Grabu no es el artista convencional que uno podría imaginar. Y no es un decir. Para empezar, en sus canciones no hay letras, pero ojo, eso no significa que no tenga nada que contar. Opta por la instrumentalidad, creando unos paisajes sonoros que invitan a navegar por sus adentros. Tras una pausa en su proyecto musical personal desde 2022, regresa con time and again, su segundo álbum, una oda a la nostalgia, al paso del tiempo y a la familia.
Así como en su primer disco vimos que apostaba por un jazz con toques de electrónica y urbano, esta vez la propuesta es más minimal, menos cargada de instrumentos y más cargada de sonidos abstractos. Esta vez no evoca a la felicidad, sino más bien a hacer un viaje introspectivo y emocional que entrelaza elementos y recuerdos del pasado con su 'yo' presente. Es inevitable no palpar la evolución de estos dos años, pues aunque aparentemente la producción parezca más sencilla, para nada lo es. Hay un enorme curro detrás de cada canción, y cada sonido está cuidado meticulosamente. No hay ningún elemento sonoro porque sí.
En First day nos hacemos una idea de cómo será el álbum. Actúa como carta de presentación y hace un buen resumen de la musicalidad que podemos encontrar en los siguientes temas. Empieza con un tono sereno dominado por un piano, pero el sonido va in crescendo a medida que avanza, dando la sensación de que en algún momento tiene que llegar a un clímax. Pero no. Te deja con las ganas hasta que llega el final, que como si de otra canción se tratase, los bajos toman el control. The journey es literalmente lo que evoca el título, un viaje por distintas sonoridades a modo de juego, incluyendo un característico scratching y otros elementos electrónicos que culminan con una conversación entre un niño y su tío. ¿Será Grabu de pequeño?
Le sigue smile, una propuesta fresca y aparentemente divertida, aunque por momentos casi incómoda. Better world retorna al piano, esta vez, con voces de niños pequeños narrando un poema catalán que muchas escuelas enseñan en forma de canción. "El món seria més feliç, si tots fóssim amics...", evocando esa inocencia del pasado. Interlude ofrece un respiro con una conversación entre madre e hijo (o eso intuimos). En la penúltima canción, Storm, el piano vuelve a ser el protagonista junto con otros elementos como el tic-tac de un reloj, una musicalidad dulce y, otra vez, la voz de un niño.
El álbum concluye con Good things come to an end. No podría haber mejor desenlace, pues cierra el ciclo con un tono diferente a los demás, más animado y desenfadado, cerrando las puertas del pasado y abriendo las del futuro. En su conjunto, time and again se estructura con introducción, nudo y desenlace, dejando un final abierto para los nuevos comienzos. Quedamos a la espera de lo siguiente.
Track favorito: A Better World.