Con una fuerte necesidad de expresarse artísticamente, una formación multidisciplinar y un proyecto en evolución, Gigi Ros se lanza a la escena con Kamikaze, su álbum debut. Este trabajo, fruto de dos años de búsqueda, aprendizaje y creación, representa el inicio oficial de una carrera marcada por la pasión, la sinceridad y el impulso constante por explorar nuevas formas de arte. Su universo creativo no se limita a lo musical: es un proyecto integral donde sonido, estética e identidad se entrelazan sin fronteras ni etiquetas.
Lejos de seguir una ruta predefinida, Gigi ha construido su trayectoria desde la intuición y la experimentación, fusionando géneros y emociones en un proceso de reinvención continua. Kamikaze es una obra que no busca explicarse, sino sentirse: sin metáforas, sin miedo, sin filtros. Una apuesta por la autenticidad como lenguaje artístico.
En su conversación con ACERO, Gigi Ros habla con honestidad sobre el momento vital que atraviesa, su manera de entender el arte, el valor de las referencias, la importancia de los apoyos y la carga emocional que ha volcado en esta carta de presentación que lo cambia todo.
Hola, Gigi, ¡bienvenida! Tenemos que bautizar tu entrada y romper el hielo, así que, aprovechando tu desparpajo en las artes, cuéntanos la última película con la que te has obsesionado. ¿Alguna recomendación?
¡Hola! Gracias por tenerme en ACERO <3. Pues mira, justo antes de la celebración de los Oscars vi de rebote Anora. No sabía muy bien a lo que iba y quedé impactadísima. Unos cuantos días más tarde: Oscar a mejor película y a mejor actriz. ¿Qué decir? Me flipa como se tratan temáticas como el trabajo sexual sin caer en lugares comunes o discursos moralistas, una historia sobre personajes marginales que se trata con honestidad, con todas las capas, contradicciones y mucho humor.
No voy a hacer spoilers, pero la escena final, abierta a interpretación y sin necesidad de una sola palabra… uf, cierra la película y la eleva al triple. A nivel foto, hay una plano secuencia de acción a tiempo real que es increíble y todos los detalles cuidadísimos. Totalmente obsesionada.
No voy a hacer spoilers, pero la escena final, abierta a interpretación y sin necesidad de una sola palabra… uf, cierra la película y la eleva al triple. A nivel foto, hay una plano secuencia de acción a tiempo real que es increíble y todos los detalles cuidadísimos. Totalmente obsesionada.
Te has formado entre Barcelona, Londres y Toulouse; ciudades, países y culturas completamente distintas. Y todo te ha traído de vuelta a casa. ¿Qué te movía entonces? ¿Cómo desemboca en la actualidad?
Me movía lo mismo que sigue moviéndome ahora: la curiosidad y el hambre por aprender. Nunca me he sentido definida en una cosa muy concreta ni he tenido clarísimo lo que quería hacer a nivel profesional. Eso me llevó en su día a estudiar muchas cosas distintas y pillar al vuelo todas las oportunidades que se me presentaban.
Barcelona es mi cuna y donde recibí la base; Londres, donde me voló la cabeza y descubrí la diversidad, lo underground, conciertos, mucho teatro. Allí vi que el arte no tiene forma ni idioma. Toulouse vino más tarde y pude explorar en las sutilezas, el teatro físico y la danza.
En cada ciudad absorbí influencias como una esponja, sin un plan fijo más que seguir mi instinto, currando para poder pagarlo todo. Todo esto me generó conflictos por eso de ‘aprendiz de todo, maestro de nada’; pero a día de hoy lo siento como mi gran arma y lo que me caracteriza y le da valor a mi proyecto.
Barcelona es mi cuna y donde recibí la base; Londres, donde me voló la cabeza y descubrí la diversidad, lo underground, conciertos, mucho teatro. Allí vi que el arte no tiene forma ni idioma. Toulouse vino más tarde y pude explorar en las sutilezas, el teatro físico y la danza.
