Concebir el baile como arma de “construcción masiva”, también como método para desfogar la negatividad de nuestros cuerpos. Esto sucede cuando Las Bajas Pasiones, grupo musical formado por Trusty, Edu Libra y Toni Taboo, se sube al escenario para actuar o para pinchar en sus fiestas inclusivas Furia Queer. Pretenden, en sus propias palabras: “Sudar el desamor y las mierdas que nos afectan”, y ahora lo harán al son de su nuevo y tercer álbum Neocancaneo.
Una de sus tantas particularidades es la de aglutinar diferentes sonidos en sus canciones, ya sea rap, electrónica, pop o ritmos latinos; toda una experiencia sonora que se agrava en sus directos. Consideran que su verdadero potencial está ahí, en sus conciertos, y tenían tantas de volver a conectar con su público que ya han empezado la gira de este nuevo disco. La última parada fue Barcelona, y Valencia y Madrid serán las siguientes afortunadas en escuchar sus reivindicaciones este 25 de marzo en La Sala y el 26 de marzo en la Sala Independance, respectivamente.
¿Quiénes son Las Bajas Pasiones?
Somos una banda de electrónica, pop y rap, con letras explícitas sobre nuestras vivencias como maricas. Nos gusta crear espacios de fiesta con nuestros conciertos donde poder sudar el desamor y las mierdas que nos afectan.
Me llama mucho la atención vuestro nombre artístico, ¿de dónde vino la idea de llamaros así?
Desde que empezamos con la banda. Se nos unieron las ganas de no reprimirnos nada, también de acercarnos a hablar de nuestros bajos fondos y deseos; de ahí salió todo y poco a poco creamos un universo alrededor de este concepto.
¿Qué significado tiene para vosotros la pasión?
Pasión es la pulsión de la vida, lo que hace que tengas ganas de levantarte en este mundo cada vez más neurótico. Pasión es un prado verde, donde las hojas gozan meciéndose con la suave brisa; es no vivir enajenadas, y sostener una sonrisa frente a todo ocaso.
Decidisteis uniros tras una charla sobre vuestra identidad, pero esto de hacer música, ¿ha sido algo inesperado o queríais hacerlo desde pequeñxs?
Siempre hemos hecho música cada unx por separado, desde que tenemos uso de razón. Es lo que nos mueve y, desde que nos conocimos, decidimos unir caminos por la cuestión de la identidad y la conexión total que tuvimos desde el comienzo.
Vuestras canciones parecen auténticas hemerotecas. Y es que, cuando decís que divagáis con la experimentación electrónica, estáis en lo cierto; combináis rap, ritmos latinos y pop comercial, entre más. ¿Por qué fusionar tantos estilos diferentes en tan pocos minutos?
Porque somos así, hacemos lo que nos sale, lo que escuchamos. Buscamos la mejor manera de expresar algo y eso nos lleva a darle un rollo rap, o quizá pop, pero en la misma canción también hacemos que hayan partes que vayan a otro sitio, nos dejamos fluir. Al final ese es nuestro estilo: no poner límites a lo que se quiere expresar.
He leído por ahí que, fruto de esta sonoridad que tanto os caracteriza, habéis creado un estilo propio: el electrorapqueer. ¿Qué podéis contarnos de este género?
Es un poco raro. Este término surgió al cuestionarnos nuestro género musical, pero tampoco nos sentimos cómodxs con este (risas). Quizá no queremos que nos etiqueten de ningún modo, ni estamos en ninguna vitrina de supermercado ni encajamos en ningún lado pero, a la vez, encajamos en todos. Supongo que no dejaremos de cambiar, pero lo que siempre acaba uniéndonos es la música para bailar, aunque divague en otros muchos estilos.
Sea cual sea el sonido, vuestro objetivo es el de hacernos bailar; siempre decís que en la pista todos nos sentimos iguales, sin excepciones. ¿Es esta vuestra arma reivindicativa?
Es nuestra arma de construcción masiva, bailando se entiende la gente (risas). Nos gusta poder estar en una fiesta donde bailar y pasar de todo pero que, al mismo tiempo, se pueda hacer caso a las letras si te apetece profundizar en el mensaje.
Habéis lanzado vuestro tercer álbum Neocancaneo, otro nombre que de primeras choca bastante. ¿Qué habéis querido decir con este término?
Neocancaneo es pasearse por la vida esperando que pase algo, es dejar de mirar al móvil y guiñarle un ojo a cualquier desconocido, es dejarse llevar por el misterio en el parque que desde pequeño te dijeron que no fueras.
El álbum comienza con la canción A dejar querer que, personalmente, creo que es un guiño hacia lo que sería dejarse llevar en la vida en general. ¿Qué habéis querido transmitir con esta canción?
