La artista valenciana Ly Raine nos sumerge en un universo de metáforas y dualidades donde cada melodía nos conduce a través de historias de amor, desamor o eternos sentimientos de culpa. Desde el house hasta el reggaetón, cada género musical se entrelaza para crear dinamismo en una propuesta cargada de vulnerabilidad y realidad.
Ly Raine siempre ha sido una defensora de la autenticidad, y en este proyecto no ha sido diferente. Como de costumbre, rechaza la idea de encasillarse en un género o tema musical específicos. Es por eso que en Ultravioleta se aparta del trap convencional y explora la electrónica, algo con lo que ya había experimentado en SuperEgo junto a su mejor amigo y productor, Pauet. En este momento de su vida, se encuentra feliz, segura de sí misma (en parte gracias al efecto terapéutico que este EP ha tenido en ella) y con muchas ganas de seguir creando música.
Hola, Ly.
Hola, ¿qué tal?
Me hace mucha ilusión entrevistarte porque yo soy de Castellón, y siempre es un placer poder entrevistar a alguien de la terreta.
Ay, ¡qué guay! No lo sabía.
Quería empezar preguntándote por el lanzamiento de tu nuevo EP, Ultravioleta. ¿Sientes que el recibimiento ha sido como esperabas?
Pues yo creo que sí. Ultravioleta, además de ser un salto de calidad de audio y de vídeo, también es un salto en lo musical. Puede ser que alguna gente lo haya recibido de primeras como ‘what, ¿qué es esto?’, pero yo creo que con el tiempo será como el bueno vino. Estoy bastante contenta, la verdad.
Es verdad que tú siempre has evitado encasillarte en un solo género. Siempre has estado muy a favor de mezclar, explorar, etc. Yo creo que la gente que te escucha también se espera eso de ti.
Sí, hombre. Quiero creer que la gente que me escucha, o ‘los fieles’, que digo yo, ya están un poco acostumbrados al cambio. A lo mejor el nuevo sí se puede desorientar un poco y decir, ‘bueno, no entiendo por qué esta piba pasa de un género a otro’, pero yo creo que el fiel ya está bastante acostumbrado, y creo que es una de las cosas por las cuales también pueden llegar a seguirme.
En este EP exploras el reggaetón, el trap, el house, el dancehall o el techno. ¿Cuál de ellos ha sido el que más has disfrutado creando?
Pues me he dado cuenta de que estoy bastante cómoda en el house. Hay canciones en las que hemos metido house pero luego hemos cambiado a trap. Al igual que me he dado cuenta de que un artista puede ser versátil haciendo diferentes géneros, también me he dado cuenta de que en una misma canción puedes tocar más de uno. Aparte de que al EP lo envuelve la electrónica, creo que el house mola mucho porque te da ese tipo de circunstancias en las que puedes hacer de todo.
De hecho, en París exploras mucho ese sonido, ¿no?
Sí, o sea, París mola mucho también porque era una apuesta un poco, digamos, difícil. Era un registro al que yo no estaba acostumbrada.
Y, ¿qué te llevó a probarlo? A decir, venga, voy a darle una oportunidad al house.
En mi casa se ha escuchado siempre de todo, pero mi madre, por ejemplo, viene del remember. Ese caminito ya lo tenía un poco abierto, y viene un poco de ahí. También es verdad que yo estaba un poco cansada de lo mismo de siempre, del mismo trap de siempre. El house, como te decía antes, te abre puertas a hacer lo que quieras. Puedes hacer un ritmo más pop o más crudo. Me daba mucha facilidad a la hora de poder hacer lo que quisiera.
La dualidad siempre ha estado muy presente en tu obra. Desde Ángel y demonio hasta este EP, que tú misma has definido como “lo que se ve y lo que no”. ¿Consideras que esta dualidad es una parte integral de tu identidad artística?
Sí. ¿Sabes qué pasa? A veces la gente me pregunta, ‘¿cuál es tu rollo?’, y yo lo pienso y digo, es que no lo sé. A veces hago canciones muy románticas, y otras las hago muy gamberras. Entonces, como tú dices, el tema de la dualidad siempre está presente. Lo que pasa es que en este EP lo he querido enfatizar muchísimo más. El rollo del escorpión también me gustaba mucho porque en según qué culturas era un buen augurio, y en otras era un símbolo de mala suerte. Eso me molaba bastante.
También es verdad que yo personalmente he tenido y tengo mucha obsesión con la culpa. A veces intento obligarme a no buscarle un culpable a las cosas porque en mi cabeza siempre lo hago. La dualidad era la única manera en la que lo podía representar. Y en vez de ir al psicólogo, me lo ahorro y me voy al estudio a hacer un par de temitas (risas).
