Al llegar a la orilla, el tsunami engulle la tierra, desnuda los secretos y obliga al silencio más estridente. Pero tras la sacudida colosal, cuando las aguas turbulentas encuentran la calma, una página en blanco se despliega para invitar a un nuevo comienzo. Es una ventana abierta al renacer, a la transformación, a una nueva génesis. A Paula Cendejas, el último año y medio la ha arrasado y despojado de todo lo que era antes. Sin embargo, encontró en la música el único refugio en el que recoser el desastre. Tsunami, el nuevo disco que lanza en mayo, da testimonio de este zarandeo. En él, Paula, ahora La Cendejas, dibuja un íntimo mapa del dolor. Nos enseña, sin miedo, sus cicatrices y vierte oro en cada una de ellas, imitando el arte del kintsugi.
Entrevista extraída de ACERO vol. 7, publicada en abril de 2024. Hazte con tu copia aquí.
Es un artefacto poderoso este disco: nos habla del aborto, de una atmósfera familiar hostil, de la imposibilidad de enamorarse. En él, violines, sintetizadores y una voz desgarrada nos acompañan en un viaje en el que el motor no es otro que la angustia, el tormento. La música siempre fue su válvula de escape, cuando llegaba casi huyendo del colegio a casa para encerrarse en el cuarto a cantar, “su tila”, diría ella. Pero esta vez ha sido más que eso: un cauterio para curar (que no cerrar) heridas, un ancla para no ahogarse en el lodo. Tsunami es la crónica de una nueva Paula y, a la vez, una que ya habíamos visto entre líneas.
¿Qué tal estás?
Bien, aunque algo resfriada. Mucho curro, que es lo que quiero, así que muy contenta.
No puedo verte, pero por el ruido... ¿estás desayunando?
Estoy recogiendo tápers (risas). Así aprovecho. Me voy directa al estudio y necesito dejarlo todo recogido, si no, cuando vuelvo a casa, me enervo. Tengo TOC con la limpieza.
¿Algún plan para Semana Santa?
Estaba todo carísimo. Prefiero irme el próximo fin de semana o ya esperar a cuando no esté todo tan colapsado. Al final tampoco desconectas tanto. Prefiero no irme, así voy adelantando y me meto en el estudio. Estoy dándole ya al coco.
¿Tsunami todavía está en nevera y ya estás pensando en lo siguiente?
No suelo hacerlo. Obviamente, me voy a tomar toda la calma del mundo, no pretendo meterme en el estudio y tener mi próximo tema. Pero si hay algo que merezca la pena, prefiero ir con tiempo. Empecé a componer Tsunami en septiembre de 2022, antes de que saliera mi primer álbum. Imagínate.
¿Qué tal fue el shooting que hiciste para nosotros? Tengo entendido que te han fotografiado con algunos looks de la colección de Karl Lagerfeld Jeans.
Muy chulo, todo el mundo majísimo. El sitio fue un acierto. Las chicas del Gilda Haus me dijeron que solamente lo habían usado para un shooting. Los looks eran increíbles, fue facilísimo y estuve muy cómoda.
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Vestido KARL LAGERFELD JEANS.
¿Cómo se enfrenta una a la promo de un EP como Tsunami?
Me lo planteé muchas veces, porque me preocupaba. No quería hacer entrevistas por hacer ni explicar el porqué de estas canciones. He cuidado y medido mucho con quién me sentaba a hablar: para mí es muy importante que no se tergiverse nada que haya salido de mi boca. Es un reto emocional, es verdad, pero empecé con este vértigo hace dos años, así que he tenido el tiempo suficiente para trabajarlo. Tsunami soy yo. Incluso disfruto porque le estoy dando voz a mi verdad. 
Este disco es, sobre todo, un ejercicio de valentía. ¿Cómo te sientes?