En cada ciudad absorbí influencias como una esponja, sin un plan fijo más que seguir mi instinto, currando para poder pagarlo todo. Todo esto me generó conflictos por eso de ‘aprendiz de todo, maestro de nada’; pero a día de hoy lo siento como mi gran arma y lo que me caracteriza y le da valor a mi proyecto.
¿Qué queda de aquella época?
Supongo que la pasión, las ganas de encontrar mi voz genuina, de retarme a mí misma y salir de la zona de confort. Solo que ahora esa pasión tiene dirección y un propósito más claro. De aquella época siento que persiste lo sagrado de estar en un escenario, el valor de estar presente en el aquí y ahora. Aprendí mucho sobre disciplina, entrega, constancia y trabajo duro, y ahora son pilares en mi forma de trabajar que siento que me dan mucha fuerza. Queda la mentalidad abierta y camaleónica. Aprendí a no encasillarme, a ser una esponja, y esa actitud perdura a día de hoy a la hora de enfrentarme a mi proyecto, a explorar y a crear de forma libre y honesta.
“La dualidad en sí misma es un tema unificador en el disco: conviven canciones muy brutas con otras más sensibles, pero en todas hablo de liberarme, de enfrentar miedos, de ser yo misma sin pedir perdón.”
Eres una artista multidisciplinar, y sin dejar de lado otras áreas como la moda y la danza, la creación musical es tu bandera actual. ¿Cómo llegaste a ella?
Siempre he estado muy conectada con la música, y de todas las disciplinas artísticas es la que me atraviesa más profundamente. Nos acompaña en todos los momentos de nuestra vida, todos mis recuerdos van vinculados a una banda sonora concreta. El universo musical de cada persona me da muchísima información, y me parece genuinamente bonito, único e intransferible. Pero, al mismo tiempo, vinculado a lo colectivo y formando parte de algo más grande.
Desde pequeña, y también gracias a mi padre, la música ha sido un espacio de liberación emocional y de expresión total, un refugio donde nunca me he sentido sola. Sin darme cuenta de forma muy consciente, todo lo que he ido haciendo ha girado siempre en torno a la música, y creo que de forma natural, medio orgánica, medio rebelde, todas las piezas han ido encajando hasta que decidí empezar un proyecto propio y sentirme capaz de alzar la voz.
Desde pequeña, y también gracias a mi padre, la música ha sido un espacio de liberación emocional y de expresión total, un refugio donde nunca me he sentido sola. Sin darme cuenta de forma muy consciente, todo lo que he ido haciendo ha girado siempre en torno a la música, y creo que de forma natural, medio orgánica, medio rebelde, todas las piezas han ido encajando hasta que decidí empezar un proyecto propio y sentirme capaz de alzar la voz.
Kamikaze llega dos años después de Contacte establert, tu EP debut que, metafórica y literalmente, representaba tu primera toma de contacto con la escena. En perspectiva, ¿qué ha cambiado desde entonces, tanto en el plano emocional como artístico? ¿Qué te diferencia de aquel momento?
Ha cambiado una vida entera, la verdad. En el plano emocional, hace dos años no me había planteado cuál era mi voz dentro de la música, tenía mucha ilusión y ambición pero estaba llena de incertidumbres. A día de hoy me noto más segura de mí misma y de lo que puedo aportar. He vivido experiencias muy intensas en este tiempo – personales y profesionales – que me han curtido. Algunas hostias emocionales, para qué negarlo, pero también triunfos que me dieron confianza.
Aprendí a poner límites y a cuidarme, porque al principio una se da al trescientos por ciento y luego entiende que también hay que protegerse un poco. Emocionalmente me siento más fuerte y más honesta conmigo misma: si antes quizá quería gustar a todos, ahora me importa más ser fiel a lo que llevo dentro. Supongo que me conozco mejor, sé lo que quiero decir y lo digo sin tanto miedo. En lo artístico, Kamikaze es un puñetazo en la mesa, más contundente y más atrevido. Si el EP era establecer el contacto, el álbum es lanzarme en picado y sin paracaídas.