Continuando con el tema de la dualidad, en 2 versiones apareces con una peluca negra que te quitas al final, como si fuese una máscara, ¿sientes que hay una parte de ti que nunca podremos ver a través de tu música?
Bueno, lo he enfocado más hacia lo que la industria quiere que sea y lo que soy. Yo nunca, nunca y nunca voy a hacer algo para contentar a la industria. Siempre voy a intentar que, pese a estar con una multi, eso nunca cambie mi esencia, el modo que tengo de ver la vida o de vestir.  En ese sentido, la verdad es que estoy muy contenta porque desde el primer minuto se ha respetado todo. Todas las decisiones las he confirmado yo. Creo que en 2 versiones queríamos enfatizar un poco eso. Vengo de donde vengo, he vestido como he vestido toda la vida y eso no lo va a cambiar nadie.
En Tour sales cantando muy segura de ti misma, superchula. ¿Es así como te sientes en este punto de tu vida?
Sí, la verdad que sí que me siento segura. Tour es un tema que da bastante pie al vacileo, ¿sabes? Parece la típica canción para ponerte en el coche, entonces molaba grabarla ahí. Claro que me siento segura, y además un track de vacileo me flipa porque estoy bastante cansada de hacer canciones tristes. Me doy cuenta de que al ir al estudio me apetece hacer algo que me transmita alegría, ganas de levantarme por las mañanas.
Sí, también intuyo que si estás en ese momento vital de la vida, no te vas a poner a hacer otro tipo de música.
Claro. Sí que es verdad que antes utilizaba la música para quitarme un poco la pena, muchas de las canciones que escribía eran muy tristes. Pero quiero poder escuchar un tema mío y no deprimirme (risas). Para eso creo que hay mejores personas que, en ese sentido, molan mucho más y saben verbalizar mejor que yo. Estoy en un punto en el que hago canciones porque quiero hacerlas, no porque necesite hacerlas.
Hablando de hacer canciones, has producido la mayoría del EP de la mano de quien es tu mejor amigo y productor, Pauet. ¿Qué es lo que más te gusta de trabajar en proyectos con alguien tan cercano?
Pues que es genuino. Si tiene que salir, sale, y si no, no pasa nada. No hay ningún tipo de presión encima. Llego, hablo con él, le cuento cómo ha ido mi semana, me cuenta él, nos tomamos una cervecita… Todo es muy entre colegas, abunda la sinceridad.
Claro, muy orgánico.
Sí, y hay una confianza como para decile, ‘oye Pau, esto no me gusta’ o ‘ey Li, yo le tiraría por aquí tal vez’. Trabajar con colegas, mientras te entiendas, mola mucho.
Acostumbras a no tener muchas colaboraciones en tus EP. ¿Cómo surgió la colaboración con Elizalde en el reggaetón 2 versiones?
Es verdad, no acostumbro. Es una cosa con la que ahora sí que me estoy poniendo las pilas. Pero claro, es que antes era un poquito más fácil. Ahora hay tantos artistas que uno incluso ya se pierde. Pero Elizalde me gusta mucho. Y él junto con Dímelo Milo… Es que estaba clarísimo. Quería hacer algo distinto y subirme en algo distinto, y Elizalde y Dímelo Milo eran la apuesta perfecta porque es algo que, como tú dices, les sale orgánico. La que me tenía que acoplar un poco era yo, y ese reto me gustaba.
Retomando el tema de la culpa, en tu EP anterior, SuperEgo, exploraste temas de autocrítica y reflexión sobre el pasado. También parece haber elementos de esto en Nieve, donde dices “no te merecía, pero ya sé hacerlo bien”. ¿Cómo afrontas el proceso de perdonarte a ti misma por errores pasados y cómo influye eso en tu música?
Es lo que te digo, la culpa la tengo presente en cada momento, no lo hago conscientemente. Cuando hay un problema, mi cerebro siempre tiene que señalar un culpable, y no necesariamente tiene que ser otra persona. A veces me señala a mí y me cargo la mochila con sus dos o tres piedras. Estoy intentando aprender a diferenciar y decir, no puedes luchar contra los elementos… Puede venir así y no ser culpa de nadie. O puede venir así y no ser tu culpa. Y, oye, a lo mejor tienes tú la culpa y no pasa nada. De eso también cabe hablar. Pues sí, la has cagado, no pasa nada. El tema de la culpa lo vengo arrastrando desde SuperEgo. Al ser una parte de mí que quiero desarrollar y trabajar, en Ultravioleta, aparte de venir al pelo, el EP me ejerció un poco de psicólogo (risas).
De terapia, ¿no? (Risas)
Eso es. Total.