A veces cuesta pararse a hacer una vista panorámica como en Google Maps cuando creas algo. Pero cuando hago el ejercicio de mirar hacia atrás, veo justo eso: un ejercicio de madurez que jamás pensé estar preparada para hacer, porque soy bastante... quizá no cohibida, pero sí medida respecto a mi música. Creo que eso me frenaba a ser yo y a hablar sin tabúes de lo que realmente me preocupaba.
Decías en una entrevista que “una mujer valiente es quien incomoda”. ¿Lo pretendías?
No, pero tras vomitarlo todo es inevitable incomodar con canciones como Tatami o Colibrí. Es verdad que siempre va a haber quien se sienta identificadx y se emocione, pero también habrá quien lance hate, bien porque desconoce el contexto y juzga o bien porque ha sido silenciado y la única respuesta posible es el miedo. Está claro que va a incomodar, lo haría una y mil veces, porque me ha hecho crecer. Es casi un ejercicio social.
Bb trickz nos dijo en ACERO Vol. 5 que “el odio es amor”. Para ella, eso era el éxito: conseguir una reacción en alguien. ¿Lo sientes así?
Lo comparto. Al final, si remueve, sea para bien o para mal, es positivo. Hay que tomar nuestra responsabilidad como artistas, tenemos una voz para poder decir cosas interesantes. La música debería ser terapia.
¿Catalogar Tsunami como un EP no empequeñece todo lo que engloba el proyecto?
Toda la razón. EP se queda corto porque da la sensación de que es un proyecto de transición. Se llama así por el número de temas, pero va mucho más allá de eso. Para mí, Tsunami es un ejercicio psicológico. Si lo escuchas detenidamente, puedes ordenar cronológicamente cada canción.
¿Y por qué no las ordenaste?
Era demasiado intenso al principio y demasiado ligero al final. Un tsunami es una ola que te arrasa y luego vuelve para causar más desastre, necesitaba que hubiera ese efecto boomerang. Yo invito a quien lo escuche a ordenarlo y a hacer hipótesis.
¿Te cuesta volver a escuchar las canciones del álbum?
Ahora mismo es inevitable, por los preparativos de la gira. Quiero trabajarlas para que la gente pueda sentirlas y conectar en el directo.
¿Qué relación tienes con ellas?
Las veo con ternura y con nostalgia. Siento que es la etapa de mi vida en la que he tomado más decisiones importantes pensando solamente en mí. Tsunami ha sido un despertar, demostrarme que es posible transformar el dolor en algo bello.
¿Dirías que es el testamento de una transformación?
Literalmente. Se nota en la forma de cantar, las letras, la producción, la imagen. Ha sido un cambio natural, real. Dedicarse a la música es un privilegio porque te permite hacer estas cosas y es precioso.
En Instagram escribías: “Anunciar la tracklist es revivirlo todo”. ¿Cómo viviste el momento de compartir el post?
Desde que empezó la cuenta atrás para anunciar Colibrí y Tatami han sido tres meses complicados. He estado muy inestable, si te soy sincera. Ha sido una gestión larga. Para mí, era crucial que mi madre me apoyara, aunque no compartiera del todo lo que yo fuera a decir. También mi hermana. A partir de entonces, dije, voy con todo.
Lanzar la canción en sí ya era lo de menos.
Total. Era todo lo que implicaba.
Has pospuesto el lanzamiento de Tsunami. ¿Cómo es eso?
Es una decisión que tomé... ¿sabes cuándo? En el Gilda Haus, durante la sesión de fotos.
¡Ostras!
Venía dándole vueltas, y finalmente he decidido que quiero disfrutar un poco más de esto. Quiero darle espacio a las canciones que ya están fuera. Pensar que en dos semanas iba a salir el álbum me pareció un error. Esta vez he priorizado mucho disfrutar, y si me equivoco, me equivoco yo. No me podía permitir delegar un trabajo tan personal.
Uno de tus tuits rezaba: “Yo nunca pierdo, si sale bien gano y si sale mal aprendo”. Creo que ese tiene que ser el lema de vida para mucha gente, tomarse la vida como lo que es: aprendizaje. Cada día lo tengo más claro. ¿Siempre quisiste dedicarte a esto de la música?
