Todo empezó en una habitación iluminada por la pantalla de un portátil, loops pixelados, foros de nicho y emociones comprimidas en mp3. Allí nació Jumer, quien entre melodías nostálgicas y destellos futuristas ha tejido una trayectoria que cruza bedroom beats, raves underground y escenarios internacionales.
Desde sus primeros mixes en casa hasta fundar Trance NXC, una de las propuestas más frescas de la escena electrónica barcelonesa, su historia es la de una generación que encontró comunidad en internet y la trasladó al club. Hablamos con él sobre la deconstrucción del club como espacio, el poder de lo colectivo y cómo hacer del trance no un revival, sino una puerta a futuros posibles.
Llevas años formando parte de la escena de la música electrónica en Barcelona como DJ, productor y promotor. ¿Qué te animó a meterte en una cabina por primera vez?
Empecé a pinchar con dieciséis años en casa, sin ninguna pretensión. Por entonces, acababa de descubrir SoundCloud y explorar música nueva se convirtió en mi hobby principal. En 2012 encontré una grabación del tour de Skrillex donde Porter Robinson y Zedd hacían su set usando una Traktor S4. Me sorprendió ver que artistas a los que admiraba usaban un equipo asequible. El mismo día busqué la controladora en Wallapop y empecé a grabar mis primeros mixes.
Un par de años más tarde, al empezar a explorar el mundo de la noche en Barcelona, me encontré con una ciudad dominada por propuestas comerciales. Fue entonces cuando descubrí proyectos con programación más nicho como Trill Razzmatazz o Club Marabú, que, aunque ya no existen, marcaron una época, y me abrieron los ojos a otra narrativa posible dentro del club. En esos espacios encontré una comunidad de nerds de internet de la música como yo. Ver que había espacio en el club para propuestas alternativas fue lo que me motivó a exponer mi propia visión, conectando todo ese conocimiento musical que había cultivado en casa con el club.
Un par de años más tarde, al empezar a explorar el mundo de la noche en Barcelona, me encontré con una ciudad dominada por propuestas comerciales. Fue entonces cuando descubrí proyectos con programación más nicho como Trill Razzmatazz o Club Marabú, que, aunque ya no existen, marcaron una época, y me abrieron los ojos a otra narrativa posible dentro del club. En esos espacios encontré una comunidad de nerds de internet de la música como yo. Ver que había espacio en el club para propuestas alternativas fue lo que me motivó a exponer mi propia visión, conectando todo ese conocimiento musical que había cultivado en casa con el club.
Las influencias más directas de tu proyecto actual surgen de la música trance. ¿Cómo definirías tu evolución desde tus inicios hasta ahora?
Mis inicios están profundamente marcados por lo digital y por una conexión fuerte con escenas de internet como el nightcore o PC Music. Fue allí donde aprendí lo que era deconstruir la música, formar parte de una comunidad online y construir identidad a través del sonido. Con el tiempo, al salir de ese contexto para empezar a tocar de forma recurrente en clubs, mi enfoque fue evolucionando. Al tener referentes tan dispares, comencé a preguntarme qué tenían en común todas esas canciones que me hacían sentir mariposas.
Siempre me han atraído los sonidos que conectan emocionalmente, que no solo te hacen bailar, sino también sentir. Descubrí que esa esencia, para mí, residía en los ritmos melódicos. Fue entonces cuando decidí centrarme en el trance, un lenguaje que me permite seguir expresándome con intensidad, transmitir sensaciones y, además, con una versatilidad enorme gracias a su larga historia y variedad de subgéneros. A nivel estético, al haber crecido en los 2000 con una fascinación por la escena electrónica de Ibiza y referentes como F*** Me I’m Famous o Café del Mar, decidí retomar esas raíces y reinterpretar lo paradisíaco, veraniego y siempre un poco sexy.
Siempre me han atraído los sonidos que conectan emocionalmente, que no solo te hacen bailar, sino también sentir. Descubrí que esa esencia, para mí, residía en los ritmos melódicos. Fue entonces cuando decidí centrarme en el trance, un lenguaje que me permite seguir expresándome con intensidad, transmitir sensaciones y, además, con una versatilidad enorme gracias a su larga historia y variedad de subgéneros. A nivel estético, al haber crecido en los 2000 con una fascinación por la escena electrónica de Ibiza y referentes como F*** Me I’m Famous o Café del Mar, decidí retomar esas raíces y reinterpretar lo paradisíaco, veraniego y siempre un poco sexy.
En la actualidad, ¿cómo ves la evolución del trance dentro de la escena?
Está habiendo un renacimiento del trance; cada vez está más presente en el club, especialmente en el underground. DJs de todo el mundo continúan explorando y reformulando el género sin los estigmas del pasado, mezclándolo con otros géneros. Es una evolución en la que mi proyecto Trance NXC encuentra su lugar natural: esa intersección entre lo nostálgico y la experimentación.
La popularidad internacional de artistas como TDJ, Minna-No-Kimochi o Evian Christ también demuestra que el trance todavía tiene espacio en los grandes escenarios, aunque sea desde un enfoque mucho más libre y contemporáneo. Es algo que no se veía con tanta fuerza desde los años 2000.
