Por favor, quítate los zapatos, siéntate y relájate; porque para entrar en la casa de KYNE es obligatorio dejar en la puerta los prejuicios y activar los chakras correctos. Quién diría que una artista tan remolino y tan rebosante de potencia es en realidad una experta exploradora de la paz interior. Un grito dulce, que te chilla “espabila” y “no pasa nada, te entiendo” a la vez. No solo ella es esa manifestación de opuestos, también lo son sus letras y su sonido, al que clasifica como un R&B new wave precisamente por lo punki. Y todo ello lo recoge y envuelve en Certified Freak, su último disco.
Entrevista extraída de ACERO vol. 11, publicada en julio de 2025. Hazte con tu copia aquí.
Esta es una conversación sobre energías, intuiciones y conectar con uno mismo. Comenzamos a las diez de la noche, sacando hueco de milagro entre apretadísimas agendas repletas de sueños y compromisos. “Tía, no sabes qué ilusión el curro que me han propuesto para este fin de semana”, me cuenta desde la cercanía que la caracteriza. Me explica que es un taller de voz en plena naturaleza acompañada de caballos, hippies y ríos, y la verdad es que le pega. Escucho sus palabras vistiendo solo mi ropa interior porque el calor de Madrid nos da pocas licencias pero, por suerte, KYNE sí me las da. Mujeres sin enlatar, que diría ella.
Ya seas más de Daniela Blume, Pamela Anderson, Samantha Hudson, Marie Curie o Marilyn Monroe, estamos en el team de las rubias y listas, incluso si eres morena. Así lo cantaba en uno de los estribillos de su álbum anterior, Sad&Horny; pero ahora tenemos las pilas cargadas para una nueva lección. Certified Freak, a pesar de su nombre, es un disco de amor. Uno donde lo ‘sad’ y lo ‘horny’ no se expresan como antónimos sino como partes de un total que funcionan una al servicio de la otra. Una conciliación interna sobre la que KYNE insiste varias veces durante la entrevista, y que aun siendo tan personal, lo hace acompañada de otros grandes artistas como Ergo Pro, Faenna, LaBlackie o Mir Nicolás.
¡Hola KYNE!
Qué pasa tía, cómo estás.
Dabuti, muerta de calor pero siempre con ganas de hablar contigo. ¿Tú guay?
Con mucho curro pero a tope, hit it!
Llevas ya bastantes años de carrera pero tu música nunca ha dejado de transmitir esa luz y esa jovialidad que te caracteriza. ¿Cómo te sientes respecto a este disco, Certified Freak?
El álbum responde a una necesidad incómoda, a una voluntad de desvincularme de cierta toxicidad del entorno. Para mí es una ruta de fidelidad hacia mí misma que debía emprender sin perdón ni permiso. La única forma verdadera de triunfar es siendo honesta, así que sí, sí me cuadra que sea el trabajo más maduro. Volviendo a la energía, yo creo que dentro de mí tengo dos arquetipos. El primero es un niño pequeño, varón; y otro contrario que es una mujer mayor. Por otro lado, me siento en una fase muy canceriana, introspectiva. Y es mi ascendente por cierto, así que estoy en un retorno total hacia mí misma. Trescientos sesenta grados en espiral: en el mismo punto pero en avance, como un muelle. He hecho un loop pero hacia adelante.
Cuando salió tu disco anterior, Sad&Horny, tuvimos una conversación sobre la forma correcta de integrar lo sexual en las letras. Mencionabas Anonadado como un ejemplo divertido pero con el que no te identificabas ya. ¿Cómo ha cambiado tu percepción sobre lo erótico en las canciones del álbum? Porque tú eres sexy, tía. Es parte de ti.
A ver puede ser (risas). Es una de estas cosas que no sé si aceptar y enfrentarlas de cara, o huir de ello y ser más fina. Es una paranoia social, tanto el querer hacerlo como el querer no hacerlo. En Sad&Horny quizá tenía una necesidad de ser más bestia y explícita, pero ya no lo siento así, con lo cual mi forma de expresarlo también es más sutil. Pero en realidad, al menos para mí, es un álbum de amor.
Sí, yo también lo creo.
Lo que pasa es que está camuflado por el “soy gangster”, pero es una capa superficial fácil de atravesar. Es un disco donde lo sexual está subordinado a lo amoroso, a favor de ello. En Anonadado me apetecía hacer la coña, pero ahora me apetece integrar lo sexual desde un sentido más profundo, porque para mí, lo es. Como te decía, no tengo nada que demostrar pero tengo mucho que contar. No soy SixSex, entiéndeme, no todo es hedonismo para mí (risas).
Supongo que el R&B es un género que nace mucho desde el sentimiento. Aunque creo que si hicieras trap, también te saldrían temáticas similares.
