Fran Laoren no está surfeando la ola: él es la cresta. Así lo demuestra su ascenso a las primeras posiciones de nuestro hyperpop, respaldado por su inimitable lírica entre lo nostálgico y lo explosivo y navegando a su ritmo sobre los tempos marcados por la industria. En poco más de medio año, ha lanzado dos largos, el EP Sensación de calor con María Escarmiento, y un puñado de singles pegadizos, además de compartir proyecto musical junto con siete artistas más, Los Monsterz.
Entrevista extraída de ACERO vol. 5, publicada en julio de 2023. Hazte con tu copia aquí.
A sus 24 años, el fenómeno musical que arrastra este murciano no es nuevo, aunque eso no significa que su frescura no se mantenga intacta y reluzca como pocas lo hacen ahora. Fran llegó al arte de hacer canciones a partir de un desencanto: dejó los chutes a portería con sus amigos del instituto para darle sonido a sus primerísimas letras con el micrófono de unos auriculares y un ordenador. Tan simple como eso. Lo demás, es historia.
Desde entonces, ha ido construyendo un estilo y un imaginario personalísimos y en infinita expansión, pulverizando las fronteras estéticas y abrazando personajes tan luminosos como duendes o elfos y tan macabros como almas errantes, vampiros o diablos. Sin la diversión ni el poder de desbloquear nuevos mundos, su música no sería tal. Para Fran, sentirse cerca del niño que una vez fue es lo que prende en él la llama. De ahí que todo lo que cree sea a la vez brújula en su amplio arco narrativo, ya sea entre cartas que un desamor nunca leyó, telarañas que no dejan ver la luz o viajes casi eternos. El elemento sanador del sonido siempre permanece, sin importar lo agresivo que sea el beat o cuan plagada de barras esté letra.
Si Mientras duermes (2022) era un ensayo para recordar su niñez, Solo hay un camino (2023) no es más que una delicada carta de amor a sí mismo, un ejercicio de introspección que abre imprevisibles ventanas tras la rotunda oscuridad que cae al encerrarse detrás de una puerta. Y nada mejor que este verso para resumir un disco alumbrante y punzante a la vez: “Hoy no voy a castigarme pero espero que esto cambie, algún día ser más fuerte”.
¿Cómo estás viviendo esta etapa tan ajetreada y dulce a la vez?
Trabajando muchísimo, la verdad. Me ha costado hacer esas canciones, la forma en que entiendo música y el trabajo en mi vida han ido cambiando de significado.
¿Te imaginabas en este punto a los 16 años, cuando jugabas a fútbol en el instituto?
El fútbol era el centro de mi vida. Todo mi círculo de amigos estaba metido y tenía sentido que yo también lo estuviera, pero me empezó a restar más que sumar y me encontré sin nada que me motivase. Nada me hacía soñar.
¿Empezaste a hacer música entonces?
Ya me había dado cuenta de que me gustaba escribir canciones, aunque fuese de broma; tenía cierta soltura. Fui creciendo y cuadró los estudios en casa, la música de Internet, Soundcloud… Podías comprarte un micro en el chino y grabarte un tema con los auriculares. Lo vi accesible. Ya hacía tiempo que me llamaba la atención. Aprendí a mezclar, hice amigos por Internet… y hasta ahora. Fue un proceso natural, en plan, esto me interesa tantísimo que quiero y voy a hacerlo.
En el podcast de Los Xavales, decías que el público al que te gustaría llegar sería el quíntuple del que te escucha actualmente. ¿Es tu meta? ¿Te ha condicionado en algún momento?
Es imposible para mí hacer algo que no me esté volviendo loco o me emocione. En la música, priorizo divertirme. Aunque, a veces, pienso, ¿cómo puedo hacer para conectar con más gente? Al final, tener mucho público te da ciertos recursos creativos y te permite otros conciertos. Es lo que más me interesa de ser un gran artista y es un reto para mí; si no me aburro.
Mi modo de vida arranca así: “Yo sé que a todo el mundo no le puedo gustar. Tengo mis taras, mi castigo, mi brillo”, y otro de tus estribillos reza: “Que le jodan al oro, el agua brilla más”. ¿Te genera rechazo la figura divina del artista?
Me resulta caduca por el acceso que tenemos ahora a los artistas, es muy horizontal. Estamos todos en Internet, y a priori todos tenemos las mismas oportunidades. Siempre pongo de ejemplo a Ibai (Llanos), un chaval que está en el ordenador de su casa y una persona con poder. Esa cercanía no me pega con la idea de una celebridad inalcanzable o idealizada. Es todo más natural y más sano, tanto para el público como para el artista que intenta hacer de esto un trabajo.
Leía una crítica de Mientras duermes en la que se te acusaba de “sobreemotividad, clichés y letras que parecen escritas por un niño”. ¿Te llega a afectar este tipo de opiniones, las lees?
Muchas veces me afecta cuando creo que tienen razón, pero esta en concreto… No entendí por qué parecen letras de un niño, ni por qué eso debería ser malo. Hay que respetar más a los niños. Solo espero que esa persona no tenga nunca hijos, porque les dirá que sus canciones son una mierda.