Desde que era un moco. Mi razón de vivir cuando tenía problemas en el colegio o en casa era cantar. Me encerraba en la habitación y cantaba. Era mi calmante. Nunca fui al conservatorio, mis padres no me lo pudieron costear. Pero lo tenía clarísimo. Sentía que si no lo hacía, moriría amargada.
Y de ahí vinieron las covers.
Unos añitos después, sí. Hacía covers en mi casa sin que nadie me viera. Fue creciendo poco a poco y empezó a irme muy bien porque siempre fui muy constante. Recuerdo que también estaba Belén Aguilera.
Ahora que publicas Tsunami, ¿qué te diría la Paula de entonces?
Estaría tan orgullosa. Justo ayer estuve en la radio y me pusieron una de mis primeras covers. Visualicé mucho a esa Paula. Me invade un sentimiento de plenitud, me siento llena, como que mi cuerpo se infla, ¿sabes? Me cuesta creerlo incluso.
Un tsunami se puede ver como la destrucción absoluta o un nuevo renacer. ¿Cómo lo habitas?
Desde la reconstrucción. El tsunami te deja en la nada, pero luego toca tejer poco a poco. Siento que me da la oportunidad de construir de nuevo mi carrera. Estaba convencidísima de llamarlo así, porque lo que he vivido en este último año y medio me ha arrasado, literalmente.
¿Por qué abrirse en canal ahora? ¿Sentías que te lo debías?
Sentía que no podía más. O lo hacía así, o no veía una razón para seguir. Era el único rumbo para reconectar conmigo misma. Cuando saqué Fomo, un álbum del que estoy muy orgullosa, no estaba conectada porque estaba pasando por un aborto. De ahí, Colibrí. No me quedaba otra que escribir sobre ello. De lo contrario, iba a ser algo vacío, engañarme a mí misma. Ahora que ya he roto con eso, siento que ya no hay vuelta atrás.
¿Qué has aprendido con Tsunami?
Me ha enseñado a ser paciente, a valorarme como mujer y como persona a la que le pasan cosas en la vida, a ser compasiva, a escucharme más, a estar callada cuando debo estarlo. Podría estar dos horas haciendo una lista. Ha sido doloroso, pero enriquecedor.
¿Cuándo empieza a tomar forma el disco?
Paenamorar fue la primera que compusimos, en septiembre de 2022. Fue la guía sonora, nos marcó los elementos de producción que queríamos: pianos, sintetizadores, una voz desnuda en algunos momentos y muy tratada en otros. Esas iban a ser nuestras antípodas musicales. Y sobre las canciones, a mí me estaban pasando ciertas cosas. Le fui dando forma con los meses, sobre todo en el verano pasado. Tuve mucho tiempo libre en plena gira, pensé mucho en viajes de tren, trayectos en coche y andando por paseos marítimos.
Has mencionado que Fomo y Tsunami se desarrollaron en paralelo. ¿Cómo viviste estar metida en dos movidas tan distintas? 
Muy duro, porque tenía que performar una Paula que ya no existía, hacer promos como churros, poner buena cara cuando me estaban pasando cosas muy fuertes... Me la pasaba llorando antes y durante las entrevistas, fue muy dramático. Pero aprendí a saber lo que quería y lo que no.
Fan del meme que compartiste: “Mi proceso creativo es tocar fondo”. ¿Hay alternativa acaso?
Es lo que más me ha funcionado. No me cierro a escribir sobre cosas lindas, pero la profundidad que alcanzas en un proyecto cuando estás pasando por un momento complicado… es distinta. Tocar fondo es una gran representación de lo que Tsunami ha sido para mí. Me vi en un punto tan crítico que me costaba incluso levantarme. Necesitaba salir de ahí artísticamente, transformar ese malestar.
