A ritmo de punk pop y TFGs, Las Petunias se han hecho un hueco progresivamente grande que ha cautivado a la crítica indie y que las ha posicionado como uno de los grupos más interesantes del último año. Su proyecto ha derivado, tras mucho esfuerzo y pelea dentro de la escena emergente, en una identidad y un discurso transparente, que lleva por bandera el no tener pelos en la lengua bajo títulos radicalizados e ironías que viajan hasta la raíz de su fisonomía. Y que ha tomado forma de manera poética en Creo que soy de porcelana, su álbum debut.
Una obra que, más que un inicio, es una radiografía al centro de Las Petunias: al de tres universitarias con inquietudes y morales definidas, una dirección fija y una voz que importa (y que tiene mucho que decir). Un disco de ansiedades, de amor y de lo que ocurre en la mente de un todoterreno que, de vez en cuando, para a replantearse cómo se ha sentido en el transcurrir del delirio. Y que, en el fondo, lo disfruta.
¡Hola chicas! Bienvenidas a ACERO. Vamos a romper un poco el hielo antes de lanzarnos con vuestro álbum debut. ¿Con qué artistas habéis estado obsesionadas estas últimas semanas antes de la salida del disco?
Elsa: Hace no mucho, Golla me enseñó un grupo que se llama Tatuaje que molan un huevo, y también me gusta mucho lo nuevo de El Diablo de Shanghai.
Cecilia: Yo he estado obsesionada con el nuevo disco de Clairo, el nuevo de las Hinds y Experiencia religiosa de Enrique Iglesias.
Golla: Yo por supuesto el nuevo álbum de Fontaines DC y Víctimas Civiles.
Tenemos que empezar por el principio, hablando de los inicios de Las Petunias. ¿Cómo se forma una banda de música entre tres estudiantes?
Se formó entre tres estudiantes de instituto. Nosotras (Elsa y Cecilia) íbamos juntas a clase, y Golla fue la primera y última incorporación a la banda porque nos conocíamos (Golla y Cecilia) de nuestra preadolescencia. La vida nos juntó un poco por necesidad de tener a gente cercana con la que hacer música porque las tres teníamos un poco esa inquietud y no teníamos a nadie con quien hacerlo.
Es un proyecto que se inició entre amigas, poco a poco, y entre muchos pinitos. Pero tiene que existir un punto de inflexión en el que se viese, aunque fuese a lo lejos, que esto podía abarcar más y transformarse en algo más grande. ¿Cuál fue?
Cecilia: Yo lo tengo muy claro. Fue un Café La Palma que hicimos como al año de formar la banda, estaba petadísimo de gente y tocó la batería nuestra actual manager, Hanna Plum. Me acuerdo de escuchar a la gente cantar todas las canciones y flipé. Hanna también porque al acabar el concierto nos dijo que teníamos que trabajar juntas y que iba a ser nuestra manager, y yo pensé, madre mía, ya no somos solo tres amigas, ahora somos un equipo.
Golla: Para mí fue el Madrid Pop Fest. Nuestro primer catering, el inicio de nuestra primera gira. Para nosotras fue algo muy fuerte.
Elsa: Para mí, el Mercado de Barceló que hicimos por el Primavera Sound en Madrid, que era una mañana de domingo donde pensábamos que no habría nadie y se llenó el mercado. Y vimos incluso a gente a la que admiramos mucho en el público y fue muy guay.
“La gente que te escucha es la que acaba encontrando tu distintivo, tu gracia, lo que te diferencia de los demás” Elsa
Vamos a hablar un poco de la emergencia, que es la escena musical de la que venís. Disponemos de muchísimos ejemplos en España, y concretamente en Madrid, de artistas que empiezan de cero y acaban ostentando una posición muy buena dentro del panorama actual. Pero es cierto que, viniendo de personas tan jóvenes, y siendo aún estudiantes universitarias… puede parecer, a ojos del público, que la cuesta es más empinada. ¿Cómo habéis vivido este proceso vosotras? ¿Cómo se combina la vida de banda con la vida estudiantil?
