El solsticio de verano en Sevilla estuvo marcado por un hecho clave: las tres caras de la Macarena. Hablar de otra cosa resulta casi imposible si el 21 de junio lo viviste (o lo sobreviviste) en la capital andaluza. Y decimos casi porque ese mismo día tuvo lugar otro fenómeno. Por supuesto, no llegó a eclipsar el monotema, pero sí logró, durante aproximadamente tres horas y una madrugá, congregar a toda la ciudad en torno a una liturgia distinta: el concierto de Lola Índigo en el estadio de La Cartuja, el segundo de una tríada de arenas que forman parte de su gira La Bruja, la Niña y el Dragón. La verdadera Santísima Trinidad.
“La puta reina”. Así definía Nena Daconte a Lola Índigo justo antes de concluir su intervención en pleno concierto. Habían cantado a dúo Tenía tanto que darte, posiblemente uno de los mayores himnos generacionales para los casi treinta y cinco mil asistentes. La colaboración del verano que no sabíamos que necesitábamos. Puede sonar disparatado, por eso hay que contarlo desde el principio.
Casi eran las diez cuando en la gran pantalla se iluminó una cuenta atrás. Quedaban cuatro minutos para disfrutar, también en Sevilla, lo que apenas una semana antes sucedía en Madrid. Y Lola Índigo, por fin y con el público a punto de no aguantar más la espera, ascendió desde las profundidades de La Cartuja al ritmo de Yo ya no quiero ná. Como una bruja que emerge de las tinieblas para hechizarnos con su mundo de fantasía y misterio andalusí.
Si algo tuvo este primer acto del show fue mucho arte, mucho duende y mucho sentimiento. Estábamos asistiendo en vivo a su particular akelarre andaluz, que dio paso a temas como Mujer bruja, Maldición y Santería. Canciones ya míticas con las que, en su día, se abrió camino y perfiló un nombre. Tras esto, Lola nos abrió las puertas a su particular Pandora. De repente estábamos dentro. Y RVFV también.
“¿Lo queríais? Pues aquí lo tenéis”, sentenciaba Lola tras finalizar y presentar con Trendy al almeriense. Su fiel amigo y compañero, fuera y dentro de la industria, llegaba justo a tiempo para cantar todo su repertorio conjunto: Casanova y Romeo y Julieta desembocaron en un abrazo sincero entre los dos artistas, pero la noche solo estaba a punto de comenzar.
A medida que el encantamiento avanzaba, en sintonía, por supuesto, de una de las más espectaculares puestas en escena jamás vistas en el escenario sevillano, esta Mimi embrujada observaba cada paso de baile desde lo más alto junto a su bola de cristal. Y con ella logró hacer magia trayendo discretamente a otro invitado que sorprendería aquella noche. José del Tomate, hijo de Tomatito, aparecía en pantalla punteando y rasgando como solo él sabe hacer. 
Con él daba paso el intervalo con más aje, donde Miriam Doblas aprovechó para trasladar su actuación de los Goya con Verde y cantar en su querida Andalucía hits como Plastilina, Primavera, El condenao o su más reciente, Corazón partío. El pantalón, con Sara de las Chuches, vino después. El estadio se inundó de olés y de guapas y de reinas, reinas, reinas. “Eso se lo decís a las guiris, a mí me tenéis que cantar el Sarandonga”.
Llegados a este punto, una lluvia virtual de pétalos de rosa tiñó el escenario con los colores propios de La Niña y su Booty Camp para inaugurar el segundo acto. Sexy, empoderado y divertido. Así marcó Lola este despliegue de talento y canciones solo aptas para verdaderos fans, cargadas de mensajes reivindicativos y pausas para hablar con un público entregado y sin pelos en la lengua, como ella. Hasta un Mini llegó a subir al escenario para acompañar un repaso de temas que fueron desde Culo hasta Toy Story y su legendario Lola Bunny.
El tercer acto sabía a final y a despedida. Una poderosa Lola Índigo salía de Nave Dragón para introducirnos de lleno en el álbum que para ella ha supuesto un verdadero “reto”. El tonto, Corazones rotos, La santa, Discoteka e incluso Mi coleta, con guiño incluido a las Pussycat Dolls, fueron sonando mientras niñas y mayores no paraban de bailar envueltas en abanicos de luces led y láseres de colores: “Feliz mes del orgullo, mi gente”, gritó a los cuatro vientos.
Y tras mucho hablar, cantar y bailar, la extriunfita se permitió unos minutos para hablar de su paso por ciertos realities y de la suerte de esas primeras expulsiones. Dicho esto: Hola, Nena Daconte, primera expulsada de OT2.  Ambas artistas se fusionaron para cantar Tenía tanto que darte, y el público no podía creer lo que veía. 
La traca final le perteneció a Mojaita y a la Reina, que, sin necesidad de tres caras, fueron capaces de cerrar con éxito la coronación de una diva y máquina definitiva de crear espectáculo. Todo esto en una primera noche de verano en la que Sevilla se rindió ante la granaína y solo pudo decir: ¡Dolores, guapa!
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