Cuando hablamos de Flavio Rodríguez, nos referimos a una de las figuras más icónicas de nuestro panorama musical y a uno de los referentes más respetados por el resto de artistas del R&B español. Sin embargo, para los más jóvenes, su nombre puede resultar menos familiar.
A lo largo de su carrera, Flavio ha enfrentado retos que pocos podrían superar, siendo todo un ejemplo de superación constante: la disolución de su grupo, el rechazo y marginación en la escena musical, álbumes que, a pesar de estar adelantados a su tiempo para con el contexto de la música española, no terminaron de cuajar, e incluso la pérdida de su voz, el principal instrumento de un cantante. Por todo ello, Flavio, como diría Biggie, “tiene una historia que contar”.
Tu nuevo disco se titula Boyband. Supongo que esto es una referencia a Buen Color, la mítica banda de la que fuiste miembro de joven junto a, entre otros, Eddine Saïd, ¿no?
No del todo. Para mí, Boyband significa volver a los orígenes: hacer música con amigos. Aunque en Buen Color entré a través de un casting, antes de eso ya tenía bandas con mis colegas del barrio, y más tarde con gente de toda Barcelona.
Volví a la música porque conocí a nuevos amigos que me devolvieron la ilusión de crear, algo que pensé que no iba a volver a pasar. Lo viví con Kiddo, con los chicos de Tenerife (Cruzzi, Choco y demás), con Delaossa. Hice amigos dentro de la música que me motivaron a seguir adelante. Y lo mejor de todo es que he tenido la suerte de reunirlos en un solo álbum.
Volví a la música porque conocí a nuevos amigos que me devolvieron la ilusión de crear, algo que pensé que no iba a volver a pasar. Lo viví con Kiddo, con los chicos de Tenerife (Cruzzi, Choco y demás), con Delaossa. Hice amigos dentro de la música que me motivaron a seguir adelante. Y lo mejor de todo es que he tenido la suerte de reunirlos en un solo álbum.
Entonces, ¿cuánto de ese Flavio que empezó a hacer música con sus colegas queda en el Flavio de Boyband?
El cien por cien. A partir de mi primer álbum, Flaviolous (2007), no fui capaz de volver a disfrutar de la música. Solo experimenté la parte mala, digamos. Todo giraba en torno a los números, el dinero, los problemas, y también al hate (lo normal en aquella época). Pero ahora, con Boyband, he vuelto a hacer música por el simple placer de crear, sin ningún tipo de ambición o presión externa. Ha sido un proceso de reconexión con mi yo más joven, ese que hacía música con sus colegas por pura pasión, sin pensar en lo que venía después.
En el single Boyband dices “canto aunque mi voz no sea la misma”, porque poco antes de tu disco Ego (2002) perdiste la voz. Desde el plano puramente artístico, ¿cómo has conseguido reinventarte?
Ha sido un proceso largo y complejo. Trabajo con un grupo de chavales, entre ellos Groove 2070 (mi mano derecha) y Pol. Fue Pol, que había sido alumno de Rosalía, quien me comentó que ella había tenido un problema similar con la voz y me recomendó ir a la misma profesora de canto que la ayudó a ella. Así que fui a ver a esta profesora de ópera, quien me hizo algunas pruebas y, tras un par de tests con el piano, me sugirió que probablemente tenía un quiste. Lo confirmé con los médicos y, efectivamente, era cierto.
A partir de ahí tuve que pasar un año entero aprendiendo técnica vocal, después operarme y luego otro año más de recuperación para volver a aprender a cantar. ¿Cuál fue mi sorpresa? Que ya no tenía la voz rasgada cantando. Muchos fans y amigos de hace años me hablaron cuando salió el disco y me dijeron que no parecía yo. La verdad que a mí también me da paranoia no reconocerme.