La popularidad internacional de artistas como TDJ, Minna-No-Kimochi o Evian Christ también demuestra que el trance todavía tiene espacio en los grandes escenarios, aunque sea desde un enfoque mucho más libre y contemporáneo. Es algo que no se veía con tanta fuerza desde los años 2000.
“Mis inicios están profundamente marcados por lo digital y por una conexión fuerte con escenas de internet como el nightcore o PC Music.”
Siguiendo en esta línea, hay que mencionar que eres el fundador y promotor de Trance NXC en Barcelona. ¿Cómo surgió la idea de este proyecto y qué importancia tiene para ti dar visibilidad a talentos emergentes?
En 2022, debido a la pandemia y al cierre del ocio nocturno, muchos de los proyectos que apoyaban la música electrónica vanguardista en Barcelona se desvanecieron. En ese momento sentí que hacían falta nuevas plataformas que recogieran ese legado, que acogieran propuestas sonoras innovadoras y reflejaran los valores de una comunidad más abierta. Fue entonces cuando me junté con mi mejor amigo, Nil Fernández, director creativo de Trance NXC, y empezamos el proyecto.
Para mí, dar visibilidad a nuevas voces es esencial: muchos de esos artistas emergentes forman parte de la misma red creativa con la que conecté en internet desde mis inicios. Trance NXC es un espacio donde cada line-up cuenta una historia distinta y donde cada edición explora nuevas formas de entender el clubbing. Esa libertad curatorial y la posibilidad de amplificar propuestas que merecen exposición es lo que más me motiva del proyecto.
Para mí, dar visibilidad a nuevas voces es esencial: muchos de esos artistas emergentes forman parte de la misma red creativa con la que conecté en internet desde mis inicios. Trance NXC es un espacio donde cada line-up cuenta una historia distinta y donde cada edición explora nuevas formas de entender el clubbing. Esa libertad curatorial y la posibilidad de amplificar propuestas que merecen exposición es lo que más me motiva del proyecto.
El próximo 26 de abril organizas una nueva edición de Trance NXC en Nitsa. El evento cuenta con artistas consagradas como Hannah Diamond y TDJ. ¿Qué te llevó a ellas y qué aspectos has tenido en cuenta a la hora de invitar a artistas en ediciones anteriores?
Ambas representan una visión muy contemporánea del sonido electrónico. Hannah lleva años empujando los límites del pop experimental, y TDJ ha sabido acercar el trance a nuevas audiencias a través de su propio prisma. Son artistas que entienden el club como un espacio donde también se puede emocionar. Eso encaja perfectamente con la filosofía de Trance NXC.
A la hora de programar, busco perfiles que no encajen en categorías cerradas, que traigan una energía distinta y desafíen los formatos establecidos. Me fijo mucho en cómo entienden el club y, sobre todo, en si comparten referentes con el universo que hemos construido. Cada edición es una oportunidad para explorar nuevas narrativas sonoras, y el line-up siempre refleja esa visión de riesgo, emoción y frescura que define el proyecto.
A la hora de programar, busco perfiles que no encajen en categorías cerradas, que traigan una energía distinta y desafíen los formatos establecidos. Me fijo mucho en cómo entienden el club y, sobre todo, en si comparten referentes con el universo que hemos construido. Cada edición es una oportunidad para explorar nuevas narrativas sonoras, y el line-up siempre refleja esa visión de riesgo, emoción y frescura que define el proyecto.
Como promotor, has tenido la oportunidad de trabajar con algunos de los mejores clubs de Barcelona, como Razzmatazz y Apolo, además de organizar tus propios eventos en salas autogestionadas como Meteoro. ¿Qué diferencias ves entre los grandes espacios y los locales más pequeños en cuanto a la conexión con el público?
En Barcelona tenemos la suerte de contar con clubs que ofrecen algunas de las programaciones más interesantes a nivel europeo. Lugares como Razzmatazz, gracias a su formato de cinco salas y a la visión de sus bookers, que apuestan por propuestas arriesgadas y talentos locales, han sido clave para hacer realidad proyectos como Trance NXC y poder crecer.
Sin embargo, creo que la manera real de crear comunidad y generar una conexión profunda con el público es en espacios más íntimos como Meteoro, donde el aforo es reducido y el cien por cien de quienes están ahí vienen específicamente a ver a los DJs. Por eso es esencial que sigamos apoyando estos espacios, ya que, a nivel económico, es extremadamente difícil hacer que funcionen. Para mí, centrar el proyecto en esa dualidad –entre lo institucional y lo cercano– ha sido fundamental para que Trance NXC crezca sin perder su esencia.
Sin embargo, creo que la manera real de crear comunidad y generar una conexión profunda con el público es en espacios más íntimos como Meteoro, donde el aforo es reducido y el cien por cien de quienes están ahí vienen específicamente a ver a los DJs. Por eso es esencial que sigamos apoyando estos espacios, ya que, a nivel económico, es extremadamente difícil hacer que funcionen. Para mí, centrar el proyecto en esa dualidad –entre lo institucional y lo cercano– ha sido fundamental para que Trance NXC crezca sin perder su esencia.
