Hay artistas que hacen canciones. Otros, que construyen mundos. Y luego está Lhara, que no solo crea universos sonoros, sino que los distorsiona para darles una nueva vida. La artista y productora vasca afincada en Barcelona acaba de lanzar Manos en la mesa, su nuevo álbum: un festín conceptual servido en doce platos, donde el pop se descompone y las emociones se cocinan a fuego lento.
Este no es un disco para escuchar de fondo. Es una experiencia que exige atención y que se disfruta más cuanto más te adentras. Cada track presenta a un miembro de una familia ficticia y te introduce en una narrativa de personajes que parecen sacados de tus propios recuerdos, aunque nunca los hayas conocido. Su música canaliza los deseos, heridas y delirios de los personajes, como si Lhara hubiera diseccionado la psique de una familia entera.
Las voces secas, los samples industriales y una producción cruda con ADN post-pop dan forma a un álbum donde los géneros son solo puntos de partida: del witch-house al funk, del trap al amapiano con reggaetón alienígena. Nada suena como debería, y eso es parte del encanto. Aquí no hay fórmulas concretas, solo pulsos emocionales.
Como carta de presentación, Lhara lanza un doble videoclip protagonizado por Ofelia y Don, dos personajes que parecen salidos de realidades paralelas y que, sin embargo, responden al mismo impulso. Ofelia - Downtown Boy es un susurro glitch envuelto en rosa pastel, inocente y trágico. Una fantasía que combina amapiano con reggaetón tímido, envuelto en una estética color chicle. Suena a ternura adolescente, a corazones que se rompen antes de saber qué es el amor. Ese enamoramiento platónico que empieza con mariposas y caos hormonal.
En el otro extremo, Don - Bill$ es todo lo que Ofelia reprime: reggaetón agresivo y saturado, cargado de deseo y ambición. Don no pide perdón ni permiso. Es la personificación de esa pérdida de inocencia que llega con los años y con unos cuantos golpes de realidad. La producción visual, dirigida por Dario Julve y desarrollada junto a Catastral, materializa ese tránsito emocional entre dos polos de una misma obsesión, revelando lo que se sacrifica al cruzar el umbral de la infancia hacia la adultez.
Manos en la mesa es una obra valiente que se permite incomodar, exagerar, ironizar y sobre todo emocionar. Por momentos se vuelve tan personal que, sin darnos cuenta, nos vemos reflejados entre líneas. Hay algo de Almodóvar digital, de FKA Twigs suburbana.
Lhara ha hecho un disco que resuena en el presente y anticipa lo que está por venir. Un manifiesto de identidad donde la experimentación nace de una necesidad genuina. Con este lanzamiento confirma que no está siguiendo ninguna corriente, está creando la suya propia. Así que ya lo sabes, pon las manos en la mesa y prepárate para sentirte observado. Porque en el mundo de Lhara, cada canción es una pieza de un puzzle que te atrapa y te desafía.
Track favorito: Don - Bill$.