A partir de ahí tuve que pasar un año entero aprendiendo técnica vocal, después operarme y luego otro año más de recuperación para volver a aprender a cantar. ¿Cuál fue mi sorpresa? Que ya no tenía la voz rasgada cantando. Muchos fans y amigos de hace años me hablaron cuando salió el disco y me dijeron que no parecía yo. La verdad que a mí también me da paranoia no reconocerme.
A nivel sonoro, ¿cuáles dirías que son los referentes que más te han influido para el disco?
Los referentes para este álbum no son tanto sonoros sino más bien de inspiración. Me obsesiona no dejarme influenciar demasiado por otros (aunque es una tontería, porque es algo inevitable). Con Boyband necesitaba reconectar con la música que me ha acompañado toda mi vida. Por eso, durante todo el proceso solo escuché a tres artistas.
¿Quiénes son?
Boyz II Men porque con ellos aprendí a cantar y siempre me han fascinado sus melodías y armonías. También escuché mucho a Stevie Wonder por su capacidad de songwriting, su habilidad de escribir canciones simples pero profundas, capaces de transmitir sin necesidad de usar metáforas complicadas o rimas grandilocuentes. Y finalmente Prince, que me ayudó a reforzar mi ego. Me escuché toda su discografía sin hacer ni un solo skip, y me hice playlists con mis canciones favoritas de cada álbum.
Todo eso lo llevé a géneros que no tienen nada que ver. Por ejemplo, si escuchas Amor≠Cristal, que es UK funky, quizás no reconozcas esas influencias de manera evidente, pero están ahí. No se trata de algo estético sino más bien de la intención que hay detrás.
Todo eso lo llevé a géneros que no tienen nada que ver. Por ejemplo, si escuchas Amor≠Cristal, que es UK funky, quizás no reconozcas esas influencias de manera evidente, pero están ahí. No se trata de algo estético sino más bien de la intención que hay detrás.
Se nota que eres una persona que está al tanto de las novedades musicales.
Sí. Pero no quería hacer un álbum de temporada solo con canciones trendy. Quizás cuando era más joven sí que buscaba lo que estaba más fresco, pero ahora no tengo esa necesidad. Primero, porque siento que ya no tengo nada que demostrar, siento que soy libre. Y segundo, soy DJ, así que esa parte de las tendencias y la innovación la tengo cubierta, por lo que simplemente me centré en hacer buenas canciones.
La producción, el arreglo, o sea, la estética de la canción, no es lo que más me interesaba. Que no deja de importarme, ¿eh? De hecho soy coproductor en la mayoría de temas. Pero lo que más me interesaba era la intención: para mí la estética era importante para decir cosas, no como un simple adorno.
La producción, el arreglo, o sea, la estética de la canción, no es lo que más me interesaba. Que no deja de importarme, ¿eh? De hecho soy coproductor en la mayoría de temas. Pero lo que más me interesaba era la intención: para mí la estética era importante para decir cosas, no como un simple adorno.
Pero aún así incluyes por ejemplo New Flav Swing, un tema junto a LaBlackie de Jersey club, que no es un género nuevo pero se ha popularizado de forma masiva recientemente.
Exacto, pero ese tema es un homenaje a la gente de Trippy Turtle y a los que empezaron el Jersey en 2014 o por ahí. Lo que hacían en SoundCloud era coger una canción de R&B clásico y lo chopeaban y rehacían el tema. Entonces nosotros primero hicimos un tema de R&B, que es la intro de esa canción, y luego la sampleamos e integramos en la misma. De hecho en el álbum todos los samples los hemos hecho nosotros. Ni IA ni samplers.
Pues ahora que la nombras, ¿qué opinas del uso de la IA en la música? Porque hay muchos artistas, como Cookin Soul o Jpegmafia, que crean una canción con la IA para posteriormente samplearla. ¿La consideras una herramienta más o tienes algún tipo de miedo por su avance?