¿Cómo recibes un comentario como “My goosebumps must know Spanish” en tu Colors show?
Es la razón por la que sigo haciendo música. Si alguien entiende lo que intento transmitir, incluso sin hablar mi idioma, está todo hecho.
¿Soñaste mucho con ese momento, interpretar un tema en una plataforma tan importante como Colors?
Para mí, ha sido El Sueño. Desde que empecé en la música. Pero lo veía tan inalcanzable… Y a la vez decía, va a pasar. Ya hubo un primer intento con Fomo, que finalmente no pudo ser. Lloré muchísimo cuando nos lo confirmaron esta vez, y que haya sido con Colibrí es el mayor tributo que podía hacerle a esa situación y a mí misma.
El momento de la proyección...
Lo luché muchísimo. Por si no lo sabes, ha sido la primera vez que se hacía una proyección. Lo hicimos en postproducción porque en directo no era posible. Todo ha salido como he querido, así que me voy a la tumba tranquila.
"Hay que tomar nuestra responsabilidad como artistas, tenemos una voz para poder decir cosas interesantes".
¿Cómo es el estudio? Qué intriga.
Parece mucho más grande de lo que es. El color lo pintan ellos y aprovechan para hacer varios vídeos seguidos con el mismo. Eso sí, es un estudio muy frío, interpretar una canción así allí... Pero me paré y dije, Paula, disfrútalo. Es tu momento.
¿Alguna actuación que recuerdes con cariño?
Jorja Smith. Creo que fue una de las primeras que vi. También he descubierto artistas coreanos que me encantan. Es una plataforma increíble.
Has mencionado en alguna entrevista que para ti Colibrí es un homenaje, lo has llegado a describir como un “rito de despedida”. ¿Necesitabas hacerlo no solo para celebrar(lo/te/os), sino también para cerrar un poco la herida?
Necesitaba escribirla porque estaba pasando en ese momento por aquello y solo tenía eso en mi cabeza. Reflexionando mucho, llegué a la conclusión de que necesitaba hacer algo para que aquello no pasara desapercibido, porque de otra manera sería no mirar de frente a los retos de la vida. Por supuesto, cada paso que das respecto a ese duelo, ya sea en forma de canción, de ritual, de reflexión o similar también es un acercamiento a curar la herida, aunque siempre te acompañe la cicatriz. Pero que esté bien sanada.
¿Eres mística o te consideras espiritual?
Siempre me consideré muy conectada con las energías y con mi razón en el mundo, he sido una persona muy sintiente, así que sí, me tocó también pasar mucho tiempo sola y con ello acabas conectando contigo mucho más.
Existe un tabú tremendo entorno al aborto, y más aún en la música. ¿Cómo tomas la responsabilidad de romper este silencio?
Desde la delicadeza. Es mi vivencia. No me gustaría referirme al ‘tabú’, porque es alimentarlo. He compartido una experiencia personal en un contexto concreto que solo conozco yo, y explico que se puede salir, incluso hacerle un homenaje. Hay que dar visibilidad y compartir el duelo. He tenido la suerte de poder contar con ayuda psicológica y acceso (al aborto), hay muchas personas que pasan por eso y al día siguiente ya están trabajando, como si nada hubiera pasado. A mí me ha marcado de por vida y quería darle el lugar que se merecía. Me negaba a callar. Al esconderlo. Me pilló en Nueva York. Me sentí la hormiga más pequeña de la faz de la Tierra. Me vi sola, sin ninguna información, sintiendo mil emociones. Fue horrible. Hacer ver que no pasa nada es engañarse a una misma. Así al menos sabes cómo actuar y tener la tranquilidad que todo estará bien, a pesar del dolor. Si alguien me pregunta, le voy a contar mi experiencia y compartir toda la información que pueda.
¿Te han escrito fans o seguidores abriéndose en canal y contándote su historia?