Aprendí a poner límites y a cuidarme, porque al principio una se da al trescientos por ciento y luego entiende que también hay que protegerse un poco. Emocionalmente me siento más fuerte y más honesta conmigo misma: si antes quizá quería gustar a todos, ahora me importa más ser fiel a lo que llevo dentro. Supongo que me conozco mejor, sé lo que quiero decir y lo digo sin tanto miedo. En lo artístico, Kamikaze es un puñetazo en la mesa, más contundente y más atrevido. Si el EP era establecer el contacto, el álbum es lanzarme en picado y sin paracaídas.
Pese a continuar en el conglomerado de géneros, Kamikaze se desenfada más, con golpes más bruscos en lo electrónico que se diferencian del lo-fi y R&B más indies de tu primera entrega. Has afirmado, además, que es lo mejor que has hecho hasta el momento. ¿Por qué se ha endurecido Gigi Ros?
Me he endurecido porque de alguna forma todo es más sólido. A todos los niveles, todo se ha ido definiendo mucho más; y como dice Sr. Chen: “la música es el espacio en el que nos permitimos ser aquello que no somos en nuestro día a día”. He conectado con la necesidad incesante de cambiar las normas del juego, de no ser la niña mona que se espera que sea, y eso ha endurecido toda la propuesta.
Nace de un sitio muy visceral, desde la entraña y explorando la ira y el enfado, sin miedo a decir las cosas que quiero decir. No hay eufemismos ni grandes metáforas en las letras y eso traspasa también a lo estético y lo visual. Hay una crudeza, intensidad sin concesiones en todo Kamikaze que lo hace más maduro, más sólido y más duro.
Nace de un sitio muy visceral, desde la entraña y explorando la ira y el enfado, sin miedo a decir las cosas que quiero decir. No hay eufemismos ni grandes metáforas en las letras y eso traspasa también a lo estético y lo visual. Hay una crudeza, intensidad sin concesiones en todo Kamikaze que lo hace más maduro, más sólido y más duro.
En la línea de la variedad sonora, el álbum, paralelo al estilo al que ya acostumbras, presenta una mezcla extravagante de géneros musicales rotundamente dispares. ¿Cuál es la esencia que unifica esta música de contrastes?
Para mí, lo que lo unifica todo es la verdad. En cada canción, aunque haya una mezcla de géneros, estilos o tipos de sonido, impera una autenticidad en la historia que se está contando. Es como si el sonido se pusiera al servicio de lo que la canción quiere transmitir y encontrase la forma que, pese a parecer aparentemente muy dispar, en el fondo está totalmente ligada al mensaje y a la escencia de la canción.
Hay mucho de dualidad también; me gusta combinar extremos (luz y sombra, delicadeza y agresividad), y creo que esa combinación es mi estilo. La dualidad en sí misma es un tema unificador en el disco: conviven canciones muy brutas con otras más sensibles, pero en todas hablo de liberarme, de enfrentar miedos, de ser yo misma sin pedir perdón. Esa es la esencia común. Siento que esta libertad de permitir que cada tema se desarrolle a su manera hace que haya una honestidad que unifica y justifica toda la mezcla que es el disco. Cada tema de Kamikaze nace de una emoción muy real, y eso trasciende y no entiende de fronteras entre géneros y estilos.
Hay mucho de dualidad también; me gusta combinar extremos (luz y sombra, delicadeza y agresividad), y creo que esa combinación es mi estilo. La dualidad en sí misma es un tema unificador en el disco: conviven canciones muy brutas con otras más sensibles, pero en todas hablo de liberarme, de enfrentar miedos, de ser yo misma sin pedir perdón. Esa es la esencia común. Siento que esta libertad de permitir que cada tema se desarrolle a su manera hace que haya una honestidad que unifica y justifica toda la mezcla que es el disco. Cada tema de Kamikaze nace de una emoción muy real, y eso trasciende y no entiende de fronteras entre géneros y estilos.