O como BBL Drizzy de Metro Boomin. No, miedo ninguno. La IA es solo otra herramienta. Mira, si te bajas una app de diseño gráfico con IA y haces algo como ponerle la cara de Hitler al Papa de Roma, pues me va a dar igual. Pero si eres un buen diseñador gráfico y usas la IA para cosas que no podías lograr con Photoshop, pues adelante. Lo mismo pasa con la música. Si usas la IA para imitar la voz de Drake y haces una letra absurda, no me interesas.
Yo también viví la transición al autotune, cuando la gente decía ‘eso no es cantar’. Hombre, si eres un cuadro cantando, el autotune no va a cambiar eso. Pero si lo usas como una herramienta estética o para corregir pequeñas desafinaciones, perfecto. De hecho, sin autotune nos habríamos perdido a grandes artistas como Travis Scott, Drake o Yung Beef. Eso sí, también por culpa del autotune nos hemos tenido que comer a otros, pero salimos ganando en general.
Yo también viví la transición al autotune, cuando la gente decía ‘eso no es cantar’. Hombre, si eres un cuadro cantando, el autotune no va a cambiar eso. Pero si lo usas como una herramienta estética o para corregir pequeñas desafinaciones, perfecto. De hecho, sin autotune nos habríamos perdido a grandes artistas como Travis Scott, Drake o Yung Beef. Eso sí, también por culpa del autotune nos hemos tenido que comer a otros, pero salimos ganando en general.
Totalmente.
Siempre ha habido gente haciendo el ridículo, con o sin autotune, y no pasa nada. Los artistas tenemos que trabajar más en nuestra autoestima. Entiendo la frustración cuando consideras que otros triunfan sin currárselo tanto como tú, pero eso siempre ha existido y seguirá existiendo, con IA o sin. Lo que realmente nos hace perder talento no son esas personas, sino la frustración mal canalizada.
No puedes estar constantemente comparándote y fijándote en lo que no te ha salido bien, y menos si no sabes canalizar la frustración y las expectativas, que son cosas que cuando eres joven, y sobre todo con la presión ahora con las redes y los números, te pueden dejar tonto. Perdemos más talento con la frustración que con la gente que hace patochadas la verdad.
No puedes estar constantemente comparándote y fijándote en lo que no te ha salido bien, y menos si no sabes canalizar la frustración y las expectativas, que son cosas que cuando eres joven, y sobre todo con la presión ahora con las redes y los números, te pueden dejar tonto. Perdemos más talento con la frustración que con la gente que hace patochadas la verdad.
“Volví a la música porque conocí a nuevos amigos que me devolvieron la ilusión de crear, algo que pensé que no iba a volver a pasar.”
Volviendo a lo de antes, ya has mostrado tu culto y reivindicación a los clásicos como Boyz II Men, Jodeci, Michael Jackson, Stevie Wonder o Prince al mismo tiempo que no te niegas a coquetear con la vanguardia y a explorar distintos sonidos y géneros. ¿Dónde está el equilibrio en todo esto?
Pues tío, yo creo que en la música, como en el cine y en un montón de disciplinas artísticas, hay una diferencia muy grande entre vivir algo o experimentar algo y conocer y saber de ese algo. Tú puedes buscar en Google qué es el reggaetón, pero seguro que no tiene nada que ver eso con estar en una fiesta de reggaetón en Puerto Rico bailando toda la noche.
Luego también está la parte del digging, que es algo que a mí me ha flipado siempre. Yo para poder entender Amor≠Cristal tuve que hacer toda una exploración del UK funky, indagar en la comunidad negra de Londres proveniente de Nigeria y Jamaica, etc. Conocer la raíz de las cosas te da una perspectiva muy importante y muy amplia de lo nuevo y te hace entenderlas. Mi mayor arma como productor es tener ese background. Si solo te centras en lo nuevo y solo coges el contexto actual te pierdes un montón de matices que hacen que tu música pierda autenticidad. Yo eso lo noto con Yung Beef. Se nota que ha estudiado el reggaetón de PR y el trap de Atlanta a muerte.
