Magna no quiere encajar, quiere conmover. Desde Medellín, este artista sigue reescribiendo su narrativa en una escena saturada de fórmulas seguras. Con una identidad sonora en constante expansión y una visión artística profundamente emocional, el colombiano da un giro más introspectivo en su nuevo single, déjala llorar.
La canción se aleja del exceso de cruz para abrir paso a la vulnerabilidad, al silencio después del ruido, a las lágrimas como forma de sanación. En esta conversación íntima, Magna nos habla de su evolución, de los sacrificios que implica ser artista hoy y de cómo mostrarse sin filtros puede ser el mayor acto de coraje en la música.
¿Cómo te presentarías para quien aún no ha cruzado contigo?
Soy Magna, un artista de Medellín al que le encanta jugar con géneros y no quedarse con lo simple. No me limito solo a lo musical. Me importa cómo me visto, cómo se ven mis videos, cómo se siente todo lo que hago. Me gusta construirlo como una experiencia completa.
¿Cuál dirías que es tu esencia como artista?
Ser yo mismo. Mostrar lo que realmente he vivido y transmitir mis propias experiencias, sin filtros.
Vienes de una ciudad con una escena urbana muy fuerte. ¿Cómo encontraste tu voz en ese entorno?
Porque soy inquieto. Necesito estar probando cosas nuevas todo el tiempo. Me aburro fácil. Me gusta variar géneros, sonidos, buscar nuevas formas de expresión.
Tus canciones siempre tienen una atmósfera muy definida. ¿Cómo decides hacia dónde va cada una?
No lo pienso tanto desde antes. Es en el estudio donde empieza a tomar forma. Primero creo la armonía, y desde ahí vemos qué ritmo encaja, qué sensaciones surgen. Sin pensar en géneros, sin limitarme.
Hablaste de los sueños como inspiración para tu álbum Todo puede suceder. ¿Cómo nació ese concepto?
Soy muy soñador, pero no quería irme al cliché de los grandes sueños. Quería hablar de los sueños al dormir, del mundo onírico. A partir de ahí construimos todo el álbum, canción por canción, como si fueran etapas dentro de ese mismo viaje.
Aunque ya han pasado unas semanas desde su lanzamiento, cruz marcó un momento clave en tu evolución. ¿Cómo nació la idea y qué significado tiene para ti en este momento de tu vida?
cruz es una experimentación, es una unión de sonidos, y realmente significa que puedo hacer lo que me gusta, lo que realmente quiero hacer siempre y tratar de llevarlo a otro nivel.
Si cruz fuera un lugar físico, un escenario en el que las personas pudieran sumergirse, ¿cómo sería?
Sería una fiesta interminable, con puras personas random disfrutando de la música y llevando todo al exceso.
En el videoclip de cruz sorprendiste con una estética muy particular que remitía al universo de telenovelas como Betty la fea, con ese ambiente de oficina tan reconocible. ¿Cómo surgió esta decisión en colaboración con Mau Morgó, y qué querías que esa imagen contara que la canción, por sí sola, no podía decir?
Yo quería una oficina porque fue lo primero que me imaginé al escuchar la canción y visualizar el video. Junto con Mau fue que lo llevamos a otro nivel, él es un creativo increíble y pudimos hacer del video una obra de arte. El lugar de la oficina cuenta cómo yo no me siento feliz porque las conexiones que están haciendo no se sienten reales. Quería que tuviera ese sentimiento de un recuerdo que no se va, una presencia que duele bonito.
¿Qué detalle del videoclip consideras que mejor resume el concepto detrás de la canción, pero que quizás haya pasado desapercibido?
Que todas las personas son muy distintas. El casting fue demasiado curado, y creo que esconde un mensaje de que me gusta buscar lo distinto y no quedarme con lo de siempre.
Tu música conecta a nivel emocional. ¿Cómo manejas esa vulnerabilidad?
No hay estrategia. Simplemente digo lo que siento, tal como lo vivo. Crudo. Desde ahí se da la conexión.
¿Crees que hoy la gente realmente escucha música o solo la consume?
Hay de todo, y está bien. Se puede escuchar música con sentimiento pero también consumirla rápido. Aun así, la música siempre llega más allá de lo fugaz.
Más allá del sonido, ¿qué define a Magna?
Lo visual. Me gusta cuidar cómo se me ve, cómo se construye la imagen que acompaña a la música. Desde el vestuario hasta cada detalle del video.
¿Cuándo fue la última vez que saliste de tu zona de confort?
En mi último viaje a España. Cuando trabajas con gente nueva, todo cambia. Te obliga a salir de tu rutina, de lo cómodo.
En esta era de géneros fluidos, ¿cómo entiendes la identidad musical?
Es libertad. Ya no hay reglas. Podemos hacer lo que queramos.
¿Qué es lo más difícil de ser artista hoy?
La cantidad de competencia. Cada día aparecen cientos de miles de nuevos artistas.
¿Y lo más valioso que has sacrificado por esta carrera?
El tiempo con mi familia, amigos y pareja.
¿Qué legado te gustaría dejar en la música?
Quiero ser un referente del urbano alternativo en Colombia. Que la fusión de géneros que hago sirva de inspiración para otros.
Si pudieras hablar con el Magna de hace diez años y con el de dentro de diez, ¿qué les dirías?
Al de hace diez años: que no se desespere, que lo trabaje con constancia y que cuide su técnica vocal. Al de dentro de diez: espero que esté viviendo lo que siempre soñó y que todo haya valido la pena.
De todos tus lanzamientos, ¿cuál sientes que fue el punto de inflexión?
Mi segunda mitad. Esa canción hizo que me conocieran en la disquera en la que estoy y fue una de las primeras que se viralizó en TikTok. Me abrió muchas puertas.
¿Y ahora qué viene?
Además de los shows, estoy trabajando en un nuevo álbum, Vivo para recordar, y estoy a punto de sacar un nuevo tema que se llama déjala llorar
La conversación con Magna deja claro que lo suyo no es seguir caminos, sino abrirlos. A través de cruz, exploró una estética cargada de ironía y una narrativa visual que rompía con lo predecible. Pero su trayecto no se detiene ahí. Su nuevo lanzamiento, déjala llorar, señala un giro de tono: más íntimo, más vulnerable, más directo al centro de lo emocional. Aunque esta entrevista gira en torno a una etapa anterior, el hilo conductor permanece intacto: la necesidad de contar desde un lugar honesto y de construir universos donde la música, la imagen y el lenguaje se cruzan para decir lo que las palabras solas no alcanzan. Con Vivo para recordar en camino, todo apunta a que Magna no busca reconocimiento inmediato, sino dejar una marca que se quede resonando. Lenta. Profunda. Propia.
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