Hacer un festival de música alternativa y que funcione significa tener un cartelazo, aunque a priori algunos nombres nunca te los habrías imaginado juntos. ¿Cariño y Yung Beef? Desde luego si alguien puede hacerlo son los del Festival B. Ellos dicen que es un espacio para la música del mañana. Bueno, del mañana y del hoy. Por supuesto, allí estuvimos y aquí os lo contamos.
Nada más llegar nos encontramos con una invasión de camisetas de fútbol retro, pantalones Ed Hardy y pitis de liar. Toda la gente del rollo se juntó en el Fòrum de Barcelona. El viernes fue el día del indie y pop-rock, con Los Planetas como uno de los principales reclamos, no en vano se hizo sold out esa noche y no la del sábado, pero también hubo flamenco con Israel Fernández y La Plazuela y música electrónica con Gazzi y Yung Prado. Aunque si tuviésemos que escoger un protagonista de la noche sería Alizzz. El catalán, a falta de dos conciertos para cerrar su gira, nos dijo que se tomó este concierto como el más importante de su vida. Por primera vez en su carrera cantó en directo un tema que aún no había salido, y como sorpresa subió al escenario a María Arnal. Se regaló ante su tierra y se mostró muy agradecido con el público.
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Pero antes de eso, Israel Fernández junto al guitarrista Diego del Morao, con el sol todavía calentando de lo lindo, se lucieron en el escenario entre bulerías y fandangos mientras daban un repaso a Amor, el álbum que publicaron juntos hace ahora justo tres años, ante un público entregadisimo. A medio concierto de Alizzz quienes aparecían sobre el otro escenario eran los chicos de La Plazuela con los temazos de su Roneo Funk Club, que justo ahora acaban de sacar en versión remix. Y si el disco es bueno en directo son tremendos, tienen hitazos y toneladas de actitud, y lo mismo te enamoran con su duende que te llevan de clubbing. Conectaron con el público desde el primer segundo, el suyo fue sin duda uno de los mejores conciertos de la jornada, con permiso de Alizzz.
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Saltamos de día y es de suponer que los indies veteranos del viernes pasaron la resaca en casa porque el sábado, además de que había menos gente, la mayoría del público no pasaba de los veinte. A las cinco y media, ya estábamos ready para la cita con Ben Yart, cola kilométrica para entrar en el recinto (¿a quién se le ocurrió hacer pasar por la misma puerta a los que ya teníamos pulseras y a los que no?, menuda pérdida de tiempo). Para nuestra desgracia, el concierto empezó puntual y el agobio empezó a caldear el ambiente, eran las seis y aún no habíamos entrado. Sonó No se k me pasa. Toda la cola empezó a corearla. Algún que otro bufido. Ahí todos veníamos a lo que veníamos, a ver el show del pamplonés. Entramos justo para corear “Fentanilo, Fentanilo”, sí, buscadlo en Twitter, porque estuvo gracioso el momento. Está claro que el punto fuerte del concierto es no tener ni idea de qué va a suceder en la próxima canción, y no sabemos cómo se lo monta, pero sus músicos lo acompañan magistralmente, de qué jam session los habrá sacado. A media actuación, una imagen de Ben Yart como Jesucristo pasa de mano en mano hacia la primera fila y el artista, tras mostrarla al público, la rompe. El caso es que estábamos atentos a él como si fuese el mismo Mesías caído del cielo, y nos desgañitamos cantando Mañaneo y Xk me habré metido tanto spiz? como si fueran nuestros cantos religiosos. Y menos mal que tras marchar del escenario, acabó volviendo para cantar Barriobajero, porque si no la peña se le echaba encima.
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No sabemos si el público de Juicy Bae sabe que un día fue la bailaora más joven de la Bienal de Flamenco de Sevilla. Lo que seguro que les ha quedado claro es que la tía se lo pasa increíble y podría llenar ella sola el escenario. Siempre la acompaña Pedro, PMP Sounds, que pilla el micro en algunos momentos para animar a la gente, aunque ni siquiera era necesario. A pesar de que solo son las seis y media de la tarde, el perreo comenzó pronto con Malas lenguas y el punto álgido llegó con Shorty. Solo temazos en su setlist. De camino al final se atrevió a cantar a capela, aunque manteniendo el auto-tune, y a mostrarnos su arte con el zapateado. Está claro que la Juicy sabe lo que hace.