Luego también está la parte del digging, que es algo que a mí me ha flipado siempre. Yo para poder entender Amor≠Cristal tuve que hacer toda una exploración del UK funky, indagar en la comunidad negra de Londres proveniente de Nigeria y Jamaica, etc. Conocer la raíz de las cosas te da una perspectiva muy importante y muy amplia de lo nuevo y te hace entenderlas. Mi mayor arma como productor es tener ese background. Si solo te centras en lo nuevo y solo coges el contexto actual te pierdes un montón de matices que hacen que tu música pierda autenticidad. Yo eso lo noto con Yung Beef. Se nota que ha estudiado el reggaetón de PR y el trap de Atlanta a muerte.
Has pasado por todas las eras de la industria musical ‘urbana’ española, desde la prehistoria hasta la edad contemporánea. En este tiempo, has trabajado con BOA (ahora Altafonte), con Warner, has formado tu propio sello (Little Red Corvette), pero para este disco tu discográfica es Dale Play, que por cierto está muy bien posicionada en Argentina y cada vez se fijan más en artistas españoles. ¿Por qué con ellos?
Fue absolutamente random. Ya tenía el disco casi terminado: colabos cerradas, demos grabadas y premixes hechos. Empecé a moverlo por Barna hablando con managers y agencias, pero todo el mundo me decía que no lo veían claro: me hablaban de números, de plataformas, cosas así. Entonces me fui a Madrid con Kiddo, que es casi como mi hijo adoptado en la música, teníamos una reunión con una discográfica para comer y nos dejaron tirados a última hora. Kiddo se enfadó un montón y llamó a Chicho, el director de Dale Play. Le comentó la situación, le dijo que yo era su mentor (me da un poco de vergüenza que me llame así, la verdad) y le preguntó qué podíamos hacer. Chicho se interesó de inmediato y vino a Madrid la semana siguiente.
Nos encerramos en el estudio un día entero, le puse todas la maquetas, le expliqué el sentido de cada canción, de cada colabo, porque él quería saberlo todo. Le encantó el proyecto y me dijo: mira, Flavio, a veces en un sello fichas gente para que te sumen números y a veces fichas gente para que te sume otras cosas, y yo creo que tú me sumas. Y le estoy muy agradecido. Gracias a esto he podido acabar el disco, mezclarlo, masterizar, hacer los visualizers, tener un soporte humano y logístico, y así he podido delegar y dedicarme solo a ser artista.
Nos encerramos en el estudio un día entero, le puse todas la maquetas, le expliqué el sentido de cada canción, de cada colabo, porque él quería saberlo todo. Le encantó el proyecto y me dijo: mira, Flavio, a veces en un sello fichas gente para que te sumen números y a veces fichas gente para que te sume otras cosas, y yo creo que tú me sumas. Y le estoy muy agradecido. Gracias a esto he podido acabar el disco, mezclarlo, masterizar, hacer los visualizers, tener un soporte humano y logístico, y así he podido delegar y dedicarme solo a ser artista.
Hablando de delegar funciones, ahora mismo para cualquier artista la presencia en redes y una buena estrategia de marketing digital es clave, y tú viniendo de la era de la música en formato físico lo has entendido muy bien y has decidido contar con Fabiola de Wecrownd, cuya agencia ya ha trabajado en el rollout de discos importantes como Me muevo con dios de Cruz Cafuné o Brown Boy de Abhir.
Lo primero que pedí fue contratar a Fabiola. Yo es que no tenía ni TikTok, y es ella quien me lo lleva por completo. Yo ni lo abro, de hecho me han dicho que el algoritmo es tan bueno que estaría todo el día enganchado, así que menos mal. Para mí Fabiola ha sido una bendición. Me encanta delegar y que la gente que sepa de lo que hace lo haga. Me da la sensación de que el impacto en redes ha sido positivo.
En la era de la playlistficación de la música, tú vienes con un álbum con dos partes. ¿Por qué? ¿Hay alguna diferencia conceptual o de sonido entre ambas partes? ¿Es la segunda parte realmente una versión deluxe?