Fatal (risas, todas asienten). Han sido unos años de caos absoluto donde hemos tenido que sacrificar muchas cosas para llegar a todo, pero al final ha merecido la pena siempre, nunca hemos dudado de esto. Además, nuestra carrera musical ha ido creciendo a la vez que nuestros estudios, donde ambas iban requiriendo cada vez más nivel de trabajo y dedicación, y a eso súmale suspender nueve en un año (risas).
Pero puede que lo más difícil haya sido tener que salir de Madrid y viajar a otras ciudades, porque pasar toda la semana con el nivel de ansiedad de una persona a la que le está persiguiendo un oso, y luego ir a una ciudad nueva y que todo el mundo te quiera… te da un subidón de serotonina. Y luego vuelves el domingo por la noche y te dan los mil males.
¿En qué se fija un artista emergente para hacerse un hueco en la escena? ¿Cómo se busca, o más bien, cuándo se encuentra?
Elsa: Nosotras nunca hemos buscado un hueco, sino que el hueco nos encontró a nosotras. La gente que te escucha es la que acaba encontrando tu distintivo, tu gracia, lo que te diferencia de los demás.
Cecilia: Guiándome por lo que nos dice la gente, te diría que nuestras letras puede que sean nuestro gran distintivo. Nunca hemos escrito nada porque sí, hay un motivo detrás de cada palabra, sea cual sea.
Todo este proceso os ha llevado hasta ahora: el lanzamiento de vuestro álbum debut. Hasta el momento todo habían sido singles y dos EPs, Sid y casi sale bien y Nunca no he llorado. Pero un álbum son palabras mayores. ¿Cómo nace esta idea? ¿Cómo va tomando forma un disco completo?
Elsa: Es como cuando te bautizan y luego haces la comunión: primero va un EP y luego un disco; nosotras no hacemos las reglas (risas). Queríamos un disco, queríamos ese disco debut al que se le da tanta importancia en la música y teníamos el material para hacerlo.
Golla: Teníamos muchas canciones sueltas que al decidir hacer un disco fueron tomando forma e incluso nos obligó a escribir más, y como tenemos tanto que decir, poco a poco con este disco hemos formado una identidad y un discurso.
Cecilia: Nos apetecía dar ese paso también como artistas para que se nos tomara más en serio. Con el EP de Nunca no he llorado maduramos un montón y crecimos un montón con él al girar. Eso, más una subvención de una sala de ensayo que nos obligaba a ir cuatro horas a la semana a ensayar obligatoriamente. Y claro, nos sobraba tanto tiempo al tener solo seis canciones que al final acabábamos componiendo. Fue una amalgama de situaciones que nos llevaron a decir: vamos a hacer un puto disco.
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Habladnos del proceso creativo de Creo que soy de porcelana. ¿Cómo es un día en el estudio con Las Petunias?
Caótico. Pero no un caos de no hacer nada, sino de hacer mil cosas y querer abarcar todo constantemente. Si le preguntas a nuestro productor, Dani (Bearoid), se echaría a llorar del estrés y la risa que es encerrarse con tres hiperactivas sobreestimuladas durante una semana. Porque es así, una semana de caos las veinticuatro horas donde hay que hacer descansos de ponerse los cascos y dormirse en el sofá y luego chao chochín. Y por algún casual siempre hay cafés, uvas, galletas y purés de verdura. Pero sin duda es divertido, porque nos lo tomamos casi como una competición a ver quién hace reír más a Dani, entonces es un arsenal de comedia constante.
¿Cuáles han sido vuestras inspiraciones principales en la creación del álbum?
Tenemos una playlist que sacaremos a la luz con todas las canciones que nos han inspirado. Pero, sobre todo, nos inspiran conceptos de canciones, como el himno de la URSS o Ella me levantó de Don Omar, donde no es tanto la música sino el concepto de la canción. Al empezar a componer el disco escuchábamos mucho Finale, Amyl and The Sniffers, Pastora Soler… nunca sonamos como nuestras influencias, pero haberlas escuchado tienen mucho que ver en la forma de hacer nuestras canciones, porque nadie diría que Avda de Andraitx está influenciada por Pastora Soler y, sin embargo, fue fundamental para la canción.
