La última casa de apuestas es lo último de Marcelo Criminal, un disco apocalíptico muy humano. Ambientado en la etapa postpandemia, trata temas que están a la orden del día como el pudor, la pérdida de habilidades sociales, o el ir a terapia. Lo componen canciones cortas y variadas en contenido, lo mismo te habla de amor que de sudokus, si no te gusta una te gusta otra. Es un recopilatorio de historias en forma de música pop, por encima de todo, entretenido.
No cree en la perfección, es natural y espontáneo. Tener una entrevista con él es un lujo, porque te da la oportunidad de darle una vuelta más a sus narraciones, incluso, en algún caso, de añadirle capítulos. Con veintidós canciones convierte el álbum en, hasta ahora, el proyecto más ambicioso que ha sacado, ¿quién sabe qué impacto podrá tener este en su carrera? La escucha es una experiencia seguramente distinta a lo que sueles consumir. Dentro de la comodidad de escuchar un disco pop, entras en el universo de la cabeza de Marcelo. Es una obra tan personal como ficticia, porque hay historias inventadas y vivencias, pero todas salen de él y se nota.
Antes de nada, ¿quieres presentarte para la gente que no te conozca de nada?
Me llamo Marcelo, tengo veintiséis años, soy de Murcia, llevo unos siete años haciendo canciones pop pequeñas, de textura precaria y, con bastante frecuencia, deprimentes.
La última casa de apuestas es tu trabajo con más curro de promoción detrás, ¿cuáles son tus expectativas personales?
En muchos sentidos nunca he sido tan ambicioso a la hora de hacer un disco, pero con el tiempo que me ha llevado, muchas de esas ambiciones se me han ido olvidando. A estas alturas espero que la gente lo entienda y que le guste, que no es poco precisamente.
Veintidós tracks y muchos de ellos de uno o dos minutos, como en tu otro disco, Momento de auténtica realidad. Es algo que cada vez vemos más en la música actual, ¿sientes que es tu formato?
Intento respetar todo lo que puedo la atención y el tiempo de la gente, así que prefiero no abusar de la confianza de nadie. Son muchas canciones, pero era importante para mí que fuese un disco en el que cada uno pudiese encontrar algo que le gustase, aunque haya alguna otra cosa que no le interese tanto. No sé muy bien qué motiva al resto de los músicos, la verdad, pero espero que no sean razones muy perversas porque siempre me han gustado las canciones cortas.
Siempre has trabajado con voz y guitarra aunque, últimamente, con la ayuda en producción, le has añadido percusión y has probado nuevos instrumentos. Pero al final del disco te oímos con autotune y sintes, ¿marca una evolución en tu forma de hacer música o solo estabas probando cosas?
Conforme hago más canciones, aprendo cosas nuevas e intento aprovecharlas en las siguientes. Es muy difícil no autolimitarse porque, al final, uno trabaja más o menos en un género con unos códigos concretos y con un público que tiene unas expectativas, pero intento utilizar los recursos necesarios para que las canciones queden lo mejor posible y no pensar demasiado en esos temas.
Te vemos enfocado en la música, pero sin profundizar nos cuentas que has ido a la universidad. Te equivocaste de carrera y al primer día ya querías huir, ¿se ha quedado en eso o aún sigues?
Cuando terminé el instituto empecé una carrera de Matemáticas que no era para mí. Luego, con ciertas dificultades, conseguí terminar Filología Hispánica, pero como tanta gente, me sentí un poco expulsado por la institución universitaria.
En CAFD alegría celebras terminar tu etapa en el instituto y, luego, en Examen de conciencia, cuentas que la experiencia en el bachiller tampoco fue muy buena. Justo después empiezas a hacer música, ¿te ha ayudado a superar esa etapa o a pasar página?
Hacer música me ha ayudado mucho a nivel personal, a superar la timidez y no encerrarme tanto en mí mismo, principalmente, pero la vida sigue para todo el mundo igual, y si no hubiese sido con esto supongo que habría sido cualquier otra cosa. No me gusta mucho pensar en lo que hago como terapéutico.
Hablas abiertamente de cómo te sientes, de la ansiedad social, de sentir que no sirves, y en Me quedé encerrado sacas cómicamente una sesión con un psicoanalista, ¿qué visión, o qué experiencia tienes con ello?