Es un álbum de dieciocho tracks separado en dos partes. Hasta que no esté la segunda parte, para mí el oyente no lo va a entender todo. Hay temas en la segunda que para mí tienen una importancia vital en el álbum. Nosotros lo partimos porque me lo recomendaron por cómo funciona la música hoy en día. Si sacamos tres singles y el álbum entero, vamos a perder la atención en quince temas.
En cambio, si lo partimos en dos, tenemos la oportunidad de darle un tratamiento más especial en ambas partes. Y la verdad es que sí, porque por desgracia ahora la música es superefímera. Los temas duran muy poco. Lo que los hacen durar es lo que tú dices, que la gente los guarde en sus playlists. Es una forma de consumir música muy devastadora, muy salvaje.
En cambio, si lo partimos en dos, tenemos la oportunidad de darle un tratamiento más especial en ambas partes. Y la verdad es que sí, porque por desgracia ahora la música es superefímera. Los temas duran muy poco. Lo que los hacen durar es lo que tú dices, que la gente los guarde en sus playlists. Es una forma de consumir música muy devastadora, muy salvaje.
Ahora mismo la gente o rehuye de las etiquetas o le encanta etiquetarlo todo. Y el R&B, como cualquier género, es algo que fluctúa con el tiempo, porque tan R&B son las Destiny Child’s (90s) como Aaliyah (2000s) e incluso cosas más actuales como el trapsoul de Bryson Tiller o The Weeknd. ¿Cuáles son, a primera aproximación, las líneas definitorias del R&B que lo separan del soul, del new jack swing o del rap?
La definición de R&B no funciona hoy en día porque es un poco caduca. El R&B era el gospel pagano, no era religioso. Mantenía las melodías y armonías del gospel pero en lugar de hablar de Dios hablaba de temas más terrenales (hablaban de pibas, básicamente). De hecho, los cantantes de gospel que querían ganar más pasta se pasaban al R&B. Eso hoy en día ya no sirve. El problema de la etiqueta del R&B está en todo el mundo: en Estados Unidos si eres negro y cantas te la ponen directamente, aunque hagas country, rock o cualquier otro género, como les pasó a SZA o a Tyler, The Creator.
Como te he dicho antes, considero que algo muy base en la música es separar intención de estética. El R&B es más una intención, una manera de expresar, que una estética. Es un tipo de música que tiene unos códigos: habla principalmente de amor, sexo y relaciones, pero no suele enfocarse, por ejemplo, en canciones de protesta social. Luego la estética es una cosa aparte, porque Jorja Smith puede hacer un tema de UK garage, pero en el fondo las melodías, el tipo de armonías, todos los toplines son R&B. Entonces, ¿qué es: R&B por la intención o UK garage por la estética?
Como te he dicho antes, considero que algo muy base en la música es separar intención de estética. El R&B es más una intención, una manera de expresar, que una estética. Es un tipo de música que tiene unos códigos: habla principalmente de amor, sexo y relaciones, pero no suele enfocarse, por ejemplo, en canciones de protesta social. Luego la estética es una cosa aparte, porque Jorja Smith puede hacer un tema de UK garage, pero en el fondo las melodías, el tipo de armonías, todos los toplines son R&B. Entonces, ¿qué es: R&B por la intención o UK garage por la estética?
A ti se te considera un poco como una especie de padrino del R&B español, y es que es verdad que has apadrinado a mucho talento joven.
Ponerte delante del camión del progreso para intentar detenerlo, como que no. Lo que hay que hacer es abrazarlo y viajar con la generación que toque viajar. Ir en contra de los jóvenes es el error más grave que puede cometer una persona adulta. La juventud es quien lleva las riendas, los que tiran del carro. Mi generación piensa que somos alguien o algo y no somos nada ya. Nosotros ahora somos lo que la generación actual quiera que seamos. Nosotros vamos ahora subidos a su camión.
