Hay discos que son una colección de canciones y hay discos que son el eco de una vida. Lovestar no es solo el cierre de una trilogía; es la crónica de una etapa, el reflejo de los años que separan la ambición de la claridad. Madrid fue vértigo, ruido, luces de neón y calles que lo hicieron crecer, pero también lo agotaron. Volver a Alcalá de Henares ha sido volver a sentir el suelo bajo los pies. En esta conversación con Love Yi, hablamos de la industria sin filtros, de lo que significa hacer música sin vender el alma y de lo que ha aprendido después de perderse y encontrarse en su propia historia.
La última vez que hablamos fue en METAL a finales de 2021 y ya hemos empezado 2025. ¿Cómo definirías en un par de palabras este período?
Una locura, un Apocalipsis, un drama. Ha sido una etapa de mi vida complicada. 2021 fue el momento en que estaba ya en el top, y después de eso he pasado una etapa tranquila, cuidando de mí mismo, de mi mente. Ahora he vuelto con más fuerza.
¡Felicidades por Lovestar! Con este último álbum cierras una trilogía que comenzó con Fortuna y siguió con Espíritu. ¿Cómo ha cambiado tu visión del mundo y de la música a lo largo de estos tres discos?
Ahora siento que he cumplido una etapa tanto de mi vida personal como de mi madurez. Ha sido una evolución del niño que era hasta ahora, ya más adulto. Sigo siendo yo, pero probando cosas nuevas siempre.
¿Cómo definirías esta etapa en la que te encuentras ahora?
En mi prime (risas). No, en mi peak. Con mis amigos tengo el debate entre peak y prime.
¿Y cuál es este debate?
El peak es el punto más alto, y el prime es como se siente uno. Dentro de un prime puede haber un peak. Ahora no me coinciden, pero vamos a por el peak.
Si Fortuna era sobre la ambición y Espíritu sobre la introspección, ¿qué emociones o ideas encapsula Lovestar?
Es el recorrido que he hecho en Madrid. Es un poco toda mi experiencia de lo que he vivido en Madrid centro. Fortuna y Espíritu los hice desde la inocencia, y Lovestar es el disco donde he visto qué es la vida, qué es la gran ciudad, cómo es la gente allí, cómo se vive el amor allí. Hay una canción en el disco que se llama Maldita ciudad donde cuento un poco lo que me cansa ese ritmo. Ahora me he vuelto a Alcalá de Henares, que es de donde soy.
¿Qué expectativas tenías de Madrid al mudarte?
Me coincidió que justo pegó mi música y tuve la oportunidad de irme de casa de mis padres. Me mudé para crecer más; estaba todo allí. Cuando fui a Madrid todo estaba bien e iba todo sobre ruedas. Pero ese nivel de vida fue muy estresante: eventos, conciertos, que si el otro tal, que si el otro no sé qué. Estaba cansado. Quería estar tranquilo.
¿Cómo ha sido volver a Alcalá?
Es volver a ver la vida como es. Me hice cantante y cambió todo. La vuelta a casa ha sido volver a poner los pies en la tierra, sin olvidarme de donde vengo y de que Madrid está guay, pero Alcalá es donde estoy a gusto.
Cada álbum parece marcar un capítulo distinto en tu trayectoria. ¿Cuánto de lo que vives en lo personal se traslada a lo que expresas en la música?
Todo, todo, todo. Absolutamente todo (risas). De hecho, la época que he estado sin hacer música es porque realmente no me salía hacerlo. No me quería obligar. Seguía haciendo música, pero de una manera más íntima, para mí. Me he tenido que poner bien a nivel mental para poder hacer todo esto. A la vez es el inconveniente de escribir sobre ti, que al final y al cabo es real, y si no estás bien, no puedes; pero ahora sí.
¿Cómo te sentó el tiempo que estuviste sin lanzar música?
Ha sido jodido. Es que si no te lo digo así te mentiría a ti y estaría mintiendo a mucha gente. Yo creía que se acababa todo, que ese sueño que tenía se estaba desvaneciendo. Ha sido duro el pensar: no te rindas, sigue, sigue, sigue. Ha sido el ejercicio que he hecho. Creo que la diferencia no es el talento, sino la constancia y el trabajo.
