Con Barbie de Greta Gerwin en boca de todos nos estamos cuestionando más que nunca el relato de la rubia tonta, de la chica bimbo a la que el patriarcado ha apodado como superficial. Pero rondando el año 2014 era otro cliché femenino el que inundaba las redes de polémica, la sad girl. Quizás en ese momento no estábamos preparadas para esta conversación, pero ahora, casi diez años después, cuando las chicas que navegábamos en Tumblr sin descanso nos hemos hecho mayores vemos las cosas de una forma algo distinta.
Ahora que Lana del Rey es feliz nos adentramos en los mundos de la tristeza, pero de una tristeza escrita al más puro estilo de Sofia Coppola, donde la angustia adolescente nos ahoga y donde el vacío existencial y la incomprensión quedan pintados en pantalla con unos planos delicados e íntimos que nos llevan a las profundidades sentimentales de una chica. 
“Hell is a teenage girl” son las primeras palabras que pronuncia Needy en Jennifer’s Body y aunque poco tenga que ver la película con lo que vamos a hablar me viene genial para introducir el tema, que a términos reduccionistas sería: una mujer joven y guapa lista para morir. Pero a decir verdad para hablar de la sad girl nos tenemos que remontar unos cuantos siglos atrás. 
Ophelia
Por si aún no os habías dado cuenta, yo fui la chica triste por excelencia. Recuerdo tomar prestado de por vida un recopilatorio de tragedias de Shakespeare de mi antiguo instituto y, esa misma tarde, en mi casa, entre las páginas de Hamlet, conocí a la primera sad girl de la historia, Ophelia. Su ataque de locura y su profunda depresión quedan reflejados en la obra de Shakespeare con la vuelta de la joven a un estado infantil. Ophelia se pasea por palacio cantando canciones y recogiendo flores como una niña pequeña saltando por los jardines, un estado que la lleva directamente a una muerte perfectamente narrada. Rodeada de gente que miran impasibles sin hacer nada Ophelia se ahoga en el lago, entre flores, y por el peso de su propio vestido, una metáfora perfecta para una mujer joven que se va hundiendo en el pozo de su propia tristeza hasta morir.
Pero el relato de Ophelia no acaba aquí, la obra de Hamlet solo fue el inicio del mito, el mito de esa chica delicada de aire bucólico que perpetuarían los pintores prerrafaelitas con la imagen de Elizabet Siddal, quien después de posar durante horas en una bañera helada para que el pintor John Everett Millais pintara en 1852 La Muerte de Ophelia, se le desencadenaría una pulmonía que, por razones de contexto histórico, se trataría con opio. De ahí vinieron los delirios, después la locura y la depresión hasta terminar con su suicido el año en 1862. Años después, Rosseti, la pintaría como la Beata Beatrix, dotándola de una áurea casi endiosada para que su figura quedará grabada en la historia como la auténtica Ophelia de carne y hueso.
Al punto al que quiero llegar con eso, es que la Sad Girl no es una figura autonarrada, de la misma forma que tampoco lo es la rubia tonta. No es nada más que un cliché creado por los hombres para dotarnos de una áurea de misterio, como si morirnos o la desgracia nos hiciera especiales, y es precisamente aquí donde entra en la historia nuestra queridísima Sofia Coppola.
La sad girl como fantasía masculina
En 1999 se estrenaba Las vírgenes suicidas, la adaptación cinematográfica de la novela de Jeffrey Eugenides. La historia de las hermanas Lisbon, quienes en un año cayeron en un abismo de tristeza e incomprensión y vieron en su suicidio la única manera de irse de casa de sus padres y así escapar de sus normas ultraconservadoras. Una historia que es contada años después por los chicos de su barrio, que aún estando casados no pueden quitarse de la cabeza a las hermanas Lisbon. Las endiosan como si ellas fuesen demasiado delicadas para una vida tan mundana. Las dotan de un misterio que les lleva a inventarse su personalidad por completo. Pero lejos de conocer a las hermanas Lisbon como la primera fantasía sexual de sus vecinos y, gracias a Sofia Coppola, las conocemos por su entorno, por sus gustos y por toda esa estética de colores pastel, captados en película cinematográfica, que generan en cada uno de los frames el universo interior de las hermanas. Coppola nos habla de sus vidas, de transicionar siendo una chica, donde casi sin diálogo nos enteramos de lo que pasa, en esta y en todas sus películas, sin necesidad de las palabras.
Volviendo a ver la película, solo me podía pasar una pregunta por la cabeza, ¿es la romanticación de la tristeza una fantasía masculina? Esa pregunta me llevó directamente a la primera escena de The Idol, donde Joyce completamente rota posa semidesnuda enfrente de la lente de la cámara y de su equipo que solo pueden admirar su tristeza como algo seductor.
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Nuestro derecho a la melancolía
Sea en María Antonieta, en La seducción, en Las vírgenes suicidas o incluso en su próxima película, Priscila, Sofia Coppola nos regala el derecho a la melancolía, a vivir una y otra vez la tristeza adolescente desde un prisma quizás no tan tortuoso. Al final, si algo nos enseño Tumblr en 2014 es que escuchar historias de otras personas nos hace ser más abiertos al expresas nuestras frustraciones internas. Siendo adolescentes, o adultas, muchas veces nos es complicado expresar con palabras lo que sentimos o lo que vivimos en nuestros adentros. Sin embargo, nuestro imaginario lleva consigo la carga de todo aquello que somos, cómo nos sentimos y al final del día, como en las películas de Coppola, acabamos dotando a la melancolía de ese sentido estético, ya que muchas veces el arte es la única forma que tenemos de confrontarla.
Son muchas las mujeres que se representan a ellas mismas, Sylvia Plath o Lana del Rey, por ejemplo, y sería injusto reducirlas a una fantasía puramente masculina porque en cierta forma esa fantasía ha pasado también a ser femenina. Vista desde ese prima, quizás, no es una fantasía tan delicada, sino que cuando es una mujer la que habla, llegamos a sentir su insatisfacción en aquello estético y Ophelia pasa a convertirse quizás en la protagonista de Mi año de descanso y relajación de Ottessa Moshfegh.
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Para saber más: Sofia Coppola: The politics of Pretty de Broey Deschanel. La sad girl y la estetización de la tristeza femenina de Leire Idas. What a girl should be: a video-essay on the virgin suicides Rosie with Love. Toxic femininity: what's up with girlbloggers, female manipulators, and femels? de Mina Lee