El productor, pionero en el género urbano en su país, Fran C, decidió que era momento de dar un paso adelante y publicó su primer álbum,  Hot, donde reunió a compatriotas como Pablo Chill-E, Julianno Sosa, Marcianeke, Jere Klein y El Jordan 23. Lejos de repetir fórmulas, busca nuevos caminos mezclando perreo y música electrónica, mientras prepara otro proyecto más personal, enfocado en cumbias.
En la historia de la música urbana chilena, el nombre de Fran C es ineludible. Productor, compositor y, ocasionalmente, intérprete, Francisco Burgos, su verdadero nombre, fundó en 2016 Desafío Music, uno de los primeros sellos que apuntaba a este nicho en su país. De ahí en adelante, su nombre ha aparecido en créditos de canciones que han marcado distintas etapas de la evolución del género en Chile.
En 2018 produjo Shishigang, uno de los éxitos fundacionales de la carrera de Pablo Chill-E, en colaboración con el fallecido Kevin Martes 13, la voz emblemática de Desafío Music. Cuatro años después, fue protagonista de la expansión internacional de la música hecha en Chile, produciendo Noche en Medellín de Cris Mj y Baby otaku de Polimá Westcoast, Pablito Pesadilla y Nickoog Clk.
Lejos de dormirse en los laureles, siguió buscando nuevas formas de llegar al público y, además, de empezar a posicionar su nombre de una manera más activa. También en 2022 creó el proyecto El laboratorio de Fran C, donde artistas como Cris Mj o King Savagge se montaron en sus beats; y a fines del año pasado lanzó oficialmente su carrera como productor-artista con su primer álbum, Hot.
Con catorce  temas producidos por él, el álbum, editado por Warner Music, se mueve entre el reggaetón y la electrónica. Incluye colaboraciones de dieciséis artistas, entre los que sobresalen nombres como Pablo Chill-E, Julianno Sosa, Marcianeke, Jere Klein y El Jordan 23, siendo una muestra bastante fiel de lo que está pasando en el bullante panorama chileno.
¿Cómo surge la idea de hacer el disco?
Es una idea que tenía hace rato el poder hacer un álbum en que hubiera muchos artistas chilenos porque mi referencia siempre es Puerto Rico. Allá todos los productores tienen sus álbumes, que son icónicos. Los Luny Tunes o Tainy han hecho discos que hasta día de hoy suenan. Yo sentía que aquí en Chile ningún productor había hecho eso.
Se llama Hot porque incorporamos a Cebra Entertainment a nuestro equipo y me ayudó a buscar el concepto del álbum. Se llegó al concepto porque las canciones eran bien reggaetoneras, bien de discoteca, y ella hizo un análisis profundo de cómo yo sentía la música. Entonces, la palabra hot empezó a ser el esqueleto del álbum y en base a eso fui eligiendo a los artistas más hot del género, con las canciones más hot y todo en base al reggaetón, a la pista de baile y el perreo duro.
¿Este desarrollo conceptual y el trabajo audiovisual que se hizo viene de una búsqueda de más reconocimiento? ¿De mostrarte más al público como Fran C?
Sí, obvio. Siempre he sentido que estaba muy detrás de los proyectos; todo el crédito siempre se lo ha llevado el artista. Es un tema cultural, siempre ha sido así, pero yo veía que en otros países era distinto. Por ejemplo, en Argentina, Bizarrap, donde su imagen es bien potente, o en Puerto Rico, con Tainy. Me pregunté por qué no podía yo hacer lo mismo, porque a mí me gusta estar delante en los proyectos. Ahí decidí empoderarme más e intentar hacer que mis colegas chilenos también me tomen a mí como referencia y lo hagan también.
Más allá del núcleo del disco, que está en el reggaetón, también hay bastante tech. ¿De dónde nace ese interés por la música electrónica?
A mí me gusta mucho la música electrónica, las fiestas tech y todo lo que las envuelve. Es un estilo que te hace viajar. En un carrete (fiesta) de tech, me di cuenta que el tech y el reggaetón tenían mucho en común y lo que los une es la pista de baile. Y me pregunté: ¿por qué no llevo al reggaetón estas transiciones de sonidos tech? Las subidas de tono, los drop, etc. Y así fue como empecé a experimentar.
