Si te acercas a Lith por primera vez, prepárate para que todo lo que creías saber sobre música pop, electrónica y el underground se ponga patas arriba. Uhn no es solo su nuevo  mixtape, es un manifiesto de caos creativo, un laboratorio de sonidos donde el hyperpop se cruza con el EDM, el trap se encuentra con el Brazilian funk y los recuerdos de los 2000 se mezclan con distorsiones futuristas. 
Desde su habitación, entre demos, iPods y juegos de la infancia, Lith ha construido un nuevo universo donde cada sample, cada efecto vocal y cada colaboración funcionan como una chispa que te invita a saltar, a reír, a desconectar y a disfrutar de la música como nunca antes lo habías hecho. Este renacimiento de entre las cenizas marca el inicio de una nueva era para el artista, y el primero en gritar ‘uhn’ serás tú.
Lith no suena solo a un cambio de nombre, sino a una identidad completamente nueva. ¿En qué momento sentiste que Tomás Roca ya no podía contener lo que estabas haciendo y necesitabas empezar desde cero? 
Sentí que Tomás Roca ya no podía contener lo que estaba haciendo. Al empezar a explorar nuevos géneros, influido por las escenas underground estadounidense, británica y coreana, mi sonido cambió de forma radical. Hacía tiempo que pensaba en dejar atrás ese nombre porque representaba el artista que fui al inicio de mi carrera, cuando hacía un pop más convencional, menos personal y aún no producía mis propios temas.
En 2023 empecé a producir, a entender y a dominar mi visión artística, y fue entonces cuando surgieron las dudas: ¿me sigue representando este nombre?, ¿habla de quién soy ahora? No fue hasta tener Uhn entre las manos que lo vi claro. El cambio ya no era solo musical, sino también personal y estético, y mi nombre dejó de reflejarlo. No lo siento como un borrón y cuenta nueva porque respeto y valoro todo lo que hice antes, pero sí como una evolución: el inicio de una nueva era, una nueva versión de mí.
Has hablado de Lith como un monolito: algo sólido, casi inamovible, futurista y fuera de contexto. ¿Qué significa para ti esa imagen y cómo se traduce en la música y en lo visual? 
La imagen del monolito surge directamente de 2001: Una odisea del espacio. Ese objeto que aparece sin previo aviso, futurista, fuera de lugar y que lo altera todo. En la película, los monos lo observan y empiezan a enloquecer. Esa es exactamente la sensación que me interesa: algo que irrumpe, genera impacto y no pasa desapercibido. El monolito funciona como una metáfora de lo que quiero provocar con la música y con el universo visual: un sonido y unas imágenes que descoloquen, que resulten innovadores, que choquen ligeramente y obliguen a reaccionar. Que no encajen del todo con lo que se espera, pero que precisamente por eso llamen la atención.
Hay además otra capa, más estética y conceptual, que conecta directamente con el universo del mixtape: el iPod y la era 2010. Para mí, ese dispositivo fue el monolito de su tiempo, el objeto que definió a toda una generación y transformó para siempre la forma de escuchar música. De ahí nace la obsesión con los iPods y con ese momento cultural. Encajan de manera natural con la idea del monolito como símbolo icónico, sólido, casi sagrado, que marca el inicio de una nueva era, también para Lith.
En Uhn hay muchos guiños a los 2000s y 2010s, pero no desde la nostalgia clásica, sino desde algo más deformado y digital. ¿Te interesa revisitar esa época o usarla como materia prima para construir algo nuevo?
Los 2000 y los primeros años de la década de 2010 me parecen épocas especialmente interesantes a nivel musical, cultural y artístico para revisitar. Siento que en ese momento nada estaba tan medido ni sobreanalizado. Las redes sociales, como Instagram, Vine o Tumblr, se usaban de forma mucho más caótica y espontánea, más pensadas para divertirse y desconectar que para construir una imagen. Las house parties, los iPods, los memes, la americanización de la música, el auge del EDM, el trap y el rap, la digitalización… Artistas como Skrillex, Waka Flocka Flame, Fetty Wap, Kesha o Imogen Heap son referencias muy claras de esa época que me inspiran a revisitarla y a usarla como materia prima, ya sea a nivel de referencias, samples o actitud.
