Quizás una de las cosas más difíciles en el arte es ser sincero con uno mismo. Todos los artistas están encantados de enseñar el personaje que han construido porque para eso lo han creado. Sin embargo, hablar de emociones viscerales, de esas que son innatas y a veces no te gustaría tener, es algo más complicado. Irepelusa se ha atrevido a ello, a demostrarse vulnerable con Irene Alejandra, un disco de exploración interna que, teniendo un título homónimo, no podía no ser personal.
Nos has regalado un disco con tu propio nombre. Siendo homónimo tengo que suponer que es bastante personal.
Pues sí, este disco es bastante personal. Habla de las emociones que uno tiene y de permitirte explorarlas dentro de ti. De lograr el amor propio para quererte realmente tal cual eres. Igual está inspirado, obviamente, en haber emigrado y en encontrar mi propia manera de expresarme.
¿Buscaste desde el principio este concepto o fue algo más improvisado?
No fue algo planeado. No dije, voy a empezar a hacer un disco sobre mis emociones. Justamente en el momento en el que empezó estaba pasando una etapa un poco ruda, emigré y me pegaba duro el haber dejado a mis amigos, pasaba por una ruptura amorosa… y me tomé el tiempo de usarlo en vez de quedarme con lo malo. Cuando logras abrazar todo esto, te da más fuerza y te hace madurar.
Entiendo que desde Un koala en una palmera, Irene ha cambiado mucho.
Yo sigo siendo la misma Ire, solamente que he aprendido más cosas y he encontrado una manera más directa de decir lo que quiero decir.
Lo de la forma directa de decir las cosas se puede ver en el primer tema de Irene Alejandra, que empiezas con una regañina al público.
Es que sé que mucha gente quizá no va a entender que un artista pasa por diferentes facetas y etapas. Desde el día uno he dejado clara mi versatilidad al público que me sigue. Querida Irenita también era una carta a personas que me eran cercanas que no entendieron por qué me fui de Venezuela para explorarme y crecer musicalmente.
Ya que hemos empezado hablando un poco de cambios vamos a seguir. ¿Puede que líricamente le hayas dado un trato más maduro a tus temáticas?
Siento que en Koala estaba explorándome. Al estar en mi zona de confort, en la tranquilidad con mis seres queridos, hablaba de las cosas que me hacen feliz. En cambio, en este álbum entro más en el desamor, en el tocar fondo y levantarte, en tener nervios de acero. Está lindo porque son facetas que exploro de mí, y hago música dada a la música que me influencia, pero el koala siempre tuvo un nombre propio.
Algo que también me ha parecido nuevo es el ambiente que trabajas en Irene Alejandra. Tus trabajos anteriores me daban más vibes para escucharlo de día y estos me cuadran algo más por la noche.
Me gusta tu punto de vista. No lo había percibido de esta manera y está genial. Es verdad como que el Koala sí que es una música que quieres escuchar para desayunar, pero lo nuevo se mete más en la noche. Lo cierto es que está inspirado en Bogotá, y Bogotá es una ciudad bastante gris, bastante lluviosa y con bastante vida nocturna.
¿Sí que compartes la visión, entonces?
Sí, sí, es cierto. No ha sido algo buscado, ha salido así. Varias canciones las siento bastante nocturnas. Tampoco de farra, pero sí de esa sensación que te genera la noche.
También, al haber trabajado ritmos más pesados que en otros proyectos puede llevarme a esa conclusión.
He decidido también darle más peso a esta parte, más de bajos. De hecho, estoy probando géneros que no había probado antes y que me empujan más a eso, como el funk carioca. Trabajar de la mano de Juan Pablo, mi productor, es brutal porque me muestra cosas locas. Viene de un mundo totalmente distinto al mío, y fusionar nuestros mundos resulta en estas canciones.
Solo hablamos de cambios, pero estéticamente, en las cover de los temas se ven cosas que igualmente son nuevas. ¿Hay influencias de discos dosmileros, no?
Son bastantes dosmileras, pero yo no pensé en los 2000 conceptualmente. Más bien cuando estaba haciendo las fotos fue como, me siento como Britney Spears. Solo buscaba un look que representara lo que quería. Es loco que quedasen tan dosmileras cuando realmente el concepto de las portadas era de collage de capas que representaran emociones, pero las he disfrutado mucho porque al final soy yo, he elegido mostrarme y nunca había puesto mi cara en las portadas.
Lo que no ha cambiado y sigue presente en tu nuevo disco es el lo-fi y la vertiente más naif y divertida del hip-hop y el R&B. ¿Vas a querer desprenderte algún día de esto?
No, no creo que me desprenda de los géneros que hago. Voy a seguir con el lo-fi y las cosas que vienen van por ahí. También quiero tocar la parte del hip-hop y el R&B, que fueron mis inicios. Siempre está bien volver a hacerle un cariñito. No lo abandonaría.
Tu música tiene muchas capas, muchas líneas instrumentales, mucho detalle. ¿Cómo trabajas con tu productor a nivel técnico?
Pues al principio Juanpa me dice, mire, tengo estas cosas, tengo estos samples, no sé qué. A partir de un sample partimos o creamos con la guitarra. Se pueden crear los acordes solamente, pero cuando ya tienes un ritmo definido se abren más posibilidades. ¿Cómo quieres caerle? ¿Cómo quieres llevar la métrica? Esta vez ha sido una experiencia muy cool porque es mi primera vez trabajando con un solo productor en la mayoría de las canciones.
¿Y a partir de la melodía y el ritmo van saliendo muchas más cosas que añadir?
Me gusta ir metiéndole cositas pero no tardo meses. Hay canciones que salen rápido, por ejemplo, Repave, que la hice en diciembre y la estaba lanzando en abril, y otras como Nervios de acero, que la hice un año antes y ha visto la luz ahora. Cada una tiene un proceso. Las suelo hacer de una sola sentada, y tiempo después le metemos detalles porque me gusta dejar descansar el oído.
¿Y por qué solo una colaboración en el disco?
Porque en el Koala sentí que tenía muchas colaboraciones. En este, al ser tan personal, no me imaginaba a nadie. Quería mostrarle al público que era yo misma en mi máxima expresión. Pero Esteman escuchó una de las canciones del álbum y se quiso montar. Yo siempre había querido una colaboración con él y me gusta el pincel que le da. Es como esa cerecita del disco. Ha sido muy honesta y orgánica esta colaboración.
¿Qué te ha dicho la gente de Comida para Llevar, tu colectivo, cuando no les has invitado a salir en este disco?
Creo que Comida para Llevar es algo muy lindo que me ha nutrido muchísimo, pero siento que yo también tenía que darme mi espacio. Desprenderme un poquito del proyecto para solidificarme. Pero hay muchas cositas que tengo para Comida para Llevar y sé que en el cuarto disco que se venga voy a estar, porque me gusta mucho la faceta que saco con el proyecto.
La última pregunta la quiero ligar con el último tema del álbum. Canaima es la canción que más recuerda a tus anteriores trabajos, y al ser acústica y melancólica me ha sonado a despedida. ¿Puede ser que te estés despidiendo un poco de la Irepelusa anterior?
De hecho, sí. Me fui de Venezuela y es una manera de agradecerles. Mi estadía en Bogotá es temporal, me gustaría ir a otras ciudades y conectar con las cosas que tienen otras, pero también quiero volver a mi hogar y estar con los míos. Es una manera de agradecer, de contar que me fui porque necesitaba irme, pero sané y estoy ahí de nuevo. Creo que es un buen cierre.