Iglú presenta El refugi, su tercer álbum de estudio y el más maduro hasta la fecha. Marc Gelabert y Marc Hampshire no solo comparten nombre, sino las ganas de traer el indie británico a Catalunya; así pues, lo que empezó como una amistad acabó por convertirse en un proyecto musical.
En Catalunya levantas una piedra y te salen diez cantantes de música urbana. Sin embargo, El refugi trae de vuelta la música catalana del dos mil diez de grupos como Blaumut, Els Amics de les Arts o Mishima. El álbum cuenta con doce canciones que hablan del amor, de crecer y de encontrar tu lugar en el mundo. El título ya deja bastante claro por dónde van los tiros; al final todos queremos encontrar nuestro refugio y este no tiene por qué ser un lugar físico, puede ser una persona, un sentimiento o un punto vital incluso.
El álbum fue producido íntegramente desde su habitación en un piso del Eixample; quizá ese fue el refugio que los inspiró. El disco tiene una narrativa muy bien construida: nos cuenta la historia de una relación que se ha acabado y cómo el protagonista va pasando por las distintas etapas para superarla… o al menos intentarlo. Abre con Cafè sudasiàtic, un tema que nos sitúa justo antes de la ruptura. Es ese momento de conversaciones incómodas donde los amigos te repiten una y otra vez que cortes por lo sano y tú, aunque sabes que sería lo mejor, todavía no estás preparado.
Después llega Estic fart, la colaboración con xicu. Este tema se aleja un poco del amor y entra de lleno en algo aún más terrorífico: hacerse mayor. Habla de tomar decisiones por uno mismo y de esa sensación de estar jugando a ser adulto sin tener muy claro el manual de instrucciones. El siguiente tema va por el mismo camino, aunque recupera el toque romántico (o más bien postromántico). Relacions normals también gira en torno a crecer, pero desde otro ángulo: el distanciamiento con los amigos, la pareja y esos lugares que antes compartías y ahora solo visitas con nostalgia.
Luego vienen El refugi, Mirant el cel, Tu i jo y Pensar en nosaltres, que se adentran en la fase más peligrosa de cualquier ruptura: la idealización. Esa etapa en la que recuerdas solo los buenos momentos y te convences de que todo era perfecto (no lo era). Destaca la frase: “Me he perdido tantas veces en la obsesión por cosas nuevas, pero me sigue un monstruo que sonríe a todas horas. Lo he encerrado en el fondo de la caja de los recuerdos y al día siguiente estamos los dos desayunando en el comedor.” Una descripción acertadísima, y un poco cruel, de esa lucha interna por dejar de pensar en alguien que ya no está, sabiendo que, por mucho que jures que no, mañana volverás a estar igual.
El último tema de esta fase es Casa, que nos devuelve al punto de partida: cuando la pareja todavía estaba junta, pero ambos sabían que o algo cambiaba o la relación llegaba a su fin. Luego todo se vuelve más alegre y prometedor. Tota la vida es justo lo que necesitábamos tras tanto drama amoroso: el momento en que sales del pozo y recuerdas que la vida no se reduce a romper con tu pareja y que todavía hay espacio para la esperanza y los buenos momentos. Pero los chicos de Iglú aún tienen melancolía para rato. Beatles es la recaída que viene después de lo que creías una victoria emocional. ¿Pensabas que la relación estaba superada? Pues no: nuestro protagonista todavía no ha superado nada. No vull que s’acabi es el tema que cierra el disco y tiene un título bastante self-explanatory; por si no entiendes el catalán, no quiere que se termine.
A esta historia aún le quedan unos cuantos altibajos, y quién sabe, quizá alguna recaída, aunque crucemos los dedos, porque ya se sabe que las segundas partes nunca fueron buenas. Mientras tanto, mucho ánimo a los amigos de estos tortolitos: sí, vosotros que sufrís en silencio viendo cómo ellos se revuelven en su ruptura y no acaban de superar la relación. Nosotros estaremos aquí para escuchar todo lo que Iglú tenga que cantarnos sobre esta bonita historia.
Track favorito: Relacions normals.