“Para mí, dar visibilidad a nuevas voces es esencial: muchos de esos artistas emergentes forman parte de la misma red creativa con la que conecté en internet desde mis inicios.”
Más allá de Barcelona, también has colaborado con colectivos internacionales como Eastern Margins, Sksksks o Planet Fun, y actuado en ciudades como Nueva York o Glasgow. ¿Qué diferencias has notado con las escenas de otras ciudades y qué aprendizajes te llevas de esas experiencias?
Cada ciudad tiene su propio ritmo y forma de entender el clubbing. En Nueva York o Londres, por su gran escala y tradición, hay proyectos mucho más consolidados alrededor de propuestas electrónicas experimentales: una cultura del club que valora lo alternativo sin que tenga que justificarse constantemente. Eso permite que plataformas como Sksksks, Planet Fun o Eastern Margins funcionen con una identidad clara y a largo plazo.
Colaborar con ellos no solo me ha enseñado a ser más ambicioso y profesional a la hora de presentar mis proyectos, sino que también me ha hecho valorar muchísimo esa energía de resistencia creativa, la capacidad de hacer mucho con pocos recursos. Salir y volver con perspectiva me ha reafirmado el valor de lo que se está gestando aquí.
Algo que siempre me ha emocionado es comprobar que, en cada gran ciudad, hay gente como tú intentando sacar adelante su proyecto desde referentes y pasiones similares. Encontrarte con esas personas afines y conectar a través de la música es, sin duda, lo más valioso que me llevo de estos años.
Colaborar con ellos no solo me ha enseñado a ser más ambicioso y profesional a la hora de presentar mis proyectos, sino que también me ha hecho valorar muchísimo esa energía de resistencia creativa, la capacidad de hacer mucho con pocos recursos. Salir y volver con perspectiva me ha reafirmado el valor de lo que se está gestando aquí.
Algo que siempre me ha emocionado es comprobar que, en cada gran ciudad, hay gente como tú intentando sacar adelante su proyecto desde referentes y pasiones similares. Encontrarte con esas personas afines y conectar a través de la música es, sin duda, lo más valioso que me llevo de estos años.
Acabas de lanzar tu nuevo mix, Trancendence, en SoundCloud. Mencionas que parte de sonidos baleares, relajados y poco a poco acaba en el club. ¿Cómo preparas tus sets?
Cada set lo pienso como una respuesta al contexto en el que voy a pinchar. No es lo mismo abrir una sala que cerrarla, ni tocar en un club pequeño para cien personas o en uno grande con mil. Incluso quien más hay en el line-up, o el equipo de sonido, pueden influir mucho en cómo lo planteo. Para mí, lo más importante es la selección musical previa: asegurarme de que sea coherente y tenga sentido en ese espacio, pero sin dejar de ser fiel a mi esencia y a lo que me define. Con el tiempo, y después de acumular miles de tracks, lo más emocionante de pinchar es la improvisación.
En el caso de Trancendence, quise crear algo representativo de lo que hago ahora mismo y que pudiese escuchar en la playa este verano. En mi cabeza, el mix es como estar con tus amigos en la playa viendo el atardecer, de repente anochece y acabáis saliendo. La inspiración principal han sido compilaciones míticas de trance como In Search of Sunrise de Tiësto.
En el caso de Trancendence, quise crear algo representativo de lo que hago ahora mismo y que pudiese escuchar en la playa este verano. En mi cabeza, el mix es como estar con tus amigos en la playa viendo el atardecer, de repente anochece y acabáis saliendo. La inspiración principal han sido compilaciones míticas de trance como In Search of Sunrise de Tiësto.
Por último, ¿qué podemos esperar de Jumer y de Trance NXC en 2025?
Mucho movimiento. Tengo nueva música lista que saldrá más adelante en el año, y ya hay bolos confirmados este verano en Canadá, Estados Unidos y Reino Unido, algo que me hace mucha ilusión porque siento que el proyecto está empezando a cruzar fronteras de forma orgánica.
Trance NXC también seguirá creciendo en Barcelona y otras ciudades como Madrid y Londres con nuevas ediciones. El proyecto se ha consolidado como una plataforma que ofrece una alternativa real a la noche mainstream, apostando por eventos que mezclan trance, techno, electro, IDM, mákina o incluso budots, y siempre con un enfoque melódico y emocional en el centro. Tanto en lo sonoro como en lo visual, Trance NXC ha desarrollado una identidad muy marcada que el público ya reconoce.
Trance NXC también seguirá creciendo en Barcelona y otras ciudades como Madrid y Londres con nuevas ediciones. El proyecto se ha consolidado como una plataforma que ofrece una alternativa real a la noche mainstream, apostando por eventos que mezclan trance, techno, electro, IDM, mákina o incluso budots, y siempre con un enfoque melódico y emocional en el centro. Tanto en lo sonoro como en lo visual, Trance NXC ha desarrollado una identidad muy marcada que el público ya reconoce.