Sí, de hecho es la esencia del disco. Es algo que va bastante de la mano con el término neocancaneo: hablar de esos márgenes fuera de la norma donde nos amamos, y poder disfrutar de ello y compartir ese ocultismo que vivimos gran parte de la sociedad. Es una realidad más, no entendemos por qué no se habla más de ello o por qué los medios no dan visibilidad a relaciones no-normativas.
Vuestro proyecto tiene carga política lo mires por donde lo mires: tanto por ser un grupo queer declarado como por vuestras letras y videoclips. En este último caso, en el vídeoclip de Duele, quemáis explícitamente un diccionario de la lengua española de la marca Vox, ¿por qué habéis mostrado vuestro rechazo de esta forma?
En el videoclip somos terroristas en búsqueda por alterar el orden sexual vigente. Ese partido es lo contrario a lo que entendemos por liberación en todos los sentidos, por lo que, obviamente, lo repudiamos. Al final y al cabo el fascismo no solo está ahí de manera tan visible y descarada, sino que está en muchos aspectos de nuestra sociedad, así que este es nuestro granito de arena.
Normalmente en los videoclips partimos de una idea que acaba convirtiéndose en algo más grande gracias al equipo artístico y, en este caso, al director José Pouchucq con el que hemos creado la idea. Le damos mucha importancia a nuestros videoclips, nos parece una forma más de dar otra lectura a las canciones o también poder desarrollarlas más artísticamente desde otro plano.
Normalmente en los videoclips partimos de una idea que acaba convirtiéndose en algo más grande gracias al equipo artístico y, en este caso, al director José Pouchucq con el que hemos creado la idea. Le damos mucha importancia a nuestros videoclips, nos parece una forma más de dar otra lectura a las canciones o también poder desarrollarlas más artísticamente desde otro plano.
¿Qué cambios sentís que habéis experimentado con este último lanzamiento en comparación con vuestros trabajos más antiguos? Vuestro álbum anterior, Rizomas salvajes, acaba de cumplir 4 añitos.
Creemos que en este disco hemos vuelto un poco a la espontaneidad de nuestros inicios. Es el disco con el que más nos hemos dejado fluir, hemos ido al ‘a ver qué sale’. Estuvimos de residencia artística en el Konvent de Berga donde surgió gran parte del disco, y fue ahí cuando nos dimos cuenta de adónde nos llevaba eso de juntarnos y crear música. Normalmente trabajamos en virtual y después lo ponemos todo en común pero, en este caso, hicimos las canciones desde cero y salió un resultado muy satisfactorio.
Acabo de recordar el episodio de Sexo en Nueva York en el que se dice que, instintivamente, el ser humano se organiza en tríos porque acaba compenetrándose y sintiéndose más respaldado. ¿Os pasa esto?
La verdad que sí, nos gusta ser tres. Creemos que es buen número de integrantes para un proyecto, estabiliza las energías. Dos quizá son pocos, cuatro demasiados (risas). Normalmente, a nivel artístico, trabajamos en consenso. Cada uno se centra en cosas diferentes, ya sea la producción, las letras e incluso la imagen o las redes sociales. Al ser tres tratamos de tomar decisiones conjuntas, nos funciona y nos lleva a otros lugares. A pesar de no ser parecidxs en muchas cosas, en otras nos complementamos una barbaridad: al fin y al cabo, esa es parte de nuestra esencia.
Estáis de presentación en presentación por España, la última en Barcelona y hoy toca Madrid. ¿Cómo estáis viviendo este mini tour?
Con muchas ganas, lo que más nos apetece ahora es tocar el álbum en directo y cerrar el círculo viendo la reacción de la gente en los conciertos. Dedicarnos a hacer directos es una de las partes que más nos gusta, creemos que es nuestro punto fuerte, y, además, se montan buenas naves en los conciertos (risas). Barcelona fue la caña y tenemos muchas ganas de Madrid, que siempre es una bomba en muchos sentidos. También tenemos muchas ganas de los bolos de Valencia y Murcia, y esperando ir a más ciudades. Este tiempo de pandemia ha sido una mierda –eso de no poder hacer muchos conciertos–, porque es lo que le da más sentido a nuestro proyecto y sin ello nos desinflamos, para qué nos vamos a engañar.
¿Alguna anécdota que queráis compartir con nuestros lectores?
Un día después de un concierto nos despertamos desnudos en una cama y no nos acordábamos de nada. Tuvimos que hacer un gran esfuerzo por recordar dónde estaban los instrumentos (risas).
Por último, ¿algo nuevo entre manos? ¿Nos daríais algún adelanto?
Ahora estamos muy centrados en el disco y en los próximos conciertos, pero sacaremos videoclips nuevos. Tenemos muchas ganas de mostrarlos.