Es evidente que otro hilo cohesivo de tu música es el uso del catalán. Pese a que la escena musical del folclore autonómico crece y se estabiliza progresivamente, sigue siendo una especie de ‘testimonio’ el uso de la lengua. ¿Cómo encaja esto en tu proyecto musical?
Creo que hay algo que resuena también con la autenticidad de la que hablaba, y es que el catalán es mi lengua materna y la que uso en una grandísima parte de mis relaciones y vínculos. Me parece honesto crear y escribir en la lengua en la que pienso, siento y me comunico. Sobre todo en un primer disco en el que me saco la coraza y dejo ver partes que hasta entonces vivían solamente en mí; un disco en el que hablo en primera persona de forma autobiográfica como si se tratase de una radiografía de mis experiencias. Para mí tiene mucho sentido que sea así, y siento que este disco es como capturar un momento espacio-tiempo concreto en el que lo que es es lo que hay.

¿Cuál crees que es el papel que juega la lengua y su uso en la música en la preservación de la cultura?
Desde mi punto de vista, las lenguas son absolutamente enriquecedoras se mire por donde se mire. No entiendo intenciones de eliminarlas, competir o apagarlas. Al contrario, me parece una herramienta cultural increíble que da muchos matices a nivel conceptual, sonoro o estético. La música es un lenguaje universal y las múltiples lenguas juegan a favor tanto para descubrir como para aprender, e incluso para resignificar. Una lengua minoritaria nos da muchísima información sobre tradiciones y formas de ver el mundo que son únicas para cada comunidad.
Creo que la lengua en la música (y por tanto en la cultura) representa la diversidad y nos permite ver y entender de forma mucho más concreta esa conexión emocional que anhelamos de forma tan humana para entender al otro.
Creo que la lengua en la música (y por tanto en la cultura) representa la diversidad y nos permite ver y entender de forma mucho más concreta esa conexión emocional que anhelamos de forma tan humana para entender al otro.
Teniendo en cuenta que un pilar fundacional de tu carrera es la experimentación, ¿cómo se desarrolla el proceso creativo en tus trabajos?
Mi proceso creativo es un poco kamikaze también. No tengo una fórmula fija, todo suele empezar de la necesidad de contar o expresar algo. De ahí a veces me siento con la guitarra e improviso acordes, melodías y letras, y otras directamente creo desde cero en el estudio con Ari, Chen o Scotty. Me permito ser curiosa y también equivocarme. La mitad de las veces, esos experimentos iniciales acaban mutando en algo completamente distinto al final, pero necesito esa etapa de juego libre. me sienta muy bien.
Algo muy importante para mí es el concepto de cada canción. Si tengo claro de qué quiero hablar – digamos, la culpa, como en Culpa, o la rabia, como en Cremen – entonces busco sonidos que me hagan sentir esa emoción. Puede ser un bajo bien oscuro para la culpa, o un ritmo frenético casi claustrofóbico para la rabia. La experimentación también implica que no me cierro a ningún género ni técnica. Un día puedo samplear una voz de una vieja grabación familiar como en Màrtir, que la intro es mi tía abuela Paca cantando Ojos verdes, y al siguiente estoy con Ari tocando el piano e improvisando.
Algo muy importante para mí es el concepto de cada canción. Si tengo claro de qué quiero hablar – digamos, la culpa, como en Culpa, o la rabia, como en Cremen – entonces busco sonidos que me hagan sentir esa emoción. Puede ser un bajo bien oscuro para la culpa, o un ritmo frenético casi claustrofóbico para la rabia. La experimentación también implica que no me cierro a ningún género ni técnica. Un día puedo samplear una voz de una vieja grabación familiar como en Màrtir, que la intro es mi tía abuela Paca cantando Ojos verdes, y al siguiente estoy con Ari tocando el piano e improvisando.
Cremen, por ejemplo, comienza con el estribillo de Échale guindas al pavo, pero rompe en el urbano electrónico plagado de sintetizadores ¿Cómo se consigue la unidad de dos géneros tan dispares como la copla y el electrónico experimental? Y, ya que estamos, ¿por qué la copla?
