El jueves por la noche, mientras Madrid bullía de vida en plena semana del Pride, un rincón de la ciudad se transformó en un altar industrial, espiritual y carnal. ¿El motivo? El debut oficial de Javier Collazo, joven diseñador hispano-cubano que acaba de plantar bandera en la escena madrileña con una colección identitaria y reivindicativa.
La presentación de Jinetero, más que un desfile, fue un ritual contemporáneo, un espectáculo donde la moda, la música, la performance y la imagen en movimiento se fundieron en una narrativa visual potente e íntima a la vez.
Con el título El sendero de la noche, Collazo reunió a un público entregado: prensa, creativos, amigos de la marca y un puñado de caras más que conocidas. Sí, ahí estaban Juicy Bae, Ms Nina, Alejandro Gómez Palomo, Sam Vázquez, Fernando Valdivielso y muchos más, luciendo looks imposibles de ignorar. Entre los modelos, más nombres que dieron que hablar: Javier Calvo, Julia Janeiro, Ana Sotillo, Safu. Si algo no faltó es glam, presencia y mucha, mucha actitud.
Pero, ¿quién es Javier Collazo y por qué todo el mundo habla de él? Formado en marcas contemporáneas como Ludovic de Saint Sernin, Proenza Schouler, Luis de Javier y Mugler, y con experiencia en las pasarelas de Nueva York y París, Collazo aterriza en Madrid con una voz propia, cargada de referencias culturales, raíces cubanas y una mirada queer que mezcla lo político con lo poético. A sus espaldas, logros como vestir a Karol G, Emilia Mernes y Alex Consani. Pero ahora va a por más y quiere contar su historia.
Lo hace a través de Jinetero, una colección que nace de un relato personal y se convierte en una declaración estética, inspirada en la figura del jinetero cubano (término que designa a hombres que ejercen la prostitución con turistas como forma de supervivencia) y en la santería yoruba transmitida por su tío babalawo. Esta colección es un cruce fascinante entre cuerpo y espíritu, deseo y resistencia, memoria y presente.
Las prendas son puras bombas simbólicas: plumas de gallina en referencia directa a los rituales santeros, pieles naturales que juegan irónicamente con el término ‘jinetero’ y hasta efectos de óxido inspirados en los cañones del Fuerte del Morro en Santiago de Cuba. A eso se le suman toques más urbanos: crop tops, leggings, logomanía y ese descaro urbano que entiende el cuerpo como un lienzo libre, sin censura.
Todo está conectado. Lo ancestral con lo trendy, lo marginal con lo divino. Collazo no solo diseña ropa, sino que construye universos simbólicos con mucha intención detrás. Y eso se notó en cada detalle del desfile: la puesta en escena, la iluminación… todo estaba en sintonía.
Con esta carta de presentación, queda clarísimo que Javier Collazo ha venido a dejar huella. Y después de lo del jueves, podemos decirlo sin miedo: su universo ya está entre nosotros. Que viva el deseo, el sudor, el ritual y la moda que cuenta historias.
