También películas como Proyecto X o Spring Breakers han sido claves para construir el imaginario y la vibra de Uhn. Creo que los 2000 y el periodo 2010-2015 están llenos de elementos y códigos que, con las tecnologías y los sonidos actuales, pueden transformarse en algo nuevo y distinto, más allá de una simple mirada nostálgica.
Combinas hyperpop, trap, pop, funk brasileño y electrónica. Toda una mezcla que ahora se lleva mucho. ¿Qué referentes has tenido para desarrollar este estilo tan particular? 
La mezcla nace de referencias muy diversas. Por un lado, artistas actuales que me inspiran mucho como 2hollis, Nate Sib, Effie, Kimj, ian, Nettspend u Oklou, sobre todo dentro del underground estadounidense, británico y coreano, donde se están cruzando géneros sin complejos y explorando la distorsión y los límites del sonido. Al mismo tiempo, hay una mirada constante hacia atrás. La era de los 2000 y los primeros 2010 está muy presente: Justin Bieber, Imogen Heap, Fetty Wap o Skrillex son artistas con los que crecí y que han marcado mi forma de entender la música. Muchos de ellos aparecen directamente sampleados en el mixtape. 
Where R U parte de Where Are Ü Now, de Justin Bieber, Jack Ü, Diplo y Skrillex; Odissea, junto a Xicu, samplea Have You Got It In You?, de Imogen Heap, una referente clave para mí, e incorpora sonidos como el Bop It!, un juguete de mi infancia. En Jeremy Scott hay un sample de Trap Queen, de Fetty Wap; en 2010, con Oh!Dulceari, utilicé el tono de llamada de una BlackBerry de la época y varios vines; en 17017, junto a Lucigarci, trabajé con percusiones de drum and bass típicas de los videojuegos clásicos de Nintendo; y en Una obsesión, con Gomz, aparece un sample de Obsesión, de Aventura, combinado con una voz brasileña que atraviesa todo el tema. El sample es una herramienta creativa central en mi proceso.
Uhn es el resultado de mezclar referentes, recuerdos y sonidos deformados pasados por un filtro contemporáneo. Aun así, siento que es solo el comienzo. De cara a lo que viene, me apetece inclinarme todavía más hacia el hyperpop, el EDM y el rage, un camino que musicalmente me parece muy estimulante y lleno de posibilidades.
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El humor atraviesa el disco, tanto en letras como en actitud, a veces rozando la parodia. ¿Qué lugar ocupa el humor en esta nueva etapa y por qué era importante no tomarte demasiado en serio?
El humor es clave en esta etapa, pero más que humor en sí, es una forma de no tomármelo todo tan en serio. Venía de un proyecto muy conceptual e intenso donde todo estaba extremadamente controlado, y con este mixtape necesitaba justo lo contrario: pensar menos, disfrutar del proceso y pasármelo bien haciendo música. En todos los temas me lo he pasado genial, también en la parte visual y en las colaboraciones, que me han hecho crecer tanto a mí como al proyecto. Todo nace desde ahí, desde el juego. Por eso conviven letras más irónicas, provocadoras o directamente absurdas con otras más emocionales. No todo tiene que ser profundo o trascendental todo el tiempo. El humor también me permitió conectar con la estética y el espíritu de la época que me inspira: los memes, Vine, esa manera de vivirlo todo con un punto de ironía. Al final, se trata de eso: no tomarse la vida ni la música tan en serio y crear algo que se disfrute, que te acompañe y que invite a pasarlo bien escuchándolo.