Tu último largo, Solo hay un camino está atravesado por tu eterna nostalgia, la inclinación por lo onírico y el desamor. ¿Hacia dónde nos lleva(s)?
La idea que solo hay un camino me ha reforzado mucho: pensar que el que estás recorriendo es el que hay y ya está te calma, porque tu mente siempre quiere crear otras trayectorias en las que estarías mejor. Da paz, te reúne contigo mismo. Esa frase me vino durante el proceso de Mientras duermes, y la transformé en canciones.
Al final, el destino no importa tanto. Durante el trayecto, que podría ser el tracklist del álbum, ¿qué nos cuentas?
Si pienso en las canciones, es una charla contigo mismo. De nuevo, recurro a eso: es mi estilo, mi fuente de creación; allí encuentro mis canciones. Aprender a quererte, enfrentar tus miedos, conseguir lo que realmente quieres, no tanto en lo superficial. De eso me nutro, y cada disco tiene su matiz. Tal vez en Mientras duermes narro hechos, tiene más de sucesos que se cuentan; mientras que Solo hay un camino es más cerrar una puerta, apagar la luz y mirar hacia adentro, ver qué te inquieta, qué te hace feliz y pensar en qué te puede deparar el futuro. Hacerse preguntas y no tanto ver qué te ha pasado en la vida.
Veníamos de un largo, Mientras duermes, en el que buscabas –así lo has dicho en muchas entrevistas– a tu niño interior. ¿Lo has encontrado ya, o al menos lo sientes más cercano?
Tras el disco, mucha reflexión y nuevos cambios en mi vida, estoy más cerca. La música siempre va unida. Al final, las canciones son como los sueños: siempre hay algo de subconsciente en ellas. Me pasa mucho que escribo una canción y luego pasa lo que cuento en ella. La música es algo atemporal, va a otro ritmo, adivina cosas. Cuando proyecto algo en ella, seguramente acabe sucediendo. No hay nada más puro que escribir una letra. Hay algo muy poderoso en ese anhelo, tiene sentido que luego florezca.
En la portada de Mientras duermes, aparece a lo lejos un caminito que cruza un prado verde y lleva hasta una casa. Y ahora, el título de tu último álbum se refiere precisamente a una senda. ¿Está el uno conectado con el otro, hay un pequeño guiño ahí?
Fue una conexión muy orgánica. Es verdad que Mientras duermes tiene mucho de transcurso. Ese era el concepto, no tanto un camino, si no que quería contar un cuento y llevarte por aquí o por allí. Es por eso que las portadas de los singles simulaban un libro, y eran algo así como capítulos de un cuento que se establecían en un camino.
Me gustaría detenerme a hablar de la mitología que puebla el paisaje de Fran Laoren, desde el elfo nómada de Mientras duermes en una escena casi bucólica hasta demonios, fantasmas y demás fuerzas oscuras. ¿Cómo inspira tu música este imaginario fantástico y macabro?
Me llama mucho la atención por el elemento imaginativo. Le tengo muchísimo respeto al poder de soñar, de crear lo que quieras. En música le doy mucha importancia a la diversión, a la infancia. También lo místico me atrae. Todo eso se une en ese imaginario que planteas.
¿De qué referencias bebe?
Me encanta Slenderman. Me interesa todo lo que envuelve Internet, he nacido ahí, es una época tan salvaje como oscura, los foros… Y referencias, las que voy teniendo en el momento. De repente, me encanta Harry Potter y me inspiro en él, o vuelvo a mi película favorita, Cars. No tengo una fuente de inspiración fija, solo me dejo llevar y me permito disfrutar del momento.
Podría adivinar lo de Cars por tu camiseta.
(Ríe) La estreno hoy.
¿Dirías que de ahí nace tu apodo El Vampiro?
Fue más una etapa artística, o más bien humana de mi vida. De repente, me di cuenta de la oscuridad de la humanidad. Empecé a vivir solo, iba la universidad, me dio mucho tiempo de pensar y vi lo que era una sombra en el mundo, negativa, la pena de las personas, la tristeza de la que no puedes escapar. Empecé a interesarme en películas y letras oscuras, y dentro del terror me sentía identificado estéticamente con la figura del vampiro y su narrativa.
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Camiseta LOIS vintage, tanktop HELMUT LANG vintage, pantalón XVSTRANGE.
¿Cómo definirías el sonido de este proyecto, buscabas algo en concreto? Por ejemplo, ¿Debería estar contento después de verte? poco tiene que ver con otros de tus temas anteriores.
No lo pienso demasiado, simplemente me apetecía probar varios sonidos, como lo de la fantasía. En Luz en mis telarañas hay unos coros que suenan a unos elfos que cantan de camino a su casa o al trabajo. Esas voces aparecen varias veces también en A algún lugar llega tu voz; me gustaba la idea de que hubiera seres mitológicos sonando en mi disco. También me apetecía explorar el sonido del videojuego. ¿Debería estar contento después de verte? estuvo completamente inspirada por las bandas sonoras de videojuegos, aquellos sonidos secos, rústicos, arcaicos. Quería que pareciese un videojuego costumbrista, como Animal Crossing.