El aspecto visual del proyecto es increíble. Cada visualizer nos sumerge en un mundo diferente, aunque todo esté conectado. ¿Cuál era tu intención al utilizarlos? ¿Qué querías transmitir con ellos?
Pues lo de los visualizers es bastante curioso. Cuando presentamos el EP en el listening party, cuando aún no había salido,  proyectamos primero los tres primeros videoclips y luego los tres visualizers. Y me acuerdo de que venía gente y me decía, ‘hostia, qué guay los tres últimos videoclips’. Y yo decía, ‘cabrón, eso no es un videoclip, ¡es un visualizer!’ (Risas). Contamos con un equipo en Ultravioleta tan bueno que hubo un momento en el que ya no podías diferenciarlos. Eso me molaba mucho. El de Nieve me flipa. Creo que no habíamos tocado esa estética nunca y mola mazo. Estoy muy contenta.
Han quedado chulísimos, la verdad. En ellos se repite la imagen de ti misma sosteniendo una pistola y apuntándote. ¿Qué querías simbolizar con esto?
Es la culpa. Te apuntas a ti, te culpas a ti. Al principio parece que no soy yo, es más simbolizando a alguien, y luego soy yo. Jugamos un poco con el concepto del bien, el mal, la dualidad, la culpa.
En X aquí x allá te vemos paseando por un jardín vestida completamente de blanco, todo parece tener un toque mágico. ¿A dónde te llevan estos visuales?
Queríamos representar otro plano. Venimos de París, se oye un disparo, se me ve el pecho de violeta, me levanto y aparece otro plano. Parece el cielo.
Es superonírico.
Eso es, superonírico. Luego viene el plano, por ejemplo, de la tele, que no se ve mucho, pero que son vídeos que a mí me remueven, de mis amigos, de mi familia, etc. Todo eso que me hace tener los pies en la tierra.
Qué bonito; momento catártico.
Total.
En la portada vemos una Ly Raine convertida en una especie de hada. ¿Por qué optaste por el diseño en 3D? ¿Y por qué este diseño en particular?
Lo primero es que ese portadón lo hizo Yago, que es una máquina. No queríamos venir de la típica foto de álbum hecha con cámara porque pensábamos que ya que hacíamos una apuesta interesante por el salto de calidad, tanto en audio como en vídeo, la portada no iba a ser menos. Y nos gustaba el hecho de que tuviese todos los detalles de todas las portadas individuales metidas en la misma imagen.  Miras ahí y ves el escorpión, la luna, la mariposa, la serpiente, etc.
El hada también me molaba mucho porque (esto Yago no lo sabe) mi madre tiene un hada tatuada, el primer tatuaje que se hizo.  Cuando me lo propuso, pensé, qué mejor que algo que te recuerda a donde estás arropado, caliente. Y todo bajo el concepto con el que íbamos a salir. Fue un poco casualidad, pero me dio buenas vibes.
Después de este EP, ¿qué objetivos tienes en mente alcanzar? ¿O quieres descansar?
No, no. Además, soy de trabajar. Si este EP ha salido ahora es porque se trabajó hace un año y medio. Claro que sí, no voy a dejar de dar por culo (risas). Soy una persona que va constantemente al estudio. Puedo decir rotundamente y al cien por cien que si me pongo a contar temas, podría perfectamente sacar un álbum. Quiero hacer que la bola de nieve siga girando y aprovechar el EP, creo que es un buen momento. A ver si en septiembre podemos hacer una girita por ahí. Voy a seguir dándole, no hay descanso.
Y ya última pregunta de valenciana a valenciana. ¿En qué punto crees que se encuentra la escena musical de Valencia en la actualidad?
Pues es un poco complicado. Me pasa lo que te decía antes, salen muchos artistas, otros se retiran y ya no sabes nada de ellos. Me gustaría que fuese un poco más crew. Es a lo que estoy acostumbrada con el estudio del Pau. Yo tengo mi crew en Valencia y hacemos música, nos gusta encontrar a nuevos artistas. Pero sí que a lo mejor comparándola con otras ciudades… A lo mejor no es por Valencia en sí, tal vez es porque me muevo mucho, entonces claro, tampoco me da tiempo. A veces se te pueden escapar un montón de cosas. Pero desde luego, de lo que hay y de lo que he escuchado yo, no tiene nada que envidiar a nadie. Otra cosa es cómo se ejecuten las cosas, si hacemos más piña o no, pero creo que esto ya es más a nivel español. En Latinoamérica se juntan ocho y hacen una canción. Aquí, si te haces una colabo es suerte. Creo que no es tanto ya a nivel de Valencia, sino que es algo que se puede extrapolar a toda España.
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