La Plazuela vuelve a escena con Si miro patrás, un regreso que no suena a repetición sino a evolución. El dúo granadino firma el primer adelanto de su segundo disco con una pieza que equilibra el gozo rítmico y la introspección emocional: un tema que baila mientras chulea, que celebra mientras recuerda, que saca a relucir esas grietas de la adultez mientras suenan trompetas de Semana Santa. Definitivamente, un nuevo punto de partida en su etapa creativa, una más que augura ser más consciente y compleja. 
Musicalmente, Si miro patrás conserva el ADN que ha hecho de La Plazuela un grupo inconfundible: el diálogo entre flamenco, funk y electrónica, entre raíz y modernidad. Pero esta vez el sonido se expande. Se nota la intención de mirar hacia dentro sin renunciar al cuerpo, de explorar texturas y emociones que no cabían del todo en su debut. Hay madurez sin solemnidad y una búsqueda que trasciende el experimento para construir identidad.
El detalle más audaz llega de la mano de la Banda de La Victoria del Realejo, un gesto más que resume su propuesta: unir lo ancestral y lo contemporáneo sin jerarquías. Tras el éxito de Roneo Funk Club, el dúo no se conforma con lo logrado, sino que vuelve a abrir camino y vuelve a hacerlo mirando atrás solo para coger impulso.
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