La canción Échale guindas al pavo es una canción que me cuenta mi padre que cantaba la Tía Paca. No fue tanto una decisión de cambio de estilo, sino que con lo que quería contar en Cremen me iba perfecto hacer referencia al tema y poner sobre el concepto del género y todas esas mujeres que no pudieron hacer lo que querían. Además, el tema que cierra el disco, Azúcar, canela y clavo, es parte de la letra de Échale guindas al pavo. De alguna manera esa figura abre y cierra el disco.
La cohesión y la extravagancia distintiva de tu música se encuentra también en la producción, con nombres como Sr. Chen, Scotty DK y Ariana Abecasis, con quien también compartes escenario. ¿Cómo se produce esta alquimia creativa entre vosotros?
Tengo la suerte de colaborar con personas muy talentosas y diferentes entre sí, y creo que ahí está la magia. Con Sr. Chen la alquimia fue inmediata: él tiene una energía creativa arrolladora. Chen me enseñó a no quedarme en mi zona de confort, me animó mucho a atreverme, a subir el volumen cuando yo antes lo bajaba, por así decir. Además es un crack técnicamente, domina mil palos, así que con él podía decir ‘quiero un sonido así como roto, oscuro pero bailable’, y en un rato tenía un beat que ni en sueños. Nuestra dinámica era muy de ping-pong: él proponía una base, yo reaccionaba con melodía y letra, luego él retocaba. Una química muy guay, de empujarnos mutuamente a más.
Con Ariana Abecasis la conexión es más emocional si cabe. Además de productora es pianista y cantante. Cuando creábamos juntas, era casi como comunicación telepática. Teníamos sesiones larguísimas de experimentar sonidos, probar armonías raras, buscar texturas. Con ella me sentí libre para jugar sin pensar en el reloj. Ariana aporta mucha sensibilidad: entiende la emoción detrás de cada tema y la traduce al lenguaje musical conmigo, codo con codo. Trabajar con ella es como estar con una cómplice que termina tus frases (o tus melodías) justo como imaginabas.
Scotty DK se sumó para un tema del disco y le dio otro toque fresco. Aunque solo produjimos una canción juntos, encajó perfecto en el universo Kamikaze.
Con Ariana Abecasis la conexión es más emocional si cabe. Además de productora es pianista y cantante. Cuando creábamos juntas, era casi como comunicación telepática. Teníamos sesiones larguísimas de experimentar sonidos, probar armonías raras, buscar texturas. Con ella me sentí libre para jugar sin pensar en el reloj. Ariana aporta mucha sensibilidad: entiende la emoción detrás de cada tema y la traduce al lenguaje musical conmigo, codo con codo. Trabajar con ella es como estar con una cómplice que termina tus frases (o tus melodías) justo como imaginabas.
Scotty DK se sumó para un tema del disco y le dio otro toque fresco. Aunque solo produjimos una canción juntos, encajó perfecto en el universo Kamikaze.
Suena increíble trabajar así.
Lo bonito es que, pese a venir cada uno de mundos distintos, todos teníamos clara la visión: hacer algo rompedor pero con alma. De hecho, me encanta que si escuchas el álbum sin mirar créditos, no salta a la vista ‘esta la hizo Chen, esta Ari, esta Scotty’ porque logramos un sonido cohesivo entre todos. La alquimia viene de la confianza y el respeto mutuo: cada uno brilló en lo suyo sin opacar al otro. Y sobre todo, lo pasamos muy bien creando, que eso se nota en el resultado. Cuando hay buen rollo y todos reman en la misma dirección, las canciones casi se producen solas.
Además, la música no camina sola en tus manos, sino que se combina con las múltiples disciplinas en las que posees formación y fluidez. La moda, el teatro y el baile se unifican en tu proyecto, abarcando diferentes áreas en una misma escena. ¿Cómo se agranda, entonces, este proceso creativo del que hablábamos?