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Leïti fue el más divertido. Bajo el lema ‘Juguem a casa’ (jugamos en casa), se hizo con el público desde el principio y estuvo en su salsa, todo el concierto con una sonrisa en la cara. Lo único que no entendí fue el outfit con sudadera y pantalón largo a veinticinco grados. Su repertorio es bailable 100%, hecho que materializó con las dos bailarinas que le acompañaron, por no hablar de que tiene hits como 5:05 pm o Abama jr. suite que hacen saltar a la gente. Y es que los pogos fueron una constante, pero Rojuu fue el rey. El otro barcelonés le cogió gusto a lo de hacer redondas gigantes y el público le ayudó encantado. La hora y media que estuvo en el escenario fue una locura. Salió con un gorro como de lobo, al estilo Red Dead Redemption y junto a Markus de Depresión Sonora estuvieron todo el rato saltando de un lado a otro. Disfrutones. 
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Algunos tiraron para el escenario Jägermusic antes de que Rojuu empezara con los pogos. Quedaba claro que Gloosito era el favorito de los chavales y el madrileño no necesitó mucho más que a su DJ y cuatro colegas ahí arriba (Trap Maloy y Jay Dime siempre a su lado) para que el público se gozara sus canciones. Actitud de gangsta y naturalidad innata, cuando tienes una base de seguidores tan sólida como la suya, eso es más que suficiente.
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De eso también sabe mucho Yung Beef. Antes de su concierto, hizo retweet a un tweet que decía que tenía el peor directo de la industria española. El incancelable salió a hacer lo suyo. No es Andrea Bocelli, eso está claro, pero cuando tienes un fandom tan grande y tan fiel, a veces no necesitas ni cantar, y fue un poco lo que pasó. Si no te gusta igual lo odias, pero es una leyenda y la gente paga hasta por verlo en sus peores condiciones. Luego hay otros que se tiran el concierto fumando y no les afecta, ese es el caso de Hoke, el stoner del rap español. Poco que decir de un directo tan impecable, aunque tuviera la voz algo rasposa salió a darlo todo junto a Ébano y de su compañero a los platos, Louis Amoeba. Vivir en directo temas como Jjjj o Olimpique es una experiencia que no te puedes perder. Como nos tienen acostumbrados, de lo mejor de la noche.
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Entre Yung Beef y Hoke, quienes teníamos ganas de jarana sabíamos que donde había que estar era delante de La Élite, que la liaron parda cerveza en mano para regocijo del público que se fundió en un pogo festivo durante toda la actuación. La banda de Nil Roig aka Yung Prado (que participó en el festival por partida doble) y David Burgués aka Diosito es de lo mejor que le ha pasado a la música en los últimos años, sus canciones recogen la rabia del punk de los ochenta y la pasan por la trituradora electrónica, La Élite son la reencarnación de Eskorbuto, L'Odi Social o Cicatriz pero tuneados por el espíritu new wave. Sobre el escenario van desgranando los temas de su único álbum, Nuevo punk, coreados por el personal: Mata a tu jefe, Bailando, Todos me miran mal... Sueltan aquello de "mucha policía, poca diversión", parafrasando a Eskorbuto, y se marcan una versión anfetamínica de Autosuficiencia que haría bailar en su tumba al mismísimo Eduardo Benavente. Marchamos porque tenemos claro que no vamos a perdernos a Hoke & Louis Amoeba, pero mientras caminamos hacia el otro escenario en nuestra cabeza seguimos de pogo.
Y poco después llegamos a Judeline, aka La Niña del Sur, aka Lara de Los Caños, aka la que le saca una cabeza a tu novio, cerró los conciertos antes de los DJs. Cantó todo su repertorio y estrenó en directo una canción que habla de un fetiche, de la que aún no sabemos el título. Su humor entre canciones es lo mejor del mundo y la versión acústica de Fanática sensual es perfecta para hacer cantar a todo al público tremendo clásico. Sorprendió para bien, definitivamente. 
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Al final de la noche, la gente tiró para Parkineos. Seguramente porque empezaba antes y la peña tenía ganas de tralla después de perrear lento con Judeline. Fuimos pocos los que nos quedamos esperando a Brava. ¿Valió la pena? Obviamente. Nos regaló un DJ set de hits underground mezclados con clásicos de la electrónica de los 80. La acompañó una bailarina que estuvo increíble, y que tuvo a lxs de primera fila coreándola a tope. Para acabar nos cantó su nuevo single mientras daba vueltas alrededor de la mesa de DJ vestida de lencería rosa y dos lacitos en el pecho, en fin, una tía chulísima.
La resaca emocional post-festi está siendo dura, decir que escribimos esto mientras de fondo suena Ready pa morir… Y, sí, ya han salido unos tickets early bird para la edición del año que viene, seguro que no defrauda. 
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Israel Fernández
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Alizzz
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La Plazuela
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Los Planetas
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Cariño
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Rojuu
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Yung Prado
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La Élite
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Hoke