Muchísimas personas están sufriendo problemas de este tipo ahora mismo, aunque sospecho que siempre ha sido parecido, y yo creo que mi trabajo es hablar de cosas que la gente vive. Tomo cosas que he sentido o que me cuentan e intento darles un contexto que las haga interesantes y que vaya más allá del lloriqueo o del diario íntimo.
A nivel personal he probado durante varios años distintas terapias psicológicas, incluido el psicoanálisis, que creo que me ayudó, aunque pienso que la mayoría de problemas que tenemos como sociedad necesitan una solución mucho más colectiva de la que puede ofrecer una consulta.
Sale en más de una ocasión la idea de sentirte un personaje secundario, alguien muy normal que no tiene nada que contar, ¿crees que personalmente eres así? ¿Y Marcelo Criminal lo es?
Muchas de las canciones están compuestas durante el primer año después de la pandemia, cuando me parece que había un sentimiento general de haber perdido habilidades sociales, tener complicaciones de retomar las relaciones, y es en lo que pensaba al hacerlas. En general soy bastante pudoroso y siento muy rápido que estoy siendo pesado con mis asuntos, aunque tampoco creo que eso sea necesariamente secundario. Marcelo Criminal, por otro lado, es un chapas de cuidado que hace discos y conciertos en los que no para de hablar de asuntos sentimentales.
¿Qué parte de ficción hay en tus letras? Mucho de tu contenido lo podríamos catalogar de cotidiano (un amor entre clases, la muerte de un amigo, una noche de fiesta, etc.), ¿son historias reales?
Casi siempre parto de una historia y unos personajes ficticios para hacer mis canciones.
En Café de máquina te hacen volver a creer en el amor, ¿te enamoraste? ¿El partir de una posición negativa es algo tuyo, o es porque el desamor pega con el pop?
Llevo en pareja (y enamorado) varios años, pero es bastante más complicado hablar de historias felices. La historia de la música pop es casi una historia del desamor reciente.
Pudo ser campeón mundial de sudokus, ¿de dónde viene todo eso?
Soy un gran aficionado a los sudokus y a los pasatiempos en general. Empecé a ver un canal de YouTube de resolución de este tipo de problemas, Cracking the Cryptic, y a través de ahí descubrí que hay competiciones internacionales de esto (como de casi todo, supongo). Me pareció una idea muy sugerente y ya fue mezclándose en mi cabeza con algunos lugares comunes del disco y de mis canciones como el fracaso, el inmovilismo, la timidez, etcétera. 
Aludes mucho al final de las cosas, sobre todo al final del mundo. Diría que tiene un tono catastrofista, pero en algunos casos lo enfocas como algo positivo, ¿qué nos quieres decir con tantos finales?
Mi punto de partida era hacer un disco apocalíptico en el que el fin del mundo fuese apenas violento; que estuviese más basado en la neurosis, la incapacidad de entender los propios pensamientos y, sobre todo, de comunicarlos. Luego, en el disco final, igual ese tema no es tan vertebrador pero han quedado muchos rastros. 
La última frase del disco es “nada acaba nunca”. ¿Es un alivio o una carga?
Como yo lo veo, ni alivio ni carga, es simplemente así. Si pienso en una última casa de apuestas pienso en un mundo en el que casi todo lo que conozco ha caído, quizás de forma traumática, pero eso también incluye los grandes males de nuestro mundo, así que siempre hay esperanza.
¿Dónde estabas el día que mataron a Pedro Sánchez?
En mi cabeza, vuelvo de hacer alguna gestión burocrática –renovar el DNI, por ejemplo– y empiezo a ver a gente mirando el móvil y especialmente alterada, entro a un bar a tomarme una Coca-Cola, veo la tele encendida ahí y entiendo qué ha ocurrido. La historia sucede mientras nos renovamos el DNI.
Hicimos el preorder del disco, ¿vendrás a nuestras oficinas a darnos un concierto? Fuera coñas, ¿qué tienes pensado con el tema actuaciones después de sacar el disco?
Si os toca, claro que sí, será un placer. No tengo grandes planes de futuro, me agobia de hecho pensar en cuáles de las muchísimas canciones del disco tendré que dejar fuera de los conciertos. Animo a todos los lectores a que se acerquen a los conciertos a verme tener ataques de ansiedad.
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