Sí. Recuerdo a una mamá que me contó que acababa de perder a dos hijos. Es duro, porque para mí también supone revivir cosas. Es casi un espejo. Que alguien se atreva a compartir algo tan personal contigo, porque tú has abierto la veda, es precioso. Ahora Colibrí es infinito, y espero que nunca paren de escribirme para decirme que han conectado con la canción.
Tatami rompe otro silencio: es la voz de una niña que vive una situación complicada en casa. Es la historia de Paula.
Quería hablar de la responsabilidad gigante de la palabra que tenemos, ya seas padre, pareja, hermano. Vivir ciertas cosas en el entorno familiar te condiciona de por vida. Ahora que soy adulta, soy muy cuidadosa con lo que digo, porque no sé cómo puede afectar al de enfrente.
¿Hay que desmitificar la familia?
Hay que dejar atrás la presión o el estigma de que en la familia todo tiene que ir bien. Yo me di cuenta hace tiempo de que la familia no es perfecta. Siempre he tenido que aparentar que todo era perfecto cuando no lo era, y me parecía supertriste que lo realmente importante fuera lo que se contaba y no lo que en realidad había. A mí me gustaría poder seguir hablando de esto, no solo en forma de canciones…
De contribuir al debate.
Sí, de poder generar un debate en algún momento o incluso de ir a asociaciones. Estoy trabajando en esa dirección con mi manager de cara a septiembre u octubre. Quiero plantearme esta parte más social o cultural, digamos, de mi música.
Imagino que Tatami te generó un dilema moral al exponerte a ti y al entorno familiar en que creciste. ¿Te quedó un poso de duda o pudo más el compromiso artístico?
Me sembraba dudas, claro, y también me hacía replantearme si estaba haciendo lo correcto. Pero eso era un pensamiento intrusivo de la Paula que ha crecido con unas ideas y ha aprendido unos valores que a día de hoy, como adulta, no comparte. Si estás lo suficientemente lúcida para poder hacer a ese ejercicio y llegar a un punto de saber que es imprescindible para ti para sacar estas canciones... Para mí, lo era que al final del día mi madre lo supiera; ser sincera con ella. Entonces las dudas se disipan, porque me reafirmo en quién soy y lo que pienso. Me dio fuerzas. Más que alejarme de las dudas, las resuelve aún más.
El renacer del que hablábamos se manifiesta también en tu nombre artístico. ¿Por qué La Cendejas? ¿Qué implica este cambio?
Es rebelarse contra muchas cosas del pasado. Siempre se han metido con mi apellido y dudaba de si usarlo como nombre artístico.
¿Por qué?
Es una bobada, “Concejas”, “Lentejas”..., me llamaban cosas así en el colegio. Hoy en día me río muchísimo de eso y me lo tomo en broma, incluso yo juego con esto. Pero en su momento, cuando eres una niña que va a un colegio privado, religioso, en el que no quieres estar, y de repente eso, no sé, era todo muy confuso.
Volvemos a lo de transformar el dolor.
Totalmente. También es el apellido de mi padre, es más profundo de lo que se pueda pensar, independientemente de que guste más o menos. No lo cambiaré en plataformas digitales porque es un lío. En fin, es una especie de alter ego que me gustaría mantener, un modo de darle lugar a cosas a las que quizá antes no les daba.
También en el sonido hay una diferencia abismal. Veníamos del pop, el R&B y bases más latinas. ¿Tenías ganas de jugar con el sonido? ¿Cómo ha sido este volantazo?
Tenía claro que quería hacer algo muy diferente a nivel sonoro. Quería huir de las guitarras. Irme a lo opuesto. Es verdad que, sin darme cuenta, ya me había acercado a este sonido en Devórame otra vez o Selena, que tienen una producción más agresiva. Fue una necesidad pura de decir, necesito huir. Lo más obvio era utilizar sintetizadores; es una herramienta tan amplia que es infinita, y contrastarla con el piano clásico creo que le da una nostalgia muy bonita. Es ahí precisamente donde quería llegar.
¿Hay vuelta atrás?