Yo he conducido un camión muy pesado, pero ese tiempo ya pasó, y ahora el camión lo lleva otra persona. Es algo que hay que disfrutar. A mí lo que más me gusta es ver a la gente joven haciendo música. Si ahora mismo solo estuviera la gente de mi generación, me habría suicidado. Mi generación es la generación del bloqueo: no podía salir nada del rap talibanero español cutre.
Yo he conducido un camión muy pesado, pero ese tiempo ya pasó, y ahora el camión lo lleva otra persona. Es algo que hay que disfrutar. A mí lo que más me gusta es ver a la gente joven haciendo música. Si ahora mismo solo estuviera la gente de mi generación, me habría suicidado. Mi generación es la generación del bloqueo: no podía salir nada del rap talibanero español cutre.
Ya lo dijo Primer Dan: “La verdad es que aquí el rap lo inventaron los punkis, por eso ahora todos os confundís”. Además, Juli Giuliani dijo en una entrevista que “los rappers en España no saben quién es Marvin Gaye”. ¿Cuál crees que es el impacto que la semilla inicial del rap en España no viniera de la música negra y la importancia de la aparición de peña con raíces de África o Hispanoamérica como Kunta K o la Herri Black?
Para empezar, no creo que podamos culpar a España por completo. Hay un hecho indiscutible: durante la dictadura se nos aisló de mucha música. Nos quedamos desconectados del jazz, el soul y otras corrientes que en Francia o Reino Unido sí seguían vivas. Incluso en Latinoamérica vivieron varias dictaduras militares, pero países como Argentina se sostuvieron mucho más a nivel musical. Aquí, en cambio, se apostó mucho por la copla.
Luego, cuando cayó la dictadura, a finales de los 70 y principios de los 80, vino lo que yo llamo una nueva dictadura cultural, que fue la Movida Madrileña. Aunque en su momento fue necesario romper con todo, creo que terminó imponiendo ciertos criterios rígidos: estaba bien visto cantar mal y ser mal músico. Era una música muy política sin serlo explícitamente: eran artistas que se basaban más en la actitud que en la música. Y hasta ahí bien. Lo que pasa que luego esa gente se hizo mayor, cogieron sus sofás en las radios, en la prensa y en las discográficas y rechazaban todo lo que no encajara en su idea de lo que debía ser la música.
Luego, cuando cayó la dictadura, a finales de los 70 y principios de los 80, vino lo que yo llamo una nueva dictadura cultural, que fue la Movida Madrileña. Aunque en su momento fue necesario romper con todo, creo que terminó imponiendo ciertos criterios rígidos: estaba bien visto cantar mal y ser mal músico. Era una música muy política sin serlo explícitamente: eran artistas que se basaban más en la actitud que en la música. Y hasta ahí bien. Lo que pasa que luego esa gente se hizo mayor, cogieron sus sofás en las radios, en la prensa y en las discográficas y rechazaban todo lo que no encajara en su idea de lo que debía ser la música.
“Siempre ha habido gente haciendo el ridículo, con o sin autotune, y no pasa nada. Los artistas tenemos que trabajar más en nuestra autoestima.”
Y ahí siguen.
Por lo tanto, a los grupos de rap español de los 2000 no los puedo culpar de no tener cultura musical. De lo que sí les culpo es de que, una vez ya sabían de qué iba la película, no haber puesto remedio. Y el impacto de la inmigración fue brutal, sobre todo en los barrios, que es el caldo de cultivo de todo. Aunque en el mainstream sigue existiendo el mismo problema: la gente está cómoda con el rap si no hay negros, con el reggaetón si no hay latinos… Eso sigue siendo un tema pendiente.
En tu carrera tan larga habrás tenido muchos altibajos, pero has tenido dos golpes psicológicos importantes: la disolución de tu boy band Buen Color, al verte obligado a volver a la cotidianidad, y la pérdida de la voz años más tarde. ¿Cómo hiciste para reponerte mentalmente de todo esto?