Yo me defino como artista de R&B no solo por la sonoridad, sino por las influencias. Por un lado, siento que la idea de emotional R&B queen me pega, pero por otro, sí que siento tener una parte mucho más punki, menos tradicional en el género, es ahí justo donde nace KYNE. No soy una artista del todo convencional porque hay elementos muy cañeros, por eso me siento cómoda en la etiqueta de ‘neo’, en la new wave, la exploración.
¿Puede ser también porque tengas muchas referencias? Al final, la definición se marca en función de lo que uno conoce. Si conoces mucho, es más fácil que te suene muy distinto. De hecho, ¿alguna referencia de R&B en español?
Pues me apena decirlo, pero muy poca cosa. Me siento bastante desamparada en el territorio de habla hispana en este sentido, y últimamente hasta me apetece recuperar el canto en inglés. Sí que creo que se nota que escribo desde el inglés y me lo dice la gente: en la división de las palabras, en la estructura, la veracidad, el punch. La traducción habitual del género al español no me acaba, no la compro. Justo en esos neo de los que hablábamos, creo que se nota el eslabón perdido. Entre tú y yo, me emparanoia, porque veo una brecha y me pregunto, ¿me tengo que encargar yo de unificar esto y saldar este trabajo, o paso y cambio a un territorio donde sé que me van a entender?
Te entiendo. Por eso quería tratar este tema, pero con cuidado de no caer en el victimismo. Hay cierto discurso de “ay, ¿por qué no se pega el R&B español?”, no se qué, que no colabora a su desarrollo.
Tienes razón.
¿En algún momento crees que hubo una apuesta más mayoritaria, aunque fuera más impulsada por labels que por el público? Pienso por ejemplo en Deva con Sony.
No, creo que es una cuestión de white-wash y creo que se ve mucho en circuitos tipo Operación Triunfo. Se busca representar a la persona racializada de turno con la gorra plana a quien en España tratamos tipo “ayo! whatzzup!”, ¿sabes? Lo que la peña de las oficinas más carca dijo, ah, ok, mola. Pero es que no hay una historia negra en España ni la ha habido. Y en consecuencia, toda persona negra que ha venido a España, yo siento que se ha convertido en española, muy white-washed. Por eso mis referentes siguen estando en el mundo anglosajón, pero creo que los míos y los de toda la gente que nos dedicamos a esto. Aún y apreciar figuras como Alberdi, Dvalentino, Deva, Menend, Flavio Rodríguez, Quiroga, etc sigo sintiendo que hay un eslabón perdido.
¿Hay música del todo, todo universal? Es muy interesante eso que has dicho.
Con la música al final lo que funciona mucho también es la repetición. Todo el mainstream se parece entre sí. En lo personal, sí que siento un poco el sobreesfuerzo en España de hacer las cosas como quiero. Me voy a Nueva York ahora para celebrar mi treinta cumpleaños y para trabajar allí. No todos somos profetas en nuestra tierra y está bien, pero sí, me apetece retomar el inglés.
Ya que tratas el tema de la lengua, mi sensación es que No tinc por es una de las canciones más vulnerables del disco. ¿Crees que esa desnudez tiene que ver con que es tu lengua materna?
Creo que hay temas aún más vulnerables, pero sí, puede ser.
¿Cada lengua te condiciona a adoptar un registro temático distinto? ¿O me estoy inventando yo esto? (risas).
No, para nada, es muy lógico. Casi te diría que en cada lengua somos personas distintas. En catalán estoy mucho más desnuda, es eso, mi lenguaje materno. Es una canción cuyo mensaje es “estoy bien contigo porque ya no creo en el amor”. Pues, coño, no será casualidad que me nazca en catalán.
Hablando de esto también, ¿qué tal el cambio de ciudad? Porque hace unos años que te mudaste de Barcelona a Madrid, ¿no?
Siento que he aprovechado el circuito local, pero también siento que ya le he visto el techo. Estar aquí es lo que me ha hecho visibilizar tan claro que este no es mi camino. Te soy honesta: siento que no pertenezco a la escena española. He hecho grandes vínculos y he aprendido, pero en mi caso personal estoy ya casi casi ready para marchar.
Fuck FOMO y que viva el instinto.
El mundo no se acaba en Madrid. A pesar de la ansiedad generalizada que produce la idea, y que este es el claro centro neurálgico del arte español, es muy probable que haya artistas a los que les vaya mejor en su pueblo. Y si sientes que tienes que irte a Honolulu, ¡vete a Honolulu! Abogo un poco por recuperar el criterio propio y la autenticidad. Es importante ese criterio propio y discernir qué verdades no son tan absolutas como parecen, incluso si vienen de artistas ya asentados. El “no se puede” me lo meto por el culo, ¿autolimitarte para qué? Aun así, te sorprenderías cuánta gente critica el centralismo de Madrid. También fuera de tu profesión. Me has pillado que hoy venía hablando de esto mismo. Me encanta Madrid, de verdad, me está dando una experiencia maravillosa. Tengo muy buenos amigos y colegas de profesión aquí.