No lo sé. La verdad es que tampoco me quiero cerrar y decir que nunca más voy a volver a lo que hacía antes. ¡Quizá algún bolero! No es lo que me pide el cuerpo ahora y tampoco lo haré como antes, porque no soy la misma persona. Siempre he intentado explorar y mi objetivo es superarme a mí misma, sentirme orgullosa de lo que haga. Quiero probarlo todo y no quedarme con las ganas de hacerlo.
¿Qué te ha guiado en este nuevo camino musical? ¿Tenías alguna referencia en mente?
No me fijé en nada. Es inevitable tener estímulos y referencias de manera inconsciente. Intenté no escuchar prácticamente música. Iba al estudio y hacíamos más bien terapia: escribía sobre lo que sentía o me ocurría y luego le buscábamos un motivo sonoro. De ahí, construíamos. No nos fijábamos en mucho más, sino en ser lo más reales posible con lo que estábamos haciendo.
¿Cómo alimenta este juego sonoro al discurso de Tsunami?
Yo creo que le da mucha personalidad y cierra el círculo creativo. Todas las pequeñas decisiones que he ido tomando han hecho que Tsunami sea lo que es hoy. Querría haber sido mucho más incómoda en los visuales, pero quise mantener un equilibrio entre lo que hacía antes y ahora. El ojo y el oído necesitan adaptarse. El contraste es gigante.
¡Tú hubieses incluso apretado más!
A nivel visual, sí. Hubiese sido bastante más brusca. De hecho, con Tatami mi idea original era, literalmente, que los protagonistas del vídeoclip se empezaran a matar en el tatami, pero me dijeron: “Paula, relájate”. Quería que la gente realmente sintiera la ansiedad de la que estaba hablando, pero siento que lo conseguimos con otras herramientas. ¡Quizá estaba siendo demasiado kamikaze!
En las entrevistas hablas mucho del poder de la intuición. ¿Dónde te ha llevado?
La intuición es la que me ha traído hasta aquí hoy. De hecho, yo al final del día me dedico a esto por ello. No tenía herramientas ni gente a mi alrededor que supiera del mundo de la música, pero siempre intenté tomar las decisiones desde el corazón y lo que realmente quería, desde que empecé haciendo covers hasta hoy.
¿Ha habido veces en los que no has escuchado a esta voz?
Es cierto que en el camino tienes momentos donde te pierdes más y no te escuchas tanto a ti mismo. A mí me pasó, sobre todo porque escuchaba mucho a las personas que me rodeaban, pensaba que querían lo mejor para mí, y sé que siempre ha sido así. Pero creo que la línea entre escuchar al resto y captar lo que realmente quieres para ti o dejarte llevar es muy fina. Por eso aprendí muchísimo de los anteriores proyectos y una de las cosas que me propuse para Tsunami es escucharme exclusivamente a mí, con mucha compasión.
La mayor parte de las decisiones del disco, por no decir todas, han pasado por ti. ¿Era fundamental involucrarte al 100%?
No había otra. Aunque hubiera tardado tres años, yo necesitaba hacerlo por mí misma y quedarme con la sensación de que cada decisión había ha sido tomada por mí. Si no, pierde el sentido hacer un trabajo tan personal. Si delegas, ya no está tu esencia al 100%. Yo tenía la idea creativa con Martina Hache y luego el equipo la desarrollaba y la definía.
En la entrevista de Colors, Martina y tú comentabais la sensación de sororidad y empatía que se respira en entornos de trabajos femeninos. ¿Es importante para ti?
Sí. Como artista, soy muy sensible y muy mental, y necesito mucho de ese apoyo femenino, no solo en lo creativo, también en mi día a día. Así se consiguen las cosas mucho mejor, creo. Existe otra manera de trabajar. Para mí era esencial contar con mujeres en un proyecto tan personal como este. Pero, vaya, ¡que yo amo a mis gays!
¿Cómo te desenvuelves tú en el mundo artístico?