“El arte va por un lado y la pasta por otro, pero se pueden juntar. Yo no empecé a hacer música por dinero, sino porque me gustaba.”
Muchos artistas encuentran un equilibrio entre lo que quieren expresar y lo que la industria espera de ellos. Cuéntanos cómo lo vives tú.
Intento no hacerle caso y no dejarme llevar por esa movida, porque ya es cuando te separa. Ya me ha pasado de estar un tiempo haciendo cosas por eso, pero tienes que ser fiel a ti mismo y no escuchar a nadie.
La industria musical, especialmente la urbana, puede ser muy exigente. ¿Sientes que el arte y la autenticidad siempre van de la mano o la pasta es la pasta?
El arte va por un lado y la pasta por otro, pero se pueden juntar. Yo no empecé a hacer música por dinero, sino porque me gustaba. Hoy en día me da dinero y no puedo descuidarlo porque, al fin y a cabo, es lo que me mantiene. A día de hoy, y espero que hasta el día que me muera, nunca he pensado ni voy a pensar en hacer una canción esperando un resultado o pensando en si me dará más o menos dinero. Ahí ya es cuando pierdes, que lo respeto también, porque es un negocio. Pero el arte nace de una movida que no tiene nada que ver con ese tipo de interés.
Hay gente que usa el concepto de venderse, de venderse a la industria.
Todo el mundo se vende; si no te vendes, directamente ni distribuyes música, pero si eres capaz de mantener esa pureza o esa realidad con lo que estás haciendo en el momento en que lo estás haciendo, ¿qué vas a vender? ¿Que más gente escuche tu música? Mientras lo hagas con tu realidad, yo creo que lo demás ya no importa.
En Lovestar has colaborado con artistas como Soge Culebra, Bon Calso, Dirty Suc y Çantamarta. ¿Cómo logras mantener tu identidad en un álbum con tantas voces distintas?
Es lo que he intentado dar a mi público y a la música: el poder estar a gusto y desenvolverme en cosas muy distintas. Siempre me ha pasado; De ti me olvido con Jorge (Recycled J), o Con los míos con DeLaRue no tienen nada que ver, pero yo me siento a gusto haciéndolo. Es un poco mi sello de identidad, me encuentro a gusto en ritmos que nunca he hecho. Es curioso; Don Vito, que es el bolero con Çantamarta, cuando lo grabé, me sentía más cómodo que haciendo un reggaetón o un trap.
¿Qué opinas sobre la idea de que todo está inventado? ¿Se puede ser realmente original hoy en día?
Creo que todo está inventado, pero sí se puede ser original, por supuesto. A la peña nos falta mucho conocimiento e información; mientras nos falte eso, siempre se podrán hacer cosas nuevas. Yo nunca paro de aprender música y maneras de hacer música nueva, a pesar de que esté todo inventado, porque es tanta la que hay. Si lo haces de verdad, con un gusto y un motivo, pa’lante.
¿Qué estás aprendiendo?
En este disco he entendido la música fuera de un ordenador. Que unos acordes tengan sentido o que un instrumento encaje en un momento concreto. Me he rodeado de músicos, de gente que hace música de verdad. Nosotros venimos de una pista de ordenador, de rapear, de afinar el autotune (risas) y me gusta porque llevo no sé cuántos años de carrera y estoy aprendiendo ahora cosas nuevas. El secreto es ese, no ceñirte a lo que ya sabes.
¿Cuál ha sido el riesgo más grande que has tomado en tu carrera?
Hacer lo que me gusta ha sido un riesgo. Podía haber hecho más temas como De ti me olvido, pero me aburre. Cada semana tengo que hacer algo nuevo. No me importa si puedo o no puedo encajar en lo que está o no sonando.
¿Cuáles son las consecuencias de hacer lo que te gusta?
Soy consciente cuando hago música que no estoy llegando a un sonido hit o a algo que espera la gente; ese es el riesgo. Pero quiero que la gente lo entienda poco a poco. Ahora es raro porque un día saco un tema con Bon Calso y al otro un bolero (risas).
