tenía, pero faltaba la parte futurista. Y dije: ¡Claro, una Sibil·la con inteligencia artificial, con voces artificiales!
Y algo más personal, ¿qué relación tienes con la fe? Te iba a preguntar por la religión, pero ya me has dicho que no te sientes muy en sintonía.
Sí con la fe, no con la mitología católica. Como dice el Niño de Elche, todos somos católicos porque aunque no creamos en dios, hemos crecido en un país super católico, y en sus historias y en sus mitologías y en su moral. Pero yo con el terreno de la fe, que es algo mucho más sagrado, ahí no sé, creo que la música es una manera de conectar con todo aquello que no se puede explicar, que es súper poderoso. Luego las religiones lo intentan también explicar, construir historias para explicar eso, cada uno a su manera.
Eso que también dices en Ventura, ¿no? Lo que está ahí pero no ves.
Exacto. Ventura es una canción que habla justamente de que cómo el futuro o la idea de destino no está escrito en tu mano sino está escrito en la manera que tienes de vivir y de explicarte historias. Lo que en un momento es Mi ventura: la locura/ De dejar la puerta atrás; Mi ventura: la cordura/ De salir y cabalgar, todo. Esa fe que es el confiar.
Con Alborada, la última canción del álbum, interpreto que simboliza un nuevo día, un nuevo amanecer, habéis luchado durante diez canciones de forma activa y combativa, ¿con Alborada cerráis para dar paso a lo que vendrá? ¿Estáis abriendo una ventana hacia nuevos estilos?
No lo sé. Es el fin del viaje, siempre una puerta abierta.
Hablemos de la puesta en escena. Entiendo que es muy importante para vosotros cómo reciba el público en directo vuestra música porque vuestras actuaciones parecen un hibrido entre una obra de teatro, un concierto, una obra artística inmersiva... Cuéntanos un poco sobre esto, quién tiene las ideas de la puesta en escena, quién se encarga de materializarlas, etc.
Para mí era muy importante que la puesta en escena fuera algo que resonara mucho con el disco. Logramos encontrar esta idea del blanco y negro, de la luz y la sombra, como la estética que iba a jugar con todo, y de ahí salió también la idea que el vestuario fuera blanco y rebotara esa luz. Es decir, que nosotros de alguna manera rebotáramos esa poca luz que había en el espacio. Después, todo el tema del movimiento lo llevé a cabo con Aimar Pérez, que es un artista que admiro muchísimo, coreógrafo y pedagogo, y que ha hecho trabajos que me interesan un montón. Hicimos una residencia, estuvimos trabajando juntos para encontrar pequeños momentos coreográficos o de movimiento que no fueran las típicas coreografías, pero que me ayudaran a tener esa visión de fuera. Porque al final, tú estás dentro y quieres tener voz sobre todo pero no tienes esa distancia.
Y el increíble vestuario, que parecen ropajes griegos, a cargo de Pau Auli.
Ha sido brutal poder conocerle porque somos una fuente de ideas, y me encanta poder trabajar con él. Al final, terminas haciendo pequeños duetos o tríos dentro de un mismo proyecto para cada una de las partes, como con la iluminación, que trabajé con el estudio Cube, y con Andreu Fàbregas sobre todo, un equipo muy potente. Y en el sonido, con Ángel Medina, que es brutal, es un técnico muy bueno con quien me siento súper a gusto trabajando. Un día dije, quiero un equipo donde toda la gente sea más buena que yo; y lo tengo. No hay nadie en el equipo de quien no pueda aprender mucho.
Y ya para terminar, Clamor está lleno de preguntas, ¿será el próximo disco un álbum de respuestas?
Aun no lo sé, pero seguramente habrá más preguntas que respuestas (risas), aunque será algo muy distinto seguro.
 
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Mono THE ARTELIER, chaleco y falda de macramé ALVARO CALAFAT.