Es raro. Los artistas muchas veces sentimos que no pertenecemos a nada y otros sí, pero es mentira. Es algo que me ha acompañado toda mi vida y me ha ayudado a ser quien soy. Intento ir bastante a mi bola. Soy sociable, pero intento cuidar también mi soledad. Me encanta estar sola, porque así puedo reflexionar, alinearme y estar centrada con lo que quiero. Al final, la industria es trabajo. Intento tener mente fría en ese aspecto. Lo mismo con ir a eventos. En cuanto a lo musical, siempre tengo a mis tres personas de confianza. Antes me juntaba con más gente, y ahora me cuesta más. No quiero compartirlo con cualquier persona.
Siempre has defendido que “hacer canciones como churros” no es para ti.
Siento una gran responsabilidad como artista, más todavía después de  Tsunami. No sé si volveré a hablar de cosas tan íntimas en el próximo proyecto. No sé qué me pedirá el cuerpo, pero lo haré con conciencia, pensando en lo que yo soy, no lo que la gente quiera escuchar. De eso va la música, si no me sentiría incompleta. No me interesan los números.
¿Cómo estar conectada con una misma en un presente tan centrifugador?
Invirtiendo tiempo en ti. El problema es que vivir se convierte en un arte cuando nos exponemos a tanto estímulo. Si consigues el equilibrio y saber lo que necesitas, wow. Yo lo encuentro en mi soledad, y hay veces que cuesta de entender. Fíjate, ha habido momentos de mi vida en que la soledad me abrumaba porque tenía mucho dolor dentro y no quería afrontarlo. Ahí realmente es cuando me di cuenta, joder, sí que estás mal, porque para que tú no quieras estar sola... preocúpate. Encontrando estos momentos es cuando luego puedo salir al escenario o atender el evento de turno. Para mí eso es sanísimo. Cuando sientes que tienes que retirarte, no te fuerces. Es mi forma de ser, no la puedo negar.
Estuviste hace unas semanas de visita en la Academia de Operación Triunfo. ¿Cómo fue la experiencia?
La verdad, lo que más me impresionó de la visita fue el enorme fenómeno fan del programa. Me divertí mucho porque nunca me he presentado a un formato como OT, así que no sabía cómo funcionaba por dentro. Me pareció superinteresante vivirlo.
¿Te planteaste presentarte? Con todo lo que has vivido como artista, ¿lo harías?
Nunca me lo planteé porque siempre tuve claro que quería que mi camino fuera otro. Siento que no hubiese llevado bien tanta repercusión en tan poco tiempo. Siempre he intentado ir creciendo poco a poco porque confío fielmente que eso es lo que te mantiene y te hace crecer como artista más sólidamente. Hay excepciones, pero a mí es lo que más me ha funcionado.
Una colaboración soñada.
Sueño mucho con cantar con Luis Miguel alguna de sus canciones.
Y soñando en grande…
Con ganar un Grammy.
Un deseo para este año.
Estar presente en cada cosa que hago.
¿Dónde te ves en unos años?
¡Retirada en una granja o siendo budista! Quiero reutilizar lo que me está enseñando la música para mi vida y disfrute en algún momento.
Decías que 2024 sería tu año. ¿Qué te depara?
¡Así lo siento! Está siendo un año de dar muchos pasos importantes en mi vida profesional y que están tan conectados con la personal que me están haciendo crecer más que nunca.
¿Algún proyecto de futuro?
No sé qué haré en un futuro, pero por ahora lo que más quiero es disfrutar el presente, ser muy consciente de todo el trabajo que he hecho y estar orgullosa de mí. A veces olvidamos darnos el lugar a nosotros mismos.
¿Qué pasará con La Cendejas a partir de ahora? ¿Se viene tour? ¡Pistas!
Viene un pequeño tour que será muy personal y espero estar girando por Latam para antes de que acabe el año.
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Vestido KARL LAGERFELD JEANS.
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