“En este disco he entendido la música fuera de un ordenador. Me he rodeado de músicos, de gente que hace música de verdad. Nosotros venimos de una pista de ordenador, de rapear, de afinar el autotune.”
¿Qué expectativas tienes sobre Lovestar?
Este disco es principalmente para la gente que me ha escuchado desde siempre, les debo eso. He estado un tiempo parado y les debo un porqué. En el disco está la respuesta de ese por qué. No tengo expectativas de que se vaya a pegar o que se vaya a viralizar un tema. Si ha venido, ha venido solo. Mi única expectativa es que mi público y la gente que espera algo de mí de calidad lo entienda y les guste.
Ahora que hablamos sobre viralizarse, hay muchos artistas que parece que hacen música para que se pegue quince segundos en un audio de TikTok, se viralice y que la gente se quede con eso. ¿Cómo crees que están afectando las redes sociales a la creación de música?
Tengo que entenderlo, es el progreso de la sociedad, ya sea bueno o malo. No lo comparto, eso exige demasiado al artista y le acorta los tiempos. El recorrido de una canción queda superpequeño y me da pena por eso, porque creo que una canción está hecha para que tenga un recorrido más grande. Hay unas horas dedicadas ahí, unas ideas, unos pensamientos, que es para que la gente no lo tenga que ver en quince segundos. Pero tengo que entenderlo, es así el juego ahora, en quince segundos tengo que hacer que la gente vea lo que hay.
¿Partiste de una idea para Lovestar o se fue construyendo poco a poco?
Había varias. Tenía una idea de disco que era muy amor y desamor. No tenía el nombre claro pero partí de contar mi vida. Con el tiempo surgieron ideas nuevas y llegamos al concepto de Lovestar. Para mí es inevitable hablar de amor. Me gusta rapear, me gusta frontear, me gusta chulear, pero me gusta mucho hablar de amor y desamor, me siento a gusto con eso. Fue un proceso de definir esa idea y pensar mucho en los sentimientos y a la vez saber que no me voy a morir por amor.
Es la dualidad de ‘me importa pero no tanto’. Para mí, el disco está pasando en Madrid centro, es la vida de un chaval de veintitrés o veinticuatro años en la ciudad, y es ese desarrollo. Que lo he hecho al irme de Madrid (risas), pero viéndolo desde fuera.
Si lo hubieras hecho desde dentro no hubiese sonado igual.
Literal. Este disco lo empecé en un momento delicado de mi vida y lo he terminado yendo a terapia, que es algo que creo que tengo que decir, porque está bien. A mí me daba miedo y no sabía admitirlo, pero era así. Literalmente, este disco me llevó a terapia (risas).
¿Cómo te sientes ahora?
Perfecto. Ha sido un viaje y la gente lo va a entender y va a conectar porque ha sido un viaje real de mis sentimientos, de mis emociones y de mis estados de ánimo. Hay temas escritos desde una movida superoscura y otros que parece que vuelvo a tener veinte años. Es bonito ver el desarrollo de una persona.
¿Percibe el amor de la misma manera Víctor que Love Yi?
No (risas). Quizás Víctor es el chaval de su barrio de toda la vida, que es muy enamoradizo e inocente, y Love Yi es la parte que me ha tocado vivir como artista y como cantante, y se desentienden un poco. También ha sido mi desequilibro de no pensar que sigo siendo Víctor y de no olvidarme de quien soy. Si me siento más artista no creo tanto en el amor, y cuando soy persona creo un poco más. Cuando soy Víctor estoy en mi barrio con mis amigos y mi familia; cuando soy Love Yi estoy en un club rodeado de gente que te va a comer la oreja, alcohol… Allí no hay amor.
¿Ha habido momentos donde Víctor y Love Yi han estado más o menos alineados?
En Alcalá están más alineados y en Madrid menos. Un amigo me dijo: ¿sabes por qué te está pasando todo esto? Porque te has acomodado. Y lo entendí dos años después. Porque en Alcalá tenía ganas de conseguir mis metas y tenía la cabeza activa para encontrar la manera de hacerlo y seguir trabajando. Y cuando llegué a Madrid y vi que lo había conseguido, mi actitud era de estar más cómodo y me separé de Víctor, aunque no me diese cuenta.
