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Muriendo en el cielo es esa dualidad que he vivido estos últimos años encontrándome como artista. Hablo del fracaso y de la lucha que supone ser un artista independiente. Sin embargo, romantizo esa vulnerabilidad a la vez, dejando ver mi lado más honesto con mi sonido más épico. Un sonido que visualmente siempre me ha llevado al cielo.

Tener mi carrera como artista siempre ha sido mi foco principal. Pero, sin duda, la composición ha sido mi forma de llegar a financiar mi proyecto y es una profesión de la que nunca me separaré. Componer para otros me sigue ayudando en muchos niveles, sobre todo a la hora de investigar sonidos, melodías, armonías… Todo ello me ayuda a resolver la compleja pregunta del artista: cómo quiero sonar.

Es un orden que hice pensando en las emociones y el momento vital en el que estaba cuando escribí cada canción. Cerquita es de las primeras que hice junto a Ona Mafalda y es la penúltima del álbum. En ella hablo sobre el éxito, qué significa para mí y cómo lo he alcanzado desde el momento en que me atrevo a ahondar en mí, componer al respecto y exponerlo.

Créeme que nunca he dejado de creer en segundas oportunidades. Si no, no sería cantante… (risas). Escribir canciones es mi excusa perfecta para desahogarme y hablar de todo lo que me destruye. Las relaciones tóxicas hay que sanarlas y este tema me ayudó mucho.

Siempre he intentado ser prudente con mi entorno y rodearme de gente que sume. Intento estar ahí siempre para los míos, así que pido lo mismo a cambio: que me apoyen cuando toque y me confronten cuando tengan que hacerlo. De hecho, la crítica de los míos es siempre la más dura de afrontar, pero es la que me hace crecer como persona. En pocas ocasiones he tenido que decir un adiós para siempre, pero ¡qué bien sienta cuando te atreves a liberarte y lo haces!

Fue el inicio de este álbum sin saberlo. La primera vez que fui cien por cien honesto conmigo en un tema, sin miedo alguno a la exposición de mis miedos y mis preocupaciones. Al ser una versión a piano me pareció perfecto incluirla. Aunque fuera un tema de 2020, la gente lo ha descubierto este año y es, si no el que más, uno de mis temas más escuchados ahora mismo. A veces todo se alinea de alguna manera y no voy a ser yo quien frene el crecimiento de un tema tan bonito e importante para mí.

Te mentiría si digo un nombre que no sea el mío. Siempre he sido mi peor rival. Aunque es verdad que cada vez menos, puesto que uno va aprendiendo a liberarse. Me encontré en esos momentos solo ante el piano. Esos momentos de introspección me permitieron conectar conmigo de la forma más pura y honesta. No me gusta sonar místico, pero lo he vivido y cuando te dejas abrazar por la música estás más cerca de sanar.

Dicen que la felicidad más real es la que sientes cuando compartes y ayudas a otros. He estado muchos años de mi vida pensando que era una víctima y este proceso de crear un álbum me ha ayudado a darle la vuelta y usar toda esa energía en algo creativo. Un día entendí que mi potencial éxito dependía solo de mí. Que mis traumas eran simplemente cartas con las que tenía que jugar, pero que no eran, en ningún caso, excusas para esconderme de mis sueños. Mi sueño de ser artista implica una responsabilidad, y sé que tengo cosas que contar. Al final no hago música pensando solo en mí.Ser ese puente entre el que me escucha y la música es lo que más me llena.

Creo que todos hemos pensado eso en algún momento de nuestra vida, y no sólo hablo a nivel profesional. Aún recuerdo el bullying que sufrí y las pocas ganas de levantarme cada día que tenía en mi adolescencia. Es un tema que sigue en mi cabeza y me recuerda por qué me dedico a esto de la música.

Efectivamente, cuido mucho quién entra al proyecto. En una industria en la que imperan los números de reproducciones, yo solo me preocupo por el talento y la capacidad de conmover a quien te da el honor de escucharte. Alice tiene para dar y regalar. Además, creo que nos parecemos más de lo que se ve a simple vista y conectamos mucho al escribir este tema. Puedo llamarla amiga y eso me enorgullece. Es alguien de quien sigo aprendiendo de este mundillo musical tan abstracto y del que tan poco se sabe.

A día de hoy sigo sin arrepentirme de mi pasado, es mi inspiración. Si pasó fue por algo y porque había algo que aprender.

Se me viene sin duda el título de mi primer EP, el cual recuerdo con mucha ternura. Cada tema representaba uno de los colores del amanecer, y el título es la hora a la que amaneció ese día en que se publicó mi proyecto como artista. Lo publiqué días antes del confinamiento y, evidentemente, se cayó toda la posible exposición que necesitaba en ese momento, lo que supuso un máster absoluto gracias al que estoy hoy aquí.
Los artistas nos moldeamos entre pruebas constantes de ensayo y error. Tuve el maravilloso honor de trabajar junto a compositores de primer nivel y producirlo por Garabatto, que va ganando ya el prestigio que merece. Creo que ese primer EP era el producto de una ambición inmadura y de la falta de reflexión honesta previa, pero el punto de salida de un sueño de niño que no acabará.

Es un género en el que me siento super cómodo, pero no me cierro a nada. Sí que para próximos proyectos quiero tener los instrumentos clásicos (con los que me formé durante años de conservatorio) más presentes: usar más el violín, indagar en la música contemporánea y la electrónica, sin olvidar que con el pop conecto mucho.

Aún estoy cerrando fechas. Puedo confirmarte Málaga, Coria, Valencia… Pero vienen muchos más conciertos y colaboraciones. Algunas con artistas de géneros totalmente opuestos al mío que me hacen una ilusión inmensa. Aprovecho para agradeceros vuestro tiempo tanto a ti como al lector. Nos escuchamos en plataformas y vemos en los directos.