Biancco Latte, Le Labo Santal 33, Byredo Gypsy Water o Diptyque Philosykos; si has estado en TikTok beauty durante estos últimos meses o eres consumidor frecuente de Fragantica, seguro que te suenan todos estos nombres. Si no, seguro que te suena cuando Bad Gyal canta en chulo, “Huele a Baccarat, fumándose un puro”. Y es que esa referencia al Baccarat Rouge 504 de Maison Francis Kurkdjian no es ninguna casualidad, porque en una época en la que la autenticidad y el lujo están a la orden del día, la perfumería de nicho está cogiendo un carácter más aspiracional que nunca.
Pero antes de empezar, ¿qué es la perfumería de nicho? Sencillo. Hablamos de un perfume de nicho cuando nos referimos a una fragancia exclusiva creada con un enfoque artístico concreto donde se utilizan ingredientes de alta calidad, producida en cantidades limitadas y destinada a un público muy específico que busca una experiencia olfativa que está alejada de lo comercial. Pero ahora, en parte gracias a las redes sociales, las líneas entre lo independiente, de nicho (o cómo quieras llamarle) y lo comercial están cada vez más difusas.
Una forma fácil de hacer esto evidente es pensar en los cafés de especialidad. Si bien hace unos años nos conformábamos con el café requemado de cualquier bar de barrio, ahora buscamos sabores más complejos, y es que de repente todos somos expertos en granos y aromas. Lo mismo está pasando con la perfumería. Ya no queremos llevar el mismo perfume que utiliza todo el mundo, por mucho que sea de marca; queremos llevar un perfume que realmente nos represente y cuya historia, así como su producción, esté realmente atada a nuestros valores o, simplemente, ser más singulares que nuestro vecino.
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Hace mucho que los perfumes dejaron de ser un lujo para unos pocos, y es que actualmente los encontramos en casi todos los sitios, desde supermercados hasta Amazon. Es precisamente esta accesibilidad la que nos ha alejado de la idea del signature scent para acercarnos a tener un perfume para cada ocasión o incluso a coleccionarlos, porque sí, los aromas nos despiertan sentimientos, y a decir verdad, también es un poco aburrido oler a lo mismo toda nuestra vida, ¿no?
Entre tantas imágenes, una de las vías más efectivas para evocar recuerdos o contar historias son los aromas, o así lo explica el Efecto Proust, un fenómeno psicológico que expone las conexiones entre el olfato y la memoria. Esta teoría afirma que los olores tienen la capacidad de activar áreas del cerebro relacionadas con las emociones y los recuerdos, fenómeno que dota a los perfumistas de un abanico interminable de sentimientos con los que jugar. Y es que en esta creatividad es precisamente donde reside la magia de los perfumes de nicho.
Hay fragancias para todo el mundo, y por supuesto, hay algunas que no están diseñadas para oler especialmente bien sino para contar historias, como si de un libro se tratara. Es el caso, por ejemplo, de Inexcusable Evil de Toskovat. Un perfume en el que encontramos notas de sangre, lluvia o yodo, y cuya descripción nos cuenta que su aroma habla de la guerra, de la destrucción, del dolor de la vida y del dolor de la muerte, de bebés llorando y flores quemadas, para terminar con un “Hate all governments & love all people”. También en esta línea podemos encontrar Secretions Magnifiques de Etat Libre d’Orange, un perfume que se hizo bastante viral en redes por tener notas lechosas, de adrenalina o de sudor, y que evoca, efectivamente, el olor del sexo.
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Sin embargo, y gracias a Dios, no todos los perfumes de nicho son tan complejos. En las fragancias de Byredo podemos encontrar cómo su perfumista, Ben Gorham, plasma a través de los aromas distintas vivencias, sean de sus viajes, de las historias de su infancia e incluso de su forma de entender las distintas culturas del mundo.
Pero esto no es todo lo que las hace especiales, y es que parte de su valor reside también en la exclusividad de sus formulaciones artesanales con ingredientes únicos y de alta calidad, que en la mayoría de casos obliga a limitar las unidades de producción y, como consecuencia, no solo las hace más exclusivas para el consumidor, sino también mucho más sostenibles. Marcas como Le Labo o Hiram Green basan gran parte de su identidad en hacer hincapié en que sus ingredientes han sido extraídos de forma ética. Por ejemplo, Maison Crivelli trabaja junto a la asociación Cœur de Forêt para poder extraer de forma sostenible el pachulí en los bloques de Indonesia.
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Sin embargo, como todo en este mundo, con la popularidad vienen las réplicas, y es que ¿quién no se ha visto nunca un vídeo de YouTube intentando buscar dupes low cost a productos de maquillaje de alta gama? O más fácil aún, ¿quién no ha deseado, después de ver cualquier colección, que Zara saque una prenda similar? Si bien estamos acostumbrados a oler réplicas de perfumes de grandes casas como Dior, Mugler o Chanel, ahora cada vez más se están empezando a ver las réplicas de perfumes de nicho que se han hecho virales en redes.
Louis XV (el suegro de María Antonieta) decía que cada habitación del palacio de Versalles debía tener un olor particular, y aunque a día de hoy no es algo tan exagerado, el dicho “un perfume para cada ocasión” sigue más que vigente. Los perfumes cuentan historias, vividas y por vivir, tienen el poder de transportarnos y, por supuesto, de reflejar la personalidad que quieres transmitir al mundo. Al igual que en la corte de Versalles, donde cada aroma reflejaba una situación distinta, hoy en día los perfumes siguen siendo piezas fundamentales de nuestra identidad, marcando en nuestra memoria momentos e historias que nos acompañarán para siempre.
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