Hay que saber controlar esta vida; nadie te enseña a ser artista, nadie te dice que tu vida va a cambiar, la gente te habla de otra manera. Y me ha pasado en ambos sentidos; tanto cuando estaba arriba como ahora, que la gente pensaba que había desaparecido. En fin, Madrid, la ciudad del interés. En Madrid no hay nadie de Madrid, la gente va allí porque tiene una misión principal y todo lo demás le dará igual. Yo me considero madrileño, pero no tiene nada que ver el centro con la periferia de Madrid. Eso es Madrid, la gente que está fuera del centro.
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Camisa WASTED PARÍS, Pantalón HAIKURE.
¿Te gustaría indagar en más sectores aparte del de la música? De hecho, has formado parte de la banda sonora de El matador, un documental de Ilia Topuria.
Me encantaría. Siempre estoy detrás de prácticamente todos mis vídeos. Hablo con el director, le cuento mi idea, le digo cómo me gustan las cosas… El cine siempre me ha llamado mucho la atención, tanto dirigir como guionizar y actuar.
¿Podría ser que de aquí un tiempo te veamos en alguna película?
¡Lo estoy deseando! Que algún director me vea y diga: buah, me encajas para un papel. Me molaría formarme. Todo lo que es el mundo artístico y audiovisual me encanta. Y lo he intentado, eh, para una película que dirigía Mario Casas, la de Sin alas.
Si el álbum que se está cocinando fuera una película, ¿cuál sería?
Cry Baby (1990). Es una película donde Johnny Depp es un guaperas pero sensiblón y está llorando todo el rato. También Planeta del tesoro (2002), que me gusta mucho (risas). Alguna película donde hay un viaje, el protagonista se enamore, se desenamore y termine feliz.
Ah, termina bien.
Bueno, el disco no termina muy bien, pero termina, que ya está bien. La última canción es un desahogo, pero yo he terminado muy bien el disco.
“Cuando soy Víctor estoy en mi barrio con mis amigos y mi familia; cuando soy Love Yi estoy en un club rodeado de gente que te va a comer la oreja, alcohol… Allí no hay amor.”
En este momento de tu carrera, ¿sientes que estás en el lugar que imaginabas cuando empezaste?
Si le digo a mí yo de hace cinco años que iba a estar aquí ahora, estaría muy contento. No sé si se lo esperaría, pero estoy muy agradecido de trabajar con la gente que trabajo, de tener un buen equipo y de estar en un buen sello. La gente opina mucho de los sellos, de las discográficas, pero yo doy las gracias de poder trabajar con quien trabajo y estoy muy feliz con lo que tengo. Hago la música que quiero, me ayudan y creo que estaría orgulloso de mí yo de hace un tiempo.
¿Te dejas ayudar?
Mucho. Precisamente porque tengo gente de confianza a mi lado. A María (project manager) no la conozco desde hace tanto pero se implica que flipas conmigo en el proyecto y se lo vive. Alex aka Mafias (manager) es colegón mío y ahora mi mano derecha, y Trave ha sido productor del disco.
¿Siempre te has dejado ayudar?
No siempre, al principio no. Era muy cerrado con mis cosas, pero poco a poco te das cuenta de que más de una cabeza aporta. Sobre todo dentro del estudio. Antes grababa solo en mi habitación, prácticamente he hecho mi carrera solo, pero hubo un punto en el que dije: va, tengo que dejarme ayudar, tengo que nutrirme. Y también pensar que no soy nada aún y que me quedan muchas cosas.
Si tuvieras que destruir completamente lo que has hecho hasta ahora y empezar de cero con otro sonido, ¿qué harías?
Me pillas que lo haría todo. Una salsa, una bachata… me iría a lo latino. Flamenco no porque no sé cantarlo y lo respeto mucho, pero no me atrevo, aunnque me hubiese flipado saber cantarlo bien. Sinceramente, cualquier tipo de música. Si echase en una ruleta con cualquier tipo de música estaría contento.
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Camiseta y pantalón WASTED PARÍS.