Vuestros temas son un claro ejemplo del punk-pop radicalmente desenfadado. Sin embargo, el disco se titula Creo que soy de porcelana. Un nombre, aparentemente, bastante más frágil. Y lo mismo pasa con Petunias. ¿Por qué bautizarlo de esta forma? ¿Hay algo de metafórico en él? ¿En qué puntos confluyen esta fragilidad con el desparpajo?
Elsa: Todo empezó porque yo estaba muy triste. Muy triste, muy triste. Bueno, tampoco tan triste (todas se ríen). Me autoidentifiqué como porcelana porque es un material muy frágil pero muy duro, que la gente cuida mucho y es muy valioso. Pero es delicado y es duro por la naturaleza del material, ¿sabes? Y esa frase de Mercerías luego bautizó al disco, porque en el fondo todas nos sentíamos identificadas tanto personalmente como a nivel de grupo.
Cecilia: Como el meme de ‘no frágil como la porcelana, frágil como una bomba’. En este disco explotamos en mil pedazos duros y puntiagudos (risas).
“Me voy a poner radical y diré que soy fiel creyente de que la música debe tener un mensaje, sea de amor o de odio” Golla
Este estilo os da el bagaje suficiente como para emplear la música para una intención clara, que es la transmisión del pensamiento tal cual viene a la cabeza, sin filtros. Habláis de la identidad de la persona y del estrés que conlleva sustentarla, dando lugar a temas como B0mb4 o Mercerías las justas, vuestro último aperitivo antes de la salida del disco. ¿Cómo os representa esto como grupo, como compositoras? ¿Qué mensaje llevan Las Petunias?
Golla: Tenemos varios mensajes y en el fondo todos comulgan en uno, y es que somos personas altamente sensibles y con una ansiedad crónica que nos hace llevarlo todo al extremo y sentir muy fuerte todas las cosas. Cada sentimiento nos provoca mucha frustración y mucho impacto, y la manera de expresarnos es con la música.
Elsa: Igual mensaje realmente no tenemos, sino que lo que llevamos como filosofía de vida es no callarnos las cosas y siempre siendo lo más explícitas que podamos. Porque la gente piensa lo mismo que nosotras, pero igual no se atreven a decirlo sin florituras. Yo lo que hago mucho es ponerme Cortar por la línea de puntos y decir, buah, están tan peor que yo, que prefiero ponerme esto y olvidarme de mis mierdas. Luego escribo una canción y me desahogo, y así puedo verlo y pensar que ellos están como una chota.
Cecilia: Voy a citar la serie Girls y diré: “Yo no soy la voz de mi generación, yo soy una voz de mi generación”. Eso es Las Petunias. Nosotras no queremos ser las dueñas de ninguna revolución ni queremos ser Napoleón, solo somos una voz, pero esa voz importa.
Sin embargo, sigue habiendo hueco para lo romántico y desesperado, como en Cuando tengas frío, o incluso en Egoísta que, en el fondo, habla del amor y posición prioritaria en que se debe tener a una misma. ¿Creéis que debe haber hueco para todo dentro de la música?
Cecilia: El amor mueve la música y la música mueve el amor; al final las dos van unidas de una forma inexplicable. Y como decía Golla, nosotras somos unas personas histéricas, intensas y desesperadas, entonces no podría ser de otra manera.
Golla: Y citando a las Ligas Menores, “Y de pronto un accidente dio como resultado casi una canción por día”. Me voy a poner radical y diré que soy fiel creyente de que la música debe tener un mensaje, sea de amor o de odio.
Elsa: El amor es uno de los sentimientos más desconocidos, porque en el fondo nadie habla de lo más profundo de sus sentimientos y nos quedamos en la superficie de, oh, me ha regalado flores. Ya, pero quiero saber más. El desamor también es amor, el amor amistoso… hay muchos terrenos que hay que explorar del amor y de la desesperación, y creo que la mejor forma es a través de la música.
