Trabajar de manera consciente, tener algo que contar y, desde ahí, construir una base sólida, son las claves de Leo Rizzi para sobrevivir después de un hit. A veces, el éxito llega así, de golpe. Algo que nace de tu máxima intimidad, resulta que llega a conmover a millones de personas. Pero después del aluvión, la vida continúa, y uno tiene que saber bajarse de la nube a tiempo, seguir haciendo carrera y no quedarse detrás del mito.
Desde el fenómeno que supuso el single Amapolas en 2021, la carrera de Leo Rizzi no ha parado de crecer. En este tiempo cuenta ya con dos discos de oro y cuatro de platino, además del premio a Artista revelación 2022 de Los40 Music Awards. Ahora nos presenta Mi maná, el primer single de este año, donde nos habla de esa zona en sombra que en algún momento transitamos.
Sus canciones componen un marco simbólico muy personal, lleno de elementos naturales, una fuerte conexión con la espiritualidad y una mirada crítica hacia el mundo que nos rodea. Leo Rizzi representa a esa nueva generación que, si bien se maneja con soltura en el universo mediático, tiene un afán por cambiar las estructuras del mundo real. Una generación que necesita conectar con la parte más humana, con lo que nos une y nos entronca.
Lo fácil sería encajarte dentro del pop, pero al escucharte podemos identificar rápidamente que tienes un sonido muy particular, que la etiqueta ‘pop’’, por sí sola, se queda corta para definir tu música ¿En qué género musical dirías que te enmarcas?
Hoy en día es muy difícil definir a un artista por su género musical. Diría que hay una tendencia global a la mixtura y en mi música esto también sucede, sobre todo a la hora de componer e interpretar melodías. Podemos decir que mi música es pop, porque sí que es popular y está destinada a un público general, pero también me dejo empapar por influencias de otros géneros.
¿Han ido cambiando estas influencias?
Cuando empecé tenía el foco puesto en el mundo del cantautor. Me implicaba sobre todo en las letras y melodías mientras dejaba la producción musical en manos del productor. Con el tiempo, me fui acercando a otro tipo de músicos, como Burial, MorMor y especialmente a James Blake. Estas y otras muchas influencias cambiaron mi forma de ver la composición. Pero siempre ando buscando nuevos grupos y canciones con las que empaparme. Investigar me motiva a seguir creando. Cuanto más conoces, más te inspiras y ya no puedes parar. Es una propulsión constante.
Acabas de publicar Mi maná, tu nuevo single y el primero de este año ¿Qué supone para ti este lanzamiento?
Siento mucha emoción, porque es el primer single de este año después de muchas colaboraciones. Mi maná aporta nuevas visiones y nuevas aristas al trabajo que venía publicando. Por una parte, creo que mi público verá cómo el universo que estoy creando se engrosa con nuevos matices, pero, a la vez, la canción tiene la suficiente fuerza como para atraer nuevo público. Conceptualmente, nace en contraposición a Conexión, funciona como su antítesis. Conexión habla de la unión con el Todo, de estar en paz con uno mismo, y Mi maná es justo lo contrario. Sucede en un momento donde no encuentro esa paz, ni siquiera encuentro la manera de conectar con las personas que me rodean, y ahí es cuando lanzo esa pregunta que suena en el estribillo: ‘‘¿Por qué te vas? ¿por qué te escondes?’’. Le canto a esa fuerza que aparece fugazmente y nos regala su luz, pero es tan sutil que tan fácil como llega también puedes perderla de vista.
Hablas de reivindicar la sombra, ¿no? Uno no siempre está iluminado y esa obsesión por la plenitud constante se aleja de la realidad de las personas.
Mi maná trata de dar un poco más de sombra, una sombra que pueda sostener la luz. Últimamente, me sentía un predicador dando un mensaje espiritual universal y necesitaba contar algo más personal, más real. Creo que este tono puede ayudar a las personas a trascender esos estados de ánimo, antes que simplemente tapándolos con lecciones de moral y poca escucha. Como cuando quieres contarle a un amigo que estás mal y sólo te responde con lo que deberías hacer. Para mí, escribir desde este lugar también supone soltar un lastre y permitirme sentir.
¿Y cómo crees que puede Mi maná captar nuevos oyentes?
Creo que va a llegar a un nuevo público porque tanto el concepto como la producción y la composición están más cerca del espectador. Mi maná supone un punto de inflexión a nivel de madurez dentro de mi obra. Me estoy encontrando cada vez más con mi sonido, con el sonido que quiero.
Siguiendo con lo que hablábamos antes, un rasgo muy característico de tu obra es la temática, un tanto despegada de los relatos genéricos que escuchamos en las listas de éxitos. Hablas de introspección, de espiritualidad, de otras lecturas del amor. ¿Qué importancia le das al mensaje en tus canciones?
Para mí, el mensaje es, en esencia, lo que me motiva a escribir una canción. Si quiero hacer una canción, necesito una temática que la sostenga. De hecho, tengo un montón de composiciones melódicas guardadas en el cajón, esperando a que llegue ese mensaje que les pueda dar vida.