Tengo entendido que tiendes a encerrarte en el estudio durante horas. ¿Cómo lo vives?
Me esfuerzo para que sea una diversión todo el rato, aunque también hay inseguridades y tensiones. Me engancha muchísimo, es como jugar a un videojuego. Una nube de cosas descontroladas, me vuelve loco.
¿Siempre sigues unos mismos tempos en tu producción musical?
Mientras duermes fue un disco que estuve haciendo durante año y medio, con un solo productor, en el que intentábamos apostar por un sonido nuevo. Le dimos muchas vueltas, y eso nos hizo acabar creando cosas nuestras. Cuando lo acabé, no quería volverme a meter en algo parecido otra vez. Ahora mismo, hay otros ritmos en Internet. Me gusta jugar con los ritmos creativos. En cambio, con Solo hay un camino quise dejarme llevar, ver qué pasaba si lo hacía totalmente al revés. Hice ocho canciones y las mandé a ocho productores distintos que trabajan al mismo tiempo. Fue un disco que hice en tres, cuatro semanas, muy rápido. Me motivaba lo de no tener que respetar tiempos que creo que ya son del pasado.
Has lanzado tu último EP con María Escarmiento, Sensación de calor. ¿A qué suena?
Pensamos en aquellos veranos idílicos y nos inspiramos en lo que vivimos entonces, la música que sonaba, los colores; todo lo que nos evocaba, esa melancolía, esa nostalgia de nuestra adolescencia e infancia. Hemos cogido todo eso y lo hemos querido plasmar en las canciones.
Ya habíais colaborado antes juntos, en Demasiado callado y Fiebre Remix, ambas producidas por BLNCO. ¿Cómo surge este proyecto? ¿Llevabais tiempo dándole vueltas?
Estaba preparando el set del Monsterz Club de esa noche, y haciendo los últimos retoques me di cuenta que había un tipo de música que quería pinchar que no acababa de encontrar. Buscaba un electro latino de ahora, mezclado con hyperpop, con estructuras más dinámicas, porque las canciones en las que nos hemos inspirado duran entre cuatro y cinco minutos, tienen muchas parte de relleno o incluso son lineales; no cuadra con la música de ahora, que no aburre y te está dando estímulos todo el rato. Esa misma mañana hice un boceto de una de las canciones, M€ gu$ta €l din€ro $$$, con la instrumental de Ma Chérie, y vi que ahí había algo. Se lo enseñé a María, y empezamos a trabajar las canciones para poder sacarlo en junio.
Ambos formáis parte del colectivo Los Monsterz, con otros seis artistas, como alequi, BLNCO y detunedfreq. ¿Cómo os conocisteis?
Somos un círculo de artistas que nos admiramos mucho unos a otros, compartimos referencias y visión del arte. Surgió de manera natural, de decir, qué guapo sería hacer esto. Y así fue.
¿Cómo complementa tu proyecto musical?
Cuando pienso en una nueva colaboración, mola que haya ocho personas que sé que me encantarán y querrán hacerlo. Es increíble poder tener eso tan cerca.
¿Sería muy loco pensar en una colaboración con Estopa u Hombres G?
Me queda muy lejos. Me vuelven locos los dos, no querría otra cosa, pero ahora mismo las carreras son muy distintas. Eso sí: soñando está muy cerca.
Hace unos meses, apareciste en el documental Escena para abrir un melón que ha dado mucho que hablar: el hyperpop. ¿Cómo lo definirías?
Me sorprende el debate, que el concepto sea aún tan confuso. Yo lo tengo clarísimo: para mí, el hyperpop es música de ordenador. Es un género definido a partir de las herramientas que se utilizan, y puede ser una balada ambiental o una canción de discoteca superagresiva.
La etiqueta levanta mucha controversia entre según qué artistas. ¿Te sorprende?
Me da mucha pereza que genere tanto rechazo entre artistas que precisamente existen gracias a esa estética y que han bebido de los artistas que le pusieron nombre, como Dylan Brady (100 gecs). Entendería si me dices que prefieres ‘pc music’ a ‘hyperop’, pero rehuir directamente de algo que estás haciendo…
Comentabas el dilema de lo efímero del hyperpop, al ser canciones breves pero muy intensas. ¿Cómo ha cambiado tu forma de consumir música?
Con Internet y los algoritmos, se ha abierto un mundo a descubrir canciones, radios, playlists… Puedes escuchar en aleatorio el catálogo entero de un artista, conocer los temas que le gustan. Antes no lo teníamos, y lo agradezco.
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Camisas y pantalón DIESEL, zapatos CAMPERLAB.
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Camisa REPARTO STUDIO, top XVSTRANGE, pantalones DIESEL, zapatos PAT EQUILUX, gafas LOI AGENCY, corbata del estilista.