A veces me cuesta hablar de mí misma. Es posible que sea el miedo a ser ignorada o el miedo al que dirán. Hace tiempo entendí que no hay nada de malo en que a la gente no le interese lo que digo, que al final no va de eso, va de encontrar un equilibrio entre la libertad para expresarse y una cierta empatía en el que escucha. 
Artículo extraído de ACERO vol. 7, publicado en abril de 2024. Hazte con tu copia aquí.
Me llamo Inés, nací en Madrid el día 31 de marzo hace 31 años. Al parecer nevaba, en primavera. Es mi estación favorita, aunque escribo esto en el otoño de Nueva York y me tiene maravillada. El otro día hablaba de eso con mi pareja, la primera te rescata del frío y del oscuro invierno, y te da energía, te impulsa; el otoño, sin embargo, te trae la nostalgia por lo que ya no está, y melancólicos días dorados que te preparan para lo que viene.
Soy artista, pintora, pintora digital, creadora de imágenes y directora creativa. Siento que en mi generación no puedes ser solo una cosa. El contexto y la situación de los últimos veinte años nos ha impulsado a tocar varios palos, a saber de todo y de nada. Al menos en el ámbito creativo, que es el que conozco mejor. 
Estudié diseño de moda en Madrid. Me gusta la moda, pero cuando empecé a trabajar en marcas, me di cuenta de que no era el trabajo que quería. Era algo que me gustaba ver desde fuera y entendía como una forma de expresión en mi vida, pero nada más. También siempre me ha gustado pintar. Cuando tenía como doce años Empecé a recibir clases de pintura en mi barrio, cerca de Marqués de Vadillo. Nada del otro mundo, pero desde entonces, la pintura (en diferentes formas) me ha acompañado en mis andanzas. Hasta que, en un momento, empecé a vivir de ello. Esto ocurrió cuando vivía en Londres. De repente entendí que ser artista podría ser una profesión, es decir, que con mis obras y encargos podía pagar el alquiler. Fue toda una revelación y un alivio saber lo que quería hacer con mi vida. Y desde ese momento no he podido parar de hacerlo. Con todo lo que eso conlleva: subidones, bajones, confianza que va y viene, cambiar de un país a otro, estudiar otra vez, estar broke, estar muy bien de pasta, no tener nada de curro, o estar muy agobiada por tener muchísimo trabajo. Una continua y vertiginosa lucha interna y externa que no sabes qué forma y camino va a tomando, que te obliga a vivir en el presente y que confiar al 100% en que va a acabar bien. En fin, creo que a los artistas nos encanta la intensidad. 
En mi trabajo hablo mucho de mí misma, de mis problemas y preocupaciones, de mis pensamientos. De mi vínculo con el momento presente en el mundo. Y simplemente espero que los demás puedan relacionarse o identificarse con ello, de la manera que sea. 
Todavía no estoy segura, pero creo que últimamente pinto más autorretratos que otra cosa. Aunque no de manera evidente. Yo los percibo como continuos encuentros entre diferentes yo. A simple vista, son una mezcolanza de imágenes, de vivencias y recuerdos. Son como cápsulas de momentos donde se entremezclan personajes que pertenecen a la cultura popular, con personas desconocidas, ángeles, demonios, memes de internet, letras de canciones, mitología, animales, escenas de vídeos porno, simbología en la pintura clásica, escenas religiosas… Lo sé, puede parecer complicado encontrar armonía y belleza en todo ese popurrí. Pero al parecer belleza y fealdad forman parte del mismo continuo; ambas iluminan los mismos rincones del cerebro.
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Beautiful melodies telling me terrible thing, 2023
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Ashniko, 2023
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The Kiss, Inés Maestre & Sara Bastai, 2022
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ACQUA, Inés Maestre & Sara Bastai, 2023
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U’re mine, 2023