Como ya hemos mencionado antes, comenzasteis en salas pequeñas (en la Sala Maravillas, concretamente) como un proyecto musical amateur entre amigas, y ‘de repente’ os están llamando para festivales. Este ‘de repente’ va entre muchas comillas porque las cosas no ocurren por casualidad, y menos en un ambiente exigente como es el musical. ¿Qué creéis que aportan Las Petunias a la escena? ¿Cuál es vuestra esencia y clave?
Descontextualizar lo cotidiano y llevar lo más elemental del mundo como ‘quiero ser tu Dios, quiero ser Jesús’ a lo más normal como ‘de repente llegan flores a mi casa’. Llevamos los mensajes más extremos y trascendentales a las cosas más cotidianas de la vida. Quizás en este disco, que ya lo hicimos en canciones como Perico, se ha notado más lo mucho que nosotras utilizamos la ironía también para hacer una burla a la sociedad.
Vestirnos de rednecks en el video de Mercerías, samplear el himno de la URSS y ponernos unos bigotes, llamar a una canción Ultrasur, compararnos con Dios, toda la canción de Marcelo Criminal, B0mb4… Coger los mensajes más radicales para luego esa radicalidad transformarla en amor, transformarla en compasión y en una letra que en el fondo no queremos ser ni Dios ni Jesús, solo que alguien nos quiera.
También ayuda mucho ser unas personas radicalmente normales, porque no tener que mantener una pose te da la libertad de hacer lo que quieras todo el tiempo y nos deja probarlo todo y que nos dé igual lo que nadie piense.
Y ahora estáis presentando vuestro álbum en la Sala Sol, un absoluto emblema de la Movida y de la escena musical española. Dejando de lado lo obvio, ¿qué sentís? ¿Cómo se comparan y digieren estas situaciones?
La sala El Sol es un sueño para nosotras. Hemos crecido yendo a esa sala a ver grupos que son historia, y de repente formar parte de esa historia, encima con la sala llena, gracias a todos, es una sensación indescriptible. Ha sido siempre como la broma de ‘tocar en La Sol algún día’, y que ese día haya llegado es algo que no nos vamos a creer hasta que no nos subamos y luego nos bajemos (risas).
¿En algún momento pensasteis que esta sería vuestra vida?
Cecilia: Yo me acuerdo del primer ensayo de Petunias y de decir, imagínate tocar con Carolina Durante. Y ha pasado. Imagínate tocar en el Primavera Sound. Y ha pasado. Y así con cientos de cosas que yo veía como una broma y un sueño, pero que nunca imaginaba que iba a cumplir a los veinte años. Pero he de decir que de pequeña ya decía que iba a ser cantante y no me equivoqué.
Elsa: Yo me acuerdo cuando conocí a Golla por primera vez para formar la banda, que estábamos las tres en un kebab y yo me lo tomaba tan a coña que le dije a Golla, si quieres triunfar, te vienes al grupo, con ironía completa. Yo pensaba que iba a ser quedar las tardes a hacer cancioncillas  –literalmente lo que es (risas) –, y no sé si esto se considera un triunfo, pero para mí ya ha sido besar el santo.
Golla: Yo la verdad desde pequeña ya me lo imaginaba. Nunca no tuve esta visión porque sacaba malas notas. Lo único que se me daba bien en la vida era quedarme en mi cuarto haciendo música, y no me imaginaba otra cosa desde que de pequeña me ponía “Un globo, dos globos, tres globos” en el altavoz. Ya me imaginaba que iba a ser famosa.
Ahora que el álbum está fuera, ¿qué esperáis del público?
Que se lo pasen bien, que se lo gocen, que vean las letras y se rían o digan, joder, me has matado con esto. Y que lo escuchen. Y, cuando lo quemen en una semana, lo guarden para siempre con un buen recuerdo.
Y, ¿qué les espera a Las Petunias?
Les esperan unos TFGs, con suerte un montón de conciertos, y con suerte otro disco, porque ya estamos componiendo cosas, viéndonos con gente para colaborar, et . Ojalá les espere reconocimiento y que se nos vea como una banda consolidada. Las Petunias quieren arrancarse la tirita de emergentes de una vez por todas y recuerdan las palabras del grupo Mujeres: “Por fin ha llegado nuestro momento, solo nos ha costado veinte años”.
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