Hacía unos meses que ya veníamos hablando de Fred Issid y de su proyecto musical. Pero ahora toca digerir su metamorfosis definitiva, su nuevo disco y culminación de toda su obra, Topology. Un álbum que, desde el primer segundo, se presenta como un puente entre dos mundos: el clásico (gracias a la formación clásica temprana del artista) y el moderno, vía electrónica y producción experimental.
Topology nace de una sensibilidad compositiva muy personal, de un intento de traducir emociones y generar un camino entre el ambient y lo confesional. El resultado es más que evidente en la primera escucha: pop experimental que no teme redirigirse hacia otros géneros como el jazz o la electrónica, que invita tanto a escuchar como a sentirse. En la propia dualidad del proyecto está su magia: en todas sus luces, sombras y facetas de cada una de las canciones que lo componen, pues pese a sonar de formas muy diferentes, crean una coherencia total en todo el álbum.
Temas como Stall o My Blues Music Box viajan por diferentes emociones y sensaciones, que llevan a Fred (y al oyente) de la melancolía y la intimidad a la nostalgia o la búsqueda de su propia identidad. Hace unos meses hablamos con él en METAL y nos lo dejó muy claro: este proyecto exige atención porque va más allá de ganchos pop, porque su intención es la de construir paisajes internos donde dejarnos llevar y no conformarnos con lo fácil.
En definitiva, Topology reafirma a Fred Issid como un artista que apuesta por la honestidad sonora, la experimentación y la fusión sincera de géneros musicales. Un disco que nace en un momento muy específico donde muchas propuestas carecen de profundidad simbólica. Es un statement potente y lleno de matices que, recomendamos, escuches con calma. Si buscas huir de fórmulas, este proyecto es una apuesta segura.
Track favorito: Falling Friends.