Tu manera de usar la voz ha cambiado mucho: hay más distorsión, más capas, más juego con el efecto y con el personaje. ¿Cómo la has trabajado y qué te permite ahora que antes no?
Sí, en Uhn he trabajado la voz mucho más desde el juego y la producción. Siguen existiendo temas más exigentes a nivel vocal, más cantados, pero la mayoría se mueven hacia algo más rapeado, siempre con ese punto melódico que me caracteriza. No es rap puro sino un enfoque híbrido, y la voz tenía que reflejar ese cruce.
Con este mixtape siento que por fin he encontrado el chain vocal que me define. He experimentado muchísimo: distorsión, capas, chorus, flanger… efectos que transforman la voz sin perder mi identidad. También he jugado bastante con el pitch, sobre todo subiéndolo, porque me parece que aporta un carácter muy particular y encaja perfectamente con el mood del proyecto. El autotune está bastante presente en todo el disco, pero para mí es una herramienta artística más, no algo pensado para corregir afinación. Estos temas sin autotune no sonarían igual, perderían gracia, flow y frescura. Me gusta porque aporta un efecto actual y contemporáneo. Hay canciones donde está más presente y otras donde desaparece, pero cuando aparece es porque suma y eleva el tema. En general, todo este tratamiento vocal me da mucha más libertad que antes. Me permite ser más creativo, arriesgar, probar cosas nuevas frente al micro y autocensurarme menos. Y eso al final se nota: la música fluye más y yo me siento mucho más cómodo expresándome.
En este álbum has colaborado con otros artistas como xicu, Lucigarci, Oh!Dulceari, Gomz y Brunuss Rizzo. ¿Quisiste trabajar con ellos desde un principio? ¿Cómo fue el proceso con ellos?
No fue algo planificado desde el principio. Siempre empiezo haciendo música sin pensar demasiado: temas, ideas sueltas, demos muy cortas, etc. Cuando ya tengo un cierto universo construido, empiezo a decidir hacia dónde quiero llevarlo. Aun así, es verdad que a todos ellos los tenía muy presentes. Son artistas que escucho, admiro y respeto mucho. Tenía claro que en este mixtape quería colaborar con gente que realmente sumara al sonido, al concepto y a la estética, y cada uno aporta algo muy distinto. 
La colaboración con Gomz es más tranquila, nostálgica y chill, con ese punto de Brazilian funk que invita a bailar; la de Brunuss Rizzo es probablemente el tema más hard del disco, un trap muy crudo y distorsionado, con referencias a artistas como Nettspend o 2hollis, e incluso sampleando una gralla (Entrada a la plaça, la canción con la que las colles castelleres de Vilafranca entran en la plaza). Cada colaboración abre un color diferente dentro del proyecto, y eso me encanta. El proceso fue muy orgánico. Yo ya tenía los temas más o menos empezados o estructurados y, como somos colegas, se los pasaba tal cual. A todos les encajó desde el primer momento y el ‘vamos a hacerlo’ fue casi inmediato. Con lucigarci, Gomz y Brunuss Rizzo nos juntamos a grabar en el mismo estudio; con Oh!Dulceari fue online porque es de Venezuela, y con Xicu también a distancia por cuestiones de agenda. En general, fue una experiencia increíble, muy natural, sin presión y completamente desde el disfrute. Me lo pasé muy bien haciéndolo y creo que eso se nota. Sinceramente, trabajar las colaboraciones de esta forma es de lo más divertido del proceso.
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Cambias de catalán a castellano y a inglés dentro del mismo universo sin dar explicaciones. ¿Ves el idioma como una herramienta expresiva más, al margen de cualquier etiqueta identitaria o de mercado? 
Sí, totalmente. Para mí el idioma es una herramienta más, igual que un efecto o una melodía. En mi casa siempre se ha hablado catalán y castellano, y el inglés también ha estado muy presente, así que me sale de forma natural moverme entre los tres. No lo pienso desde un sitio identitario ni estratégico, sino desde lo que me pide cada tema. Con este mixtape, por ejemplo, es la primera vez que saco temas en catalán y me he sentido muy cómodo porque es mi lengua materna. Además, ha sido divertido descubrir cómo encaja el catalán en este tipo de beats porque nunca me lo había imaginado así y queda muy bacano. 