Este es de los mayores regalos que me da la música: la multidimensionalidad. Las canciones son el motor de todo pero me permiten explorar muchísimas otras disciplinas artísticas. Cuento con un gran equipo creativo en el que cada persona que forma parte de Gigi Ros es experta en su campo (de los mejores, según mi parecer).
Desde los inicios cuento con Pol Ferraris y Javi Dardo como directores creativos y sobretodo en la parte visual. A ellos les enseño las canciones cuando son ideas y maquetas, y desarrollamos todo en lo que se transformarán: vídeos, portadas y todo el contenido visual. Aquí ya entra en juego la narrativa y todo tipo de referencias de lo que queremos transmitir.
También Arlet Kuns como estilista, con quien vamos diseñando y pensando cada outfit tanto en los videoclips como eventos y conciertos. Alex Villarejo en el diseño gráfico del álbum y los visuales del directo. Un montón de piezas que se van sumando y hacen que las canciones y el disco crezcan y se conviertan en una pieza artística completa con una identidad que abarca muchos campos.
Desde los inicios cuento con Pol Ferraris y Javi Dardo como directores creativos y sobretodo en la parte visual. A ellos les enseño las canciones cuando son ideas y maquetas, y desarrollamos todo en lo que se transformarán: vídeos, portadas y todo el contenido visual. Aquí ya entra en juego la narrativa y todo tipo de referencias de lo que queremos transmitir.
También Arlet Kuns como estilista, con quien vamos diseñando y pensando cada outfit tanto en los videoclips como eventos y conciertos. Alex Villarejo en el diseño gráfico del álbum y los visuales del directo. Un montón de piezas que se van sumando y hacen que las canciones y el disco crezcan y se conviertan en una pieza artística completa con una identidad que abarca muchos campos.

¡Menudo equipo!
En el escenario pasa igual. Mis conciertos no son solo yo cantando estática, nunca podría, mi cuerpo me pide movimiento. Integro coreografías, elementos de performance, juego con la iluminación como si fuera un personaje más, cuido muchísimo la estética de lo que visto porque también comunica. Todo eso agranda el proceso creativo porque cada canción se convierte en un espectáculo en pequeño.
Creo que viene de mi formación: no separo música de visual ni de escénico. Para mí es un todo. Así que el proceso de crear un disco incluye diseñar su universo estético y su show. Es el mismo impulso creativo manifestándose en distintos idiomas artísticos. ¿El resultado? Cuando presento algo, ya sea un videoclip o un directo, el público puede ver y sentir la canción más allá del audio. Y eso me llena, porque siento que aprovecho todas mis herramientas para transmitir mejor la esencia de cada obra. Es mucho curro extra, pero a mí me sale de dentro y lo disfruto un montón, la verdad.
Creo que viene de mi formación: no separo música de visual ni de escénico. Para mí es un todo. Así que el proceso de crear un disco incluye diseñar su universo estético y su show. Es el mismo impulso creativo manifestándose en distintos idiomas artísticos. ¿El resultado? Cuando presento algo, ya sea un videoclip o un directo, el público puede ver y sentir la canción más allá del audio. Y eso me llena, porque siento que aprovecho todas mis herramientas para transmitir mejor la esencia de cada obra. Es mucho curro extra, pero a mí me sale de dentro y lo disfruto un montón, la verdad.
Esto puede conducirnos, indirectamente, a las cualificaciones del artista. En la industria actual se exige, cada vez de forma más radical (y predominantemente en las mujeres), el dominio del conjunto; el tick en todas las casillas. ¿Es una responsabilidad que sientes como artista, o nace de forma natural en tu persona?
Es una pregunta muy interesante. En mi caso diría que nace de forma natural porque siempre he sido un culo inquieto y una enamorada de múltiples artes. Nadie tuvo que decirme, tienes que hacer de todo. Más bien yo sola me metí en todos los charcos encantada. Me sale innato controlar la parte musical, la visual, la performática, porque lo disfruto y porque me importa cada detalle de mi proyecto. Entonces, por un lado: sí, soy multi-tasking porque lo llevo en la sangre creativa. No podría, por ejemplo, delegar por completo la estética o el storytelling escénico, porque es parte de mi voz artística. Para mí, componer una canción y pensar cómo la voy a presentar van de la mano; es algo orgánico.