¿De dónde viene esa inspiración?
Las letras y las temáticas son un anexo de mi persona. Son el desarrollo de esas cosas que me interesan y que suelo conversar con mis amigxs. Me gusta darle vueltas a los asuntos. Al empezar una canción intento volcar todos esos pensamientos, y si sucede la catarsis, la canción se termina y se graba.
Pero más allá de temáticas concretas, creo que lo que articula y unifica mi obra es la forma de comunicarme. Por ejemplo, la forma de hablar del amor, intentando no caer en los discursos del amor romántico. Me interesa dar matices sobre los grandes relatos. Un libro que ha cambiado mi forma de ver el mundo ha sido Pensamiento monógamo, terror poliamoroso de Brigitte Vassallo. Y como esta, otras lecturas, van confeccionando mi manera de ver el mundo y eso es lo que vuelco en mis canciones. Intento ofrecer un pensamiento crítico.
Esto no lo vemos solo en tus letras sino que se refleja también en los videoclips.
Para mí es importante reforzar el mensaje que, de manera intencionada, parece más ambiguo si escuchas solo la letra. Con los videoclips se abren nuevos significados. Por ejemplo, el videoclip de Mi maná tiene mucha simbología que irá cobrando sentido con las siguientes canciones.
Entonces, concibes tu proyecto a nivel global y no como obras sueltas.
Sí. Me gusta trabajar con un sentido y con una dirección. Uno debe ser capaz de visualizar el cuadro general de lo que se está contando.
Además de tu carrera como músico, también estudias bellas artes y se ve que tienes mucha sensibilidad estética. ¿Cómo integras el arte, la moda y lo visual a tu proyecto musical?
Noto mucho las aportaciones que me ha dado la carrera. Al final, el trabajo no termina cuando compones la canción ni cuando la interpretas. La industria requiere, ahora mismo, de proyectos 360. Cuantas más nociones tengas de los distintos campos que se ven involucrados, mayor autodeterminación tendrás sobre tu propio proyecto. Siendo un artista joven, cuesta que los equipos te tomen en serio, pero si sabes de qué manera comunicar las ideas que tienes en mente, van a confiar en ti.
Se habla mucho del gran impacto que tienes en redes sociales, especialmente en TikTok, pero no te consideras tiktoker. ¿Qué relación mantienes con las redes sociales?
Las redes sociales me han ayudado a promocionar mi faceta musical, pero me gustaría ir más allá y convertir el mensaje de las canciones en contenido para redes sociales. Que no sean sólo una ventana de difusión, sino darles peso. Creo que pueden ser un buen canal para seguir difundiendo y profundizando en aquello que planteo con mi música. Es un poco lo que he ido practicando con Colkie, una aplicación que te permite conectar de manera directa con tu audiencia y tener un trato más cercano. Funciona como un foro. Ahí voy compartiendo detalles del proceso de producción, de composición, las letras, referentes bibliográficos, etc. Así, esa comunidad que voy forjando de seguidores, puede estar más involucrada en el proyecto.
Desde Amapolas, el single que impulsó tu carrera musical, has publicado los singles La puerta, Sanalö y No siempre quedará París, además de sonadas colaboraciones. Sobrevivir al primer éxito ha de ser complicado.
Es como cerrar los ojos y seguir adelante. Uno intenta hacer como si nada, no pensar demasiado para que la presión del primer éxito no condicione el próximo proceso de creación, pero a nivel emocional, es inevitable tener miedo de no volver a conseguirlo. Amapolas la compuse solo en mi cuarto. Aquello lo encontré de manera intuitiva. Y aunque no existen fórmulas para el éxito, esa experiencia me abrió una serie de ventanas a nivel creativo por donde seguir explorando. No puedo copiar lo que me llevó a hacer Amapolas, porque cada proceso es único, pero sí que intento crear desde lo sensorial, como hice aquella vez. Recrear ese mismo sentir, pero en otras composiciones.
¿De qué manera estás trazando tu carrera musical más allá de Amapolas?
Para trazar una carrera después de un hit considero que hay que trabajar el aspecto conceptual. Darle raíz a aquello que ya tiene una proyección e intentar que todos los temas tengan esa misma aura. Pero, en definitiva, hay que trabajar y conceptualizar la base. Más allá de un hit, quiero tener una carrera sólida y eso es en lo que estoy trabajando junto a mi equipo.
Después de ese primer EP que fue Canciones para bailar en el río y todos los singles que le han seguido, ¿hacia dónde te gustaría dirigir tu proyecto musical?
Aún me considero un artista emergente. Mi idea es ir hacia la consolidación, afianzar mi público y llegar a más gente en Latinoamérica. De hecho, me interesa bastante dirigir mi carrera hacia el otro lado del charco. A nivel artístico, quiero seguir experimentando con esta línea estética que he encontrado, experimentar con la sonoridad, descubrir nuevas formas y explorar la parte visual. En general, mi primer objetivo es seguir generando mi universo simbólico propio a través de las historias y las canciones.
Leo Rizzi 2.jpg