Al producir el disco desde tu habitación, da la sensación de que hay un control muy fuerte sobre cada detalle, pero al mismo tiempo una energía caótica. ¿Cómo equilibras esa tensión entre control y desorden?
Totalmente, es un arma de doble filo. Producir y grabar música desde mi habitación me encanta porque toda la inspiración nace ahí. Es mi espacio, donde vivo, pienso y creo, y eso tiene algo muy especial. Además, al hacerlo todo yo mismo, tengo un control total sobre mi música. Pero, como soy bastante obsesivo, puedo pasarme horas y horas en el estudio y acabar con cincuenta temas abiertos, cien demos y un montón de ideas dispersas. Ahí es donde aparece el caos. Me gustan demasiadas cosas y, a veces, cuesta decidir qué terminar y qué dejar en pausa.
Por eso el feedback es clave para mí. Compartir los temas con otros artistas y ver cómo reaccionan me ayuda mucho a tomar decisiones. Mi hermana es la primera persona a la que le enseño todo, su opinión es fundamental. También trabajo muy de la mano con Allier Studio, que me ayuda a ordenar la visión artística y estética, y con mi manager, Marco Rostango, que aporta ese punto de realidad necesario para aterrizar ideas y decidir qué temas funcionan y cuáles necesitan más trabajo. Yo genero el caos y ellos me ayudan a ordenarlo. Esa tensión entre control y desorden es, al final, lo que ha terminado definiendo el disco y mi música en general.
Ahora tu música está muy ligada a la noche y a salir de fiesta. ¿Cómo te imaginas la forma ideal de experimentar Lith? 
En directo, ahí es donde todo cobra sentido. Me encanta tocar en vivo, lo vivo intensamente, y es el lugar perfecto para que alguien que no me conozca conecte de golpe con el proyecto. La energía del público es clave: saltar, moverse, crear momentos intensos. Uhn tiene muchos temas pensados precisamente para eso, para romper y hacer que la gente se suelte y disfrute.
También me interesa mucho el contexto del club y la fiesta, donde algunos temas funcionan de manera natural. Estoy empezando a pinchar y a explorar ese lado más de DJ y hay ritmos muy bailables que encajan perfectamente, desde hoodtrap hasta hyperpop o Brazilian funk. Me imagino a Lith tanto sobre un escenario, sudando y saltando, como sonando fuerte en una pista de noche, cuando todo se vive con más intensidad.
Uhn suena a manifiesto y a punto de partida más que a conclusión. ¿Sientes que este disco cierra una etapa o que, en realidad, es un primer capítulo? 
Sí, totalmente. Uhn no cierra nada, al contrario, es el primer capítulo real de Lith. Funciona como un manifiesto, una carta de presentación de este nuevo nombre, esta nueva identidad y esta forma de entender la música. Es el punto de partida desde el que empiezo a construir todo lo que viene. A partir de aquí, el sonido tiene mucho margen para evolucionar. Tengo claro que quiero empujar más hacia lo electrónico, hacia el EDM y ese universo que siempre me ha fascinado, con referentes como Skrillex. Uhn sienta las bases pero no es un destino final, es solo el comienzo.
Y por curiosidad, ¿qué significa el nombre de tu álbum? 
El nombre del álbum va justo en esa dirección. Uhn significa literalmente ‘uno’. Es el número uno, el primer proyecto de esta etapa. La H la incorporamos para que no fuera un uno literal, le da un toque extraño que encaja con el espíritu del disco. Así que sí, Uhn es el inicio, el primer paso. Tengo muchísima música hecha, ideas y muchas ganas de ver hasta dónde puede llegar todo esto. Esto apenas empieza.
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