Laskaar no ha grabado un disco, ha alumbrado un rito. Transforma se abre con un latido suave, esa intro susurrante que prepara la piel, y poco a poco va encendiendo luces de neón, palmas, cuerpos y confesiones. Es un álbum para perderse en uno mismo y al final encontrarse de la forma más pura y sincera. Un caleidoscopio queer, lleno de colores, emociones y vulnerabilidades. El ritmo se convierte en un abrazo, la noche en un refugio y el beat en tu pulso.
Al adentrarnos en temas como Me <3 en Madrid  o Enemigo, descubrimos que Laskaar no solo busca sacudir la monotonía sino cuestionar identidades y desdibujar estigmas. La producción mezcla house, soul electrónico, R&B y toques de drum’n’bass, uniendo suavidad y garra en un mismo pulso. Vemos colaboraciones muy potentes con artistas como Samantha Hudson en Maricón, Yenesi en Me <3 en Madrid y Putochicomaricón como en No tengo batería. Una unión que subraya ese pulso queer y muestra cómo todos tenemos el mismo deseo de bailar, existir y, sobre todo, de no pedir perdón por ser quienes somos. 
Antes de este nuevo álbum, Laskaar se movía en un estilo mucho más atmosférico, más sutil e íntimo, pero ahora su música prende fuego a nuestros sentidos. Ese contraste, entre fiesta y desgarro, entre la pista y la intimidad, es lo que vuelve honesta la propuesta: porque ser libre nunca ha sido cómodo pero siempre ha merecido ser bailado.
Al cerrar el disco, nos queda bien claro que Transforma no es un álbum para complacer, es un manifiesto. Una declaración sobre la transformación humana: de identidad, de piel, de ritmo. Si lo subes al máximo volumen, sentirás cómo late un corazón que se rehúsa a callar. Y probablemente te encontrarás bailando, llorando y renaciendo.
Track favorito: Materialista.