Ahora, no voy a negar que en la industria hay una presión extra, y especialmente hacia las mujeres, de ser todoterreno. Parece que si eres tía y artista, tienes que cantar increíble, bailar increíble, estar siempre guapísima, a la moda, saber de marketing, de redes, de producción… Es agotador sentir que tienes que tachar todas las casillas para valer. En los hombres esa exigencia suele ser menor: a un tío le aplauden por componer un buen tema aunque sea un palo en el escenario. Pero a nosotras se nos pide el pack completo.
Soy muy consciente de ese doble rasero. Al principio me agobiaba un poco, no te voy a mentir; quería llegar a todo y hacerlo diez veces mejor para que me tomaran en serio. Como si no hubiera espacio para todas y si no eres tú, será la siguiente: una ploradeta al lavabo i a seguir. Lo hago por mi arte y no para cumplir con ninguna expectativa ajena y, además, no pasa nada por apoyarse en un equipo; no tengo que demostrar nada intentando hacerlo absolutamente sola. Es liberador llegar a ese punto.
Ahora, no voy a negar que en la industria hay una presión extra, y especialmente hacia las mujeres, de ser todoterreno. Parece que si eres tía y artista, tienes que cantar increíble, bailar increíble, estar siempre guapísima, a la moda, saber de marketing, de redes, de producción… Es agotador sentir que tienes que tachar todas las casillas para valer. En los hombres esa exigencia suele ser menor: a un tío le aplauden por componer un buen tema aunque sea un palo en el escenario. Pero a nosotras se nos pide el pack completo.
Soy muy consciente de ese doble rasero. Al principio me agobiaba un poco, no te voy a mentir; quería llegar a todo y hacerlo diez veces mejor para que me tomaran en serio. Como si no hubiera espacio para todas y si no eres tú, será la siguiente: una ploradeta al lavabo i a seguir. Lo hago por mi arte y no para cumplir con ninguna expectativa ajena y, además, no pasa nada por apoyarse en un equipo; no tengo que demostrar nada intentando hacerlo absolutamente sola. Es liberador llegar a ese punto.
En el estreno de Contacte establert afirmabas sentir que estabas en el lugar que te correspondía. ¿Dónde estás ahora? ¿Se parece a dónde estabas hace dos años?
Sigo estando donde me corresponde, pero ese lugar ha crecido conmigo. Hace dos años, con Contacte establert, sentí una especie de hogar en la música. Era un lugar nuevo, pequeño pero mío, en el que por fin me atrevía a estar. Ahora, tras dos años y con Kamikaze fuera, diría que ese sitio se ha transformado en un territorio más amplio y salvaje. Me siento aún más dentro de mí misma, más asentada en mi propuesta; pero a la vez explorando rincones nuevos de ese territorio artístico. Es como si antes hubiera entrado en una casa desconocida y ahora ya he recorrido todas las habitaciones, he redecorado a mi gusto y hasta he ampliado la casa.
Estoy en mi sitio, sí, pero no es estático. Los últimos meses han sido un máster acelerado en la vida artística. Hace dos años anhelaba sentirme parte de la escena y encontrar mi voz; hoy anhelo llevar esa voz más lejos, retarme más, quizás abrir puertas a otras artistas también. Así que mi lugar actual es un punto de partida hacia retos más grandes. De momento, aquí y ahora con Kamikaze, me siento lista para lo que venga.
Estoy en mi sitio, sí, pero no es estático. Los últimos meses han sido un máster acelerado en la vida artística. Hace dos años anhelaba sentirme parte de la escena y encontrar mi voz; hoy anhelo llevar esa voz más lejos, retarme más, quizás abrir puertas a otras artistas también. Así que mi lugar actual es un punto de partida hacia retos más grandes. De momento, aquí y ahora con Kamikaze, me siento lista para lo que venga.