Pues fíjate que ya no lo son. Este año falleció mi madre. Soy hijo único de madre soltera, no tengo padre. Eso sí que fue para mí la gran catarsis. Pensaba que quedarme sin mi grupo era importante, que el disco no te hubiera funcionado era un fracaso, que el mundo se acababa por perder la voz... Qué va, la vida es otra cosa. La música es preciosa y tengo la suerte de siempre haber pagado mis facturas con cosas relacionadas con la música. Eso es un milagro. Pero la vida es otra cosa: la vida son tus amigos, tu madre, tu salud mental, tu novia. O sea, que todo lo que he dicho en otras entrevistas lo retiro.
Perdí a mi madre y ahí descubrí lo que es el dolor, lo que es la falta, el que algo no esté. Ninguna piba que me ha dejado, ningún disco que no ha funcionado, ninguna crítica, ninguna pelea, ningún puñetazo… Nada se acerca al dolor de perder a alguien que quieres. Y esa es la lección de todo esto. A veces nos tomamos demasiado en serio a nosotros mismos y no nos fijamos en las cosas que tienen realmente importancia. Mandar un mensaje a un colega random y preguntarle cómo está es mucho más importante que mirar los números que hacen tus temas en el Spotify for artists.
Perdí a mi madre y ahí descubrí lo que es el dolor, lo que es la falta, el que algo no esté. Ninguna piba que me ha dejado, ningún disco que no ha funcionado, ninguna crítica, ninguna pelea, ningún puñetazo… Nada se acerca al dolor de perder a alguien que quieres. Y esa es la lección de todo esto. A veces nos tomamos demasiado en serio a nosotros mismos y no nos fijamos en las cosas que tienen realmente importancia. Mandar un mensaje a un colega random y preguntarle cómo está es mucho más importante que mirar los números que hacen tus temas en el Spotify for artists.
Para acabar, quería tocar tu faceta de DJ y preguntarte por la escena club en España. Creo que la demanda, sobre todo después de la pandemia, se disparó, y la oferta es más variada que nunca; hay clubs para casi todo el público. Uno de los eventos más importantes de DJing de música de club como es Boiler Room cada vez lleva a más DJs españoles: Toccororo, Dinamarca, Merca Bae, Brava, Chica Gang, Steve Lean… ¿Cuál es tu diagnóstico de todo esto?
Pues creo que has nombrado a varios titanes, yo voy a añadir a Mygal, que está ahora de DJ de Jacquemus. Pienso que estamos un poco como siempre: hay un montón de DJs que se lo curran y molan y tienen propuestas guapas y hay un montón de DJs que son malísimos y muchos que no tienen ningún respeto y no saben pinchar y aún así cobran un pastón. Pero es que eso ha pasado toda la vida. Aún así, la escena club está increíble.
Tú puedes ir a escuchar una noche entera baile funk o drum n bass. Eso antes no se podía. De hecho, en Valencia en La3, cada vez traen a un artista a hacer showcase acompañado de varios DJ sets muy buenos (como el que hago allí con Kiddo una vez al mes, jeje). Y esto ocurre cada vez en más ciudades que antes no tenían esa escena, como Mareo en Granada.
Tú puedes ir a escuchar una noche entera baile funk o drum n bass. Eso antes no se podía. De hecho, en Valencia en La3, cada vez traen a un artista a hacer showcase acompañado de varios DJ sets muy buenos (como el que hago allí con Kiddo una vez al mes, jeje). Y esto ocurre cada vez en más ciudades que antes no tenían esa escena, como Mareo en Granada.
Por cierto, ¿hay gira con Boyband o no?
Estoy justo preparando el directo ahora. Me gustaría, aunque sea hacer las capitales más grandes. Así que para el año que viene haré varias salas. Ya he montado mi grupito, he montado mi boy band. Pero esta vez no iré con músicos. Llevaré sorpresas.