Me encanta el lugar que ocupa la mujer en tus letras. Obvio que nadie se levanta un día y dice, ¡hey! voy a hacer un tema feminista, no estoy hablando de eso, sino del fuerte mensaje femenino en C#ÑØ!!, en Insha’ Allah, que es un canto a una madre, o la más reciente de PIMP'S con Elena Alberdi y Santa Salut. ¿Qué piensas tú?
No sé si suena burdo dicho así, pero yo siento que soy muy mujer. Muy muy mujer, sin filtros. Y hablo mucho desde esa vivencia, ese prisma, esa energía. Porque como tú dices, no es voluntario ni pretendido sino supernatural, también hago esa reflexión. Wow, es que son superfeministas sin pretender serlo, ¿sabes? En mi caso, probablemente tiene que ver con hacer abiertamente las paces con esta feminidad: entender que ser mujer implica muchas cosas y no una concreta. Siento que mi feminismo es muy realista, y está en las letras pero es inherente a la música también. Forma parte del canal. No es una decoración sino que es absolutamente la raíz.
Se siente también que Estados Unidos admitió mucho más rápido que la mujer podía ser femenina y fuerte, en particular en el hip hop. En España me faltaban ejemplos de esto hasta hace bien poco.
Amor, es que voy a decir una cosa. Se está queriendo responder al machismo con la misma energía del machismo.
We pray.
Estamos hablando de dos energías para mí. Y creo que en España hay muchas raperas, como a las que creo que tú te refieres, que responden a esta lógica. No tienes que parecerte al hombre ni hablar el mismo código, y todo el rato insisto en que me remito a las energías. Creo que muchas de esas raperas encontraron un safe place jugando a esa performance más masculina, pero por las referencias que hemos tenido también. Pero como tú dices, es algo más de sensaciones, de energías, no tanto de contenido. Mi energía es la contraria, creo. Estoy chillando pero desde la forma más delicada, sutil, elegante, gustosa, relajada… Quizás por eso también me siento incomprendida en España. Creo que aquí existe, o bien el papel de la mujer que se ajusta a un código de belleza muy tradicional, o bien el de la mujer que hace de hombre o que le responde, pero no la que habla de lo que le sale de el toto de verdad. No creo que pase solo en España, también en todos los territorios hispanohablantes, pienso en figuras como Young Miko, o Tokischa. Pero si coges una letra de Young Miko la podría cantar cualquier pibe. También siento que esto sobre todo pasa en lo urbano.
También pienso en mujeres que quizá aún con una imagen más distinta, proyectan desde un lugar muy virginal, a veces melancólico, y casi siempre con ese aura de inocencia. ¿Me estoy liando? (Risas).
Bueno, perdóname, pero es que esto que estamos hablando es superinteresante como debate profundo. ¡Esto es antropología! De cómo los ‘ismos’ van condicionando y qué frutos dan en el arte y en los territorios. Es como una radiografía o escáner de la sociedad española a través de su música. ¡Y por eso yo me siento una outsider también! Y te lo juro que no es algo que me guste y no querría serlo, pero no lo soy. Llegados a este punto de mi vida ya he superado el debate de, ¿puedo ser distinta? A más huyes de algo más vuelve a ti. En fin, lo revelador también es darnos cuenta de qué tan paranoicas nos hemos vuelto con qué decir o no decir; en vez de simplemente decirlo.
Faltan tipos de representación, sí.
Al menos yo lo siento así o siento que se le da menos voz y voto, pero también es superlógico por condicionamiento previo de los referentes que hasta ahora han sido generalmente masculinos, y más en lo urbano. Hay proyectos queer también superinteresantes, pero, hablando de lo que es la mujer, solo la mujer, no sé si persiste un interés en ocultarnos. Y seguimos siendo víctimas de ello.
Por otro lado, tu nuevo trabajo es un disco de colabos. Creo que son muy acertadas y ahora iremos con ellas pero, ¿has echado de menos tener un tema sola?
Pues sí y no. Hay versos que descarté y que, quienes los conocen, pueden echar en falta, pero me ha parecido muy bonito en cuanto a la comunidad y la conexión. Yo valoro mucho cuando me dan un espacio, así que también valoro mucho poder cederlo en un trabajo mío.
¿Cómo fue el proceso de elegir esas colaboraciones?
Se fue forjando. Me he permitido también que las escojan ellos y por eso es tan acertado. Hay mucha más parte de magia de la que parece, creo, porque cada quién ha elegido bien su guerrero. Es lógico que a Ergo le gustara más 1Millón y que a Blackie le gustara Busca y camptura.