Después de éxitos como Noche en Medellín, Baby otaku, o Shishigang, ¿cómo lo hiciste para no presionarte a repetir esos éxitos y que el proceso creativo se mantuviera libre?
Trato de no pensar mucho en el éxito que tuvieron algunas canciones. Trato de no competir ni pensar en qué tengo que hacer para superar eso. Mi filosofía de crear y hacer música siempre ha sido fluir, meterme en el estudio y hacer lo que me gusta en realidad.  Así ha sido toda mi carrera, y el álbum fue lo mismo. Quise meterme en el estudio a hacer canciones con los chiquillos y ver qué pasaba. Eso es lo lindo de la música, que en realidad uno nunca va a saber cuál va a ser el hit.
En una entrevista comentaste que, dentro de todos los invitados, el que más te sorprendió por su proceso creativo fue Pablo Chill-E. ¿Cómo fue volver a grabar con él?
Esa canción la hicimos en un campamento que organizó un productor de Puerto Rico. Entonces fui para allá y era bien tarde. Yo ya había grabado otras canciones y estaba con el Harry (Nach), y con él empezamos a hacer la canción. Le mostré la pista, le dije que estaba haciendo un estilo que era como perreo tech, le gustó y empezó a crear. Después bajó el Pablo (Chill-E), escuchó la canción y dijo: está bueno eso.
Ahí le dije que tirara unas barras. Hace mucho tiempo que yo no trabajaba con el Pablo y me sorprendió, porque ni siquiera escribió. Se metió, escuchó y tiró lo que se le vino a la mente. Fue bien loco ver su desarrollo creativo desde que empecé a trabajar con él hace muchos años.
¿Han hablado alguna vez de volver a hacer un disco juntos?
Sí. Hemos hablado de hacer cosas juntos y hemos hablado de eso. Él está con su proyecto ahora, está haciendo un par de cosas, pero lo hemos hablado y creo que se va a dar este año quizás. Nos vamos a juntar a hacer algo para él o para mí.
Otra de las canciones que llama la atención del disco es Gracias a Dios, donde reuniste las voces de dos artistas fallecidos, Kevin Martes 13 y Galee Galee. ¿Qué significa para ti esa canción?
Es una canción importante por el contexto, por la historia de ambos, lo que significaron para el género. Aparte que es una canción que tiene un lado bien místico por cómo se creó. O sea, que haya montado yo la voces del Kevin y del Galee en el tema y que hayan calzado. Uno escucha el tema y es como si hubieran grabado juntos en el estudio. Todas esas cosas le van dando misticismo a la canción y algo con una energía bien bonita, que creo que a la gente le ha gustado.
Yo igual tenía un poco de miedo con esa canción, de hecho no quería ni sacarla. La hice para mí, pero a medida que la fui mostrando a artistas, a personas, me dijeron que podía hacerlo, que ellos veían que yo era la única persona que podía hacer algo así. Ahí me decidí a presentar esta canción a las familias (de Kevin y Galee). Se las mostré, les gustó y decidí ponerla en el disco.
Pensando en Kevin y en que cuando él murió estaba trabajando en Desafío Music, ¿crees que si siguiera vivo hubiera podido pegarse internacionalmente y ser de las figuras de la primera línea del género chileno?
Sí, totalmente. Lo más importante que tenía Kevin, que me cuesta mucho ver ahora en los artistas, es disciplina. Le gustaba mucho la música. Era alguien que si tú le decías que tenía que estar a las ocho de la mañana en el estudio, él llegaba a las siete y media. Le mandaba pistas para que hiciera canciones y en una me mandaba cuatro canciones hechas. Después de eso no he vuelto a ver a algún artista así, con ese hambre. Yo creo que todas esas cosas, sumado al flow que tenía, la letra, los punchlines, era como para que él nos representara a nivel mundial.
“Trato de no pensar mucho en el éxito que tuvieron algunas canciones. Trato de no competir ni pensar en qué tengo que hacer para superar eso.”
En Contra la pared te escuchamos cantar a ti. ¿Tienes ganas de retomar esa faceta como intérprete?
