Hablamos con Izaro, la cantante y compositora vasca que ha sacado Limones de oro, un álbum en el que colabora con artistas como Amaral, Rozalén o Zahara para darle una segunda vida a los Limones en invierno que la pandemia se llevó. Risueña y soñadora, la vizcaína pasea su último proyecto de la mano de San Miguel On Air, que presenta la gira limonera de la artista en ciudades como Pamplona, Zaragoza, Valencia o Barcelona, entre otras.
Para compensar a su público por la gira que no pudo celebrarse debido a la pandemia, Izaro ha trabajado sobre su álbum Limones en invierno para convertirlo en Limones de oro y darles así otro sentido a sus canciones gracias a la colaboración de grandes artistas españoles. Con un nuevo proyecto entre manos, la artista vizcaína se despide este año de los limones que tantas alegrías le han dado.
A finales de abril lanzaste Limones de oro, un álbum que rescata el anterior, Limones en invierno, y lo transforma. De las dieciseis canciones que incluye, quince son colaboraciones. Esos temas que antes cantabas sola, ¿tienen un nuevo significado ahora que los cantas acompañada?
Claro, realmente cada artista que entra en una canción hace que inevitablemente se transforme.
Zahara, Amaral o Rozalén son algunas de las voces que te dan la mano en este nuevo álbum. ¿Por qué elegiste justo a esos artistas y cómo decidiste en qué tema te acompañaría cada uno?
Hice varias listas de canciones y artistas y fui haciendo match. Fui creando microclimas, y después las fui ordenando por probabilidad de respuesta. Fue una aventura para mí. Elegí a artistas que me sugieren mucho a nivel artístico, pero también a nivel personal, artistas que me gustan cómo cantan, cómo componen, cómo piensan.
Delirios es una canción a la que le tengo mucho aprecio, habla de la revolución de cuidarse a una misma; para mí es una canción curativa, que nace desde la ‘locura’ de las obsesiones, del desamor, y le canta a Donostia, una ciudad para mí muy curativa, en la que actualmente vivo. Para mí ha sido un placer compartir esos delirios con Zahara, una artista que me empodera mucho y con la que tengo muchas en común, como por ejemplo el cariño a Donostia.
En el caso de Amaral, sonoramente me encajaba tan bien en Argia. También Eva, me parece que irradia mucha luz, mucha fuerza, dulzura, valentía, naturaleza, pureza, raíz… Era ella la mejor compañera para cantar a este halo de luz. Y los ambientes de Juan… es que todo me encajaba.
Al cantar con Rozalén a nuestras abuelas me he sentido muy identificada con la forma que ella ha tenido de conectar con su abuela, de hablar de ella y con ella. Para mí era muy especial unirnos para esto. Y así con todas (risas).
Delirios es una canción a la que le tengo mucho aprecio, habla de la revolución de cuidarse a una misma; para mí es una canción curativa, que nace desde la ‘locura’ de las obsesiones, del desamor, y le canta a Donostia, una ciudad para mí muy curativa, en la que actualmente vivo. Para mí ha sido un placer compartir esos delirios con Zahara, una artista que me empodera mucho y con la que tengo muchas en común, como por ejemplo el cariño a Donostia.
En el caso de Amaral, sonoramente me encajaba tan bien en Argia. También Eva, me parece que irradia mucha luz, mucha fuerza, dulzura, valentía, naturaleza, pureza, raíz… Era ella la mejor compañera para cantar a este halo de luz. Y los ambientes de Juan… es que todo me encajaba.
Al cantar con Rozalén a nuestras abuelas me he sentido muy identificada con la forma que ella ha tenido de conectar con su abuela, de hablar de ella y con ella. Para mí era muy especial unirnos para esto. Y así con todas (risas).
En La felicidad, junto a Daymé Arocena, te haces una pregunta: ¿cómo será la felicidad? ¿Has encontrado ya una respuesta?