Yo no tenía pretensión de hacer un álbum así, pero de repente me encontré con siete temas y con que la gran mayoría de ellos ya tenían colabo. Me quedaban solo un par sueltas y dije, vale, pues hago un álbum de colaboraciones. A Faenna y Mir Nicolás ya les tenía ubicados, Ergo ya me conocía, y sobre todo he buscado mucha afinidad. Ha habido mucho baile en realidad, pero creo que ha aterrizado donde tenía que aterrizar.
Yo no tenía pretensión de hacer un álbum así, pero de repente me encontré con siete temas y con que la gran mayoría de ellos ya tenían colabo. Me quedaban solo un par sueltas y dije, vale, pues hago un álbum de colaboraciones. A Faenna y Mir Nicolás ya les tenía ubicados, Ergo ya me conocía, y sobre todo he buscado mucha afinidad. Ha habido mucho baile en realidad, pero creo que ha aterrizado donde tenía que aterrizar.
Durante el proceso de investigación me topé con una entrevista tuya en METAL, en 2020. No te terminabas de reconocer como tal, era como: “Sí, hago arreglillos…”. Pero este disco sí que creo que te afirmas completamente como productora, ¿no? Porque Friki Things es tuya entera.
Sí, y realmente Criminal también es mía (risas).
¿Cómo ha sido ese proceso?
Yo estaba perdida, totalmente desanimada y desconectada con mi arte.¿Sabes ese punto en el que lo haces porque lo tienes que hacer y te da dinero? Estaba out. La producción ha hecho que me vuelva a enamorar totalmente de esto, me he liberado. Se me ha plantado un lienzo en blanco donde cosas que antes eran problemáticas ya no lo son, porque las tengo en mi mano. Y que me gusta suficiente la música como para hacerla entera yo, me encanta, ¿sabes? Y que soy una friki, no me importa pasarme cuatro horas delante de un ordenador.
¿Estás produciendo para más gente?
La historia es que siempre lo he estado haciendo, creo, pero no le daba el espacio ni la credibilidad. Ahora sí. Y me gusta hacerlo para los demás porque me reta y me lleva a hacer cosas que no son las que yo me imaginaría, a ser técnicamente más competente. Pero sobre todo ha supuesto una relación. Es lo que me tiene más cachonda, ¿sabes cuando algo mentalmente te pone? Quiero aprender a tocar el piano, me encantaría instaurarme un chip en la cabeza y que automáticamente, pasara, pum (risas). Me siento como un niño pequeño y lo estoy haciendo todo porque quiero. No sé, yo soy muy hippiola.
Te veo un discurso inherente en torno a la presión comercial y a la liberación. Lleva presente toda la conversación, si te das cuenta.
A ver, por puntos. Yo soy víctima de problemas de salud mental por esta cuestión (risas). Dos, lo más difícil de ser artista no es ni las fotos, ni conseguir un deal importante, ni madrugar para ir al estudio ni nada de eso. Lo más difícil de ser artista es la gestión del ego y cómo mantener una fe ciega en lo que tú crees y lo que quieres hacer. Luego la realidad es otra, son números, cuartos y calendario. Pero lo más importante es eso. Porque puedes ver muchos ejemplos donde el artista ha tenido una intoxicación, un gran foco de atención y una presión que ha hecho que se quede achantado. Y esto para mí, insisto, es un renacer que no pretende pertenecer a nada. Trapito (Toc-Toc) o Manhood son accidentes de este fenómeno, del “yo puedo ser todo esto”. Pero es que no se trata de lo que puedes ser sino de quién eres y de por qué lo eres.
¿Y cuál es tu vía para esa desintoxicación?
En mi caso al menos, la naturaleza. Necesito estar en contacto con mi cuerpo de forma activa, con la naturaleza, y tener una vida mucho más campesina aunque sea a nivel mental. Me tengo que creer que siempre estoy de vacaciones y que todo lo hago porque me da la gana, porque si no, me entran pensamientos que me alejan de la realidad. También vigilo mucho el ruido. Me doy mucho tiempo de inspiración, de escuchar, de soledad, de escribir pero sin ningún motivo. Si no buscas constantemente quien eres te estás perdiendo a ti misma.
Y por último, ¿estás contenta con la acogida del disco?
Sí estoy contenta pero creo que se merece más, quiero más.
¿Qué quieres?
(Se queda un rato pensando en silencio) Quiero un reconocimiento lowkey (risas).
Yo creo que lo tienes. Por lo menos en mi caso, eres de las artistas que más escucho. Así, sin la categoría de española detrás ni nada.
Sí, y me sirve para los puentes que quiero trazar y poder continuar el camino, pero sigo sintiendo que todo está por venir.

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