Sí. Es que la gente que me reconocía siempre me preguntaba cuándo iba a volver a cantar. Entonces decidí que iba a hacer un tema para el álbum y ha tenido buena recepción. En el estudio tengo muchas canciones hechas por mí, y este año vengo con un proyecto musical más personal, pero quizás no tanto en reggaetón porque yo empecé en la cumbia y eso me gusta mucho. Quizás vuelva a hacer algún proyecto en cumbia. Quiero volver a mis inicios, así que estoy creando un proyecto este año. Espero que vea la luz en breve.
¿Sientes que la cumbia te lleva para un lado más íntimo?
Sí, creo que sí. Me siento más cómodo cantando cumbia que cantando otro estilo, porque en realidad yo de chico empecé en la cumbia y, después de todo este trayecto, volver a cantar en ese estilo es como volver al inicio. Eso me llena mucho como artista.
A propósito de eso y el disco de Bad Bunny, donde él va a las raíces de su país y explora esos ritmos. ¿Sientes que falta que los artistas urbanos de Latinoamérica se hagan más cargo de la cumbia, que es un género muy importante y transversal?
Sí, todo el rato. De hecho, en Chile, Jere Klein trabajó con Santa Feria (popular grupo de cumbia) en una canción. A raíz de eso se han hecho más colaboraciones y también me han hablado muchos grupos de cumbia a mí para explorar también lo urbano. Siento que en el ambiente de la música hay un interés de los dos mundos de unirse, y encuentro que es bacán. Creo que este año van a salir muchas colaboraciones entre cumbia y reggaetón.
Yo me crié con cumbia y, hasta el día de hoy, en mi auto escucho más cumbia que reggaetón. A mí me gusta producir mucho reggaetón pero me mueve más la música tropical. Esa es la verdad.
En su momento presentaste Hot con una fiesta inmersiva. ¿Te ilusiona poder llevar ese concepto fuera de Chile?
Sí. De hecho, mi idea es poder hacer la segunda parte del álbum pero internacional. Estamos viendo si lo hacemos en Argentina, porque tengo mucha llegada ahí y ya me conocen mucho los artistas, tengo muchos amigos allá, así que lo veo más viable. Y quizás a partir de ahí, ir subiendo por los territorios. Pero me gustaría hacer un álbum con artistas argentinos combinado con chilenos, para empezar a abarcar diferentes territorios.
¿Con qué artistas extranjeros ya has estado en contacto?
En Argentina con L-Gante, con Tiago PZK. He estado en conversaciones con el equipo de Nicki Nicole. Estamos tratando de llegar a los artistas más grandes de cada país, esa es la idea.
En 2016 apostaste por el reggaetón chileno creando Desafío Music. ¿Cómo recuerdas esa época? ¿Qué tan loco era pensar que el reggaetón que no fuera hecho en Puerto Rico o en el Caribe pudiera triunfar mundialmente?
El que hacía reggaetón en Chile era mal mirado. Yo toqué muchas puertas en discotecas donde quería presentar mi música y me ignoraban. El desafío era muy grande y por eso nosotros le pusimos Desafío Music al sello, porque poder posicionar el reggaetón y todo lo urbano aquí en Chile era bien difícil.
Creo que nosotros encontramos nuestro lenguaje. Y el lenguaje que nosotros hablamos fue el ancla de todo esto, darnos cuenta que nos podemos diferenciar del resto si hablamos como hablamos acá, con la jerga que se utiliza en la calle. Eso es lo que identifica al reggaetón chileno, el lenguaje, el estilo. Los productores hicieron que también tenga un sonido bien particular, que es más rápido en el BPM. Todo eso ha hecho que el estilo vaya tomando forma hasta lo que es hoy en día, y ser parte de eso desde el principio se siente muy bien.
¿Te sientes reconocido como pionero en la escena de tu país?
Sí. De hecho, los mismos artistas más chicos me lo hacen saber y por eso me buscan a mí para trabajar en sus cosas. La generación de Jere Klein, Lucky Brown, Floyymenor. Ellos me buscan porque saben lo que aporté al género. Les gusta mi sonido y me lo hacen saber y es bacán. Siento que poder aportar a la cultura urbana desde el inicio es bacán y quiero seguir aportando.
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