Supongo que hay muchas respuestas a esta pregunta. De momento siento que la felicidad es una forma de vida, y que luego dentro de ella puedes estar triste, contenta, eufórica, apagada… pero sintiendo todo eso sobre una base segura. Para mí la felicidad son muchas cosas, pero creo que resumiendo un poco es: estabilidad, seguridad, amor, paz, ilusión, la tripa llena y no pasar frío.
Quince colaboraciones son bastantes, pero, ¿se te ha quedado alguna en el tintero?
Sí, es que cuadrar agendas es tremendamente difícil. Espero poder seguir construyendo colaboraciones, que nazcan nuevas, y que nos vaya la vida sorprendiendo.
Limones en invierno, Limones de oro… Me llamó la atención esa fijación por los limones. Vi que maduran en invierno. ¿Te sientes identificada con ello?
Me siento identificada con el limonero, y por eso me apeteció construir un universo alrededor de su fruto. El limón es muy atractivo, tiene una estética preciosa, por dentro y por fuera, su olor es muy estimulante en todos los sentidos. Como la vida misma, que además lo pruebas y, ¡sorpresa! no es del todo agradable, pero quieres volver a morderlo.
En este álbum irradias ilusión y positividad, pero imagino que no todo ha sido un camino de rosas. ¿Adónde acude Izaro cuando las cosas no van bien?
A casa y a terapia.
¿Por qué has sentido esa necesidad de transformar Limones en invierno en Limones de oro?
Para dar las gracias al público por haber mantenido vivos aquellos limones que se los comió la pandemia. Era una forma de alargarles la vida también a los limones y así crear un puente que me pueda llevar a adentrarme en otro disco con otro concepto. Es que no podía empezar con otro disco como si nada hubiera pasado.
Cantas en varios idiomas. ¿Con cuál te sientes más cómoda y expresiva?
Me siento expresivamente plena en euskera y castellano. Cada cual me ofrece sus palabras, sus formas, su sonoridad.
En tu música se te ve sensible, romántica y soñadora. ¿Te hace justicia?
(Risas) Sí, yo creo que sí. Al final las canciones son algo muy personal, un reflejo del cerebro de donde nacen. No veo que haya otra manera.
Te has convertido en una de las artistas más relevantes del panorama y tu público vasco te tiene muy en cuenta. Eres un referente, ¿cómo gestionas esa responsabilidad?
Sobre todo con gratitud, aunque a veces he sentido presión y me ha pesado, pero supongo que es normal. Voy aprendiendo a vivir cada vez mejor, a conciliar las cosas, a relativizar y a disfrutar del compartir, que al fin y al cabo es eso: compartir y remover.
Tienes una gran gira para aprovechar la que no se pudo con el anterior álbum. Paseas Limones de oro por muchas ciudades: Sevilla, A Coruña, Zaragoza, Barcelona… ¿Te gusta irte fuera?
Acabamos de volver de Finlandia, en junio estuvimos en Buenos Aires y también pasamos por París antes de verano. No es fácil moverse con tu música de un lado para otro, y aprecio mucho a la gente que compra entradas y viene a vernos cuando estamos lejos de casa. Me siento muy querida en los conciertos que hacemos en el extranjero.
¿Qué buscas enseñar con tu música? ¿Cómo te gustaría que la acogiésemos?
No busco enseñar nada. Ni siquiera estoy segura de si busco algo, creo que más bien encuentro.
¿Qué le dirías a la Izaro de hace dos años que sacó Limones en invierno?
Que se vienen curvas pero que la montaña rusa va a parar y se va a poder bajar para que se le pase el mareo.
A pesar del cariño que le tienes a tu gira limonera, ¿tienes ganas de adentrarte en nuevos proyectos?
Sí, además, estoy ya trabajando en cosas nuevas desde hace un tiempito y me apetece mogollón poder zambullirme en eso al cien por cien.